Capítulo 9Chapter 9

  Se acercaron lentamente al ventanal, cogidos de la mano; al llegar, se iluminó el otro lado. Era un espacio muy grande, con un objeto de dimensiones considerables y un aspecto muy extraño. Kare no había visto en su vida nada parecido, y no tenía ni idea de qué podía tratarse. Después de la impresión inicial, fue consciente de que Kanja no había soltado aún su mano, pero le gustaba que fuera así y no hizo nada para que cambiase. Sin dejar de mirar por el ventanal dijo:

–Prometiste contestar mis preguntas cuando llegáramos a nuestro objetivo. ¿Vas a hacerlo ahora?

–Depende de lo que me preguntes –dijo Kanja con una sonrisa–. Y tú, ¿vas a creer todo lo que te cuente?

–Depende de lo que me respondas.

–Buena respuesta. ¡Vale, dispara!

–Bueno, ahora mismo lo más obvio es, ¿qué coño es eso de ahí?

–Es una máquina del tiempo –dijo Kanja sin inmutarse.

  Kare se giró bruscamente mirando a Kanja de hito en hito y soltando su mano.

–¡Repite eso!

–Una máquina del tiempo –respondió tranquila.

–¿Por qué te cachondeas de mí?

–¿Por qué no me crees nunca?

–¡Porque lo que me dices no puede ser verdad! –gritó Kare desesperado–. ¡De ninguna manera!

–Pues no es ninguna otra cosa que la verdad.

   Kare no sabía cómo continuar. Aquello ya había llegado al extremo de lo absurdo. Esperó unos segundos mirándola fijamente a los ojos, pero vio en ellos que la convicción de lo que le estaba diciendo era total. Decidió que tenía que buscar los puntos débiles de la fantasía que se había montado Kanja y quien estuviera con ella.

–A ver, dime. Si tenéis una máquina del tiempo, ¿para qué me necesitáis? ¿Es que se os ha roto y necesitáis alguien que os la arregle?

   El tono irónico no pareció gustar demasiado a Kanja, pero lo dejó pasar.

–No. Funciona perfectamente. Pero no como queremos… Como necesitamos –corrigió.

–¿Ah, sí? ¿Y la has usado ya? ¿Y hasta dónde has llegado? –dijo  Kare burlándose.

–Vengo de lo que llamaríais el siglo treinta. Concretamente de 2966, según vuestro cómputo.

   Kare no pudo evitar soltar una carcajada.

–¿De verdad, chica del futuro? –siguió la mofa, parodiando una famosa escena de película–. Entonces, dime, ¿quién es el presidente de Estados Unidos en 2966? ²

   Kanja no respondió. Lo miraba con cara muy seria y apretando las mandíbulas. Luego relajó la expresión, cerró los ojos y tomó aire. Cuando volvió a abrirlos, notó que Kare estaba algo congestionado y sufría pequeños temblores.

–Vale, escucha, por favor –Kanja intentó permanecer tranquila–. Vamos a sentarnos un rato y relajarnos. Yo te contaré todo, pero tienes que prometerme que me escucharás tranquilo hasta el final, intentando interrumpir lo menos posible, ¿me lo prometes?

  Kare también tomó aire, procurando mantener controlado su enfado ante lo ridículo de la situación. Escucharía, pero tenía que buscar con calma las grietas en los argumentos que le presentara ella para lograr que su intento de desmantelar esa charada fuese lo más efectivo posible. Sabía que si perdía la razón, el control de sus reacciones, no llegaría a ninguna parte.

–Está bien, prometido. Pero para comenzar, ¿dónde nos vamos a sentar? –dijo, ya que la sala estaba vacía.

–Ahí –señaló Kanja hacia el centro de la sala, donde ahora había algo parecido a un sofá, de color blanco, por supuesto–. Ven.

–¡Mierda! –exclamó Kare–. ¡Pero si ahí no había nada!

–Pero ahora lo hay –respondió ella tranquila–. No te preocupes por menudencias.

–Lo siento, es que no logro hacerme a que las cosas aparezcan y desaparezcan porque sí.

   Fueron hacia el sofá y se sentaron. Bueno, como en las camas del refugio, sus cuerpos se mantuvieron a unos centímetros de la superficie. Kare inicialmente mantuvo los músculos en tensión, pero no quiso volver a mostrar su dificultad para acostumbrarse a esas nuevas sensaciones tan extrañas. Kanja lo observó en su lucha por dominarse y, aunque intentó también aguantar sus impulsos, al final no pudo evitar soltar una carcajada.

–¡Relájate, hombre! ¡Si esto es lo más cómodo que te encontrarás nunca!

–Vaaale, vaale. Ya lo intento –accedió Kare buscando adoptar una postura que le permitiera relajar la musculatura sin tener miedo de verse en el suelo patas arriba.

  Kanja intentó poner sus ideas en orden, para que él la escuchase sin interrupciones.

–Bueno, te he traído aquí para que veas todo con tus propios ojos. Entiendo que la idea es demasiado radical para la mentalidad de tu tiempo, pero tienes que concederme que hay elementos en este lugar, y cuando estuvimos en el refugio, que con la tecnología de hoy no te parecerían posibles, ¿no?

   A regañadientes, Kare asintió con la cabeza.

–Podrías argumentar –prosiguió Kanja– que en la actualidad puede haber tecnologías avanzadas que no se hayan dado a conocer al público general. Pero éste no es el caso. Todo esto que te asombra, procede del 24.

–Perdona –él no pudo evitar la interrupción–, ¿el 24?, ya lo mencionaste ayer. ¿A qué te refieres?

–Muy sencillo. No te alteres, por favor, es tecnología del siglo 24, según el cómputo actual.

   Kare se aguantó una respuesta mordaz. Lo había prometido.

–El 24 fue, o será un gran siglo –continuó ella–. Te podría explicar algo de la Historia de lo que llamarías el futuro, pero de momento eso nos haría perder el hilo de la explicación, ya te iré contando. El 24 será un siglo en el que el dominio de la ingeniería alcanzará unos niveles nunca vistos, ni antes ni después, en la Historia. Fue…, bueno, será, la verdad es que me cuesta hablar de mi pasado como si fuera futuro, pero tengo que hacerme al momento en el que me encuentro. Como decía, será cuando este lugar y la máquina del tiempo será construida. Pero, cuando la diseñaron, lo hicieron de forma que, para hacer cada “viaje”, se necesita gastar una cierta cantidad de Iridio 192 en polvo.  Este isótopo radiactivo es bastante peligroso, aunque eso no es lo malo. Es muy poco abundante en la Tierra, por lo que el viaje en el tiempo resulta prohibitivo. No es solo un problema económico, en este aspecto la economía, tal como la conocéis ahora, no existe para nosotros. El problema es que las existencias de este material no hacen más que decrecer y llegará un momento que la máquina será inservible, al no disponer más de este recurso. Pero sospechamos que el creador de la máquina lo hizo aposta, para provocar que no se pudiese hacer un uso ilimitado de ella.

   Kare había prometido no interrumpir, pero no podía dejar que las dudas se quedaran en el tintero.

–Un momento. Pero si dispones de una máquina del tiempo, puedes viajar al pasado y recogerlo y reservarlo para los viajes.

–Sí, pero la cantidad total de ese material es única a lo largo del tiempo en el planeta. Aunque la recolectes en el pasado, ya no estará disponible en el futuro. Lo único que podrías conseguir es que su uso estuviera destinado exclusivamente para este menester, pero tampoco es muy rentable ese esfuerzo para sacar muy pocas reservas más. Se necesitarían desplazar los instrumentos para su obtención a un tiempo donde no los había y gastaríamos más cantidad del recurso en trasladarlos del que podríamos arañar. También se podría recoger de asteroides, fuera de la Tierra, pero también resulta muy costoso para que las cantidades obtenidas valgan la pena.

   Aunque Kare no creyese en la verdad de lo que estaba oyendo, poco a poco se había ido metiendo en el problema, hasta olvidarse de la realidad del asunto y lo vivía como un reto intelectual, que era para él un punto débil que siempre lo atrapaba.

–Vale, pero, ¿por qué pensáis que este material no es necesario para viajar?

–No estamos seguros pero, conociendo la personalidad de su creador, creemos que hay una probabilidad muy grande que sea un truco.

–Y, ¿por qué no se lo intentáis sacar a él?

–Ya lo hemos intentado, pero es un tipo muy inteligente y escurridizo.

–¿Solo una persona sabe de estos secretos? ¿Y en el 24, como dices, no hay nadie tan listo como para averiguarlo?

–En el 24 hay unos ingenieros increíbles, pero los mimbres teóricos no son su fuerte. Los mejores teóricos sois los del 20 y el principio del 21.

–¡Vaya! Vas a hacer que me ponga colorado.

–Hicimos analizar de muchas maneras la máquina y sus procesos a los ingenieros del 24 para saber dónde se iba ese Iridio 192, pero, con todo lo buenos que son, no fueron capaces de encontrar ni rastro.

–Pero hay algo que no comprendo. ¿Por qué yo? No soy un gran teórico, solo soy un pobre aficionado con gustos raros.

–Verás, hemos investigado mucho y hemos descubierto que la idea primordial para el desarrollo de la máquina fue gracias a cierta información procedente del principio del 21, que el creador de la máquina usó para construirla con el desarrollo tecnológico propio de su época. Creemos que esa información podría haber salido de gente como tú.

–¡No puede ser!

–Sí que puede. Y estamos casi seguros que esa información tan primordial procede de ti.

–Pero yo no soy capaz de…

–No te inquietes –le interrumpió Kanja–, pero conocemos muy bien las capacidades de la gente involucrada en este tema a lo largo de la Historia y sabemos que la persona más probable para desarrollar la teoría necesaria eres tú.

–Ya te dije que no soy el único que estuvo estudiando el tema, y hay gente más capacitada…

   No fue capaz de terminar la frase porque, mientras hablaba, Kanja iba negando con la cabeza.

–¿Por qué dices que no? –preguntó Kare.

–Hay algo que no te he contado todavía. No te he dicho quién construyó la máquina. Sabemos todo por él.

–¿Cómo? ¿No dices que es alguien del siglo 24? ¡No puedo saber de quién se trata!

–Sí lo conoces. El creador de la máquina es Lashkii.

  Kare empezaba a indignarse. La lucha interna que estaba soportando estaba a punto de destrozarlo. No lograba comprender por qué Kanja le estaba haciendo esto. Desde luego, el lugar en el que estaban y la tecnología que los rodeaba eran muy difíciles de explicar. Pero de ahí a querer hacerle creer que ella procedía del siglo 30, que había ido hacia atrás en el tiempo para buscarlo a él en una máquina construida por Lashkii en el siglo 24 e inspirada por el propio Kare, era más de lo que podía soportar como una broma de muy mal gusto. Pero la realidad es que estaba en un lugar remoto, en alguna parte perdida de Vertula, con una mujer de la que todavía estaba completamente enamorado, a pesar de todas las mentiras que quería hacerle creer. Y no podía, mejor dicho, no sabía cómo volver a casa. No le quedaba más remedio que dejarlo correr, ver hasta dónde llegaba la farsa, intentar no hacer demasiado caso de lo absurdo del tema e intentar salir lo más airoso del trance, pasara lo que pasase. Pensó que, después de todo, a peor no podría ir, ¿no? A no ser que le quisieran hacer daño… Pero no, Kanja había dicho que no lo harían. Aunque, claro, también decía que era una viajera del tiempo, lo que hacía que su credibilidad fuese algo más que discutible.
 

  Mientras Kare estaba en esta lucha interior, se había quedado petrificado. Kanja seguía mirándolo fijamente pero sin hacer ni decir nada, solo esperando la reacción de él. Por fin se rompió el bloqueo cuando Kare preguntó:

–A ver, y, ¿cómo consigues saber todo lo que pienso? ¿Habéis mutado genéticamente y habéis desarrollado la telepatía?

   Kanja tardó en responder un poco más de lo habitual en ella.

–No. Es solo tecnología del 24.

–Ya. Y deduzco que con esa tecnología también controlas el comportamiento de quien te rodea, ¿no?

–Sí, aunque cuesta más. Es un proceso más largo y trabajoso que la simple visualización de la mente.

–Y, ¿cómo se siente la mente de otro? ¿Ves imágenes, oyes voces, te sale una lista de comandos, como en las pelis de ciencia ficción?

–Es una sensación diferente a cualquier cosa a la que puedas estar acostumbrado. Requiere mucho entrenamiento para llegar a dominarlo.

–¿Me dejarías probarlo, para saber que se siente?

–¡No! –Kanja parecía alarmada–. Si no estás acostumbrado te podría hacer daño.

–Ya, y además podría conocer tus pensamientos, lo que no te vendría nada bien, ¿no?

–Bueno, eso también. Pero no es solo por eso…

   Y sin decir nada, Kare pensó: “¿Y los sentimientos, también los percibes?”.

–Sí –respondió ella, acompañando la afirmación con un movimiento de la cabeza.

–Entonces… –Kare no fue capaz de seguir.

–Sí –repitió Kanja–. Sé lo que sientes por mí.

–Y aun así, me haces esto…

–Pero, ¿no comprendes ahora por qué no puedo dejar que vaya más lejos?

–No, no puedo.

   Kanja miró hacia abajo y permaneció un rato así, sin decir nada. Parecía estar reflexionando sobre algo muy difícil. Kare empezó a temer que todavía tenía que decirle algo más que no le iba a gustar y que estaba preparándose para decirlo sin que él perdiese el control. Pero estaba equivocado. Cuando ella levantó la cabeza sus ojos se habían llenado de lágrimas. Kare se sobresaltó. Nunca la había visto de esa manera.

–¿Qué te pasa? –preguntó.

–Nada, no te preocupes, se me pasará –respondió Kanja limpiándose los ojos con la mano.

   Kare no sabía cómo manejar esta nueva situación. ¿Qué estaba pasando ahora? ¿Era otra artimaña para ablandarlo? Pero, cuando se quiso dar cuenta, esta reflexión ya estaba en la mente de Kanja.

–No –dijo ella–, no te estoy manipulando ahora. Esto es real.

–¿Entonces?

–No puedo decírtelo.

–¡Mierda, Kanja! –gritó Kare–. ¿No te das cuenta que esto es muy injusto? Tú sabes todo lo que pienso y no me quieres decir nada sobre ti. ¿No puedes al menos apagar ese puto cacharro, o lo que sea, y dejar de violar mi intimidad?

–Vale –dijo ella–. Tienes razón, ya no tiene sentido leerte, ahora que lo sabes. Ya no lo usaré más contigo.

–¿Puedo creerte? –inquirió Kare.

–¿Acaso tienes otra opción? –respondió recuperando su maravillosa sonrisa.

  Kare estuvo un rato tapándose la cara con las manos, reflexionando. Necesitaba armar el puzzle, pero éste estaba demasiado desordenado y además le daba la sensación de que le faltaban piezas. Kanja permanecía quieta, a su lado, pero sin decir nada. Parecía que esperaba pacientemente a que él tomara una decisión. Por la cabeza de Kare se le pasó la idea que tenía que comprobar si ella todavía podía leer su mente y se le ocurrió imaginar algo guarro para ver su reacción. Luego se destapó los ojos de golpe y la miró. Ella estaba mirando absorta hacia delante y en principio no pareció darse cuenta de nada. Luego él se incorporó y, con un movimiento algo exagerado, la miró fijamente a la cara para ver su expresión. Entonces ella lo miró sorprendida, en esa postura tan extraña.

–¿Qué haces? –preguntó Kanja.

–Nada, solo quería hacer una comprobación.

–¿Qué dices? ¿Qué comprobación?

–Nada, cosas mías –dijo Kare con una sonrisa de satisfacción.

–Estás un poco raro, ¿no?

–A que jode que no te digan qué pasa y no puedas averiguarlo ayudándote con un cacharro.

–No seas crío –Kanja parecía molesta.

   “O lo oculta muy bien o ahora estamos en igualdad de condiciones”, pensó. Pero a pesar de su pequeño triunfo, sentía que no estaba llegando a ninguna parte. No se le ocurría cómo salir de aquella situación. Parecía mentira que desde el futuro lo hubieran elegido a él, siendo tan torpe. Se quedó un rato reflexionando sobre esto último y se dio cuenta que con este pensamiento parecía estar aceptando lo que Kanja le había contado… ¡Pero no era posible! Se levantó con precaución y se dirigió al ventanal. Observó un rato la supuesta máquina del tiempo e intentó averiguar la función de sus partes componentes. Ni de coña. No tenía ni idea para qué servía ese armatoste. Estaba tan concentrado en la observación, que no se dio cuenta de que ella se había acercado a su lado hasta que le habló.

–¿Has tomado una decisión?

–¿Acerca de qué?

–¡Si vas a ayudarnos o no! A veces pareces tonto.

–A lo mejor es que soy tonto y os habéis equivocado de tipo. A veces sucede.

–Vamos, no vayas de modesto. Eres más listo de lo que quieres hacer ver.

–Esa es una acusación muy grave, letrada.

–A veces me cuesta entender tu sentido del humor.

–Vale, a veces a mí también. Pero, cambiando de tema, tengo otra duda. ¿Por qué está este cacharro en Vertula? Dijiste que no era un tema político, sino geográfico. No lo entiendo.

–No dije geográfico, sino que era una cuestión geológica.

–Peor me lo pones, ahora lo entiendo menos. ¿Qué tiene de peculiar la geología de aquí? ¿Es que hay minas de iridio por aquí cerca?

–No, no es por eso. Es que estamos en una de las zonas con una geología más estable del planeta. Los geólogos lo llaman un cratón. Como comprenderás no sería una buena idea que una máquina del tiempo esté en una zona con unas características geológicas que puedan poner en peligro a los viajeros, o simplemente hacer inviable el paso.

–Sí, pero Vertula no es un lugar muy recomendable políticamente…

–Eso es ahora. En otras épocas aquí no hay problemas de ese tipo. En todas las zonas, en algún momento u otro de la Historia, siempre puede haber problemas políticos. Los humanos somos complicados.

–¿Es que tienes respuesta para todo, chica del futuro?

–No me llames chica del futuro, por favor.

–¿Es que no lo eres? Tú eres la que dices que vienes del futuro. Y eres una chica, ¿no? ¡Por favor, dime que sí! No soportaría que también hayas engañado mis sentidos y seas un tío feo y peludo…, o una tía fea y peluda, o…

–¡Vale! ¡Para ya! Me molesta que te burles de mí.

–¿Es que no te estás burlando tú de mí con todo este montaje?

–¡No! –gritó Kanja con los ojos de nuevo llenos de lágrimas.

   La forma de decirlo hizo que Kare diera un paso atrás, asustado. No quería llegar demasiado lejos y hacer que ella lo llegase a aborrecer, o incluso a odiar.

–Está bien, perdona –dijo en voz baja–. Tienes razón cuando dices que me comporto como un crío. Pero también tienes que darte cuenta que no puedo creer nada tan disparatado como lo que me cuentas con evidencias tan circunstanciales…

–¿Quieres pruebas reales? –Kanja todavía no se había recuperado del disgusto–. ¡Pues yo te puedo dar pruebas reales!

–¿Qué? –Kare no comprendía a qué se podía referir y, cada vez que ella hacía una declaración enigmática, todo se había ido poniendo más y más enrevesado.

–Has pedido pruebas reales, ¿no? Vale, entra ahí –indicó con el dedo un hueco en la pared de la derecha del cuarto. Por supuesto, ese hueco no estaba antes allí.

***

 

  Kare miró con aprensión el nuevo espacio que se abría en la pared.

–¿Qué va a pasar ahí? –preguntó.

–Entra y lo verás –Kanja parecía molesta.

   Reluctantemente, él entró en el cuarto y ella lo siguió. Sin mirar atrás, de alguna manera, Kare supo que la entrada se había vuelto a cerrar, pero no tuvo ánimo para volverse a comprobarlo. Dentro solo había una especie de bancos, pero su función era desconocida para Kare.

–Y ahora, ¿qué? –preguntó.

–Esta es una antesala previa a la entrada a la máquina. Antes de entrar es necesario que nos deshagamos de todo tipo de microbios que no deben viajar con nosotros. Si quieres entrar a la máquina, desnúdate y entra en la sala contigua.

–¿Qué?

–Que te desnudes y entres en la sala de al lado para desinfectarte.

–No –dijo Kare poniéndose colorado.

–Vamos, ¿es que te da vergüenza que te vea desnudo?

–No… Bueno, sí... Un poco… Es que no me lo esperaba.

–Vale –dijo ella con resolución–, iré yo delante. Y, si te parece bien, me sigues luego.

   Kanja empezó a quitarse la ropa y la fue depositando en lo que parecían bancos que, de hecho eso eran.

–Pero, ¿qué estás haciendo? – preguntó Kare anonadado.

–¿No lo ves? Me desnudo para entrar a la máquina.

   Cuando quedó completamente desnuda, Kare sintió que, por pudor, no debía mirarla, pero la realidad es que no era capaz de quitarle el ojo a ese cuerpo de proporciones simplemente perfectas. “¡Vaya, rojo!”, pensó Kare para sí, “Me temo que Tarlo ha recuperado los cincuenta que le gané la otra vez”. De repente se alarmó, porque una reacción natural en un hombre sano lo obligó a darse parcialmente la vuelta para que ella no se diera cuenta del motivo de su turbación. Una leve sonrisa pícara se asomó a la boca de Kanja, y dijo:

–No te inquietes. Me lo tomaré como un piropo.

–No, si yo no… Estooo. No, perdona – Kare estaba más colorado que la cabellera de Kanja.

   Ella se dirigió hacia el nuevo espacio y antes de entrar se dio la vuelta, mirándolo.

–Si vienes, te espero al otro lado. En tal caso, cuando entres ahí, recibirás instrucciones precisas de lo que hacer. ¡Ah! Por cierto, cuando salgas te vas a encontrar algo que al principio te puede alarmar, pero no te inquietes, todo tiene remedio...

   Antes de entrar al cuarto lo miró de arriba abajo y le guiñó un ojo, lo que hizo que Kare se volviera a ruborizar intensamente.

 

  La pared se cerró detrás de Kanja. Era la primera vez que veía de frente cómo desaparecía un hueco, pero no pudo sacar demasiadas conclusiones: simplemente, donde antes había una abertura, ahora no la había, sin ningún tipo de transición. Estaba inmerso en este tipo de menudencias cuando la entrada en la pared volvió a aparecer, pero Kanja ya no estaba. Se quedó sin saber qué partido tomar. Temía lo desconocido, pero ya había pasado por muchas situaciones de ese tipo en esta aventura y no creía que una más fuera a ser peor que lo que le había ocurrido hasta ahora. Además se sentía impulsado a seguir; al otro lado estaría Kanja. “Sería de tontos haber llegado hasta aquí y quedarse ahora atascado por pudores estúpidos”, pensó. Así que, sin darle más vueltas, se desnudó y entró en el cuarto.

  Otra sala blanca más. Otra sala vacía en la que no se veía ningún objeto que él pudiese detectar. Supuso, solo por inercia, que de repente empezarían a surgir de alguna parte alguna ducha traicionera, o chorros de aire con algún agente desinfectante, o cualquier otra cosa que lo pillaría por sorpresa. Pero no, solo apareció ante él algo como una luz flotante. No habría sido capaz de definirlo con otras palabras. Y de pronto, esa luz se convirtió en la imagen de unos ojos que se cerraron. Aunque no estaba muy seguro, supuso que se trataba de las instrucciones que Kanja le había dicho que debía seguir, por lo que cerró los ojos. Una vez hizo esto, dentro de su mente se formó claramente otra imagen que indicaba que tenía que abrir los brazos en cruz y separar un poco las piernas. Lo hizo, esperando no equivocarse y, cuando ya pensaba que saldrían los chorros que le harían impacto, notó sin embargo una luminosidad muy potente que lo habría cegado un buen rato si hubiera mantenido los ojos abiertos, y sintió una especie de calor indescriptible en cada centímetro cuadrado de su piel, que duró menos de un segundo. Nada más. Después volvieron a aparecer en su mente la imagen de los ojos, pero esta vez se abrían. Dudó, ¿y si se equivocaba y se quedaba cegado por un nuevo resplandor? Al cabo de unos segundos, se dio cuenta que ese miedo era absurdo y abrió los ojos. Otra abertura estaba delante de él, al lado opuesto por el que había entrado. Cruzó la salida y se asustó terriblemente con una imagen que inicialmente le produjo rechazo. Había una mujer desnuda que no tenía absolutamente ningún pelo en el cuerpo, ni siquiera cejas o pestañas. Salió tapándose la zona genital con las manos y el susto creció cuando descubrió que la mujer era Kanja.

–¡Ahhh! –gritó él–. ¿Qué te ha pasado? ¿Y tu pelo?

   Kanja se rio.

–Anda, que tú no te has visto.

–¿Qué?

   Kare se miró el cuerpo y vio que todo el vello corporal había desaparecido, como si se hubiera hecho una depilación completa con láser. Se echó las manos a la cabeza y descubrió que la tenía como una bola de billar, igual que Kanja.

–¡Mierda! ¿Qué me has hecho? Y, ¿qué te has hecho? ¡Si llego a saber de esta última broma no te habría hecho ni puto caso!

   Volvió inmediatamente a taparse con las manos, algo avergonzado. Estaba muy alterado, con el pulso aceleradísimo, pero vio que ella le indicaba con las manos que se calmara.

–Era absolutamente necesario. Para viajar en la máquina no se puede transportar ningún microorganismo, por eso hemos recibido una radiación que se ha deshecho de todos ellos y en el pelo siempre se puede quedar alguno, por lo que se elimina para evitar errores innecesarios.

–¿Radiación? –dijo con preocupación–. No nos irá a provocar cáncer, o una mutación, o algo así, ¿verdad?

–No tienes que preocuparte en absoluto – respondió Kanja riendo –. En el 24 lo tienen todo muy controlado. No te pasará nada malo.

–Pero el pelo…

–¡No te preocupes! Crecerá de nuevo y más fuerte aún.

–Ya, pero tu pelo… Tardará años en volver a estar tan bonito como antes…

   Kanja no respondió, se limitó a sonreír mirando al suelo y moviendo la cabeza levemente a los lados, como si negase. Volvió a mirarlo, le tendió la mano y dijo:

–Venga, ven dentro de la máquina y vayamos al futuro. Ya verás cómo te gusta mi mundo. Y no tengas vergüenza, ya te he visto y no estás tan mal…

   Kare se mostró una vez más algo indeciso, pero reflexionó rápidamente que, si tenía que haber una salida a la fantasía de Kanja, éste era el momento preciso. Tenía que ver qué ocurría y estar preparado para no hacerle daño cuando su sueño se desvaneciese. Así que caminó hacia ella y cogió la mano que tenía tendida hacia él.

 

 

2.  Regreso al Futuro (1985).

They slowly approached the window, hand in hand; upon arrival, the other side lit up. It was a very large space, with an object of considerable dimensions and a very strange appearance. Kare had never seen anything like it in his life, and he had no idea what it could be. After the initial shock, he was aware that Kanja had not let go of his hand yet, but he liked it that way and did nothing to change it. Still looking out the window he said:

“You promised to answer my questions when we reached our destination. Are you going to do it now?”
“It depends on what you ask me.” Kanja said with a smile. “And you, are you going to believe everything I tell you?“
“It depends on what you answer me.”
“Good answer. Okay, shoot!”
“Well, right now the most obvious thing is, what the fuck is that over there?”
“It's a time machine.” Kanja said undeterred.

Kare turned sharply, looking at Kanja astonished and letting go of his hand.

“Repeat that!”
“A time machine.” She replied calmly.
“Why are you making fun of me?”
“Why don't you ever believe me?”
“Because what you tell me can’t be true!” Kare shouted in despair. “No way!”
“Well, it’s nothing but the truth.”

Kare did not know how to continue. That had already reached the point of absurdity. He waited a few seconds staring into her eyes, but saw in them that the conviction of what she was saying was total. He decided that he had to look for the weak points of the fantasy that Kanja and whoever were with her had set up.

“Now, tell me. If you have a time machine, why do you need me? Is it broken and need someone to fix it?”

The ironic tone did not seem to please Kanja too much, but she let it go.

“No. It works perfectly. But not as we want... As we need.” She corrected.
“Oh yeah? And have you used it yet? And how far have you gone?” Kare said mockingly.
“I come from what you’d call the thirtieth century. Specifically from 2966, according to your era.”

Kare could not help but let out a laugh.

“Really?” The mockery continued, parodying a famous movie scene. “So, tell me future girl, who’s president of the United States in 2966?² ”

Kanja did not reply. She looked at him with a very serious face and clenching her jaws. Then she relaxed her expression, closed her eyes, and took a deep breath. When she opened them again, noticed that Kare was somewhat congested and suffering from small tremors.

“Okay, listen, please.” Kanja tried to remain calm. “Let's sit down for a while and relax. I’ll tell you everything, but you have to promise me that you’ll listen to me calm until the end, trying to interrupt as little as possible. Do you promise?”

Kare also took a breath, trying to keep his anger under control at the absurdity of the situation. He would listen, but he had to calmly look for the cracks in the arguments she presented to him to make his attempt to dismantle that charade as effective as possible. He knew that if he lost his reason, control of his reactions, he would get nowhere.

”Okay, promised. But to begin with, where are we going to sit?” He said, since the room was empty.
“There.” Kanja pointed to the center of the room, where there was now something resembling a sofa, white, of course. “Come here.”
“Shit!” Kare exclaimed. “But there was nothing there!”
“But now there is.” She replied calmly. “Don't worry about trifles.”
“I'm sorry, I can't get used to things appearing and disappearing just because.”

They went to the sofa and sat down. Well, as in the shelter beds, their bodies were kept a few inches from the surface. Kare initially kept his muscles in tension, but he did not want to show again his difficulty getting used to those strange new sensations. Kanja watched him in his struggle to dominate himself and, although she also tried to hold her impulses, in the end she could not help but let out a laugh.

“Relax, man! This is the most comfortable thing you’ll ever find!”
“Okay, okay. I’m trying.” Kare agreed, seeking to adopt a posture that would allow him to relax his muscles without being afraid of seeing himself on the ground upside down.

Kanja tried to put her ideas in order, so that he would listen to her without interruptions.

“Well, I've brought you here so you can see everything with your own eyes. I understand that the idea is too radical for the mentality of your time, but you have to grant me that there are elements in this place, and when we were in the shelter, that with today's technology wouldn’t seem possible to you, right?”

 Reluctantly, Kare nodded.

“You could argue,” Kanja continued, “that there may be advanced technologies today that haven’t been made known to the general public. But this isn’t the case. All this that amazes you, comes from the 24th.”
“Excuse me,” he could not avoid the interruption, “from the 24th? You mentioned it yesterday. What do you mean?”
“Very simple. Don't freak out, please, it's 24th century technology, according to the current Era.”

Kare bit back a scathing reply. He had promised it.

“The 24th was, or will be, a great century.” She continued. “I could explain something about the History of what you’d call the future, but for now that would make us lose track of the explanation. I'll tell you later about it. The 24th will be a century in which the mastery of engineering will reach levels never seen before or after in History. It was..., well, it will be, the truth is that it’s hard for me to talk about my past as if it were the future, but I have to get used to the moment in which I find myself. As I was saying, it’ll be when this place and the time machine will be built. But when they designed it they did it in such a way that, to make each ‘trip’, you need to spend a certain amount of Iridium 192 powder. This radioactive isotope is quite dangerous, although that isn’t the worst thing. It’s very rare on Earth, so time travel is prohibitive. It isn’t just an economic problem, in this respect the economy, as you know it now, doesn’t exist for us. The problem is that the stocks of this material only decrease and there will come a time when the machine will be unusable, as this resource is no longer available. But we suspect that the creator of the machine did it on purpose to prevent an unlimited use of it.”

Kare had promised not to interrupt, but he could not let his doubts sit on the sidelines.

“Hold on. But if you’ve got a time machine, you can travel to the past, pick it up and reserve it for traveling.”
“Yes, but the total amount of that material is unique throughout time on the planet. Even if you collect it in the past, it won’t be no longer available in the future. The only thing you could achieve is that its use was destined exclusively for this purpose, but that effort isn’t very profitable to get very few more reserves. It would be necessary to carry the instruments to obtain it to a time where there were none and we’d spend more of the resource in carrying them than we could scratch. It could also be collected from asteroids, outside the Earth, but it’s also very expensive to make the quantities obtained worthwhile.”

Although Kare did not believe in the truth of what he was hearing, little by little he had gotten into the problem, until he forgot the reality of the matter and lived it as an intellectual challenge, which was for him a weak point that always caught him.

“Okay, but why do you think that material isn’t necessary for travel?”
“We aren’t sure but, knowing the personality of its creator, we believe that there’s a very great probability that it’s a trick.”
“And why don't you try to get it from him?”
“We've already tried, but he's a very smart and elusive guy.”
“Only one person know about those secrets? And in the 24th as you say, no one’s smart enough to find out?”
“In the 24th there are some incredible engineers, but the theoretical dark corners aren’t their forte. The best theorists are those of the 20th and the beginning of the 21st.”
“Wow! You're going to make me blush.”
“We had the engineers of the 24th analyzing the machine and its processes in many ways to know where that Iridium 192 was going, but, as good as they are, they weren’t able to find a trace.”
“But there's something I don't understand. Why me? I'm not a great theoretician, I'm just a poor amateur with weird tastes.”
“You see, we’ve done a lot of research and we’ve discovered that the main idea for the development of the machine was thanks to certain information from the beginning of the 21st, which the creator of the machine used to build it with the technological development of his time. We think that information could have come from people like you.”
“It can't be!”
“Yes it can. And we’re almost certain that this essential information comes from you.”
“But I'm not capable of...”
“Don't worry,” Kanja interrupted him, “but we know very well the capabilities of the people involved in this issue throughout history and we know that the most likely person to develop the necessary theory is you.”
“I already told you that I’m not the only one who was studying the subject, and there are more qualified people...”

He was not able to finish the sentence because, as he spoke, Kanja was shaking her head.

“Why do you say no?” Kare asked.
“There's something I haven't told you yet. I haven't told you who built the machine, from whom we know everything.”
“How? Don't you say it's someone from the 24th century? I can't know who it is!”
“Yes, you do. The creator of the machine is Lashkii.”



Kare was starting to get angry. The internal struggle he was enduring was about to destroy him. He could not understand why Kanja was doing this to him. Of course, the place they were in and the technology around them were very difficult to explain. But from there to wanting to make him believe that she came from the 30th century, that she had gone back in time to look for him in a machine built by Lashkii in the 24th century and inspired by Kare himself, was more than he could bear as a joke in very bad taste. But the reality is that he was in a remote place, somewhere lost in Vertula, with a woman he was still completely in love with, despite all the lies she wanted him believe. And he could not, or rather, he did not know how to get back home. He had no choice but to let it go, see how far the sham would go, try not to pay too much attention to the absurdity of the subject and try to get the most successful out of the fix, no matter what happened. He thought that, after all, it could not get worse, right? Unless they wanted to hurt him... But no, Kanja had said they would not. Although, of course, she also said that she was a time traveler, which made her credibility more than questionable.

While Kare was in this inner struggle, he had been petrified. Kanja was still staring at him but not doing or saying anything, just waiting for his reaction. The mental block was finally broken when Kare asked:

“Let's see, and how do you get to know everything I think? Have you genetically mutated and developed telepathy?”

Kanja took a little longer to respond than usual in her.

“No. It's just 24th’s tech.”
“I see. And I presume that with that technology you also control the behavior of those around you, right?”
“Yes, although it’s more difficult. It’s a longer and more laborious process than the simple visualization of the mind.”
“And how does another's mind feel? Do you see images, hear voices, do you get a list of commands, like in science fiction movies?”
“It's a feeling unlike anything you may be used to. It requires a lot of training to master it.”
“Would you let me try it, to know what it feels like?”
“No!” Kanja looked alarmed. “If you're not used to it, it could hurt you.”
“Yeah, and I could also know your thoughts, which wouldn't do you any good, right?”
“Well, that too. But it isn’t just because of that...”

And without saying anything, Kare thought, ‘And the feelings, do you also perceive them?’

“Yes.” She replied, accompanying the statement with a nod.
“So…” Kare could not go on.
“Yes,” Kanja repeated. “I know how you feel about me.”
“And yet, you do this to me...”
“But can't you understand now why I can't let it go further?”
“No, I can't!”

Kanja looked down and stayed like that for a while, without saying anything. She seemed to be pondering something very difficult. Kare began to fear that she still had to tell him something else that he was not going to like and that she was preparing to say it without him losing control. But he was wrong. When she raised her head her eyes had filled with tears. Kare was startled. He had never seen her that way.

“What's wrong?” He asked.
“Nothing, don't worry, I'll get over it.” Kanja replied, wiping her eyes with her hand.

Kare did not know how to handle this new situation. What was going on now? Was it another trick to soften him? But, when he realized it, this reflection was already in Kanja's mind.

“No,” she said, “I'm not manipulating you now. This is real.”
“So?”
“I can't tell you.”
“Kanja, shit!” Kare shouted. “Don't you realize that this is very unfair? You know everything I think and you don't want to tell me anything about yourself. Can't you at least turn off that fucking gadget, or whatever, and stop violating my privacy?”
“Okay.” She said. “You're right, it doesn't make sense to read you anymore, now that you know. I’ll no longer use it with you.”
“Can I believe you?” Kare asked.
“Do you have another choice?” She answered, recovering her wonderful smile.



Kare spent some time covering his face with his hands, reflecting. He needed to put the puzzle together, but it was too messy and also gave him the feeling that there were some missing pieces. Kanja remained still, by his side, but without saying anything. It seemed that she was patiently waiting for him to make a decision. Through Kare's head flashed the idea that he had to check if she could still read his mind and it occurred to him to imagine something mucky to see her reaction. Then he uncovered his eyes and looked at her. She was engrossed staring ahead and at first did not seem to notice anything. Then he sat up and, with a somewhat exaggerated movement, stared at her face to see her expression. Then she looked at him in surprise, in such a strange posture.

“What are you doing?” Kanja asked.
“Nothing, I just wanted to check.”
“What do you say? Check what?”
“Nothing, I’ve got my reasons.” Kare said with a satisfied smile.
“You're behaving a little weird, aren't you?”
“Doesn't piss you off when they don’t tell you what's going on and you can't find out by helping you with a gadget.”
“Don't be a kid.” Kanja seemed annoyed.

‘Either she hides it very well or we're on equal terms now.’ He thought. But despite his small triumph, he felt he was getting nowhere. He could not think of how to get out of that situation. It seemed incredible that from the future they had chosen him, being so clumsy. He thought about that for a while and realized that with that thought he seemed to be accepting what Kanja had told him... But it was not possible! He got up cautiously and went to the window. He observed the supposed time machine for a while and tried to figure out the function of its component parts. No way. He had no idea what that hulk was for. He was so focused on observation that he did not realize she had come to his side until she spoke to him.

“Have you made a decision?”
“About what?”
“Whether you’re going to help us or not! Sometimes you seem dumb.”
“Maybe I'm dumb and you've got the wrong guy. Sometimes it happens.”
“Come on, don't be modest. You're smarter than you want to make out.”
“That’s a very serious accusation, lawyer.”
“Sometimes I have a hard time understanding your sense of humor.”
“Okay, sometimes me too. But, changing the subject, I’ve got another doubt. Why is this crock in Vertula? You said it wasn't a political issue, but a geographical one. I don't get it.”
"I didn't say geographical, but a geological question.”
“You make it worse for me, now I understand it less. What’s peculiar about the geology here? Are there iridium mines around here?”
“No, that isn’t why. We’re in one of the areas with the most stable geology on the planet. Geologists call it a craton. As you’ll understand, it wouldn’t be a good idea for a time machine to be in an area with geological characteristics that can endanger travelers, or simply make the passage unfeasible.”
“Yes, but Vertula isn’t a highly recommended place politically...”
“That's now. At other times there are no such problems here. In all regions, at some point or another in History, there can always be political problems. We humans are complicated.”
“Do you have an answer for everything, future girl?”
“Don't call me future girl, please.”
“Are you not? You’re the one who says you come from the future. And you're a girl, aren't you? Please tell me yes! I wouldn't stand if you've also tricked my senses and are an ugly, hairy guy..., or an ugly, hairy girl, or...”
“Enough! Stop it! It bothers me that you make fun of me.”
“Aren't you making fun of me with all this scheme?”
“No!” Kanja yelled with her eyes brimming with tears again.

The way she said it made Kare take a step back, startled. He did not want to go too far and make her hate him.

“Okay, sorry.” He said quietly. “You're right when you say I behave like a kid. But you also have to realize that I can't believe anything as crazy as what you tell me with such circumstantial evidence...”
“Circumstantial evidence! Do you want real proof?” Kanja had not yet recovered from the upset. “Well, I can give you real proof!”
“What?” Kare did not understand what she could refer to and, each time she made an enigmatic statement, everything had been getting more and more convoluted.
“You asked for real proof, right? Okay, go in there.” She pointed with her finger a hollow in the wall on the right of the room. Of course, that hollow was not there before.

***

Kare looked apprehensively at the new space opening up on the wall.

“What's going to happen there?” He asked.
“Go inside and you'll see.” Kanja seemed still upset.

Reluctantly, he entered the room and she followed. Without looking back, somehow, Kare knew that the entrance had closed again, but he had no mood to check it again. Inside there were only some kind of benches, but their function was unknown to Kare.

“Now what?”
“Get naked and enter the next room to disinfect yourself.”
“No.” Kare said, blushing.
“Come on, are you embarrassed if I see you naked?”
“No... Well, yes... A little... It's just that I didn't expect it.”
“Okay,” she said resolutely, "I’ll go first. And, if it's okay with you, follow me later.”

Kanja began to take off her clothes and deposited them in what looked like benches which, in fact, were.

“But what are you doing?” Kare asked stunned.
“Don't you see? I undress to get into the machine.”

When she was completely naked, Kare felt that, out of shyness, he should not look at her, but the reality is that he was not able to take his eyes off that body of simply perfect proportions. ‘Wow, red!’ thought Kare to himself, ‘I'm afraid Tarlo’s got back the fifty I won him the other time.’ Then he was suddenly alarmed, because a natural reaction in a healthy man forced him to partially turn around so that she would not realize the reason for his embarrassment. A slight mischievous smile touched Kanja's mouth, and she said:

“Don't worry. I'll take it as a compliment.”
“No, I don't... Uhhh. Sorry.” Kare’s face was redder than Kanja's hair.

She headed towards the new space and before entering she turned around, looking at him.

“If you come, I'll wait for you on the other side. In such a case, when you enter there, you’ll receive precise instructions on what to do. Oh! By the way, when you go out you’ll find something that at first may alarm you, but don’t worry, everything has a remedy ...”

Before entering the room, she looked at him up and down and winked at him, which made Kare blush intensely again.



The wall closed behind Kanja. It was the first time he saw a gap disappear in front of him, but he could not draw too many conclusions: simply, where before there was an opening, now there was not, without any transition. He was immersed in this kind of trifle when the entrance on the wall reappeared, but Kanja was no longer there. He did not know what to do. He was afraid of the unknown, but he had already gone through many such situations in this adventure and did not believe that one more would be worse than what had happened to him so far. Besides, he felt compelled to continue; on the other side would be Kanja. ‘It would be foolish to have come this far and now get stuck in stupid shyness.’ He thought. So, without giving it any more thought, he undressed and went into the room.



Yet another white room. Another empty room in which there was no visible object that he could detect. He assumed just by inertia that suddenly some treacherous shower, or jets of air with some disinfectant agent, or something else that would catch him by surprise, would start to emerge from somewhere. But no, only something like a floating light appeared before him. He would not have been able to define it in other words. And suddenly, that light became the image of closing eyes. Although he was not quite sure, he guessed that it was the instructions that Kanja had told him he should follow, so he closed his eyes. Once he did this, another image clearly formed in his mind indicating that he had to stretch his arms and separate his legs a little. He did so, hoping not to make a mistake and, when he already thought that the jets would come out and hit him, he nevertheless noticed a very powerful light that would have blinded him for a long time if he had kept his eyes open, and he felt a kind of indescribable heat in every square inch of his skin, which lasted less than a second. Nothing else. Then the image of the eyes appeared in his mind again, but this time they opened. He hesitated, what if he were wrong and were blinded by a new glow? After a few seconds, he realized that this fear was absurd and opened his eyes. Another opening was in front of him, on the opposite side from which he had entered. He crossed the exit and was terribly frightened by an image that initially caused him some rejection. There was a naked woman who had absolutely no hair on her body, not even eyebrows or eyelashes. He came out covering his genital area with his hands and the fright grew when he discovered that the woman was Kanja.

“Ahhh!” He yelled. “What happened to you? And your hair?”

Kanja laughed.

“Come on, you haven't seen yourself.”
“What?”

Kare looked down at his body and saw that all the body hair was gone, as if he had had a complete laser hair removal. He grabbed his head and found that he was bald, just like Kanja.

“Shit! What have you done to me? And what have you done to yourself? If I got to know about this latest prank I wouldn't have paid a damn attention to you!”

He immediately covered himself with his hands, somewhat embarrassed. He was very upset, with a very fast pulse, but he saw that she indicated with her hands to calm down.

“It was absolutely necessary. To travel in the machine, no microorganism may be transported, so we have received a radiation that has gotten rid of all of them and some can always remain in the hair, so it’s eliminated to avoid unnecessary errors.”
“Radiation?” He said with concern. “It isn’t going to cause us a cancer, or a mutation, or anything like that, is it?”
“You don't have to worry at all.” Kanja replied with a laugh. “In the 24th they have everything controlled. Nothing bad will happen to you.”
“But the hair...”
“Don't worry! It’ll grow again and even stronger.”
“Yes, but your hair... It’ll take years to be as beautiful as before...”

Kanja did not answer, she just smiled looking at the ground and shaking her head slightly as if she denied. She looked at him again, held out her hand, and said:

“Come on, come inside the machine and let's go to the future. You'll see how you like my world. And don't be ashamed, I've already seen you and you don’t look so bad...”

Kare was once again somewhat hesitant, but quickly reflected that if there was to be a way out of Kanja's fantasy, this was the right time. He had to see what happened and be prepared not to hurt her when her dream faded. So he walked to her and took the hand she had extended to him.

2.  Back To The Future (1985).