Para alegría de Kare, el establecimiento que podría llamarse restaurante estaba al aire libre. Era una especie de jardín espectacular donde se podía elegir si se quería estar cerca de otros comensales o se prefería la intimidad; eligieron esta segunda opción. La noche era muy agradable a pesar de las fechas en las que debían estar, a finales de otoño, por lo que Kare había deducido la noche anterior por la posición de las constelaciones en el cielo. El cielo estaba hermoso, sin notarse contaminación lumínica por las luces de la ciudad. Según le había explicado Kanja durante el trayecto, las ciudades tenían la mayor parte de las zonas habitadas bajo la superficie. Era por eso que, al llegar, no habían salido de subterráneos y no había visto la luz del día. Le parecía algo triste que la población se ocultase del sol y el aire como si fueran hormigas, pero también tenía el lado positivo al contemplar la noche estrellada. La velada estaba resultando una delicia; Kare había tenido algún reparo al pensar que la existencia de restaurantes de 24 horas haría que hubiera personas que tuviesen que hacer turnos a horas intempestivas. Pero no era así: estaba todo controlado por robots, que hacían todo el trabajo. No se trataba de robots humaniformes como los de la ciencia ficción, sino máquinas diseñadas a la perfección para hacer las tareas para las que habían sido construidas, sin florituras; solo contaba el sentido práctico. En realidad, descubrió que habían llegado a una situación en la que nadie tenía que trabajar para ganarse la vida. Si alguien deseaba hacer alguna actividad que le gustase, podía hacerla sin problemas, pero el sustento estaba asegurado para todos. Las IA controlaban una flota increíblemente eficiente de máquinas que servían todas las necesidades de los humanos. “¿Será cierto que han llegado a una sociedad del ocio sin los problemas asociados?”, pensó él. En principio se mostró escéptico a creerlo, sin llegar a expresarlo, pero dejó una puerta abierta a la idea; después de todo, hacía solo un día se negaba a creer realmente posible el viaje en el tiempo, incluso a pesar de haberlo experimentado él mismo. La conexión que tenía con la Comunidad de Mentes le sirvió para elegir una cena extraña en cuanto al aspecto, pero deliciosa en texturas y sabores. Echó un poco de menos que las bebidas alcohólicas no existieran en ese momento, pero los sabores de lo que bebieron resultaban muy agradables y combinaban bien con la comida. La charla con Kanja además era estupenda. Si no hubiese sido porque la noticia de que ella tenía una novia, o pareja sentimental, o lo que fuera, estaba tan reciente, habría considerado la velada casi como una cena romántica extraordinaria. También se daba cuenta que Kanja estaba disfrutando en su compañía. Bueno, desde el principio, siempre le pareció que conectaban muy bien, a pesar de que él había malinterpretado esto, creyendo que ella podría albergar sentimientos hacia él más allá de la simple amistad. Pero no quería estropear aquella estupenda noche con malos rollos. Lo único que contaba en ese momento era el presente; estar acompañado de la mujer más maravillosa que había conocido y estar disfrutando ambos de un momento extraordinario.
Después de la cena Kanja propuso que fueran a pasear por las zonas ajardinadas de alrededor, que eran bastante extensas y diseñadas con un gusto exquisito. A Kare le pareció muy extraño acabar de comer en el restaurante y que no pagasen nada antes de marcharse. Ella le dijo que la economía, como él la conocía, ya no existía. No era necesario pagar por nada, se contribuía a la sociedad de diferentes maneras, cada uno según sus preferencias y habilidades, pero no había una contabilidad de lo que se hacía por la sociedad y lo que cada individuo tomaba de ella. Comentaron las consecuencias de ese sistema, con sus ventajas y desventajas, y Kanja le aseguró que el sistema funcionaba extraordinariamente bien. Kare no llegaba a ver fisuras en los argumentos de ella, pero algo le decía que esa utopía no podía ser viable. Pero, una vez más, recordó que antes no había creído posible desplazarse en el tiempo.
Durante un rato él reflexionó en silencio sobre todo ese sistema social, hasta que vio que Kanja, también silenciosa, miraba hacia el cielo.
–¡Oh!, perdona –dijo Kare–. Estoy tan metido en mis reflexiones que no te hago ni caso…
–No importa, lo entiendo. Todo esto es un salto demasiado grande para que puedas asimilarlo en un rato.
–Ya tendré tiempo para reflexionar. Esta noche no quiero dejar de prestarte atención.
–Gracias –sonrió ella–. Hay algo que te quería preguntar.
–Por supuesto, si es que un pobre individuo de la antigüedad puede responderte.
–Sí, seguro. Mucho mejor que cualquiera de este tiempo. ¿Cómo eres capaz de conocer el cielo? Yo solo veo puntos brillantes…
Kare se detuvo y la miró incrédulo.
–¿No te han enseñado a distinguir ninguna constelación?
Kanja movió la cabeza, negando.
–¡Qué raro! –siguió él–. No es que sea una cosa demasiado extendida tampoco en mi tiempo, pero las más importantes, como las osas, para saber dónde está el norte, se les enseña a los niños en el colegio.
–Apuesto que ahora no debe haber nadie que sepa nada de esas…
–¿Constelaciones?
–Sí, eso, cons…telaciones. Ten en cuenta que la mayor parte de nuestro tiempo lo pasamos bajo la superficie. De vez en cuando, hay quienes suben a disfrutar del aire libre, pero creo que nadie se fija demasiado en el cielo.
–Entiendo –comentó él con aire triste–. La verdad es que tampoco en mi época la mayoría de la gente se preocupa por ello. Es una pena. Pero en tiempos, que hasta yo consideraría antigüedad, los humanos necesitaban conocer el cielo de verdad. A muchos les iba la vida en ello.
–Y, ¿me podrías enseñar a distinguir algunas de esas constelaciones? –pidió Kanja.
–Bueno, no las conozco todas, pero las más importantes de las que se ven en esta época del año, no son muy difíciles de distinguir.
Comenzó poco a poco a enseñarle las más fáciles, la manera de pasar de unas a otras, los mitos acerca de cada una, y algunas curiosidades que conocía sobre ellas. Kanja lo miraba embelesada, disfrutaba de sus explicaciones, que eran didácticas y entretenidas al mismo tiempo. Fue desplazándose desde el norte hacia el este poco a poco, y al llegar al oriente, vio algo que lo hizo parar sobresaltado.
–¿Qué coño es eso? –preguntó, sin dar crédito a lo que veía.
–¡Vaya! –dijo Kanja riéndose– ¿conoces un montón de estrellas y no sabes distinguir la Luna?
Kare la miró con cara de reproche.
–¡Ya sé que es la Luna! –dijo un poco molesto–. Me refiero a esa cosa roja que hay en ella.
La Luna estaba saliendo en ese momento y se veía enorme en el cielo, en su fase menguante muy avanzada, de forma que solo se veía como una uña. Pero lo que llamó la atención de Kare fue una luz roja casi en el centro del disco lunar. En realidad estaba en la parte no iluminada por el sol, lo que la hacía aún más destacable que si hubieran estado en Luna llena.
–Es Lïmpa –dijo Kanja con un suspiro profundo.
–¿Lïmpa?, ¿qué es eso?
–Es una colonia donde viven los Elegidos. Espero algún día llegar allí.
–¿Qué tiene de bueno? ¿Las vistas? ¿La gravedad reducida?
–No, es algo distinto. Ya te lo explicaré… –dijo ella de una forma un poco evasiva.
–No comprendo este tono misterioso –insistió él–. ¿Puede estar relacionado con algo a lo que tengo que enfrentarme?
Kanja lo miró, sorprendida de la sagacidad que él mostraba, pero dudó un instante.
–Verás –comenzó lentamente, como si luchase entre hablar o callarse–, mis posibilidades de que algún día yo pueda llegar allí pasan por que nos ayudes en el proyecto que ya sabes…
Kare se quedó un poco chafado; se había olvidado del motivo por el que ella lo había casi arrastrado allí. Volvió a sentirse manipulado, pero no podía dejar de pensar que ella lo había ayudado tanto en ese mundo tan diferente y, además, en aquella noche tan especial, se sentía un poco vulnerable ante cualquier cosa que ella pudiera pedirle.
–Si lo deseas tanto –dijo él sin pararse a pensarlo demasiado–, haré todo lo posible para que se cumpla tu sueño.
Kanja cambió su semblante, algo triste y soñador en ese momento, por una sonrisa radiante, como nunca había visto Kare. Luego ella se lanzó hacia él y lo besó en la boca con increíble intensidad.
Después de aquello volvieron, ya muy tarde, al piso de Kanja. Él casi ni se dio cuenta; iba flotando después del beso y su corazón parecía que iba a desbocarse. Cuando estuvieron de vuelta, ella quiso ofrecerle su dormitorio para dormir, pero él lo rechazó en un momentáneo lapso de razón5, diciendo que se encontraría cómodo en el sofá y que ella debía dormir en su cama. A modo de despedida de buenas noches, ella lo volvió a besar brevemente en la boca, lo que terminó de dejarlo desarmado. Cuando las luces se desvanecieron, él creyó que aquella noche, o lo poco que quedaba de ella, sí que sería incapaz de conciliar el sueño. Claro, que no contaba con las habilidades de su sofá.
***
Cuando despertó, tuvo que esforzarse para saber qué estaba pasando. La desorientación que sentía repetidamente desde que salió de su casa, de su tiempo, empezaba a ponerlo nervioso. También le molestaba no ser capaz de saber qué hora era. Se levantó con impaciencia y fue a ver si encontraba a Kanja. No estaba en su dormitorio ni la vio por ninguna parte del pequeño apartamento. Se puso algo triste por su ausencia, por no saber dónde podría estar ella en ese momento y tampoco qué podía hacer él solo. Vio una luz flotando en medio de la sala donde estaba. Supuso que era algo relacionado con su “conexión”, pero no sabía qué tenía que hacer. Se acercó con precaución a la luz flotante y aproximó su mano con algo de aprensión. En ese momento apareció de repente la imagen tridimensional de Kanja en medio de la habitación, igual que si hubiera estado allí mismo, dándole un susto tremendo. Kare pensó que era como el genio de la lámpara, aunque se dio cuenta de lo que se trataba realmente cuando ella comenzó a hablar. En realidad se trataba de un mensaje donde le decía cariñosa, pero molestamente para él, que tenía que dejarlo otra vez solo y que no volvería hasta tarde. Le daba indicaciones también de cómo podía hacer sus comidas, seleccionando algo en la conexión para que apareciera en casa todo lo que él desease. Él no pudo evitar pensar, fugazmente y de mal humor, que lo que realmente deseaba era que ella estuviera con él. Luego le dijo que, si necesitaba algo importante de ella, usara la conexión y la buscase. Lo que más le molestaba era el tono que ella usaba con él, como si fuera un niño.
Refunfuñando, se puso a pensar a qué demonios se podía dedicar en aquella jornada. Entre ideas inconexas, le fastidiaba la idea que ella estaría seguramente con Niilja. Finalmente se hizo el propósito de hacer algo útil con su tiempo. Primero se asearía, caminando decidido hacia el supuesto “cuarto de baño”. Tuvo esta vez la precaución, ahora que tenía ayudas en su conexión, de ocultarse a la vista mientras estuviese desnudo y también se dejó al alcance una tira de simulación de ropa. Cuando terminó, sintiéndose limpio, se pasó la mano por la cara y se dio cuenta de que necesitaba un afeitado. Pero no sabía si podría conseguir una maquinilla y un espejo; tampoco agua y jabón y… De pronto se acordó que lo que realmente precisaba era ese extraño aparato que le dejaba la cara como el culo de un niño. No sabía cómo lo encontraría pero decidió intentarlo. No le resultó tan difícil como él pensaba y, al instante, una luz se encendía en una de las paredes. Se acercó y allí estaba el aparato, reluciente, nuevo. Se maravilló por la eficiencia del sistema y se lo aplicó inmediatamente. Se pasó la mano por la cara, sintiéndose sumamente satisfecho por el resultado. Pero luego pensó que no estaría mal tampoco verse en un espejo. Pero eso le costó algo más. Parecía que aquello que él deseaba era un invento arcaico que ya no se usaba. Sin embargo, recibió la sugerencia de usar una holoreflexión. En todos los hogares, se informó, había una de estas cosas. Buscó un poco por el piso y encontró una indicación en el dormitorio de Kanja. Acercó su mano al indicador y apareció un tipo desnudo frente a él. Se sobresaltó muchísimo y vio que aquel intruso también lo hacía; no era para menos. Pero enseguida se percató de que el tipo que estaba viendo era realmente un holograma de él mismo. Un poco más calmado, se puso de mal humor consigo mismo. A pesar de haber tomado precauciones en el “baño” y haber dejado antes una tira de ropa preparada, el asunto del afeitado le había hecho olvidar que no la había usado. Si realmente alguien hubiese aparecido allí, lo habría vuelto a pillar en pelotas. Aun así, siguió intrigado con su imagen holográfica y todavía no se vistió. Miró con atención los movimientos de la imagen mientras él se movía y se dio cuenta que no era como un espejo convencional, donde la imagen reflejada hace parecer que hay un cambio de derecha por izquierda y viceversa, sino que la simetría hacía que se viera a sí mismo como si estuviese girado 180 grados. Resultaba extraño, pero se acostumbraría, supuso. Se lio a hacer gestos y muecas, como si fuera un niño, hasta que se sintió algo ridículo. Se acercó para ver su cara recién afeitada, o tal vez mejor decir depilada, que era para lo que inicialmente quería un espejo. Y se le ocurrió la feliz idea de averiguar cómo sería la interacción con la imagen si se acercaba hasta tocarla. Lo malo es que no actuó con un poco de sentido común, sino que decidió darle un sopapo al holograma en la creencia que su mano pasaría a través del vacío. Estaba equivocado. Sintió que su mano entraba en contacto violento con la imagen, pero lo peor fue que se llevó una buena guantada de su homólogo. Se llevó la mano a la cara dolorida mientras veía que lo mismo pasaba frente a él.
–Pero, ¡cómo puedo ser tan gilipollas! –gritó en voz alta.
Por lo menos, al de enfrente no se le ocurrió replicarle del mismo modo, parecía que estaba mudo, gesticulaba pero no se le oía. Pensó que hubiera sido desagradable oírse cacofónicamente hablando. Y en ese momento se dio cuenta que había algo como un menú de opciones para usar aquel invento. Encontró un modo espejo, en el que se podía ver como en un espejo tradicional, pero lo que le llamó más la atención era el modo de imagen congelada. Lo probó y vio que la imagen aparentaba ser la de una estatua completamente realista de sí mismo. Dio una vuelta alrededor, impresionado por el detalle, y lo apreció por su utilidad. Y se preguntó si también se podría sentir al tacto. Pero esta vez fue algo más sensato y, mientras estaba a la espalda de su imagen, decidió tocar levemente en el hombro. Cuando lo hizo, el corazón le dio un vuelco. Notó que alguien lo tocaba por detrás en el hombro. Dio un salto del susto y se volvió a ver quién estaba allí detrás de él y se dio cuenta que pasaba lo mismo que en la situación anterior. No solo se tenía una sensación de tacto en la mano, sino que también sentía una mano, su mano de hecho, sobre la parte del cuerpo que tocase.
–Esto tiene que ser estupendo para rascarse la espalda… – se dijo en voz alta.
Pero entonces se le pasó por la cabeza que alguien podía usar ese invento de otra manera, con fines sexuales. Inmediatamente decidió apagar el holograma y se fue de mal humor a ponerse de una vez la tira de ropa. Se fue a sentar en el sofá, sintiéndose como un chaval de 12 años que ha encontrado porno en el cajón de su padre, o de su hermano mayor.
Tras un rato sentado, se le pasó el enfado y volvió a dejar que su curiosidad se disparase de nuevo. Recordó el mensaje que Kanja le había dejado aquella mañana y se preguntó si no sería producido por una utilidad de ese tipo. No pudo contenerse y fue de nuevo al dormitorio. Volvió a activar la holoreflexión y miró en las opciones, buscando una para grabar mensajes. La encontró y, lo que también atrajo su atención fue que podía volver a ver antiguos mensajes grabados. No quiso husmear en mensajes anteriores, que no le incumbían, pero decidió volver a ver el que le había dejado Kanja. Así, reflexionó, podría mirarla un rato, aun cuando ella no estuviera con él. Reprodujo de nuevo el mensaje y encontró cómo detenerlo. Aquello era como tener una estatua de Kanja con un realismo total. La observó un rato, dio una vuelta a su alrededor y, al volver al frente, se preguntó si podría tocar también esa imagen como si fuera sólida. Acercó la mano y tocó su hermoso pelo; luego fue su cara. Sí, el contacto era también realista. Pero en ese instante se dio cuenta de que la había cagado. Demasiado tarde. Antes de que le diese tiempo a hacer nada, vio cómo la parte de la habitación que estaba frente a él cambiaba su aspecto. Y, delante de él, apareció Kanja, en tiempo real, con cara de preocupación.
–Kare, ¿te pasa algo?
–¿Yo? No, no… Es que… –balbuceó sin encontrar una disculpa, escondiendo las manos a la espalda y poniéndose colorado.
Kanja entrecerró los ojos y lo miró con cara de reproche.
–Has tocado mi holograma, ¿verdad? Lo he sentido, primero en el pelo y luego en la cara.
Kare no sabía dónde meterse.
–Perdona, yo no sabía…
–¡Da gracias a que no ha sido peor, querida! –escuchó una voz que parecía venir de detrás de Kanja–. ¡Te podía haber tocado el culo!
Él reconoció la voz de Niilja en un tono burlón que lo indignó. Pero se abstuvo de replicar, solo hizo un intento de mirar detrás de Kanja y la vio al fondo, repantingada en algo como un sillón bajo, con las piernas cruzadas. Su cara parecía destilar un desprecio absoluto por él, que empezaba a ser un sentimiento mutuo. Intentó ignorar a Niilja y solo acertó a pedir torpemente disculpas y prometer que no volvería a hacerlo.
Cuando se cortó la comunicación se echó las manos a la cara, indignado consigo mismo y le dieron ganas de gritar. Si se contuvo solo fue porque, quién sabe qué habría pasado si alguien en el vecindario lo escuchara y se metiese en un nuevo lío; tenía que andar con pies de plomo en adelante. Se sentía torpe, inútil, verdaderamente como un niño travieso al que hay que tener vigilado las veinticuatro horas. “Qué vergüenza”, se dijo, “qué va a acabar pensando Kanja de mí”.
Se volvió al sofá. Parecía que ese era su lugar natural; cuanto menos se moviera, menos daños podría causar. Pero no podía quedarse allí, de brazos cruzados hasta que Kanja volviese. Entonces pensó que podría usar su conexión para averiguar cosas, en principio inofensivas. Así que podía investigar qué había sido de la Historia de la Humanidad en el último milenio, desde su tiempo hasta el momento que vivía. Supuso que resultaría divertido y educativo. No le costó encontrar una guía histórica, en la que incluso podía sentirse recorriendo en persona algunos de los escenarios de aquella Historia. Más tarde se dio cuenta que habría sido mejor no emprender esa búsqueda. Era absolutamente deprimente. A grandes rasgos, aprendió que, partiendo de su tiempo, en el siglo 21, la situación de sobrepoblación en la Tierra, las desigualdades sociales tan descaradas entre ricos y pobres, la crisis medioambiental galopante con el cambio climático, las dificultades a los inmigrantes en los países ricos, que derivaron en acciones violentas por parte de unos y otros, hicieron que el descontento entre los más desfavorecidos desembocara en los peligrosos cantos de sirena de los fanatismos religiosos. Pero lo peor fue que, también entre los ricos fue creciendo un fanatismo análogo, pregonando la idea sobre que la divinidad, la que fuera, favorecía a los ricos por ser los elegidos para gobernar el mundo. Llovía sobre mojado, salvo que las tensiones eran tan insostenibles que la violencia por parte de unos y otros llevó al planeta al más completo caos. Muerte, guerras absurdas y ejecuciones masivas, destrucción y hambre generalizada, enfermedades, alienación de grandes grupos humanos. La población humana descendió a niveles alarmantes. Se llegaron a vivir los momentos más penosos desde los albores de la civilización. Las peores pesadillas de las distopías de la ciencia ficción se quedaron cortas. La recesión cultural que se había sufrido en la Edad Media no fue nada, comparada con los desastres vividos a mediados del 21. En realidad, el recuento de los siglos que se había llevado hasta ese momento, perdió su sentido. Cada facción, cada grupo, tenía sus fechas, sus calendarios basados en las revelaciones de los libros sagrados que cada uno apoyase. Los monumentos de la Antigüedad, el tesoro arqueológico fue sistemáticamente devastado hasta que no quedó piedra sobre piedra. No hubo más pirámides en Egipto, ni en Centroamérica. No más Acrópolis de Atenas, ni Taj Mahal, ni Muralla China, ni Torre Eiffel, ni Estatua de la Libertad, ni palacios, ni catedrales, mezquitas, sinagogas, templos, ni edificios notables. Absolutamente toda la Historia fue el objeto de las iras de las masas fanatizadas. La quema de libros fue seguida de la destrucción todo lo que oliera a tecnológico. El Arte fue considerado también objetivo de los fanáticos destructores. Las comunicaciones que llevaron al concepto de aldea global fueron decapitadas, destruidas, quemadas. Se eliminaron los medios de transporte que no fuesen de tracción animal, incluso las carreteras, puentes, túneles, todo fue arrasado. Un planeta en llamas. En suma, la civilización desapareció tal como había sido conocida en los últimos diez mil años. Kare tuvo que parar, salirse de la conexión, sin aire, absolutamente deprimido. Y, cuando fue capaz de reaccionar, solo fue para llorar como nunca lo había hecho en su vida.
La congoja tardó horas en ceder un poco. Había tenido la intención de comenzar a investigar la evolución de las ciencias físicas y matemáticas, con el fin de cumplir lo que había prometido a Kanja la noche anterior, pero no se encontró con ánimo suficiente para intentarlo. No había comido en todo el día, pero tenía tal nudo en el estómago que le resultaría imposible probar bocado. Reflexionó mucho sobre la desgracia de haber perdido tanto, hasta que llegó a la conclusión que había algo que no terminaba de comprender. Y surgió en él la esperanza. Todavía no sabía cómo, pero habían llegado hasta un mundo maravilloso como en el que estaba. De alguna manera, el péndulo de la Historia tenía que haber vuelto a favorecer a los imperfectos humanos. Así que sacó fuerzas y se decidió a continuar donde lo había dejado. Quería llegar al punto de inflexión donde todo volvería a comenzar, como si se hubiera hecho tabla rasa.
Los grupos, o tribus, no sabría cómo definirlos, que se salvaron del holocausto, fueron dominados por minúsculas teocracias, donde todos los designios fueron dictados por los elegidos de los dioses locales para gobernar y oprimir al resto de cada población. Aquello duró unos dos siglos. De acuerdo con la antigua cronología, más o menos hasta el final del siglo 23. En algún momento de esa época, contaba una leyenda, que un mal alimentado niño, que pastoreaba unas mal alimentadas cabras, en un lugar remoto y bastante inhóspito, encontró un acceso perdido a una cueva olvidada y encontró un tesoro guardado. Pero no se trataba de un tesoro al estilo convencional. Resultó ser un refugio de los conocimientos antiguos de la Humanidad, antes del invierno de la locura. Este niño resultó tener la sabiduría, o la suerte, de comunicar su descubrimiento a alguien que resultó ser tan prudente y sabio, o afortunado, como él. Y se fue creando, poco a poco, dolorosamente despacio, un grupo de personas que estaban cansados de dioses, pobreza, atraso y opresión, y se organizaron para conspirar contra los teócratas que los dominaban. Se fue creando una especie de secta de ateos que creían que el conocimiento, la cultura y la educación debían servir mejor al desarrollo del Hombre, antes que la plétora de dioses que habían causado tanta muerte, destrucción y desgracia.
¿Cómo se pudo salvar todo este tesoro de la destrucción? Probablemente solo se trató de pura suerte, pero lo importante es que, cuando se vieron a sí mismos suficientemente fuertes, dieron el vuelco y crearon una sociedad, al principio pequeña, dedicada a la recuperación del conocimiento, del estudio e investigación, que les hicieron prosperar mucho con respecto a otros grupos que seguían anclados al oscurantismo. Y, según fueron aprendiendo del conocimiento del pasado, fueron derrotando a los demás, pero no a través de la sangre y el odio, sino con el poder de convicción que les proporcionaba la prosperidad que lentamente iban adquiriendo. No fue una tarea fácil; fue como los dolores de parto de una nueva especie humana. Todavía abundaban los temores al castigo divino a aquellos que abandonaban la fe verdadera, fuera la que fuese en cada lugar aunque, más bien, se podría decir que el temor era a los que controlaban los designios de los dioses. Pero, a fin de cuentas, aquellos ateos, odiados por los que se aferraban a la tradición, fueron conquistando las simpatías de los que habían sufrido tanta pobreza y tantas calamidades. Y establecieron como fecha de origen de la nueva era, aproximadamente el inicio del siglo 24, según el cómputo antiguo. Realmente nadie se refería a esa época de renacimiento como siglo 24, sino que Kare se dio cuenta que fue un cálculo que hizo Kanja para hacerle más fácil la comprensión del momento histórico que cambió todo. Según ese cálculo, razonó, ahora deberían encontrarse a finales del siglo 7º de la nueva era, si es que habían vuelto a usar el inicio como siglo 1. Decidió averiguarlo, tomándose un descanso de su repaso por la Historia y vio que no era así. Realmente no contaban el tiempo por siglos, sólo lo hacían por años. Y averiguó que se encontraban en el año 691 desde el mítico descubrimiento del pequeño pastor de la Cueva del Conocimiento Antiguo. Así que se enteró que estaban en el 691 de la Era de la Nueva Luz. Curioso. Según le había contado Kanja, estaban en el equivalente a 2966 de su era, por lo que el inicio de la era corriente, se estimaba en el 2275.
5. Juego de palabras con referencia al disco “A Momentary Lapse of Reason”- Pink Floyd (1987)
To Kare's delight, the establishment that could be called a restaurant was outdoors. It was a kind of spectacular garden where you could choose if you wanted to be close to other diners or preferred privacy; they chose this second option. The night was very pleasant despite the dates they were supposed to be on, in late autumn, from what Kare had deduced the night before by the position of the constellations in the sky. The sky was beautiful, with no noticeable light pollution by the city lights. As Kanja had explained to him during the trip, the cities had most of the inhabited areas under the surface. That was why, when they arrived, they had not left the underground and had not seen the light of day. He found it somewhat sad that the population hid from the sun and the air as if they were ants, but it also had the positive side when contemplating the starry night. The evening was turning out to be a delight; Kare had had some qualms about thinking that the existence of 24-hour restaurants would cause people to have to work shifts at odd hours. But it was not like that: everything was controlled by robots, which did all the work. These were not humaniform robots like those in science fiction, but machines designed to perfection to do the tasks for which they had been built, without frills; only practicality counted. He actually found that they had come to a situation where no one had to work to make a living. If someone wanted to do some activity that they liked, they could do it without problems, but sustenance was assured for everyone. AIs controlled an incredibly efficient fleet of machines that served all the humans' needs. ‘Is it true that they have reached a leisure society without the associated problems?’ he thought. At first he was skeptical to believe it, without expressing it aloud, but he left a door open to the idea; after all, only a day ago he refused to believe time travel was actually possible, even though he had experienced it himself. The link he had with the Community of Minds helped him choose a dinner that was strange in appearance, but delicious in textures and flavors. He missed a little that alcoholic beverages did not exist at the time, but the flavors of what they drank were very pleasant and went well together with the food. The talk with Kanja was also great. Had it not been for the news that she had a girlfriend, or romantic partner, or whatever, was so recent, he would have considered the evening almost as an extraordinary romantic dinner. He was also aware that Kanja was enjoying his company. Well, from the beginning, he always found that they connected very well, even though he had misunderstood this, believing that she might harbor feelings towards him beyond simple friendship. But he did not want to spoil that great night with bad vibes. The present was the only important thing at that time; to be accompanied by the most wonderful woman he had ever met and both of them enjoying an extraordinary moment.
After dinner Kanja suggested that they go for a walk in the surrounding garden areas, which were quite extensive and designed with exquisite taste. Kare found it very strange to finish eating at the restaurant and not pay anything before leaving. She told him that the economy, as he knew it, no longer existed. It was not necessary to pay for anything, they contributed to society in different ways, each according to their preferences and abilities, but there was no accounting of what was done for society and what each individual took from it. They commented on the consequences of that system, with its advantages and disadvantages, and Kanja assured him that the system worked extremely well. Kare could not see cracks in her arguments, but something told him that this utopia could not be viable. But, once again, he remembered that before he had not believed it possible to travel in time.
For a while he pondered in silence about that whole social system, until he saw Kanja, also silent, looking up at the sky.
“Oh, sorry.” Kare said. “I'm so involved in my reflections that I don't pay any attention to you...”
"It doesn't matter, I understand. All this is too big a leap for you to assimilate in a while.”
“I’ll have time to reflect later. Tonight I don't want to stop paying attention to you.”
“Thank you.” She smiled. “There's something I want to ask you.”
“Of course, if a poor individual from ancient times can answer you.”
“Yes, for sure. Much better than any of this time. How are you able to know the sky? I only see bright dots...”
Kare stopped and looked at her in disbelief.
“Haven't you been taught to tell apart any constellations?”
Kanja shook her head.
“That’s weird!” He continued. “Not that it’s too common in my time either, but the most important, such as the bears5 , to know where the north is, are taught to children at school.”
“I can bet that now there must be no one who knows anything about those...”
“Constellations?”
“Yes, that, const... ellations. Keep in mind that most of our time is spent beneath the surface. From time to time, there are those who go up to enjoy the outdoors, but I think nobody pays too much attention to the sky.”
“I understand.” He commented sadly. “The truth is that in my time most people don't care about it either. It's a shame. But in times, which even I would consider ancient, humans needed to know the sky for real. Many had their lives in it.”
“And could you teach me how to tell apart some of those constellations?” Kanja asked.
“Well, I don't know all of them, but the most important ones that are seen at this time of year aren’t very difficult to tell apart.”
Little by little, he began to teach her the easiest ones, the way to go from one to another, the myths about each one, and some curiosities that he knew about them. Kanja looked at him enraptured, she enjoyed his explanations, which were educational and entertaining at the same time. He was moving from the north to the east little by little, and when he reached the east, he saw something that made him stop startled.
“What the fuck is that?” He asked without believing what he saw.
“Wow! You know a lot of stars and can't distinguish the Moon?”
Kare looked at her reproachfully.
“I know it's the Moon!” He said a little annoyed. “I mean that red thing in it.”
The Moon was rising at that time and looked huge in the sky, in its very advanced waning phase, so that it only looked like a fingernail. But what caught Kare's attention was a red light almost in the center of the lunar disk. It was actually in the part not illuminated by the sun, which made it even more remarkable than if it had been on a full moon.
“It's Lïmpa." Kanja said with a deep sigh.
“Lïmpa? What’s that?”
“It’s a colony where the Chosen Ones live. I hope one day to get there.”
“What's so good about it? The views? Low gravity?”
“No, it's something different. I'll explain it to you later...” She said in a slightly evasive way.
“I don't understand this mysterious tone.” He insisted. “Can it be related to something I have to face?”
Kanja looked at him, surprised at his shrewdness, but she hesitated for a moment.
“You see,” she began slowly, as if struggling between talking or being silent, “my chances that one day I can get there depend on your helping us in the project that you already know...”
Kare felt a little discouraged; he had forgotten why she had brought him there, almost by force. He felt manipulated again, but he could not help but think that she had helped him so much in that very different world and, in addition, on that special night, he felt a little vulnerable to anything she could ask of him.
“If you want it so much,” he said without stopping to think about it too much, “I’ll do everything possible to make your dream come true.”
Kanja changed her face, somewhat sad and dreamy at that moment, for a radiant smile, as Kare had never seen before. Suddenly she approached and kissed him on the mouth with incredible intensity.
After that, they returned, very late, to Kanja's flat. He hardly even noticed; he was floating after the kiss and his heart seemed it was going wild. When they got back, she wanted to offer him her bedroom to sleep in, but he refused it in a momentary lapse of reason6; saying that he would be comfortable on the sofa and that she should sleep in her bed.
As a goodnight farewell, she kissed him again briefly on the mouth, which ended up leaving him defenseless. When the lights faded, he believed that that night, or what little was left of it, he would be unable to fall asleep. Of course, he did not know the skills of his sofa.
***
When he woke up he had to make an effort to find out what was going on. The disorientation he felt repeatedly since he left his house, his time, was starting to make him nervous. It also bothered him that he was not able to tell what time it was. He got up impatiently and went to see if he could find Kanja. She was not in her bedroom nor did he see her anywhere in the small apartment. He felt a little sad for her absence, for not knowing where she could be at that moment and not knowing what he could do alone. He saw a light floating in the middle of the room where he was. He guessed it was something related to his ‘link’, but he did not know what he had to do. He approached the floating light cautiously and approached his hand with some apprehension. At that moment the three-dimensional image of Kanja suddenly appeared in the middle of the room, just as if she had been right there, frightening him. Kare thought she was like the genie in the lamp, though he realized what it was really about when she started talking. It was actually a message telling him affectionately, but annoyingly for him, that she had to leave him alone again and that she would not return until late. She also gave him instructions on how he could make his meals, selecting something in the link so that everything he wanted would appear at home. He could not help but think, briefly and sullenly, that what he really wanted was for her to be with him. She then told him that if he needed anything important from her, he was to use the link and look for her. What bothered him the most was the tone she used with him, as if he were a child.
Grumbling, he began to think about what the hell he could devote himself to on that day. Among unconnected thoughts, he was annoyed by the idea that Kanja would surely be with Niilja. Finally he made up his mind to do something useful with his time. He would wash up first, walking resolutely towards the supposed ‘bathroom’. This time he had the precaution, now that he had help in his link, to hide from view while he was naked and also kept a strip of simulated clothing within reach. When he finished, feeling clean, he ran his hand over his face and realized he needed a shave. But he did not know if he could get a razor and a mirror; nor soap and water and... Suddenly he remembered that what he really needed was that strange device that left his face as soft as a feather. He did not know how he would find it but decided to give it a try. It was not as difficult as he thought and instantly a he saw a signal lighting on one of the walls. He approached and there was the device, shiny, new. He was amazed at the efficiency of the system and applied it immediately. He ran his hand over his face, feeling extremely satisfied with the result. But then he thought it would not be bad to see himself in a mirror either. But that was much more difficult. It seemed that what he wanted was an archaic invention that was no longer used. However, he received the suggestion to use a ‘holoreflection’. In every home, he was reported, there was one of these things. He searched a little through the flat and found an indication in Kanja's bedroom. He brought his hand to the indicator, and a naked guy appeared in front of him. He was very startled and saw that this intruder did too; it was no wonder. But he quickly realized that the guy he was seeing was actually a hologram of himself. A little calmer, he sulked with himself. Despite having taken precautions in the ‘bathroom’ and having left a strip of clothing ready beforehand, the shaving affair had made him forget that he had not worn it yet. If someone had really shown up there, he would have been caught naked again. Even so, he remained intrigued with his holographic image and still did not dress. He watched carefully at the movements of the image as he moved and realized that it was not like a conventional mirror, where the reflected image makes it seem that there is a change from right to left and vice versa, but the symmetry made him see himself as if he were rotated 180 degrees. It was strange, but he would get used to it, he guessed. He began to make gestures and grimaces, as if he were a child, until he felt somewhat ridiculous. He leaned closer to see his freshly shaved face, or maybe better to say hair-removed, which was what he initially wanted a mirror for. And he came up with the happy idea of figuring out what the interaction with the image would be like if he got close enough to touch it. The trouble is that he did not act with a bit of common sense, but decided to slap to the hologram in the belief that his hand would pass through the void. He was wrong. He felt his hand come into violent contact with the image, but the worst thing was that he took a good smack from his counterpart. He put his hand to his aching face as he watched the same thing happen in front of him.
“How can I be such an asshole?” He shouted loudly.
At least, the one in front did not replicate him in the same way, it seemed that he was mute, gesticulated but could not be heard. He thought it would have been unpleasant to hear himself cacophonously speaking. And at that moment he realized that there was something like an options menu to use that thing. He found a mirror mode, in which he could see himself as in a traditional mirror, but what caught his attention the most was the frozen frame mode. He tried it and saw that the image appeared to be that of a completely realistic statue of himself. He walked around it, impressed by the detail, appreciating its usefulness. And he wondered if it could also be felt by touch. But this time he was somewhat more sensible and, while he was on the back of his image, he decided to touch lightly on the shoulder. When he did, his heart skipped a beat. He noticed someone tap him from behind on the shoulder. He jumped out of fright and turned to see who was there behind him and realized that the same thing was happening as in the previous situation. Not only did he have a sense of touch in his hand, but he also felt a hand, his hand in fact, over the part of the body he touched.
“This has to be great for scratching your back...” he said out loud.
But then it crossed his mind that someone could use that invention in another way, for sexual purposes. He immediately decided to turn off the hologram and, sulking, went to put on the clothing strip at once. He went to sit on the couch, feeling like a 12-year-old boy who has found porn in his father's drawer, or his older brother's.
After sitting for a while, his annoyance passed and he let his curiosity soar again. He remembered the message Kanja had left him that morning and wondered if it was produced by such a utility. He could not help himself and went back to the bedroom. He turned on the holoreflection again and looked at the options, looking for one to record messages. He found it, and what also attracted his attention was that he could see old recorded messages again. He did not want to snoop on previous messages, which were not his business, but he decided to see again the one that Kanja had left him. So, he pondered, he could look at her for a while, even if she was not with him. He played the message again and found a way to stop it. That was like having a statue of Kanja with total realism. He watched her for a while, walked around her and, coming back to the front, wondered if he could touch that image too as if it were solid. He reached out and touched her beautiful hair; then it was her face. Yes, the contact was also realistic. But in that instant he realized that he had screwed up. Too late. Before he had time to do anything, he saw how the part of the room in front of him changed its appearance. And, in front of him, Kanja appeared, in real time, with a worried face.
“Kare, is something wrong?”
“Me? Oh, no... It's just...” He babbled without finding an apology, hiding his hands behind his back and blushing.
Kanja narrowed her eyes and looked at him reproachfully.
“You've touched my hologram, right? I’ve felt it, first in my hair and then in my face.”
Kare did not know which way to turn.
“Sorry, I didn't know...”
“Be thankful it wasn't worse, my dear!” He heard a voice that seemed to come from behind Kanja. “He could’ve touched your ass!”
He recognized Niilja's voice in a mocking tone that outraged him. But he refrained from replying, just made an attempt to look behind Kanja and saw her in the background, sprawled out on something like a low armchair, cross-legged. Her face seemed to exude an absolute contempt for him, which was beginning to be a mutual feeling. He tried to ignore Niilja and only managed to awkwardly apologize and promise that he would not do it again.
When the communication was cut off he threw his hands to his face, indignant with himself and it made him want to scream. If he held back it was only because, who knows what would have happened if someone in the neighborhood heard him and got into a new mess; he had to tread carefully from now on. He felt clumsy, useless, truly like a naughty child who needs to be watched twenty-four hours a day. 'What a shame', he said to himself, 'what is Kanja going to end up thinking of me?'
He went back to the sofa. It seemed that this was his natural place; the less he moved, the less damage he could cause. But he could not stay there, idly by until Kanja came back. So he thought he could use his link to figure out things, in principle harmless. So he could investigate how had developed the History of Humanity in the last millennium, from his time to the moment he was living. He figured it would be fun and educational. It was not difficult for him to find a historical guide, in which he could even feel himself touring in person some of the scenarios of that History. He later realized that it would have been better not to undertake that search. It was absolutely depressing. Broadly speaking, he learned that, starting from his time, in the 21st century, the situation of overpopulation on Earth, the blatant social inequalities between rich and poor, the galloping environmental crisis with climate change, the difficulties for immigrants in rich countries, which led to violent actions on both parties, caused discontent among the most disadvantaged to lead to the dangerous siren songs of religious fanaticisms. But the worst thing was that, also among the rich, a similar fanaticism was growing, proclaiming the idea that divinity, whatever it was, favored the rich for being the chosen ones to rule the world. It was more of the same old story, except that the tensions were so unsustainable that the violence on both sides led the planet to the most absolute chaos. Death, absurd wars and mass executions, widespread destruction and starvation, disease, alienation of large human groups. The human population dropped to alarming levels. The most painful moments since the dawn of civilization were lived. The worst nightmares of science fiction dystopias fell short. The cultural recession that had been suffered in the Middle Ages was nothing, compared to the disasters experienced in the middle of the 21st century. Actually, the counting of the centuries that had been carried up to that moment, lost its meaning. Each faction, each group, had their dates, their calendars based on the revelations of the holy books that each one supported. The monuments of Antiquity, the archaeological treasure was systematically devastated until there was no stone left upon another. There were no more pyramids in Egypt, nor in Central America. No more Acropolis of Athens, no Taj Mahal, no Chinese Wall, no Eiffel Tower, no Statue of Liberty, no palaces, no cathedrals, no mosques, no synagogues, no temples, no notable buildings. Absolutely all of history was the object of the wrath of the fanaticized masses. The burning of books was followed by the destruction of everything that smelled of technology. Art was also considered a target of the destructive fanatics. The communications that led to the concept of the global village were beheaded, destroyed, burned. Means of transport that were not animal-drawn were eliminated, including roads, bridges, tunnels, everything was razed to the ground. A planet on fire. In short, civilization disappeared as it had been known in the last ten thousand years. Kare had to stop, get out of the link, out of breath, absolutely depressed. And, when he was able to react, it was only to cry like he had never done in his entire life.
It took hours for the grief to ease a bit. He had intended to begin researching the evolution of the physical and mathematical sciences, in order to fulfill what he had promised Kanja the night before, but he did not find himself in the spirit to try. He had not eaten all day, but he had such a knot in his stomach that he would find it impossible to eat anything. He thought a lot on the misfortune of having lost so much, until he came to the conclusion that there was something he did not quite understand. And hope arose in him. He still did not know how, but they had finally reached a wonderful world like the one he was in. Somehow, the pendulum of history had to have swung back in favor of imperfect humans. So he drew strength and decided to continue where he had left off. He wanted to get to the turning point where everything had started again, as if a clean slate had been made.
The groups, or tribes, he would not know how to define them, which were saved from the holocaust, were dominated by minuscule theocracies, where all the designs were dictated by the chosen ones of the local gods to rule and oppress the rest of each population. That lasted about two centuries. According to the old chronology, roughly until the end of the 23rd century. At some point in that period, a legend told that a malnourished boy, who herded some malnourished goats, in a remote and rather inhospitable place, found a lost access to a forgotten cave and found a hidden treasure. But it was not a treasure in the conventional sense. It turned out to be a refuge of the ancient knowledge of Humanity, before the Winter of Madness. This boy turned out to have the wisdom, or luck, to communicate his discovery to someone who happened to be just as prudent and wise, or lucky, as he was. And a group of people who were tired of gods, poverty, backwardness, and oppression, was created, little by little, painfully slowly, and organized themselves to conspire against the theocrats who dominated them. A kind of sect of atheists was created who believed that knowledge, culture and education should better serve the development of Humanity, rather than the plethora of gods who had caused so much death, destruction and misfortune.
How was all this treasure saved from destruction? It was probably just pure luck, but the important thing is that, when they saw themselves strong enough, they took a turn and created a society, at first small, dedicated to the recovery of knowledge, study and research, which made them prosper a lot with respect to other groups that were still clung to obscurantism. And, as they learned from the knowledge of the past, they defeated others, but not through blood and hatred, but with the power of conviction that the prosperity that they were slowly acquiring gave them. It was not an easy task; it was like the labour pains of a new human species. Still there were widespread fears of divine punishment to those who abandoned the true faith, whatever it was in each place, although, rather, it could be said that the fear was of those who controlled the designs of the gods. But, in the end, those atheists, hated by those who clung to tradition, were winning the sympathies of those who had suffered so much poverty and so many calamities. And they set as the date of origin of the new era, approximately the end of the 23th century, according to the old computation. No one really referred to that renaissance era as the 24th century, but Kare realized that it was a calculation Kanja made to make it easier for him to understand the historical moment that changed everything. According to that calculation, he reasoned, they should now be at the end of the 7th century of the new era, if they had gone back to using the beginning as the 1st century. He decided to find out, taking a break from his review of History and saw that they had not. They did not really count time in centuries, they just did it in years. And he found out that they were in the year 691 since the mythical discovery of the little shepherd of the Cave of Ancient Knowledge. So he found out that they were in 691 of the New Light Era. Curious. As Kanja had told him, they were in the equivalent of 2966 of their era, so the beginning of the current era was estimated at 2275.
6. Pun with reference to the album "A Momentary Lapse of Reason"- Pink Floyd (1987), actually a pun itself.
No hay comentarios:
Publicar un comentario