Kare no quiso ni preguntar a Tarlo qué le había contado a Silma para provocar su salida en estampida. Solo le hizo un comentario críptico:
–Me debes cincuenta.
–¿Qué? ¿Quién?
–Verke.
–¡No me jodas! ¡No me digas que te la has tirado!
–¡No, joder! Solo te digo que se lo he visto. Negro zaíno.
–¡Qué cabrón! Y, ¿cómo te las has apañado para vérselo?
–Es largo de explicar…
–¡Ni de coña! O me cuentas todo con “pelos” y señales, o no aflojo.
Kare se vio obligado, casi por la fuerza, a contarle su reciente odisea, lo que le ayudó un poco a relajar la tensión acumulada en los últimos días. También se sintió contento por la expresión feliz de Tarlo al haber vuelto a recuperar la confianza de su amigo.
Había conseguido la primera parte pero, ahora que tenía la dirección de Kanja, lo asaltaron algunos escrúpulos porque no deseaba que ella lo considerase un acosador. Aunque tenía que arriesgarse; después de todo, tampoco le parecía correcto por parte de ella haber desaparecido de aquella manera, además de cambiar de trabajo, sin contárselo a un amigo; o al menos así era como ella había estado diciéndole que lo consideraba.
Cuando por fin pasaron las interminables horas para la salida del trabajo, Kare salió dispuesto a todo, aunque muy nervioso por la incertidumbre ante lo que podía encontrarse. Cuando llegó a la dirección que tenía, verificó varias veces que no se había equivocado. Se encontró con un edificio de apartamentos con portero automático. Se aseguró de que el piso al que llamaba era el correcto y apretó el botón, con un repentino temor a que le contestara una voz diferente a la de ella. Esperó, pero tras un largo instante, no hubo respuesta alguna. ¿Tal vez no habría llegado a casa aún? ¿Y si también se había mudado de domicilio? Las incógnitas se multiplicaban en la cabeza de Kare. No sabía qué hacer, si abandonar momentáneamente o esperar a ver si regresaba más tarde. Decidió, antes de nada, volver a llamarla por teléfono una vez más, aunque después de todas las veces que lo había intentado en los últimos días, sabía de antemano que no la encontraría. Al confirmarse sus sospechas, creyó que lo más razonable era esperar a ver si la veía aparecer, aunque le daba apuro permanecer por allí y que lo tomaran como si fuese un merodeador. “¡Que piensen lo que quieran!”, se dijo, “Yo me quedo aquí hasta que Kanja aparezca”.
Pero en ese momento Kare no había barajado la posibilidad de que la espera se fuese a hacer tan larga. Esperó, esperó y esperó, hasta que la realidad aplastante se impuso. Se estaba haciendo de noche y él estaba allí, como un pasmarote, aguantando las miradas desconfiadas de la gente que pasaba, aunque ese extremo podía ser solo una sensación paranoica suya. Estaba desesperado y decidió que antes de irse tenía que hacer un último intento de llamar de nuevo al portero automático: nada, tampoco esta vez obtuvo respuesta alguna.
Estaba a punto de abandonar, completamente derrotado, cuando una mujer joven se acercó al portal y abrió. Kare se agarró a esa oportunidad como a un clavo ardiendo y le preguntó que si conocía a Kanja, del piso tal y tal. La mujer al principio lo miró algo desconfiada, pero luego decidió confiar en aquel extraño. Le dijo que sí, pero, que hacía unos días la había visto salir con bastante equipaje, como si fuera a hacer un largo viaje, aunque desconocía donde, o al menos eso aseguró. Kare no quiso importunar más a la mujer y se retiró desconsolado. Parecía que ahí iban a morir sus opciones, porque no creía que fuese oportuno volver a repetir esa vía, por lo que pudiera pasar.
Un viaje, al parecer lejos. ¿Dónde demonios se habría ido? Y lo que era peor, ¿volvería? Kare se fue a casa hundido y, aunque habitualmente no bebía nunca, decidió que esa noche se iba a emborrachar hasta perder el sentido. La verdad es que no hizo falta mucho alcohol para ello.
***
A la mañana siguiente no podía casi ni moverse, con una resaca de campeonato. Llamó a la empresa y dijo que estaba indispuesto y no podía acudir al trabajo. Pasó un día espantoso; no sabía qué hacer con su vida. Había estado tan tranquilo antes de conocerla y ahora todo se había ido al carajo. Por un momento maldijo el momento en que ella se había cruzado en su camino. Supuso que con el tiempo se le pasaría, pero ahora era demasiado pronto para que dejase de dolerle. Se quedó todo el día vegetando en la cama, sin siquiera comer. Y cuando ya estaba oscureciendo, inesperadamente sonó el teléfono. Por un momento no pensó incluso ni mirar quién llamaba, creyendo que sería alguien de la empresa para interesarse por su estado o, más bien, para importunarlo con cualquier tema laboral. Pero de pronto tuvo un extraño pálpito y se levantó como si le fuera la vida en ello. Cuando vio que en la pantalla aparecía el nombre de Kanja, se le cayó el teléfono del nerviosismo. Consiguió responder pero sin lograr articular nada inteligible.
–¿Kare? ¿Estás ahí? –dijo Kanja con un tono de voz preocupado–. ¿Te pasa algo?
El corazón de Kare parecía una locomotora a punto de estallar pero, más o menos, logró controlarse.
–¡Kanja! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde demonios te has metido? ¿Por qué no respondes a las llamadas? –soltó un tropel de preguntas que se pisaban unas a otras sin dejar lugar a cualquier explicación.
–Tranquilízate, no pasa nada –respondió ella en tono calmado.
–¿Cómo que no pasa nada? ¿Tú sabes lo que he llegado a pensar estos últimos días? ¡Creí que te había pasado algo! ¡No puedes…!
–Cálmate, por favor, y escucha un momento –lo interrumpió, suave pero firmemente–. Es importante que nos veamos.
–¿Qué? –Kare no era capaz de entender nada.
–Me gustaría que habláramos. Cuanto antes, mejor. Si no te parece muy precipitado, ¿te importaría que quedásemos ahora?
–¿Cómo? ¿Qué…? –Él seguía sin dar pie con bola.
Al otro lado de la línea Kanja esperó unos segundos en silencio hasta que él lograra controlarse. Por fin, Kare cayó en la cuenta y se impuso a su corazón desbocado.
–Sí, sí, sí, perdona. ¿Vernos… ahora?
–Sí, a no ser que no puedas, o que…
–No, no, no… –interrumpió él esta vez–. O sea, sí. Sí, sí, podemos vernos ahora. ¿Dónde?
–¿En el sitio de costumbre? ¿En media hora te parece bien?
–Allí estaré –afirmó Kare sin pararse a dudar ni un instante.
A decir verdad, no estaba en la mejor de las situaciones, ni física ni mentalmente, sin duchar, sin afeitar y con un dolor de cabeza colosal. Se dio una ducha rápida y salió a toda velocidad hacia el lugar donde habían quedado sin saber a qué atenerse.
***
Cuando llegó, estaba sin aliento. Ella estaba sentada en la mesita donde solían reunirse y al ver el aspecto desastroso de Kare, sin afeitar, con ojeras profundas y respirando dificultosamente, no pudo reprimir una carcajada. Por su parte, él había estado durante todo el trayecto arrastrando un enfado monumental, derivado de la desesperación que había sufrido durante los últimos días, y había planeado echarle una bronca. Pero en el mismo momento en que la vio allí sentada y riendo tan jovialmente, le pareció más hermosa y deseable que nunca. La alegría de volverla a ver se impuso y compensaba con creces el disgusto que se había apoderado de él anteriormente. Aun así, no pudo evitar preguntar:
–¿Dónde has estado? Estaba muy preocupado. Podrías haberme avisado, no sé… por lo menos me podías haber mandado un mensaje diciéndome algo. Dejas el trabajo, te vas sin dejar rastro, no respondes mis llamadas…
Las frases se atropellaban unas a otras pero, según farfullaba más que hablaba, vio dibujada una media sonrisa en la cara calmada de ella y se dio cuenta de que realmente no tenía derecho a someterla a tal interrogatorio. En ese momento se calló de golpe y se puso violentamente colorado. Siguió un silencio tenso de unos segundos y entonces ella volvió a estallar en una risotada. Él se sorprendió de esa reacción repentina y se quedó un rato con cara de bobo, pero finalmente tuvo que rendirse y también rompió a reír.
Cuando terminaron de reírse se quedaron mirándose en silencio un rato. Parecía que no sabían qué decir ninguno de los dos, pero no era así. Ambos tenían mucho que decir, aunque lo que cada uno quería expresar no podía diferir más. Él decidió esperar que fuese ella la que empezara a hablar de nuevo, disfrutando de la situación, disfrutando de nuevo de su compañía y creyendo que, a partir de ese momento, nada en su vida volvería a ser igual. Y así sería, pero no como él podía llegar a imaginar.
Por fin, ella puso cara seria y rompió el silencio.
–Verás… No sé cómo decirte esto… Y realmente no sé cómo te lo vas a tomar…
Kare asintió con aire de suficiencia, pero enseguida se le pinchó el globo.
–Tienes que dejar también el trabajo y dedicar todo tu tiempo y energías a un proyecto muy importante…
Kanja dejó pasar unos segundos en completo silencio observando la expresión en la cara de él. Pero la expresión no podía ser más estúpida. Se había quedado bloqueado, con la boca abierta, sin lograr procesar lo que estaba escuchando y se sentía incapaz de articular ni una palabra. Al ver su desconcierto ella prosiguió:
–Ya sé que necesitas tu trabajo para vivir y que disfrutas con él, pero eso no supondrá ningún problema, porque yo puedo proporcionarte todos los medios que necesites para vivir y para desarrollar la investigación que debes iniciar, y…
Por fin, Kare regresó a la realidad, por muy surrealista que le pareciese, y cortó bruscamente en un tono de voz más alto de lo habitual en él:
–¿Qué cojones me estás contando? ¿Te has vuelto loca, o te estás cachondeando de mí? ¿O es que acaso eres una espía de la competencia?
Kanja intentó calmarlo con un gesto de las manos, pero antes de que pudiera llegar a decir algo, él todavía no había terminado de vaciar el saco de su indignación.
–¿Qué pasa contigo? ¿Me has estado utilizando? No creí que pudieras haber caído tan bajo…
Ella ya había esperado una reacción de ese tipo, pero no había ninguna forma de edulcorarlo.
–Espera un poco. Tengo que reconocer que no te he contado toda la verdad, pero no es nada de lo que te imaginas. Ni estoy loca, ni me estoy burlando de ti, ni tengo que ver con ninguna empresa. Solo te pido que confíes en mí. Esto que te estoy pidiendo es verdaderamente muy importante y tu ayuda es indispensable.
–Pero yo creí que entre tú y yo había algo especial que…
Esta vez fue Kanja quien cortó.
–Nunca he querido, ni quiero hacerte daño, y ahora tampoco quiero que interpretes mal lo que te voy a decir. Creo que no he dado pie para que pienses que yo podía desear que nuestra relación fuera más allá de una sincera amistad. Según parece, has sido tú quien se ha montado una fantasía romántica en la cabeza sobre nosotros.
Kare enrojeció alarmantemente. Estaba furioso, pero a la vez avergonzado y un súbito rencor le hizo decir algo de lo que instantáneamente se arrepentiría.
–¿Sincera amistad? Al parecer no has sido demasiado sincera conmigo…
Ella miró hacia abajo y tomó aire, intentando que la situación no se le fuera de las manos. Lo miró fijamente a los ojos, muy seria, pero tratando de transmitir calma.
–Ahora no es el momento de discutir esto. Te pido de nuevo que confíes en mí. Cuando llegue el momento adecuado comprenderás todo lo que está pasando. Estamos en una situación difícil y solo tú puedes ponerle remedio, si estás dispuesto a colaborar.
Él intentó calmarse a duras penas. Tampoco deseaba que la situación se envenenase y se fuera todo por la borda.
–Vale, vale. Perdona. Escucharé lo que me propones, pero tienes que reconocer que todo esto es tan inusual que me cuesta asimilarlo.
Kanja hizo una pausa para elegir bien las palabras y, a la vez, se preparó para una reacción desatada, como la de un tsunami.
–Me cuesta mucho decirte esto… Muy probablemente no me creas y no sé cómo vas a reaccionar, pero… Es necesario que hagas posible la construcción de una máquina del tiempo.
Esto ya fue demasiado para Kare. Sin mediar palabra, se levantó de la mesa y se marchó del local.
Cuando salió fuera estaba muy, muy dolido. No se podía creer que le estuviera pasando esto. ¿Cómo podía pretender Kanja burlarse de él de esa manera? Podía ser un poco friki, pero creía que no se merecía que lo hubiese utilizado tan cruelmente para reírse de él. Y además, ¿con qué objetivo? Ya no era que hubiera algo que no encajaba, sino que absolutamente nada tenía sentido. Pero de pronto, sin llegar a ser consciente del todo, se detuvo. Miró al cielo, tomó aire y se dio la vuelta. “Vale,”, se dijo, “si quiere jugar, vamos a ver hasta dónde está dispuesta a llegar”.
Cuando regresó, se encontró que ella estaba todavía sentada y lo miraba fijamente y con cara muy seria. Se detuvo delante de ella y, sin sentarse, la observó desde arriba fijamente, sin decir ni una palabra. Kanja sostuvo su mirada sin vacilar. Si él pensaba que de esa manera iba a ser capaz de intimidarla, no podía estar más equivocado. Por fin, se sentó frente a ella y dijo:
–Vale, intentaré seguirte el juego, pero te advierto que a la mínima te dejo ahí plantada y te vas a reír de quien yo te diga.
–Te aseguro que no estoy loca, ni me estoy burlando de ti, ni esto es un maldito juego. Te estoy contando la verdad y es absolutamente necesario que colabores con nosotros. Necesitamos tu ayuda y queremos que lo hagas voluntariamente. Si te negases, no te vamos a obligar, pero si aprecias algo nuestra amistad, tienes que creer lo que te digo y aceptar el reto.
Las alarmas se dispararon inmediatamente en la cabeza de Kare.
–¿Qué está pasando? ¿Por qué hablas en plural?
–Eso ahora no tiene importancia …
–¡Para, para, para! –cortó él inmediatamente–. Si me estás pidiendo que confíe en ti, tienes que ser absolutamente transparente conmigo. Si no, no seguiré adelante.
Kanja guardó silencio un instante, como si le estuviera costando un verdadero esfuerzo encontrar las palabras adecuadas para no herir más las susceptibilidades de él, ya bastante dañadas. Por fin, cerró los ojos y dijo:
–Me han encomendado una misión especial. Tengo que encontrar a la persona que pueda llevar a cabo el descubrimiento de los secretos del viaje en el tiempo pero, por el momento, no estoy autorizada a darte más detalles.
El volcán que él tenía dentro estaba en plena ebullición e intentaba controlarlo, pero le estaba costando una barbaridad. Por un lado estaba enfadadísimo, pero también confundido, defraudado, engañado, manipulado… Reflexionó un rato y luego soltó con contundencia:
–El viaje en el tiempo es físicamente imposible.
–Pero tú…
–Calla de una vez y atiende –ordenó–. No se ha publicado en ninguna parte, pero ha llegado a mis manos una información que demuestra irrefutablemente que es imposible. Verás, yo tampoco te he contado todo. Aunque tú ya sospechabas algo, ¿no? Pues bien, Lashkii vino a verme y me advirtió que podía suceder algo como lo que me está pasando ahora, pero no creí que fueras a ser tú, una manipuladora sin sentimientos, una agente que quiere aprovecharse de la candidez de un estúpido como yo. Pero te ha salido rana, preciosa. Lashkii me entregó una demostración acerca de la imposibilidad de crear una máquina del tiempo, ni ahora, ni en un futuro lejano, cuando la tecnología esté mucho más avanzada. Es una cuestión de Física pura y, después de revisar sus conceptos, yo también coincido que no es viable lo que pretendéis, seáis quienes seáis.
Según estaba diciendo esto, se alarmó al ver que en la cara de Kanja se dibujaba una sonrisa irónica. ¿Qué demonios estaba pasando? Cada vez sentía menos confianza en lo que estaba intentando expresar. Si no era una broma y no estaba loca, no podía llegar a comprender qué estaba sucediendo. Y, sin embargo, empezó a sentir interiormente que, en contra del sentido común, tenía que creer en ella, que no le estaba mintiendo.
–Entonces –preguntó ella–, ¿estás dispuesto a colaborar?
A Kare le daba vueltas la cabeza.
–¿Es que no me has escuchado? ¡Que no se puede viajar en el tiempo!
Ella echó el cuerpo hacia adelante y su cara quedó bastante cerca de la de él. Bajó la voz y con mucha seguridad preguntó:
–¿Y si yo te demostrase que estás equivocado, colaborarías?
Kare se veía incapaz de salir de una situación tan absurda. Tuvo que hacer un gran acopio de paciencia para no saltar.
–Vamos a ver si te enteras de una vez, querida. No es una cuestión de creencias. Es realmente IM-PO-SI-BLE –dijo, recalcando cada sílaba.
Ella se levantó de su asiento ante la mirada atónita de él y le dijo con una seguridad pasmosa:
–Está bien, no me queda otro remedio que tomar medidas extremas…
Kare no sabía a qué podía estar refiriéndose.
–Mañana a primera hora vas a comunicar a la empresa que necesitas coger una semana libre con carácter inmediato. Invéntate la excusa que quieras –dijo con un tono que sonaba claramente a una orden–. Y luego prepárate para salir de viaje. Después de que hagas esto te llamaré y te daré las instrucciones a seguir.
Acto seguido salió, dejándolo clavado a su asiento, y desapareció en la noche sin dejar rastro.
Él no supo cómo pero se quedó sin capacidad de reacción y cuando recuperó el dominio de sí mismo ya era demasiado tarde. Se marchó a casa como un autómata, sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba en un estado de confusión que nunca había experimentado. Cuando llegó a casa, se tumbó sin quitarse la ropa y, a pesar de la excitación de las últimas horas, inexplicablemente se quedó profundamente dormido.
“You owe me fifty.”
“What? Who?”
“Verke.”
“Don't screw me! Don't tell me you've fucked her!”
“No, fuck! I'm just telling you that I've seen it. Pitch black.”
“What a scumbag! And how have you managed to see it?”
“It takes a long time to explain...”
“No fucking way! Either you tell me everything with all the details, or I don't pay up.”
Kare was press-ganged, almost by force, into telling him about his recent odyssey, which helped him a little to relax the tension accumulated in recent days. He was also pleased by Tarlo's happy expression as he regained his friend's trust.
He had gotten the first part but, now that he had Kanja's address, some scruples came over him because he did not want her to consider him a stalker. Although he had to take a risk; after all, it did not seem right on her part to have disappeared that way, besides changing jobs, without telling a friend; or at least that is how she had been telling him she considered him.
When the endless hours to get off work finally passed, Kare left ready for anything, although very nervous because of the uncertainty about what he could find. When he got to the address he had, he checked several times that he was not wrong. He came across an apartment building with an intercom. He made sure the flat he was calling was the right one and pressed the button, suddenly afraid that a voice different from hers would answer. He waited, but after a long moment, there was no response. Maybe she had not made it home yet? What if she had also moved her address? The unknowns multiplied in Kare's head. He did not know what to do, whether to leave momentarily or wait to see if he would come back later. He decided, first of all, to call her back on the phone once again, although after all the times he had tried in the past few days, he knew in advance that he would not find her. When his suspicions were confirmed, he believed that the most reasonable thing to do was to wait to see if he saw her appear, although it gave him trouble to stay there and be taken as if he were a marauder. 'Let them think what they want!' he said to himself, 'I’ll stay here until Kanja shows up.'
But at that time Kare had not considered the possibility that the wait was going to become so long. He waited, waited and waited, until the overwhelming reality prevailed. It was getting dark and he was there, like a fool, enduring the suspicious looks of the people passing by, although that point could be just a paranoid feeling of his. He was desperate and decided that before leaving he had to make one last attempt to call the intercom again: nothing, this time he did not get any answer either.
He was about to leave, completely defeated, when a young woman approached the portal and opened. Kare clutched to that opportunity like to a straw and asked her if she knew Kanja, from the flat so and so. The woman at first looked at him somewhat suspiciously, but then decided to trust that stranger. She assented, but, told him that a few days ago she had seen Kanja leave with a lot of luggage, as if she were going to make a long trip, although she did not know where, or so she said. Kare did not want to bother the woman anymore and retreated heartbroken. It seemed that his options were going to die there, because he did not think it was appropriate to repeat that path, just in case.
A trip, apparently far away. Where the hell had she gone? And what was worse, would she come back? Kare went home depressed and, although he usually never drank, he decided that that night he was going to get drunk until he lost his senses. The truth is that it did not take a lot of alcohol for it.
***
The next morning he could hardly move, with a first-class hangover. He called the company and said he was unwell and could not go to work. A dreadful day passed; he did not know what to do with his life. He had been so calm before meeting her and now everything was gone to hell. For a moment he cursed the moment when she had crossed his path. He guessed that he would eventually forget, but now it was too early for it to stop hurting. He stayed all day dossing around in bed, without even eating. And when it was already getting dark, the phone unexpectedly rang. For a moment he did not even think about looking at who was calling, believing that it would be someone from the company to inquire about his condition or, rather, to bother him with any labor issue. But suddenly he had a strange hunch and got up as if his life depended on it. When he saw Kanja's name displayed on the screen, he dropped the phone out of nervousness. He managed to answer but failed to say anything intelligible.
“Kare? Are you there?” Kanja said in a worried tone of voice. ”Is something wrong with you?”
Kare's heart looked like a locomotive about to explode, but he more or less managed to control himself.
“Kanja! What happened? Where the hell have you been? Why don't you answer calls?” He let out a lot of questions that stepped on each other without leaving room for any explanation.
“Calm down, nothing’s wrong.” She replied calmly.
“How can you say nothing’s wrong? Do you know what I got to think these last few days? I thought something had happened to you! You can't...!”
“Calm down, please, and listen for a moment.” She interrupted, gently but firmly. “It's important that we meet.”
“What?” Kare was not able to understand anything.
“I’d like us to talk. The sooner, the better. If it doesn't seem too hasty, would you mind if we meet now?”
“How? What...?“ He was not on the ball yet.
On the other end of the line Kanja waited a few seconds quietly until he managed to control himself. At last, Kare realized and prevailed over his runaway heart.
“Yes, yes, yes, sorry. Meet, us... now?”
“Yes, unless you can't, or...”
“No, no, no.” He interrupted this time. “I mean, yes. Yes, yes, we can meet now. Where?”
“In the usual place? In half an hour is it okay?”
“I'll be there.” Kare said without stopping to hesitate for a moment.
Truth be told, he was not in the best of situations, either physically or mentally, without a shower, unshaven, and with a colossal headache. He took a quick shower and sped off to the spot where they had dated not knowing what to expect.
***
When he arrived, he was out of breath. She was sitting on the little table where they used to meet and seeing Kare's disastrous appearance, unshaven, with deep dark circles and breathing hard, she could not suppress a laugh. For his part, he had been dragging a monumental anger throughout the way, derived from the despair he had suffered during the last days, and had planned to give her a scolding. But the very moment he saw her sitting there and laughing so cheerfully, he found her more beautiful and desirable than ever. The joy of seeing her again prevailed, and more than compensated for the annoyance that had taken hold of him previously. Still, he could not help asking:
“Where have you been? I was very worried. You could've warned me, I don't know... at least you could've sent me a message telling me something. You leave your job, you leave without a trace, you don't answer my calls...”
The words stumbled over each other but, as he spluttered rather than spoke, he saw a half smile spread across her calm face and realized that he really had no right to subject her to such an interrogation. At that moment he stopped abruptly and turned intensely red. A tense silence of a few seconds followed, and then she burst into laughing again. He was surprised by that sudden reaction and looked dumbfounded for a while, but finally had to give up and also burst into laughter.
When they finished laughing they stared at each other in silence for a while. It seemed that they did not know what to say either of them, but it was not. Both had a lot to say, although what each wanted to express could not be more different. He decided to wait for her to start talking again, enjoying the situation, enjoying her company again and believing that, from that moment on, nothing in his life would ever be the same. And so it would be, but not as he could imagine.
Finally, her face turned serious and broke the silence.
“You know... I don't know how to tell you this... And I really don't know how you're going to take it...”
Kare nodded smugly, but his bubble bursted right away.
“You also have to quit your work and dedicate all your time and energies to a very important project...”
Kanja let a few seconds pass in complete silence watching the expression on his face. But the expression could not be more stupid. He had been frozen, his mouth open, unable to process what he was hearing and felt unable to articulate a word. Seeing his bewilderment she continued:
“I know that you need your job to live and that you enjoy it, but that won't be a problem, because I can provide you with all the means you need to live and to develop the research that you must start, and...”
At last, Kare came back to reality, surreal as it seemed, and cut off abruptly in a higher tone of voice than usual for him:
“What the fuck are you telling me? Have you gone crazy, or are you making fun of me? Or is it that you're a spy for the competition?”
Kanja tried to calm him down with a wave of her hands, but before she could say anything, his anger had not finished yet.
“What's the matter with you? Have you been using me? I didn't think you could have stoop so low...”
She had already expected such a reaction, but there was no way to soften it.
“Wait a moment. I have to admit that I haven't told you the whole truth, but it's nothing of what you imagine. I'm not crazy, nor am I making fun of you, nor do I have to do with any company. I only ask you to trust me. What I'm asking of you is truly very important and your help is essential.”
“But I thought that between you and me there was something special that...”
This time it was Kanja who cut off.
“I've never wanted to hurt you, and now I don't want you to misinterpret what I'm going to tell you. I don't think I've given rise to you thinking that I might wish our relationship went beyond a sincere friendship. Apparently, you've been the one who's set a romantic fantasy in your head about us.”
Kare flushed alarmingly. He was furious, but at the same time embarrassed and a sudden grudge made him say something he would instantly regret.
“Sincere friendship? Apparently you haven't been too sincere with me...”
She looked down and took a breath, trying the situation would not slip through the fingers. She stared into his eyes, very serious, but trying to convey calm.
“Now is not the time to discuss this. I ask you again to trust me. When the time's right you'll understand everything that's going on. We're in a difficult situation and only you can remedy it, if you're willing to collaborate.”
He struggled to calm himself. Nor did he want the situation to be poisoned and throw everything down the drain.
“Ok, ok. Sorry. I'll listen to what you propose, but you have to admit that all this is so unusual that I have a hard time assimilating it.”
Kanja paused to choose the words carefully and, at the same time, prepared for an unleashed reaction, like that of a tsunami.
“I have a hard time telling you this... You probably won't believe me and I don't know how you're going to react, but... We need you to make it possible to build a time machine.”
This was too much for Kare. Without a word, he got up and left the coffee shop.
When he went outside he was very, very hurt. He could not believe this was happening to him. How could Kanja pretend to make fun of him like that? He might be a bit of a geek, but he thought he did not deserve to be used so cruelly to laugh at him. And besides, for what purpose? It was no longer that there was something that did not fit, but that absolutely nothing made sense. But suddenly, without becoming fully aware, he stopped. He looked at the sky, took a deep breath, and turned around. 'Okay,' he told himself, 'if she wants to play, let's see how far she's willing to go.'
When he returned, he found that she was still sitting and staring at him with a very serious face. He stopped in front of her and, without sitting down, stared at her from above, without saying a word. Kanja held his gaze without hesitation. If he thought that way he would be able to intimidate her, he could not be more wrong. At last, he sat down across from her and said:
“Okay, I'll try to play along your game, but I warn you that at the slightest I throw you over and you'll laugh at other one.”
“I assure you that I'm not crazy, nor am I making fun of you, nor is this a damn game. I'm telling you the truth and it's absolutely necessary that you collaborate with us. We need your help and we want you to do it voluntarily. If you refuse, we won't force you, but if you appreciate our friendship, you have to believe what I tell you and accept the challenge.”
Alarms immediately went off on Kare's head.
“What's going on? Why do you speak in the plural?”
“That doesn't matter now...”
“Stop, stop, stop!” He cut off immediately. “If you're asking me to trust you, you have to be absolutely transparent with me. If not, I won't go ahead.”
Kanja was silent for a moment, as if it was taking her a real effort to find the right words so as not to hurt his already damaged susceptibilities. At last, she closed her eyes and said:
“I've been entrusted with a special mission. I have to find the person who can carry out the discovery of the secrets of time travel but, at the moment, I’m not authorized to give you more details.”
The volcano inside him was in full boil and he was trying to control it, but he was finding it very hard. On the one hand he was extremely angry, but he also felt confused, disappointed, deceived, manipulated... He pondered for a while, and then blurted out forcefully:
“Time travel is physically impossible.”
“But you...”
“Shut up at once and listen.” He ordered. “It isn't been published anywhere, but I've received some information that irrefutably proves that it's impossible. You see, I haven't told you everything either. Although you already suspected something, didn't you? Well, Lashkii came to see me and warned me that something like what's going on right now could happen, but I didn't think it was going to be you, a manipulator without feelings, an agent who wants to take advantage of the naivety of a fool like me. But it’s going to turn out to be a letdown, darling. Lashkii gave me a demonstration about the impossibility of creating a time machine, neither now nor in the distant future when technology is much more advanced. It's a matter of pure physics and, after reviewing its concepts, I also agree that what you intend isn't viable, whoever you are.”
As he was saying this, he was alarmed to see a wry smile on Kanja's face. What the hell was going on? He felt less and less confident in what he was trying to express. If it was not a joke and she was not crazy, he could not figure out what was going on. And yet, he began to feel inside that, against common sense, he had to believe in her, that she was not lying to him.
“So,” she asked, “are you willing to help?”
Kare's head was spinning.
“Didn't you listen to me? You can't travel in time!”
She leaned her body forward, and her face was quite close to his. She lowered her voice and very confidently asked:
“If I proved you wrong, would you collaborate?”
Kare was unable to get out of such an absurd situation. He had to make a great deal of patience not to jump.
“Let's see if you twig at once, dear. It isn't a matter of belief. It's really IMP-OSS-IB-LE.” he said, emphasizing every syllable.
She stood up from her seat at his stunned gaze and said with astonishing assurance:
“Okay, I've got no choice but to take extreme measures...”
Kare did not know what she might be meaning.
“Tomorrow first thing in the morning you'll inform the company that you need to take a week off immediately. Make up whatever excuse you want.” She said in a tone that sounded distinctly like an order. “And then get ready to go on a trip. After you do this I'll call you and give you the instructions to follow.”
Kanja then walked out, leaving him stunned in his seat, and disappeared into the night without a trace.
Kare did not know how but he ran out of ability to react and when he regained control of himself it was too late. He went home like an automaton, unaware of what he was doing. He was in a state of confusion that he had never experienced. When he got home, he lay down without taking off his clothes, and despite the excitement of the last few hours, he inexplicably fell asleep soundly.
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