Capítulo 4Chapter 4

 Kare continuó viendo a Kanja para enseñarle lo que habían ido averiguando acerca del tiempo y su manipulación. No podían verse todos los días, cosa que hacía que las jornadas en las que no podían verse se hicieran eternas para él. Pero los días que se veían eran una delicia. Kare los ansiaba y eran los mejores momentos de la semana. Disfrutaba como un colegial estando junto a ella y disfrutaba haciendo el papel de profesor de una materia que le apasionaba. Saltaban de la Física a las Matemáticas, a la resolución de paradojas lógicas y multitud de problemas que para Kare eran muy estimulantes intelectualmente. Aunque más de una vez, cuando tocaban algún tema complicado, y él temía que Kanja se perdiera o se aburriera del tema, ella lo animaba a continuar y le decía que, si ocurría eso, le pediría que parase o que fuese más despacio. La verdad es que era una mujer realmente inteligente y aguda, y hacía que Kare fuera enamorándose de ella, no solo por sus características físicas.

 Una tarde, en una explicación particularmente complicada, él tuvo que dibujar un gráfico que exigía una atención grande. Kanja se acercó y miró con mucha atención y, al darse cuenta del detalle importante que él intentaba que comprendiese, lo miró fijamente, admirada de lo sutil del concepto. Sus caras quedaron muy cerca y Kare no lo pudo evitar y la besó en la boca. Kanja inicialmente lo dejó hacer, pero luego le puso las manos en sus brazos y lo apartó suavemente. Lo miró con dulzura y le dijo:

–Lo siento. No sigas.

–Perdona, yo… No sé cómo ha ocurrido… –contestó Kare, poniéndose intensamente colorado.

–No te sientas mal. No tiene importancia, pero no debo implicarme emocionalmente contigo.

–¡Oh! ¿Tienes pareja…? No sabía que…

–No, no es eso –cortó–. Déjalo, es solo que no puedo, pero por otros motivos. Y, por favor, no me preguntes por esos motivos.

–Como quieras… –Kare se sentía avergonzado y muy frustrado, pero no quería de ninguna manera que se enfadase con él.

  No tenía sentido continuar aquella jornada y, sin muchas palabras, decidieron darla por finalizada y regresar cada uno a su casa. De todas formas, Kare no hubiera sido capaz de  hilar un pensamiento coherente más.

***

  De vuelta a casa, Kare no sabía cómo había llegado. Había “flotado”, sin sentir. Pero al llegar, se sintió hundido. ¿Cómo había podido pasar algo así? Y lo peor, ¿cómo podía haber acabado tan mal? Llegó a pensar, más bien a desear, que solo hubiese sido una pesadilla y que, cuando despertara, todo volvería a ser normal. Pero se daba cuenta demasiado bien que todo era real y había ocurrido lo que había ocurrido. De ahí paso a la autoflagelación. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido y haberlo estropeado todo? Pero ella había dicho que no tenía pareja… No, no había dicho eso. Había dicho que no lo rechazaba por eso. Pero entonces… ¿No se sentía atraída por él? Tenía que ser eso, no cabía otra explicación. Pero se la veía a gusto cuando estaba con él. No era posible que no sintiera algo por él. ¡Había una conexión entre ellos! ¡La podía sentir! Vueltas y más vueltas a los mismos temas una y otra vez. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? No podía aceptarlo, tenía que encontrar una explicación. Ella no se había enfadado y fue un rechazo, ¿cómo decirlo?, dulce, sin querer hacerle daño. Se obsesionó con tantas preguntas sin respuesta que aquella noche no fue capaz de dormir. De madrugada, una idea obsesiva empezó a hacerse muy sólida en su mente. Cuando llegara al trabajo la buscaría e intentaría que le explicase qué demonios pasaba entre ellos, sin importarle nada si los compañeros se enteraban de que se habían estado viendo y que él estaba loco por ella. Sí, eso era lo que haría. Necesitaba aclararlo todo y que los demás dijeran lo que quisiesen.

***

  Se levantó muy pronto; estaba cansado por la larga noche en vela, pero muy decidido a aclarar el asunto. Acudió a trabajar intentando hacerse un guion mental de lo que le diría a Kanja en cuanto la viera, pero no fue capaz de encontrar algo definitivo. “No importa”, se dijo, “ya se me ocurrirá algo sobre la marcha”. Llegó tan pronto que sabía de antemano que ella no estaría todavía por allí, a pesar de que solía siempre llegar también muy temprano. Bueno, eso le daría tiempo de calmar algo los nervios antes de verla. Pensó que no era recomendable estar muy alterado cuando hablasen, para no fastidiarla más. Tenía que mostrarse sereno, comprensivo, amistoso, pero firme. Necesitaba que Kanja entendiera que él tenía que recibir una respuesta clara y saber qué era exactamente lo que ella esperaba de su relación con él. Tendría que ser muy cuidadoso para no perder todo lo bueno que hasta el momento habían tenido, pero deseaba algo más que una simple camaradería o amistad. Estaba convencido de que ella tenía que reconocer esa magnífica conexión que tenían, tal como él la sentía. Pero, en lugar de calmarse, lo único que conseguía, según iban pasando los minutos, era ponerse más y más nervioso.

  Cuando estimó que Kanja ya debería haber llegado hacía un rato, hizo acopio de valor y salió de su despacho para ir a buscarla. Pero al llegar al lugar donde ella solía estar, no la vio por ninguna parte. No quiso preguntar, para que nadie sospechara que la estaba buscando. Dio una pequeña vuelta por la empresa para ver si se la encontraba “casualmente”, pero no la vio por ningún sitio. Decidió que esperaría; más tarde la vería. El reloj parecía no moverse y él no era capaz de concentrarse en nada. Su compañero Tarlo advirtió su estado anormalmente nervioso y le pregunto:

–¿Te pasa algo?

–¿Eh?... –dijo Kare sobresaltado, con un volumen de voz tal vez excesivamente alto.

–Que si te pasa algo. Llevas toda la mañana como un león enjaulado.

–No, no. ¿Por qué me tendría que pasar algo?

 Kare notó que estaba contestando demasiado a la defensiva y que lo único que demostraba era que verdaderamente le estaba ocurriendo algo raro.

–No sé… Tú eres el que parece nervioso. Nunca te había visto así…

–No pasa nada… –tenía que improvisar alguna disculpa convincente, y rápido–. Es que ayer recibí una llamada del abogado de Neila, respecto de un fleco del divorcio y estoy algo alterado.

–¡Vaya! Lo siento. ¿Es muy malo el asunto? –preguntó Tarlo, no muy convencido del intento de escapatoria de su compañero.

–No, no, no. Solo papeleo engorroso; pero me ataca a los nervios.

  Continuó toda la mañana intentando no moverse más de su puesto para no volver a dar esa imagen de nerviosismo, pero la situación lo estaba consumiendo. Aprovechó un momento, en el que Tarlo había salido al descanso, para volver a ver si atisbaba a Kanja, pero tampoco tuvo éxito. Razonó, no muy convencido, que tal vez también ella podría haber salido en el turno de descanso, o tal vez estuviese indispuesta y no hubiera ido a trabajar esa mañana. “Bueno,”, pensó para sí, “si no consigo verla hoy, después de salir del trabajo, la llamaré por teléfono”. Se le estaba haciendo una jornada eterna. Precisamente cuando más necesitaba verla era cuando ella no aparecía por ninguna parte. Pero el hilo del pensamiento lo llevó a una hipótesis alarmante: ¿y si ambas cosas estaban relacionadas? ¿Y si ella lo eludía por lo que había pasado la tarde anterior? Sacudió la cabeza intentando quitarse esa nefasta idea de la cabeza. No, no podía ceder a esas ideas paranoicas. Salió de nuevo, esta vez al cuarto de baño para refrescarse la cara y, de paso, a ver si la divisaba por alguna parte. Ni que decir tiene que tampoco esta vez lo consiguió.

  Se demoró más de lo que había planeado y, al regresar, encontró que Tarlo ya había vuelto del descanso. Éste lo miro con una cara extraña, como si quisiera decirle algo, pero sin saber cómo hacerlo.

–¿Pasa algo? –inquirió Kare, súbitamente preocupado.

–Creo que malas noticias… –dijo Tarlo desanimado–. Hay un cotilleo por ahí… Se rumorea que la preciosidad nos ha dejado.

–¿Qué? –la noticia pilló a Kare muy despistado–. ¿De qué preciosidad hablas?

–¿Eres idiota, o qué? –Tarlo parecía ofendido–. ¡Kanja! ¿Cuántas preciosidades conoces por aquí? Creí que también a ti te gustaba.

–¿Co… co… cómo? –A Kare le parecía que el suelo había desaparecido bajo sus pies y el aire ya no llegaba a sus pulmones.

–Sí –siguió Tarlo–, dicen que esta mañana ha mandado un correo a Recursos Humanos diciendo que abandona la compañía. Pero no se han filtrado los motivos ¡Ahhh, qué pena! Para un bombón que viene por aquí, no nos dura ni un asalto. Mira que te dije que no la dejases escapar. A lo mejor se ha ido porque no le hacías caso, yo creo que estaba muy interesada por ti y…

  Aunque Tarlo hablaba, hablaba y hablaba sin parar, Kare no escuchaba. La pesadilla que comenzó el día anterior no solo no acababa, sino que iba de mal en peor. Se había quedado petrificado, miraba sin ver, no era consciente de lo que lo rodeaba y tampoco era capaz de razonar. De pronto, completamente desorientado, volvió a la realidad, o al menos una versión automática de Kare volvió, porque el raciocinio lo había abandonado. Agarró su chaqueta e interrumpiendo a Tarlo, que seguía con su interminable cháchara, dijo lacónicamente:

–Me tengo que ir.

–¿A estas horas? ¿dónde? –preguntó Tarlo extrañado.

–Me tengo que ir.

–Eso ya lo has dicho. Pero, ¿qué pasa? ¿Tienes que hacer los trámites del abogado?

–Estoo… Sí, sí, eso es… El abogado…

  Y Kare se marchó a toda velocidad, dejando a su compañero con la boca abierta.

–Una de dos –dijo Tarlo–, o ha terminado de volverse loco, o la noticia le ha afectado más de lo que yo pensaba.

***

   En la calle, Kare caminó sin rumbo, sin ser capaz de tomar una decisión coherente. ¿Qué estaba pasando? ¿Se había asustado tanto Kanja como para huir de él tan repentinamente? ¡Mierda, si solo había sido un beso! Tampoco era para tanto, ¿no? ¿O sí…? Y de pronto se dio cuenta de que no tenía ningún sentido haber salido del trabajo sin saber adónde ir. ¿Qué hacía ahora? No podía volver a la oficina tan pronto. Podía poner una disculpa, como que se había equivocado de hora, o de día… Pero esa disculpa le parecía poco convincente y además…, la atmósfera dentro le resultaría irrespirable, como lo había sido solo hacía un rato. No, no le apetecía nada volver en ese momento, aunque más tarde tendría que dar explicaciones de su espantada si no regresaba en un plazo razonable. Estaba en blanco y tenía que hacer algo respecto a Kanja. Se le ocurrió que lo más obvio era llamarla por teléfono. Sí, claro, eso es lo que tenía que hacer en ese mismo momento. Cogió el teléfono y notó que sus manos temblaban violentamente. Hizo un esfuerzo por controlarse y encontró el número de Kanja y, tomando aire, la llamó. Uno, dos, tres segundos, no escuchaba tonos de llamada. Miró extrañado la pantalla, pero vio que indicaba que estaba llamando. Volvió a ponerse el aparato al oído y sonó la voz fatídica que decía que el teléfono no estaba disponible. ¡También era mala suerte! Lo intentaría más tarde, pero ahora… ¿Qué podía hacer? Tendría que volver a la oficina aunque le resultase difícil hacerlo.

   Cuando volvió, Tarlo lo miró, extrañado de lo poco que había tardado en regresar.

–¿Ya has solucionado el tema del abogado?

–¿Abogado…? ¿Qué abogado…? –Kare seguía en las nubes.

–¡El que tengo aquí colgado!, ¿no te jode?  –respondió Tarlo muy molesto–. ¿No ibas  a lo del fleco por lo del divorcio? ¿O es que me estabas contando una milonga? Pensé que éramos amigos y que teníamos confianza para ser sinceros respecto a asuntos personales.

–No, no. No sé cómo puedes pensar eso de mí –Kare reaccionó, pero necesitaba improvisar algo convincente–. Sí, el abogado estaba ahí abajo esperándome para firmar un papel y ya está. Tampoco iba a pararme a charlar demasiado con un tipo que me ha dejado casi en la ruina.

–Ya… Claro –dijo Tarlo en voz baja y bajando los ojos, como si estuviera dolido por la falta de confianza.

  Kare se sintió mal por su amigo, pero de momento no podía explicarle la realidad de su drama interno.

Kare continued to see Kanja to teach her what they had learned about time and its manipulation. They could not see each other every day, which made the days in which they could not meet seem an eternity for him. But the days they could were a delight. Kare was always looking forward them and they were the best moments of the week. He enjoyed being with her like a schoolboy and it was a pleasure for him playing the role of teacher of a subject he was passionate about. They jumped from Physics to Mathematics, to solving logical paradoxes and a multitude of problems that for Kare were intellectually very stimulating. Although more than once, when they touched on a complicated topic, and he feared that Kanja would get lost or bored with the subject, she would encourage him to continue and told him that, if that happened, she would ask him to stop or slow down. To say the truth, she was a really intelligent and sharp woman, and that made Kare fall in love with her, not only because of her physical characteristics.

One afternoon, in a particularly complicated explanation, he had to draw a graph that demanded great attention. Kanja came closer and looked very carefully and, realizing the important detail he was trying to make her understand, stared at him, amazed at the subtlety of the concept. Their faces were very close and Kare could not help it and kissed her on the mouth. Kanja initially let him do it, but then put her hands in his arms and gently pushed him away. She looked at him sweetly and said:

“Sorry, but don't go on.”
“Excuse me, I... I don't know how it happened...” Kare replied, turning intensely red.
“Don't feel bad. It doesn't matter, but I shouldn't get emotionally involved with you.”
 “Oh! Do you have a partner...? I didn't know that...”
“No, it's not that.” She said. “Never mind, let it go, it's just that I can't, but for other reasons. And please don't ask me for those reasons.”

Kare felt embarrassed and very frustrated, but he did not want her to get angry with him in any way.

There was no point in continuing that journey and, without many words, they decided to end it and return each one to their homes. Anyway, Kare would not have been able to spin a coherent thought anymore.

***

 

Back home, Kare did not know how he got there. He had 'floated', without feeling. But when he arrived, he felt sunk. How could something like this have happened? And worst of all, how could it have ended so badly? He got to think, rather to wish, that it had only been a nightmare and that, when he woke up, everything would be normal again. But he realized all too well that everything was real and what had happened had happened. From there he went to self-flagellation. How could he have been so stupid and screwed up everything? But she had said she had no partner... No, she had not said that. She had said she did not reject him because of that. But then... Was not she attracted to him? It had to be that, there was no other explanation. But she looked at ease when she was with him. There was no way she did not feel something for him. There was a connection between them! He could feel it! He went round and round the same topics over and over again. Why? Why? Why? He could not accept it, he had to find an explanation. She had not been angry and it was a rejection, how to put it? Sweet, not wanting to hurt him. He became obsessed with so many unanswered questions that he was not able to sleep that night. In the wee hours, an obsessive idea began to become very solid in his mind. When he got to work, he would look for her and would try to get her to explain what the hell was going on between them, not caring if the colleagues found out that they had been seeing each other and that he was crazy about her. Yes, that is what he would do. He needed to clarify everything and have others say whatever they wanted.

***

He got up very early; he was tired from the long sleepless night, but very determined to clarify the matter. He went to work trying to make a mental script of what he would say to Kanja as soon as he saw her, but he was not able to find anything definitive. 'It doesn't matter,' he told himself, 'I'll come up with something on the fly.' He arrived so early that he knew in advance that she would not be there yet, even though she always used to arrive very early as well. Well, that would give him time to calm his nerves somewhat before he saw her. He thought it was not advisable to be very upset when they spoke, so as not to screw it up more. He had to be calm, understanding, friendly, but firm. He needed Kanja to understand that he had to receive a clear answer and know what exactly she expected from her relationship with him. He would have to be very careful not to lose all the good they had had so far, but he wanted more than just a fellow feeling or friendship. He was convinced that she had to recognize that magnificent connection they had, just as he felt it. But, instead of calming down, the only thing he got, as the minutes went by, was to get more and more nervous.
 
When he estimated that Kanja should have arrived a while ago, he gathered courage and left his office to go find her. But when he got to the place where she used to be, he did not see her anywhere. He did not want to ask, so that no one would suspect that he was looking for her. He took a small walk around the company to see if he found her 'by chance', but he did not see her anywhere. He decided he would wait; he would later see her. The clock did not seem to move and he was unable to focus on anything. His partner Tarlo noticed his abnormally nervous state and asked him:

“Is something wrong with you?”
“Huh…?” Kare said startled, perhaps excessively high in volume.
“I asked if something's wrong. You’ve been all morning pacing up and down.”
“No, no. Why should something be wrong?”

 
Kare noticed that he was answering too much on the defensive and that the only thing he was showing was that something strange was really happening to him.

 
“I don't know... You are the one who seems nervous. I've never seen you like now...”
“It's okay...” He had to improvise some convincing apology, and quickly. “Yesterday I received a call from Neila's lawyer, regarding some loose ends in the divorce and I'm somewhat upset.”
“Wow, sorry! Is it very serious?” Tarlo asked, not very convinced of his colleague's getaway attempt.
"No, no, no. Just cumbersome paperwork; but it gets on my nerves.”

 

He continued all morning trying not to move more from his workplace so as not to give that image of anxiety again, but the situation was consuming him. He took advantage of a moment, in which Tarlo had gone out to the break, to see again if he glimpsed Kanja, but he was not successful either. He reasoned, not very convinced, that maybe she too could have gone out to the break, or perhaps she was sick and had not gone to work that morning. 'Well,' he thought to himself, 'if I can't see her today, after I get off work, I'll call her on the phone.' The working day seemed like an eternity to him. Precisely when he most needed to see her was when she was nowhere to be seen. But the train of thought led him to an alarming hypothesis: what if the two things were related? What if she eluded him because of what had happened the previous afternoon? He shook his head trying to get that nefarious idea out of his head. No, he could not give in to those paranoid ideas. He went out again, this time to the bathroom to refresh his face and, incidentally, to see if he could see her anywhere. Needless to say, this time he was not successful either.

It took longer than he had planned, and upon returning, he found that Tarlo had already returned from rest. He looked at him with a strange face, as if wanting to tell him something, but without knowing how to do it.

“Is something wrong?” Kare inquired, suddenly worried.
“There’s bad news” Tarlo said downhearted. “There's a gossip out there... Rumor has it that the beauty's left us.”
“What?” The news caught Kare very confused. “What beauty are you talking about?”
“Are you stupid, or what?” Tarlo seemed offended. “Kanja! How many beauties do you know around here? I thought you liked her too.”
“W... w... what?” It seemed to Kare that the ground had disappeared under his feet and the air no longer reached his lungs.
“Yes,” Tarlo continued “they say that this morning she's sent an email to Human Resources saying that she's leaving the company. But the reasons haven't been leaked. Aaah, what a pity! For a hottie that comes here, she's lasted less than a snowflake in hell. I told you not to let her go. Maybe she's left because you weren't paying attention to her, I think she was very interested in you and...”

Although Tarlo talked, talked and talked non-stop, Kare was not listening. The nightmare that began the day before was only not ending, but it was going from bad to worse. He had been petrified, he was looking without seeing, he was not aware of his surroundings, and he was not able to reason either. Suddenly, completely disoriented, he came back to reality, or at least an automatic version of Kare returned, because reason had abandoned him. He grabbed his jacket and interrupting Tarlo, who was still with his endless chatter, said laconically:

“I have to go.”
“Right now? Where?” Tarlo asked surprised.
“I have to go.”
“You've already said that. But what's going on? Do you have to do the lawyer's paperwork?”
“Um... Yes, yes, that's it... The lawyer...”

And Kare left quickly, leaving his colleague with his mouth open.

“Either he's done going crazy, or the news has affected him more than I thought.” Tarlo said.

 

***

 

On the street, Kare walked aimlessly, unable to make a coherent decision. What was going on? Had Kanja become so frightened as to run away from him so suddenly? 'Shit! It had only been a kiss! It wasn't that bad either, was it? Or is it...?' And suddenly he realized that there was no point in leaving work without knowing where to go. What was he going to do? He could not go back to the office so soon. He could give an excuse, like he had made a mistake with the time, or day... But that excuse seemed unconvincing and also... The atmosphere inside would be unbreathable, as it had been only a while ago. No, he did not feel like returning at that moment, although later he would have to give explanations of his bolting if he did not return within a reasonable time. He was blank and had to do something about Kanja. It came to his mind that the most obvious thing was to call her on the phone. Yes, of course, that is what he had to do right then and there. He picked up the phone and noticed his hands were shaking violently. He made an effort to control himself and found Kanja's number and, taking a deep breath, called her. One, two, three seconds, he did not hear ringtones. He looked surprised at the screen, but saw that it indicated that it was calling. He put the device back to his ear and heard that fateful voice saying that the dialed number could not be reached. What a bad luck! He would try later, but now... What could he do? He would have to go back to the office even if he found it difficult to do so.

When he returned, Tarlo looked at him, surprised at how little it had taken him to return.

“Have you solved the lawyer’s issue yet?”
“Lawyer…? What lawyer...?” Kare was still in the clouds.
“What lawyer? What lawyer? Don’t piss me off!” Tarlo answered very annoyed. “Weren't you going to the loose ends of the divorce issue? Or were you telling me a whopper? I thought that we were friends and that we had the confidence to be honest about personal matters.”
“No, no. I don't know how you can think that about me.” Kare reacted, but he needed to improvise something convincing. “Yes, the lawyer was down there waiting for me to sign a paper and that's it. Nor was I going to stop to chat too much with a guy who almost bankrupted me.”
“Yeah ... sure.” Said Tarlo in a low voice and lowering his eyes, as if hurt by the lack of confidence.

Kare felt bad for his friend, but at the moment he could not explain the reality of his inner drama.