Líneas Cruzadas: Capítulo 9Entangled Lines: Chapter 9

Aquella situación era francamente extraña, aunque frecuente en los saltos temporales. Sin embargo, ahora se le hacía bastante más raro. Había bajado a la Tierra en el ascensor espacial y luego tomado un vehículo que la transportó por un gravitúnel hacia el lugar más cercano a su destino final, pero éste estaba bastante alejado del nodo más próximo. Atravesó un corto terreno por tierra firme y tuvo la suerte de que el lugar estuviese soleado y no hubiera ninguna tormenta, lo que habría dificultado sobremanera llegar, habiéndose visto obligada incluso a aplazar el último trayecto si la meteorología lo hubiera impedido. Por supuesto, aquel tramo lo tuvo que llevar a cabo por mar, aunque ahora tenía la ventaja de que el mismo transporte que la había llevado hasta allí, también podía atravesar el agua sin tener que cambiar de medio, como se habría visto obligada a hacer en el siglo 21.

Al llegar a la isla, la misma donde había encontrado a Kare hacía solamente unas semanas (de tiempo propio, claro), vio que estaba muy cambiada. Ya no vivía nadie en ella desde hacía mucho y se había tornado un paraíso salvaje, con una hermosa vegetación tropical. Con la exactitud de las coordenadas que tenía, que eran más precisas que las que había dispuesto en la ocasión anterior, no le fue difícil llegar a una playa, que, si bien no podía ser exactamente la misma en la que lo encontró la última vez, estaba muy próxima a aquella ubicación.

A primera vista no divisó a nadie pero descubrió una cabaña desastrosa, muy parecida a la que había visto en la otra era; se notaba que el constructor era el mismo. Kanja sonrió ante esta circunstancia y se dirigió caminando hacia allí, preguntándose dónde se habrían metido sus dos ocupantes. No tardó en averiguarlo cuando, mientras se iba dando la vuelta para mirar alrededor, vio cómo una mujer enorme desnuda se abalanzaba sobre ella y le hacía un placaje que las hizo rodar por el suelo con tremenda violencia. Se sintió dolorida por el impacto y algo mareada y descubrió que Issanka estaba encima de ella, a horcajadas, intentando inmovilizarla. Entonces, procedió instintivamente a quitársela de encima con las técnicas de lucha que le habían enseñado en su preparación para entrar en el GSU dándole la vuelta a la situación, escapando de su atacante y haciendo que ahora fuese Kanja la que se colocaba encima de la otra mujer, a la que inmovilizó a pesar de su aparente superioridad física.

–¡Suéltame, maldita seas! –gritó Issanka desesperada–. ¿Cómo demonios nos has encontrado?
–¡Escúchame de una vez! –Kanja le gritó a su vez–. ¡Solo pretendo ayudaros! Tenemos que acabar de una vez con esta ridícula situación. Nunca he pretendido haceros daño ni a Kare ni a ti. Es absolutamente necesario que él reciba un tratamiento que consiga curarlo de sus males antes de que sea demasiado tarde y, si no me dejas hacerlo, al final puede morir entre dolores horribles y sin llegar a recuperar nunca la cordura.

Notó como Issanka cedía y dejaba de oponer resistencia, pero no se atrevió a aflojar su presión, por si era una treta. Entonces, la mujer grande comenzó a sollozar, mientras miraba hacia un lado. Kanja dirigió su mirada hacia donde lo hacía la otra y se quedó absolutamente pasmada. A unos metros, de pie, estaba Kare con una ligera sonrisa, completamente desnudo, pero con un aspecto casi idéntico al que tenía cuando lo conoció por primera vez.

–Pero, ¿qué coño ha pasado? –dijo Kanja, sin poder dar crédito a sus ojos–. ¿Cómo es posible…?
–Si quiere seguir por aquí, tendrá que quitarse la ropa. No quiero que se crea que me quiero aprovechar de usted, pero en este lugar son mis normas. Aunque antes convendría que soltase a esa mujer, porque con esa postura, en breve puedo tener problemas para controlar mis reacciones masculinas…
–¡Kare! –dijo Kanja, poniéndose en pie y dejando libre a Issanka–. ¡Estás curado! ¡Tienes un aspecto estupendo!

El hombre torció el gesto y puso los brazos en jarras, inclinando la cabeza hacia un lado. Kanja se dio cuenta de que ese gesto indicaba que estaba molesto porque ella no había seguido todas sus indicaciones y procedió a hacer desaparecer su simulación de ropa.

–Bien –dijo él–, así está mejor, señorita rojo natural.

Issanka se había incorporado y estaba sentada en el suelo, llorando, con las manos tapándole la cara. Kare se acercó a ella, la cogió por el brazo con cariño y la ayudó a levantarse. Luego, se volvió hacia Kanja.

–No tengo ganas de seguir aquí, con este solazo. ¿Quiere pasar a mi casa y desayunamos algo?

Realmente no era la hora de desayunar pero, en la mente deteriorada del hombre, eso era lo de menos.

Las dos mujeres se sentaron en el suelo, a la sombra, y Kare desapareció en aquel simulacro de edificación que él llamaba su casa. Kanja miró a Issanka, que luchaba por dejar de llorar.

–Cuéntame –le pidió Kanja–, ¿qué ha pasado aquí?
–Realmente no me lo logro explicar. Me he visto envuelta en una espiral de locura y he acabado de una manera que nunca me habría esperado.
–Vete contándomelo poco a poco. Seguro que te sentirás mejor después de decírmelo.

Issanka sonrió con un toque de tristeza; realmente necesitaba abrirse a alguien.

–Cuando vi a Kare en aquella situación me indigné, como ya sabes. Pensé que lo habíais 

torturado y no estaba dispuesta a que siguierais haciéndolo. Cuando te eché de allí, intenté curar la masacre que tenía en el cuerpo, pero descubrí que no se trataba de heridas, sino que realmente estaba muy enfermo, aunque no lograba comprender cómo podía haber sufrido un declive tan grande en un tiempo tan breve. Me asusté mucho; con los medios que tenía no era capaz de curarlo pero, al ritmo que había degenerado, no podía perder ni un segundo. Intenté que me explicase qué le había sucedido, pero él solo desvariaba. Seguí en mis trece, creyendo que habíais hecho algo que lo había vuelto loco, y seguí maldiciéndoos; pero nada encajaba. En mi desesperación, cometí el primer error, que fue conectar con Milenka, mi mitad. No fui capaz de explicarle claramente lo que pasaba y discutimos muy agriamente. Ella amenazó con venir a mi estación para tratar el tema conmigo y me dio pánico de que me obligara a entregar a Kare al GSU. Entonces, hice otra estupidez y cogí el transbordador hacia la Luna, mientras Milenka iba a hacer el recorrido en sentido contrario. Y todo habría vuelto a su cauce si no me hubiese pasado algo muy extraño. Durante el recorrido en el transbordador, recapacité, me di cuenta de que estaba cometiendo un error muy grave y decidí regresar en cuanto fuera posible. Pero, mientras esperaba en la estación lunar sentí algo muy extraño. Fue como una especie de calor que me subió desde el interior…

Kanja se sobresaltó al oír aquello; fue lo mismo que le había sucedido a ella en ese mismo lugar.

–Entonces –prosiguió Issanka–, empecé a sentirme muy excitada con la presencia de Kare y me vi obligada, en un impulso irracional, a hacer otra locura…

Se detuvo, dudando si seguir hablando o callarse. Kanja se dio cuenta de que no se fiaba de ella por pertenecer al GSU.

–Puedes confiar en mí. No voy a causarte ningún daño. Solo quiero que esto se solucione sin que nadie sufra, especialmente Kare.

Issanka siguió guardando silencio, por lo que Kanja cambió de tema, intentando entretanto resolver una duda, e intentando hacer seguir hablando a la mujer.

–Cuando sentiste ese calor… ¿Viste a alguien con una apariencia fuera de lo común?

Issanka reflexionó, sin saber adónde quería llegar a parar con aquella pregunta. Al principio negó, moviendo lentamente la cabeza, pero luego paró, muy sorprendida.

–Espera, me parece recordar que había una persona que me llamó la atención por lo peculiar de su figura…
–¿Una mujer baja, nada guapa, de caderas anchas y pechos grandes? –preguntó Kanja.
–¿Cómo lo sabes? –dijo Issanka muy sorprendida–. ¿Quién es esa mujer y qué tiene que ver con todo esto?

A Kanja no le dio tiempo a responder porque a su espalda escucharon la voz de Kare, que estaba de pie, mirándolas sonriendo.

–Claro, era Venus. La que me sacó de la cárcel, por allí… –dijo el hombre, indicando con el dedo a algún lugar del interior de la isla–. ¡Me puse palote! Y ya ni me acordaba desde cuándo no podía.

Las dos mujeres se volvieron a mirarlo, creyendo que estaba desvariando, como de costumbre, pero entonces Kanja recordó que ya en otra ocasión lo había escuchado decir algo sobre aquel tema.

–Kare, cielo –le preguntó–, ¿tú sabes de quién se trata?
–No me gusta que me trates como un niño, ¡joder!
–Vale, perdona, pero responde a mi pregunta, ¿sabes algo de esa mujer?
–Se hace llamar Sra. Willendorf, pero es una coña, ya sabes…
–No, cariño…, perdona –corrigió el tono–, no sé de qué me estás hablando.
–Pero, ¿qué os han enseñado en el cole? Ya sabes, Venus… Willendorf… con ese aspecto y tanta sensualidad. ¡Es de traca! –y se echó a reír.

Ninguna de las mujeres entendía nada y pensaron que solo estaba diciendo tonterías. Pero Kanja seguía intrigada con la explicación de Kare. La había descrito en dos ocasiones, lo que indicaba que en cierto modo sabía de qué hablaba, o que la había visto anteriormente. Aun así, prefirió dejar ese tema para más tarde y seguir con el relato de Issanka.

–Bueno y, ¿qué pasó entonces? ¿Por qué dices que cometiste otra locura?

Issanka bajó la mirada, avergonzada. Pero necesitaba descargar la tensión acumulada.

–Empecé a obsesionarme con la gravedad de Kare y me dirigí a Lïmpa, donde conocía a alguien que actúa fuera de la ley y proporciona el tratamiento de los Elegidos de manera ilegal.
–¿Cómo? –gritó Kanja escandalizada–. ¿Le has dado el tratamiento a Kare?
–Ya sabía que tenía que haberme callado –dijo Issanka, volviendo a echarse a llorar–. Ahora nos vas a echar a perder, ¡maldito cuervo!
–¡No, no, no, no! No voy a hacer nada contra vosotros, te lo aseguro. Es solo que me ha sorprendido mucho que haya quien se dedique a dar el tratamiento ilegalmente. Tienes que reconocer que es algo muy grave… Sigue, por favor.

Kare se acercó a Issanka por detrás y la abrazó, intentando consolarla. Kanja se sintió algo molesta con aquello. Por un lado, estaba un poco celosa, por supuesto, pero además le picó un poco que Kare hubiera recibido el tratamiento sin que estuviese autorizado, y ella, que ya pertenecía a los Elegidos, todavía no había ido a que se lo administraran. Claro que, en este caso, la culpa había sido de ella por no haber acudido, cuando había tenido bastante tiempo para haberlo hecho.

–Entonces –preguntó Kanja, que no quería desviarse del tema–, Kare recibió el tratamiento y sus males desaparecieron…
–Sí, los problemas físicos remitieron en cuestión de solo unas horas. La piel se regeneró y los dolores se desvanecieron. Pero yo había pensado que su mente volvería a la cordura y, sin embargo, ya ves…
–Bueno –dijo Kanja en voz baja, como si realmente estuviese hablando para sí misma–, por lo menos el problema físico se ha resuelto. Te voy a decir algo: hiciste muy bien con esa decisión. Yo desconocía que era posible recibir el tratamiento bajo cuerda. Si lo hubiera sabido, seguramente yo también me lo habría planteado seriamente…
–¿De verdad? –Issanka la miró con los ojos esperanzados.
–Por supuesto. Tú no lo sabes, pero estuve buscando a este elemento por toda la Tierra durante casi cinco años y estoy dispuesta a cualquier cosa por él.

Se estaba haciendo tarde y el sol no tardaría en ponerse completamente, por lo que decidieron encender una fogata y preparar algo de cenar. Como era de suponer, todas estas funciones las tuvo que hacer Kare, porque las mujeres, con su pasado de Aspirantes y en un mundo donde las máquinas se encargaban de todo para la comodidad de los humanos, no tenían ni la más mínima idea de cómo hacer nada útil para su supervivencia en un entorno aislado de la civilización. Y, mientras estaban en ello, Kanja reflexionó cómo orientar la siguiente fase, que era regresar lo antes posible a la normalidad. Entonces, cuando Kare no las escuchaba, se le ocurrió cómo incentivar el deseo de Issanka para que accediese a colaborar de buen grado en lo que tenía pensado.

–Es un lugar muy hermoso, ¿verdad? –dijo con segundas intenciones.
–Sí, es muy bonito… –respondió Issanka con cierto matiz de duda.
–Estas puestas de sol, esta naturaleza, tan alejada de lo que solemos experimentar.
–Ya… Pero…
–Y, ¿esas dudas? –la estrategia estaba funcionando de maravilla.
–Dices eso porque no has estado mucho tiempo aquí.
–¿Qué tiene de malo?
–Los primeros días, aunque era incómodo, lo soportaba, porque estaba con Kare y creía que nadie nos podría encontrar. Pero luego… ¡Es tan desagradable! Me siento muy pesada en la gravedad de la Tierra. Hace calor de día, frío de noche, tienes que dormir en el suelo, o en un sitio donde te estás rozando con la cama. Y esta maldita arena, que se mete por todas partes. Tengo que meterme en el mar a la mínima ocasión para quitármela. No puedes pedir nada con la conexión a la Comunidad, las horas se hacen eternas. Y la comida… Kare se dedica a matar bichos y luego los pone en el fuego. Saben tan raro… Y el humo de la fogata, cuando sopla el viento hacia ti, te viene todo a la cara y te hace toser. ¡Es insoportable! Es como estar en un poblado de bastardos.
–Entonces… ¿preferirías volver a tu vida habitual?
–Sí. Si no fuese por el miedo que tengo a que me castiguen y acabe de todas formas en uno de esos poblados, me iría cuanto antes.
–Nadie tiene por qué saber que has cometido esta falta, ¿no? Milenka ha estado tapándote hasta ahora y yo no voy a delatarte, ni hacer nada en contra tuya. Si no nos demoramos, todavía no es demasiado tarde…
–No lo sé. Tengo miedo…
–¿Miedo, de qué?
–No, nada… –a Kanja le daba la impresión de que había algo más, pero tenía que andar con cuidado ante la posibilidad de que la mujer se cerrase si la presionaba.
–Bueno –intentó conciliar–, piénsalo bien esta noche y, si te parece bien, mañana hablamos sobre la posibilidad de retornar y volver a la normalidad.

 

Cuando llegó la hora de irse a dormir, Kare intentó que las mujeres lo hicieran en la cabaña y él dormiría afuera, pero Kanja insistió en que era ella quien debía hacerlo a la intemperie. Y, tras un breve tira y afloja, se salió con la suya. Se tumbó en la arena y tuvo que reconocer interiormente que tampoco le parecía demasiado confortable la situación, aunque ella estaba más acostumbrada a las incomodidades, después de todo el tiempo que había pasado en la Antigüedad, y había tenido que sufrir esas molestias, o peores, en numerosas ocasiones mientras estuvo persiguiendo el fantasma de Kare durante aquellos cinco años de penurias sin fin. Y, cuando estaba a punto de rendirse al sueño, escuchó voces, en tono muy bajo, que le llegaban desde la cabaña.

–Nooo, ¡estate quieto! –escuchó la voz de Issanka.
–Pero, ¿por qué? –se quejaba Kare.
–¡Hoy no! ¡No puede ser!
–Pues no te entiendo…
–Hoy nos pueden oír. Y además, no está bien; tengo que pensar en mi futuro…

¿Qué demonios estaba pasando? Es que todo ese tiempo ellos habían estado… Kanja sintió que la furia se apoderaba de ella. Esa maldita mujer sabía que él no estaba en sus cabales y aun así… Y, en un arranque de irracionalidad, decidió acelerar el proceso; se le ocurrió hacer que esa noche fuera inolvidable para aquella zorra, la obligaría a desear abandonar el lugar para siempre. Se aseguró de esperar a que a Kare lo venciese el sueño y actuó sobre su mente, haciendo que durmiera aún más profundamente mientras que, a la vez, se encargó de que a Issanka le ocurriese justo lo contrario. Y, después, se dedicó a atormentarla con toda una serie de ruidos y juegos de sombras, aprovechando la luz de la Luna llena para que no fuese capaz de conciliar el sueño, aun a costa de que ella misma tampoco durmiera. ¡Era la guerra!

***

A la mañana siguiente, estaba agotada pero exultante. Aquellos juegos habían durado casi hasta el amanecer y había detectado el pavor en la mente de Issanka. Pasó el resto del tiempo sin acostarse porque no deseaba quedarse dormida y no enterarse cuando se levantara Kare. En el momento en el que le estaba dando más el bajón, decidió darse un baño en el mar. Aquello le sentó estupendamente y la relajó mucho, espantando el sueño por el momento. Kare no tardó mucho en ponerse en pie, justo cuando salía del agua; se acercó a ella y se la quedó mirando fijamente.

–¿La conozco? –preguntó, con cara pensativa.
–No lo sé. Puede… Déjame pensar. Tu cara me suena de algo.
–A mí también la tuya, pero mi memoria no es lo que era.
–Un momento… Tú eres… ¿cómo te llamabas? ¡Sí! Kare, Kare Osjin, ¿no?
–Sí, ese soy yo –respondió confuso.
–Nos presentaron en la empresa el día que te marchaste, ¿te acuerdas de mí? Seguramente no, porque solo nos vimos unos minutos…
–¿Kanja, podría ser…? 
–Exactamente, soy Kanja Alfke. ¡Qué curioso que nos encontremos en este sitio! ¿Tú crees en las casualidades?
–Sí, bonita, todo en la vida son casualidades, por muy raro que te parezca algo.
–Pero ahora es demasiada casualidad, ¿no? Yo prefiero darle un sentido más romántico a la vida y creer en cosas tontas de vez en cuando.
–Cree lo que quieras, pero eso no va a cambiar nada. No importa con cuánta intensidad puedas creer en una fantasía. La realidad siempre es impermeable a ellas. 
–Estoy un poco triste… –dijo ella, suspirando tras una pausa estudiada.
–¿Por qué? –preguntó Kare confundido.
–Porque hoy se acaban mis vacaciones y tengo que regresar a casa. Es una pena que nos hayamos visto solo el último día. Podíamos habernos divertido mucho.
–Sí, claro –algo no terminaba de encajarle en la cabeza.
En ese momento, ella vio a Issanka levantarse pesadamente.

–¡Oh! No sabía que estabas aquí con tu chica. Si lo llego a saber, no habría intentado ligar contigo…
–No es mi chica –dijo Kare, un poco a la defensiva–. Realmente, no sé quién es… Creo que se esconde de algo y la ayudo a que no la encuentren.

Cuando Issanka llegó hasta ellos, se la notaba muy desanimada. Kare se disculpó y dijo que se iba a preparar algo para desayunar.

–¡Qué mañana tan hermosa! –dijo Kanja, provocando a Issanka cuando se quedaron a solas–. ¡Qué lástima que mis obligaciones hagan que tenga que regresar a mi sitio!  Además, mi mitad me estará echando de menos. Me quiere tanto… Pero he dormido estupendamente y estos amaneceres me hacen desear quedarme más tiempo aquí.
–¿De verdad? Yo casi no he pegado el ojo en toda la noche. ¿No has escuchado esos ruidos? Yo creo que tenía que haber algún animal peligroso merodeando.

Kanja se rio de aquellos miedos. Solo tenía que presionar un poco más y sabía que la otra cedería definitivamente.

–¡Qué va a haber animales, mujer! Yo no me he enterado de nada y estaba afuera. A ver si era solo el viento en las ramas…
–¡No, te lo aseguro! Los ruidos eran de animales. No soporto más este sitio. Tengo que volver enseguida.
–¿Estás segura? ¿Y qué va a pasar con Kare?

Issanka se mostró pensativa.

–Realmente, no sé qué hacer con él. Ya no es el hombre al que conocí; está como una cabra. Y a veces se pone un poco pesado…
–¿Pesado? –Kanja fingió que no sabía de qué estaba hablando–. ¿A qué te refieres?

Entonces, notó que Issanka se arrepentía de haber hecho ese comentario.

–No… Es que… A veces se obsesiona con cosas que no tienen mucho sentido, yyy… cuando llevas unos días con él… te cansas de esas cosas que no sabes a qué se puede referir…

Mentía muy mal y se la notaba a la defensiva.

–Pues no sé… –replicó Kanja, fingiendo mucho mejor–. Todo el tiempo que he estado con él me ha parecido muy divertido. Es verdad que a veces se le va la olla, pero con no hacerle demasiado caso… Además, a lo mejor se podría intentar hacer algo a ver si recupera la cordura. Yo conozco a alguien…
–¿De verdad? –dijo Issanka esperanzada–. ¿Crees que eso es posible?
–No lo puedo asegurar, pero merece la pena intentarlo, ¿no?
–¡Desde luego! Entonces… ¿Te puedes hacer cargo de él?
–Por su bien, deberíamos hacer todo lo posible.

Notó que la otra estaba doblemente aliviada; por un lado, era cierto que quería que él se recuperase, pero parecía que la motivaba más el librarse del peso que suponía vivir fuera de la sociedad, tener que aguantar a un hombre sin juicio y que estaba acostándose con ella a menudo, lo cual podía estar bien al principio pero que, a la larga, podía ser peligroso para ella. Dejando a Kare en manos de Kanja todo volvería a la normalidad, recuperaría la seguridad de su vida habitual, a su mitad, su ocupación, la comodidad de la tecnología moderna, etcétera. 

Cuando Issanka se fue a convencer a Kare de que debían marcharse de allí, Kanja sonrió por lo fácil que le había resultado manipular a aquella estúpida. Bastante más fácil que lo que le había costado desde el principio conseguir que Kare se mostrara dócil a sus manejos. Pero entonces, una sensación de culpabilidad se pasó por su cabeza. ¿Era ella realmente una manipuladora sin escrúpulos, como la había acusado Kare en una ocasión? Le dio vértigo aquella sensación y se intentó convencer de que estaba haciendo lo que era necesario para el bien de todos. Pero dentro se quedó con cierta incomodidad ante la imagen que había tenido brevemente de sí misma.

That situation was downright strange, though common in time jumps. However, now it seemed much stranger. She had descended to Earth in the space elevator and then taken a vehicle that transported her through a gravitunnel to the closest place to her final destination, but it was quite far from the nearest node. She crossed a short distance on dry land and was fortunate that the place was sunny and there were no storms, which would have made arriving extremely difficult, and she would have even been forced to postpone the final journey if the weather had prevented it. Of course, she had to travel that stretch by sea, although now she had the advantage that the same transport that had brought her there could also cross the water without having to change means, as she would have been forced to do in the 21st century.

Upon arriving at the island, the same one where she had found Kare just a few weeks ago (according to her experienced time, of course), she saw that it had changed dramatically. No one had lived there for a long time, and it had become a wild paradise, with beautiful tropical vegetation. With the accuracy of the coordinates Kanja had, which were more precise than those she had had on the previous occasion, it was not difficult for her to reach a beach, which, although it could not be exactly the same one where she found Kare the last time, was very close to that location.

At first glance, she did not see anyone, but she did discover a shabby hut, very similar to the one she had seen in the other era; it was clear that the builder was the same. Kanja smiled at this and walked toward it, wondering where its two occupants had gotten to. She soon found out when, as she turned to look around, she saw a huge naked woman rush towards her and tackle her so hard that they both rolled on the ground. Kanja felt sore from the impact and slightly dizzy, and discovered that Issanka was on top of her, straddling and trying to restrain her. She then instinctively proceeded to throw Issanka off using the wrestling techniques she had been taught in her training to enter the USG, turning the tables on Kanja, escaping her attacker and having her now on top of the other woman, whom she immobilized despite her apparent physical superiority.

"Let me go, damn you!" Issanka cried desperately. "How the hell did you find us?"
"Listen to me!" Kanja yelled back. "I'm just trying to help you! We have to put an end to this ridiculous situation once and for all. I never meant to hurt you or Kare. It’s absolutely necessary that he receives treatment that will cure him of his ailments before it’s too late, and if you don’t let me do it, he may eventually die in horrible pain and never regain his sanity."

She noticed Issanka give in and stop resisting, but she did not dare loosen her grip, in case it was a ruse. Then the big woman began to sob, looking to the side. Kanja looked where the other woman was doing it and was absolutely stunned. Standing a few feet away was Kare, smiling slightly, completely naked, but looking almost identical to how he had looked when she had first met him.

"What the hell’s going on?" Kanja said, unable to believe her eyes. "How’s it possible...?"
"If you want to continue right here, you'll have to take off your clothes. I don't want you to think I'm trying to take advantage of you, but these are my rules in this place. Although you'd better let go of that woman first, because in that position, I might soon have trouble controlling my male reactions...”
"Kare!" said Kanja, standing up and releasing Issanka. "You're healed! You look great!"

The man grimaced and put his hands akimbo, tilting his head to one side. Kanja realized this gesture indicated he was annoyed that she had not followed all his instructions and proceeded to remove her clothing simulation.

"Good," he said, "that's better, Miss Natural Red."

Issanka had sat up, still on the floor, crying, her hands covering her face. Kare approached her, gently took her arm, and helped her up. Then he turned to Kanja.

"I don't feel like staying here in this blazing sun. Would you like to come over to my house and have some breakfast?"

It was not really time for breakfast, but in the man's deteriorating mind, that was the least of it.

The two women sat on the ground in the shade, and Kare disappeared into the mock-building he called his home. Kanja looked at Issanka, who was struggling to stop crying.

"Tell me," Kanja asked, "what happened here?"
"I really can't explain it. I got caught up in a spiral of madness and ended up in a way I never would have expected."
"Tell me little by little. I'm sure you'll feel better after you tell me."

Issanka smiled with a hint of sadness; she really needed to open up to someone.

"When I saw Kare in that condition, I was outraged, as you know. I thought you had tortured him, and I wasn't going to let you continue. When I got you the heave-ho, I tried to treat the massacre on his body, but I discovered that it wasn't just wounds, but that he was actually very ill, although I couldn't understand how he could have suffered such a severe decline in such a short time. I was terrified; with the means I had, I couldn't cure him, but at the rate he'd degenerated, I couldn't waste a second. I tried to get him to explain what had happened to him, but he just rambled on. I persisted, believing you had done something to drive him mad, and I kept cursing you; but nothing made sense. In my desperation, I made the first mistake, which was to connect with Milenka, my half. I wasn't able to explain clearly what was happening, and we argued bitterly. She threatened to come to my station to discuss the matter with me, and I panicked that she would force me to hand Kare over to the USG. Then, I did another stupid thing and took the shuttle to the Moon, while Milenka went the other way. And everything would have been back to normal if something very strange hadn't happened to me. During the shuttle ride, I came to my senses, realized I was making a very serious mistake, and decided to return as soon as possible. But while I was waiting at the lunar station, I felt something very strange. It was like a kind of heat that rose from within me…"

Kanja was startled by this; it was the same thing that had happened to her in that very place.

"Then," Issanka continued, "I began to feel very aroused by Kare's presence and was forced, on an irrational impulse, to do something crazy..."

She stopped, wondering whether to continue speaking or remain silent. Kanja realized she did not trust her because Kanja was a member of the USG.

"You can trust me. I'm not going to hurt you. I just want this to be resolved without anyone suffering, especially Kare."

Issanka remained silent, so Kanja changed the subject, trying to resolve a doubt and keep the woman talking.

"When you felt that heat... Did you see anyone with an unusual appearance?"

Issanka thought about it, unsure of what she was getting at with that question. At first, she shook her head slowly, but then stopped, astonished.

“Wait, I seem to remember there was someone who caught my attention because of her unusual figure…”
“A short, unattractive woman with wide hips and large breasts?” Kanja asked.
“How do you know?” Issanka said, very surprised. “Who’s that woman, and what does she have to do with all this?”

Kanja did not have time to respond because behind her they heard Kare's voice, standing there, looking at them smiling.

"Of course, it was Venus. The one who got me out of jail, over there..." the man said, pointing with his finger somewhere in the interior of the island. "I had a boner! And I couldn't even remember how long it was since I couldn't."

The two women turned to look at him, thinking he was rambling, as usual, but then Kanja remembered that she had heard him say something about that subject before.

"Kare, honey," she asked, "do you know who she is?"
"I don't like it when you treat me like a fucking child!"
"Okay, sorry, but answer my question, do you know anything about that woman?"
"She calls herself Mrs. Willendorf, but it's a joke, you know..."
"No, honey... sorry," Kanja corrected her tone, "I don't know what you're talking about."
"But what did they teach you at school? You know, Venus... Willendorf... with that look and so much sensuality. It's side-splitting!" And he burst out laughing.

Neither of the women understood anything and thought he was just talking nonsense. But Kanja remained intrigued by Kare's explanation. He had described her twice, indicating that he somehow knew what he was talking about, or that he had seen her before. Still, Kanja preferred to leave that topic for later and continue with Issanka's story.

"So, what happened then? Why do you say you did something crazy?"

Issanka lowered her gaze, embarrassed. But she needed to release the pent-up tension.

"I began to obsess over Kare's serious condition and headed to Lïmpa, where I knew someone who operates outside the law and illegally provides the Chosen Ones treatment."
"What?" Kanja cried, shocked. "You gave Kare the treatment?"
"I knew I should have kept quiet," Issanka said, bursting into tears again. "Now you're going to ruin us, you damn raven!"
"No, no, no, no! I'm not going to do anything against you, I assure you. It's just that I was very surprised that there are people who are giving this treatment illegally. You have to admit it's very serious... Please continue."

Kare approached Issanka from behind and hugged her, trying to comfort her. Kanja felt somewhat annoyed by this. On the one hand, she was a little jealous, of course, but she was also a bit upset that Kare had received the treatment without authorization, and she, already one of the Chosen Ones, had not yet gone to receive it. Of course, in this case, it was her fault for not going, when she had plenty of time to do so.

"So," Kanja asked, not wanting to stray from the topic, "Kare received the treatment and his ailments disappeared..."
"Yes, the physical problems subsided in just a few hours. His skin regenerated and the pain vanished. But I had thought his mind would return to sanity, and yet, you see..."
"Well," Kanja said softly, as if she were really speaking to herself, "at least the physical problem is resolved. I'll tell you something: you did very well with that decision. I didn't know it was possible to receive the treatment under the table. If I had known, I would surely have seriously considered it too."
"Really?" Issanka looked at her with hopeful eyes.
"Of course. You don't know this, but I've been searching for this character all over the Earth for almost five years, and I'm willing to do anything for it."

It was getting late, and the sun would soon set completely, so they decided to light a fire and prepare some dinner. As expected, Kare had to take care of all these tasks, because the two women, with their backgrounds as Aspirants and in a world where machines took care of everything for the convenience of humans, had no idea how to do anything useful for their survival in an environment isolated from civilization. And while they were at it, Kanja pondered how to guide the next phase, which was to return to normal as quickly as possible. Then, when Kare was not listening, she came up with a way to encourage Issanka's desire to willingly cooperate with what she had in mind.

"It's a very beautiful place, isn't it?" Kanja said with a hidden meaning.
"Yes, it's very beautiful..." Issanka replied with a hint of doubt.
"These sunsets, this nature, so far from what we usually experience."
"Yeah... But..."
"And those doubts?" The strategy was working like a charm.
"You say that because you haven't been here very long."
"What's wrong with it?"
"The first few days, even though it was uncomfortable, I endured it because I was with Kare and thought no one would be able to find us. But then… It's so unpleasant! I feel so heavy in Earth's gravity. It's hot during the day, cold at night, you have to sleep on the floor, or somewhere where you're rubbing up against the bed. And this damn sand, it gets in everywhere. I have to get into the sea at every opportunity to get rid of it. You can't ask for anything with the Community link; the hours seem forever. And the food... Kare kills critters and then puts them on the fire. They taste so weird... And the smoke from the campfire, when the wind blows toward you, blows all over your face and makes you cough. It's unbearable! It's like being in a bastards’ village.”
"So... you'd rather go back to your normal life?"
"Yes. If it weren't for the fear of being punished and ending up in one of those villages anyway, I'd leave as soon as possible."
"No one has to know you've committed this offense, right? Milenka has been covering for you up until now, and I'm not going to expose you or do anything against you. If we don't delay, it's not too late yet."
"I don't know. I'm scared..."
"Scared of what?"
"No, nothing..." Kanja had the impression there was something more to it, but she had to be careful about the possibility that the woman might shut down if she pressured her.
"Well," Kanja tried to soothe the pain, "think it over tonight, and if it's okay with you, tomorrow we'll talk about the possibility of returning and getting back to normal."

 

When it was time to go to sleep, Kare tried to get the women to sleep in the hut and he would do it outside, but Kanja insisted that she should sleep outside. And after a brief back-and-forth, Kanja got her way. She lay down on the sand and had to admit to herself that she did not find the situation very comfortable either, although she was more used to discomfort after all the time she had spent in Antiquity, and had had to suffer such discomforts, or worse, on numerous occasions while chasing Kare's ghost during those five years of endless hardship. And, just as she was about to give in to sleep, she heard voices, in very low tones, coming from the hut.

"No, don’t do that!" Issanka's voice sounded.
"But why?" Kare complained.
"Not today! No way!"
"Well, I don't understand you..."
"They can hear us today. And besides, it isn’t right; I have to think about my future..."

What the hell was going on? It's just that all this time they had been... Kanja felt fury taking over her. That damn woman knew he was not in his right mind, and yet... And, in a burst of irrationality, Kanja decided to speed things up; she came up with the idea of making that night unforgettable for that bitch, making her want to leave the place forever. Kanja made sure to wait until Kare was overcome by sleep and acted on his mind, causing him to sleep even more soundly while simultaneously ensuring that Issanka did the exact opposite. Then Kanja tormented her with a whole series of noises and shadow plays, taking advantage of the light of the full moon to keep Issanka from falling asleep, even at the cost of keeping Kanja awake. War!

***

The next morning, Kanja was exhausted but exultant. Those games had lasted almost until dawn, and she had detected the dread in Issanka's mind. Kanja spent the rest of the time without going to bed because she did not want to fall asleep and not know when Kare got up. At the moment when she was feeling most tired, Kanja decided to take a dip in the sea. It felt wonderful and relaxed her greatly, banishing sleep for the time being. Kare was not long in getting up, just as she was coming out of the water; he approached and stared at her.

"Do I know you?" he asked, his face thoughtful.
"I don't know. Maybe... Let me think. Your face looks familiar."
"Me too, but my memory isn't what it used to be."
"Wait a minute... You're... what was your name? Yes! Kare, Kare Osjin, right?"
"Yes, that's me," he replied, confused.
"We were introduced at the company the day you left. Do you remember me? Probably not, because we only saw each other for a few minutes..."
"Kanja, could it be...?"
"Exactly, I'm Kanja Alfke. How strange that we should meet here! Do you believe in coincidences?"
"Yes, cutie, everything in life is a coincidence, no matter how strange something may seem to you."
"But it's too much of a coincidence now, isn't it? I prefer to give life a more romantic meaning and believe in silly things from time to time."
"Believe what you want, but it won't change anything. It doesn't matter how intensely you believe in a fantasy. Reality is always impervious to them."
"I'm a little sad..." she said, sighing after a studied pause.
"Why?" Kare asked, confused.
"Because my vacation ends today, and I have to go home. It's a shame we only saw each other on the last day. We could have had so much fun."
"Yeah, right." Something did not quite add up in his head.

At that moment, she saw Issanka get up heavily.

“Oh! I didn't know you were here with your girlfriend. If I had known, I wouldn't have tried to hit on you…”
“She's not my girlfriend,” Kare said, a little defensively. “I really don't know who she is… I think she's hiding from something, and I'm helping her not to be found.”

When Issanka reached them, she seemed very depressed. Kare apologized and said he was going to make some breakfast.

"What a beautiful morning!" Kanja said, goading Issanka when they were alone together. "What a pity my duties require me to return to my place! Besides, my half will be missing me. She loves me so much… But I slept wonderfully, and these sunrises make me wish I could stay here longer."
"Really? I barely slept a wink all night. Didn't you hear those noises? I think there must be some dangerous animal lurking around."

Kanja laughed at those fears. She only had to push a little harder, and she knew the other woman would finally give in.

"What animals? Not at all! I didn't notice anything, and I was outside. I wonder if it was just the wind in the branches..."
"No, I assure you! The noises were animals. I can't stand this place anymore. I have to go back right away."
"Are you sure? And what's going to happen to Kare?"

Issanka looked thoughtful.

"I really don't know what to do with him. He's not the man I once knew; he's completely crazy. And sometimes he gets a little annoying..."
"Annoying?" Kanja pretended not to know what she was talking about. "What do you mean?"

Then she noticed that Issanka regretted having made that comment.

“No… It's just that… Sometimes he gets obsessed with things that don't make much sense, and… after a few days with him… you get tired of those things and you don't know what he could be referring to…”

She was a very bad liar and seemed defensive.

“Well, I don't know,” Kanja replied, pretending much better. “The whole time I've been with him, I've found him to be very funny. It's true that he goes crazy sometimes, but if you don't pay too much attention to him… Besides, maybe we could try something to see if he'll come back to his senses. I know someone…”
"Really?" Issanka said hopefully. "Do you think that's possible?"
"I can't say for sure, but it's worth a try, isn't it?"
"Absolutely! So... Can you take care of him?"
"For his sake, we should do everything possible."

Kanja noticed that the woman was doubly relieved; on the one hand, it was true that she wanted him to recover, but she seemed more motivated by being freed from the burden of living outside of society, having to put up with a man who was lacking judgment and sleeping with her frequently, which might be fine at first but, in the long run, could be dangerous for her. By leaving Kare in Kanja's hands, everything would return to normal, she would regain the security of her normal life, her half, her job, the convenience of modern technology, and so on.

When Issanka went to convince Kare that they should leave, Kanja smiled at how easy it had been to manipulate that fool. Much easier than it had been to get Kare to submit to her schemes from the start. But then a feeling of guilt crossed her mind. Was she really a manipulator without feelings, as Kare had once accused her? The feeling made her dizzy, and she tried to convince herself that she was doing what was necessary for the good of everyone. But inside, Kanja was left with a certain discomfort at the image she had briefly had of herself.