Capítulo 13Chapter 13

   Kare se quedó algo inquieto. Sin Kanja se sentía desamparado; todo aquello era tan extraño que le daba miedo hacer algo, o tocar algo, que provocase un desastre. No sabía qué hacer hasta que ella volviera. Había asegurado que tardaría poco, pero no podía estar seguro de lo que podía llevarle hacer ese… ¿trámite? Podían ser minutos o podía ser más de una hora. ¡A saber lo que ella consideraba poco tiempo! Miró a su alrededor y decidió sentarse a esperar en algo que tenía la pinta de ser un sofá. Al intentar sentarse no se acordó de la sensación que experimentaba cada vez que lo hacía en uno de aquellos asientos. Cuando se sintió flotar, instintivamente se incorporó como pudo, a toda velocidad.

–¡Vaya! –dijo en voz alta–. Parece que no me voy a acostumbrar nunca a esto.

  Pensó en volver a intentarlo, pero de momento no se sintió con ánimo. Vagó por el piso, husmeando, con las manos a la espalda para evitar la tentación de tocar nada que pudiese darle un disgusto.  Se sentía ridículo. Pero al llegar al cuadro donde estaba el supuesto baño, se animó. Aquello sí que sabía usarlo, y se le había dado bien hasta ese momento. Dudó un poco, pero decidió que podía darse una limpieza, aunque lo había hecho hacía poco, al salir del gravitúnel. Aquello no podía hacer daño a nadie. Así que se colocó en el cuadrado, cerró los ojos y abrió los brazos y sintió ese calor agradable que le indicaba que la limpieza hacía su función. Empezaba a cogerle el gusto y, aunque no era tan relajante como una ducha, aquello tenía su encanto. Pero de pronto se alarmó muchísimo al oír un ruido:

–¡Kanusa! ¡Adivina quién ha venido a verte!

  ¡Era la voz de una mujer! ¡Mierda! Y él estaba allí solo. Abrió los ojos espantado y casi le da un infarto al darse cuenta de que el efecto que tenían esas limpiezas era que la simulación de ropa desaparecía por completo. Estaba en pelotas justo cuando se había colado en el piso una extraña (para él). Con un ataque nervios colosal, no encontró nada que ponerse, ni siquiera una de las tiras que simulaban ropa. Y para colmo Kanja no le había enseñado cómo hacer para que no se lo viera cuando estaba en aquel simulacro de cuarto de baño. Pero si sus complejos ya eran lo bastante acusados, lo fueron aún más cuando vio que la mujer aparecía delante de él e iba también completamente desnuda. Instintivamente él se tapó los genitales con las manos.

–Y tú, ¿qué haces aquí? –dijo la mujer en tono severo. Dudó y luego corrigió–. O sea, ¿quién eres tú?

  Era una mujer joven, muy atractiva, bastante alta, delgada, con el pelo moreno muy largo que llevaba recogido en una trenza floja que le caía estratégicamente entre los pechos hasta donde, según la teoría de Tarlo, se revelaba que ese color de pelo debía ser natural. Kare se sobresaltó al parecerle que esa mujer le resultaba familiar, muy familiar. Pero no, no era posible. No podía conocer a nadie de ese momento, a parte de Kanja, claro.

–Yo… Soy Kare Osjin, un compañero de trabajo de Kanja –dijo terriblemente sofocado por la vergüenza.

–Hola, Kareosjin –respondió la mujer mientras jugaba con su trenza–. Yo soy… Niilusa. Así que compañero de trabajo de Kanja, ¿eh?

  Lo miró de arriba abajo, disfrutando descaradamente del pudor del pobre hombre, que comenzaba a sudar profusamente por la frente.

–Si, estooo… Yo… Vengo de lejos y… Voy a estar aquí unos días. Kanja me ha invitado, ¿sabes?

  Niilusa decidió que ya lo había torturado bastante y atravesó la estancia contoneándose hacia una estantería donde cogió una de las tiritas y se la tendió a Kare. Él se apresuró a ponérsela y peleó para elegir algo que lo tapase, pero con los nervios solo atinó a ponerse algo parecido a un albornoz. Niilusa esbozó una sonrisa malévola al ver la facha que tenía él y comentó:

–¿En ese lugar tan lejano del que vienes no sabéis hacerlo mejor?

–Sí, yooo… Estooo… –balbuceó Kare luchando por encontrar un diseño algo más presentable. Finalmente escogió algo parecido a lo que había visto a algunos hombres por los pasillos-calles de la ciudad.

  Ella lo examinó con un aire algo despectivo y enseguida se cubrió también, con un diseño parecido a un mono de plástico muy brillante y muy ajustado, que no hizo que él se sintiera mucho más relajado.

–Así que compañero de trabajo, ¿eh? Y, ¿qué es lo que haces exactamente en tu trabajo?

  Kare se sintió atrapado. No tenía ni idea de qué podía decirle. Ni siquiera sabía qué conocía esta mujer acerca de lo que hacía Kanja. De hecho, ni siquiera él lo sabía. Por suerte, antes de que pudiese decir ninguna tontería, escuchó ruido en la entrada. Niilusa se volvió repentinamente hacia la entrada mientras Kanja se quedaba parada con aspecto de estar sorprendida.

–¡Kanusa, mi amor! ¿Cómo no me avisaste de que volvías? Cuando percibí tu presencia me apresuré a venir a verte.

–¡Niilusa! Acabamos de llegar y…

  Niilusa no la dejó terminar. Se abalanzó sobre ella y la besó en la boca, de una forma que Kare consideró lujuriosa, mientras la agarraba por las nalgas. Kanja inicialmente estaba algo rígida, pero luego se relajó, llevando sus manos a los pequeños pechos de Niilusa. Kare empezó a pasarlo verdaderamente mal. Notó cómo su naturaleza masculina empezaba a hacer de las suyas y esperó que fuera cierto lo que le había contado Kanja sobre que, si él no quería, sus reacciones no serían visibles. Aquél beso duró bastante más de lo que le habría hecho sentirse mínimamente cómodo. Ya no sabía dónde mirar ni qué hacer con su rígido lenguaje corporal. Por fin, las dos mujeres separaron sus labios y se quedaron unos segundos mirándose muy de cerca. Luego, Niilusa se volvió frente a Kare y, sin dejar de tener cogida a Kanja por la cintura con un brazo, lo miró con una sonrisa que a él le pareció malévola. La mirada de Kare se fue luego hacia Kanja, que no parecía estar excesivamente cómoda en esta situación.

–¿Os conocéis ya? –preguntó Kanja, con algo de torpeza, intentando romper la tensión del momento.

–Oficialmente no –respondió Niilusa, soltando a Kanja y avanzando decidida hacia Kare.

  Él no sabía nada de las costumbres sociales de la época, pero al verla ir hacia él tan decidida pensó que tal vez el saludo del beso en la mejilla no había cambiado en tanto tiempo. Aproximó su cara a la de ella frunciendo los labios cuando sintió que ella lo agarraba firmemente por los testículos. Asustado, dio un salto hacia atrás, mientras la mujer también se asombraba de su comportamiento.

–Y a éste, ¿qué le pasa? –dijo volviéndose hacia Kanja, que no pudo reprimir una risa que duró hasta hacerla llegar a las lágrimas.

  Kare, una vez más, estaba intensamente ruborizado. No comprendía qué había pasado, qué había hecho mal. Cuando Kanja fue capaz de controlarse se acercó a él y, pasándole la mano por encima de los hombros, le dijo:

–No es de buena educación hacer lo que haces, ¿sabes? La costumbre cuando te presentan a alguien es colocar la mano en la zona genital de quien te presentan. ¡Anda! Preséntate como es debido.

  Kare miró a Kanja con los ojos fuera de las órbitas. No estaba muy seguro de si aquello era una broma de mal gusto o si realmente se hacía como le decía. Con mucha timidez se acercó a la mujer y se tocaron mutuamente sus partes. Niilusa lo miraba fijamente con una mirada inquietante, que parecía escudriñarlo hasta lo más profundo.

–Encantada, Kareosjin –dijo con una sonrisa retorcida.

–Lo mismo digo, Niilusa –respondió él con un hilo de voz.

  Kanja enarcó las cejas, sorprendida.

–¡Vaya! ¡Qué familiaridades!

  Kare no tenía ni idea a qué se podía referir y miró con cara de besugo. Kanja se dio cuenta entonces de la sorpresa de él.

–Es que Niilusa lo uso solo yo, como apelativo cariñoso, igual que ella me llama Kanusa, ¿sabes?

–Yo…, no sabía…, lo siento.

  Las dos mujeres se rieron y él se sintió muy acobardado, con un sentimiento de inferioridad que empezaba a hacerle mucha mella.

–No te preocupes –dijo Niilusa, o como se llamara realmente–. La culpa es mía. Yo le dije que me llamaba así.

–Se llama Niilja –aclaró Kanja.

  Niilja hizo el amago de volver a agarrarlo pero, a medio camino, se volvió atrás haciéndole ver que era solo una broma perversa para hacerle pasar otro mal rato.

  Las dos mujeres se fueron al dormitorio, mientras Kare se quedó sentado en el sofá de sus suplicios. No terminaba de estar a gusto en él, pero no tenía muchas alternativas. Desde allí no escuchaba más que un cuchicheo de las dos mujeres, pero se notaba por el tono que debían estar discutiendo, presuntamente por su culpa. No quería prestar atención, pero de vez en cuando percibía algunas expresiones, como: “¿No te das cuenta que esto no se verá bien?” por parte de Niilja o, lo que le dolió más, cuando Kanja dijo: “No te preocupes. Dentro de unos días me deshago de él”. En ese momento Kare no quiso escuchar nada más y, como un niño, se echó hacia delante, se tapó los oídos con las manos y cerró los ojos con fuerza.

  Cuando las mujeres salieron del dormitorio, se lo encontraron de esa guisa. Kanja se acercó y le agitó el hombro. Él se sobresaltó un poco.

–¿Te pasa algo? –preguntó Kanja preocupada.

–No, no, nada –respondió en voz baja.

–Mira, cielo –siguió ella–, tengo que salir un poco con Niilja. Tengo que dejarte un ratito solo, ¿vale? No tardaré mucho, y luego te llevaré a comer por ahí.

  Le dio un beso en la cabeza y se dio la vuelta para marcharse con Niilja.

  Cuando se quedó solo, Kare estaba que echaba humo. Comenzó a hablar en voz alta, aunque estaba solo.

–Pero, ¿qué se ha creído que soy? ¿Un niño? ¿A qué viene ese tono, como si fuese idiota? ¿Y ese beso en la cabeza? ¿Qué estás haciendo aquí, Kare Osjin? Si tuviera la más mínima idea de cómo volver a casa los mandaría a todos a la mierda y me iría ahora mismo.

  Se echó hacia atrás y se tapó la cara con las manos.

–Así que era eso… –continuó hablando–. Tiene una novia. Por eso no quería enredarse conmigo. Pero, ¡qué capullo puedo llegar a ser! Y la otra bruja… Son dos puñeteras brujas. ¡Si hasta sus nombres se parecen sospechosamente! ¡Niilja y Kanja! ¡Kanja y Niilja!

  Se calló un rato, asustado por sensaciones que le llegaban como oleadas.

–Un momento… ¿De qué me suena ésa?

  Se le pasó por la mente una idea, que alternativamente le parecía clara y, al poco, la desechaba por imposible.

–No, no es posible. Me recuerda a… –le costaba hasta atreverse a decir su nombre–. ¡Neila! ¡No, no, no, no! Aunque… Su cara es algo diferente pero se parece. Su pelo también es negro, aunque Neila lo lleva corto. Su nombre es tan parecido... Su voz, sus gestos de mandona.

  Y por fin llegó a lo que le asustó de veras.

–Su cuerpo… ¡Es idéntico!

  Pero siguió obstinado negando sus impresiones.

–No –repitió–, Neila es más baja…, creo. Es solo una maldita coincidencia. Hay muchas personas que tienen parecidos increíbles y éste es el caso.

  Y de pronto sus ojos se abrieron tanto que podían habérsele caído al suelo.

–¡Mierda! ¡No! ¡Mierda, mierda, mierda! ¿Cómo pudo hablar en mi idioma en este sitio, en este tiempo?

  Comenzó a tiritar intensamente y de repente comenzó a sentir mucho frío. Se agarró los brazos intentando contenerse y, al ver que no lo lograba, decidió acostarse un poco en el sofá, a ver si lograba calmarse un poco y recuperar la razón. Pero no contaba con las propiedades somníferas de aquel invento y  se quedó profundamente dormido casi al instante.

***

  Cuando despertó, se sintió muy desorientado. Le pasaba siempre desde que habían empezado el viaje. Cuando consiguió recordar dónde estaba, no fue capaz de saber cuándo. En términos generales sabía el año, pero lo difícil era saber la hora. Sin ventanas, ni ninguna referencia a la vista, era imposible averiguarlo. Se incorporó un poco y creyó que seguía solo. Supuso que no habría pasado mucho tiempo desde que se había dormido. Pero entonces escuchó algo de ruido. Un poco asustado por la posibilidad que hubiera alguien más allí que no conocía, preguntó en voz alta:

–¿Kanja? ¿Estás ahí? –notó cómo su voz temblaba.

  Enseguida apareció ella sonriendo y se fue a sentar a su lado mientras él seguía solo parcialmente incorporado.

–¡Vaya! ¿Ya despertaste?

–Sí, parece que me he quedado un poco traspuesto.

–¿Un poco? –se rio ella–. ¿Sabes qué hora es?

–Es difícil saberlo aquí. ¿Es tarde ya para comer?

–¡Es tarde para cenar! ¡Hay que ver qué dormilón me has salido! Pero no importa, podremos encontrar algún sitio donde comer algo.

–Yo… Lo siento. Tendrás hambre. Me podías haber despertado.

–No te preocupes –dijo ella llevando una mano al pelo de él–. En los últimos días has pasado por demasiadas cosas y necesitabas una tregua. Además, he picado algo por ahí.

  Entonces, ella intensificó su sonrisa.

–Pero, antes de salir, te he traído algo que te va a gustar, ¿sabes?

–¡Ah!, ¿sí? –dijo él sin saber qué podía ser.

  Ella lo ayudó a sentarse bien, se sentó pegada a él y le mostró la mano abierta, donde él no pudo ver nada. Se quedó mirando como un bobo, sin saber cómo debía reaccionar. Al ver que él no se daba cuenta, ella señaló con un dedo en el centro de la palma. Kare se acercó mucho y distinguió un punto diminuto, pero no tenía ni idea de qué se podía tratar. La miró fijamente y ella volvió a reír.

–Espera, primero te pongo esto mientras te hablo y, cuando lo tengas colocado, notarás la diferencia.

  Kare no sabía a qué demonios podía referirse. Ella empezó a hablar en una jerigonza indescifrable mientras le giraba la cabeza hacia el lado opuesto a donde estaba ella y le colocaba detrás de la oreja lo que llevaba en la mano. Instantáneamente Kanja continuó hablando de forma inteligible.

–Es por ello que la locura de los hombres, que los había llevado a la destrucción, fue seguida por la luz de una nueva era que acababa de comenzar, para goce de las generaciones venideras…

–¿Qué dices? –preguntó Kare extrañado.

–¿Qué pasa? –Kanja hizo que él volviera a girarse a su posición normal–, ¿no funciona?

–¿No funciona?, ¿el qué?

  Entonces Kanja cambió la cara de extrañeza por una sonrisa intensa.

–Sí, sí funciona. Es solo que eres muy lento.

–Pero, ¿me quieres decir qué estás haciéndome? –se estaba poniendo nervioso.

–A ver, cariño, ahora mismo me entiendes, ¿no?

–Eeeh… Sí, claro –dijo él sin saber adónde quería ella llegar a parar.

–Y hace un ratito, no. ¿Verdad?

–Pues no, hablabas muy raro –reconoció él.

–Pues te estoy hablando en el mismo idioma…

  Kare todavía se tomó unos segundos para llegar a comprender.

–¡Aaaah! –dijo abriendo mucho los ojos–. ¡Es un babelfish! ⁴   ¡Lo habéis inventado por fin!

–No sé qué es eso, un… babelfish, pero supongo que ya te has dado cuenta de lo que es.

–Y si yo hablo, ¿se me entiende como si hablase vuestro idioma?

–De eso se trata. Entiendes cualquier idioma y eres capaz de ser entendido, hables lo que hables.

–¡Es maravilloso! –estaba contentísimo. Había olvidado momentáneamente la congoja que había sentido antes.

–Pero esto no es todo… –dijo Kanja enigmáticamente.

–¡Ah! Pero, ¿hay más? –él estaba realmente intrigado.

–Puede que al principio no lo domines del todo, pero ya verás cómo te gusta.

–Pero, ¿qué es? –Kare empezaba a impacientarse.

–Ya tenemos la “licencia” para que estés conectado. Pero úsalo bien; si haces algo indebido o ilegal, me puedes meter en un lío. Oficialmente es mi patrón mental el que se reconoce.

–Ni siquiera sé lo que es ilegal en este tiempo, pero iré con cuidado. Espero no meter la pata. ¡Muchas gracias por todo! –dijo, abrazándose a ella con fuerza.

–Bueno –respondió Kanja cuando se separaron del abrazo–, todavía no tienes que dármelas, a lo mejor no te gusta…

–No importa –siguió él–. Me basta con saber que estás haciendo todo lo posible para que yo me adapte a este ambiente tan raro para mí.

–Ahora, te enseñaré los rudimentos básicos y luego vamos a ver si nos dan de cenar en algún sitio, ¿vale?

  Kanja fue explicándole cómo entrar en la Comunidad de Mentes y cómo usar sus herramientas. A decir verdad, resultaba todo muy sencillo e intuitivo y enseguida le cogió el truco. Al tiempo, le servía para utilizar todo lo que le habían parecido inventos extraños y maravillosos del 24, de una manera mucho más sencilla. Lo que antes le costaba un considerable esfuerzo de concentración, como las tiras de simulación de ropa, por poner un ejemplo, ahora resultaban increíblemente fáciles de usar. Básicamente se trataba de una sencilla interfaz, parecida a lo que en su tiempo era una realidad aumentada, con una diferencia importante: ahora no necesitaba ningún dispositivo, como un teléfono o computadora, que sirviese de intermediario; ahora percibía la realidad aumentada como si fuera una realidad… real. Incluso le enseñó cómo elegir un lugar donde podrían ir a cenar a continuación. Se dio cuenta que no había en estos lugares, equivalentes a restaurantes, unos horarios definidos para acudir. Eran sitios abiertos las 24 horas y en los que te podían servir lo que te apeteciera, sin importar la hora a la que fueses. Había tanta variedad de lugares en las cercanías que a él le hubiera costado decidirse, por lo que Kanja sugirió el lugar. Kare, aprovechando el mundo de información que tenía ahora a su alcance, vio que no estaba precisamente cerca de donde estaban. Pero Kanja le aseguró que no tenía que preocuparse.

  Pero la verdadera impresión la recibió al salir del apartamento. Lo que anteriormente había sido una serie monótona de pasillos blancos, todos muy parecidos, sin ninguna característica que resultase apreciable, o referencias para orientarse, ahora era un prodigio de colores, texturas, informaciones sobre los lugares y ayudas de cualquier tipo por todas partes. Los lugares donde antes aparecían misteriosamente huecos en paredes ahora estaban perfectamente señalados. Incluso, si el aspecto del entorno no era de su gusto, existía una innumerable lista de entornos para elegir. Pero a Kare le encantó el que encontró por defecto y decidió dejarlo tal como estaba. Se dirigieron al transporte público que habían usado antes para llegar y surgieron indicaciones muy claras del camino a seguir para llegar al destino deseado, de manera bastante más fiable que los navegadores de su época. El paseo no resultaba cansado, al abundar las pasarelas móviles si no se deseaba caminar, pero también se podía andar si se prefería hacerlo. Al entrar en el “metro” todas las indicaciones eran claras: cuándo tenían que esperar, las entradas y salidas a las lanzaderas y los accesos desde éstas al “pasillo central”. Una vez allí también encontraban información sobre los lugares por donde pasaban, si se deseaba, aunque no fuera el destino requerido. En suma, el viaje podía ser muy ameno y también podían tener durante el recorrido multitud de entretenimientos de todo tipo para hacer el trayecto agradable. Estaba disfrutando tanto, que le sorprendió haber llegado a su destino mucho más rápido de lo que había pensado.

4. Invento procedente de La Guía del Autoestopista Galáctico – Douglas Adams (1979)

Kare was somewhat uneasy. Without Kanja he felt helpless; everything was so strange that he was afraid to do something, or touch something, that would cause a disaster. He did not know what to do until she would come back. She had assured that it would not take long, but he could not be sure what it could take her to do that... procedure? It could take minutes or it could be more than an hour. Who knows what she considered a short time! He looked around and decided to sit down and wait on something that looked like a sofa. When trying to sit down, he did not remember the sensation he experienced every time he did it in one of those seats. When he felt himself floating, he instinctively sat up as he could, at full speed.

“Wow!” He said out loud. “It seems that I’ll never get used to this.”

He thought about trying again, but at the moment he did not feel like it. He wandered about the flat, snooping, hands behind his back to avoid the temptation to touch anything that might make him get in a trouble. He felt ridiculous. But when he arrived at the square zone where the supposed bathroom was, he made up his mind. He knew how to use that, and he had been good at it so far. He hesitated a little, but decided that he could clean himself, even though he had done so recently, coming out of the gravitunnel. That could not hurt anyone. So he stood in the square, closed his eyes and opened his arms and felt that pleasant warmth that indicated that cleaning was doing its job. He was beginning to like it and, although it was not as relaxing as a shower, it had some charm. But suddenly he was very alarmed to hear a noise:

“Kanusa! Guess who's come to see you!”

It was a woman's voice! Shit! And he was there alone. He widened his eyes in horror and almost had a heart attack when he realized that the effect of those cleanings was that the simulation of clothes disappeared completely. He was naked just when a stranger (to him) had sneaked into the apartment. With a colossal nervous breakdown, he found nothing to wear, not even one of the strips that simulated clothing. And to top it off, Kanja had not taught him how to keep from being seen when he was in that mock bathroom. But if his complexes were already strong enough, they were even more so when he saw that the woman appeared in front of him and was also completely naked. Instinctively he covered his genitals with his hands.

“What are you doing here?” The woman said sternly. She hesitated and then corrected. “I mean, who are you?”

She was a very attractive young woman, quite tall, thin, with very long dark hair that she wore in a loose braid that fell strategically between her breasts to where, according to Tarlo's theory, that hair color was shown to be natural. Kare was startled as it seemed to him that this woman was familiar, very familiar. But no, it was not possible. He could not know anyone at that time, other than Kanja, of course.

“I... I'm Kare Osjin, a co-worker of Kanja's.” He said terribly suffocated by embarrassment.
“Hello, Kareosjin.” Replied the woman as she played with her braid. “I’m... Niilusa. So Kanja's co-worker, huh?”

She looked at him up and down, brazenly enjoying the shyness of the poor man, who was beginning to sweat profusely from his forehead.

“Yes, um... I... I come from far away and... I'm going to stay here for a few days. Kanja has invited me, you know?”

Niilusa decided that she had already tortured him enough and went through the room swaying her hips sensually towards a shelf where she picked up one of the cloth strips and held it out to Kare. He hurried to put it on and struggled to choose something to cover him, but nervously he only managed to put on something similar to a bathrobe. Niilusa smiled evilly at the look he had and commented:

“In that faraway place you come from, don't you know how to do better?”
“Yes, I... Err...” Kare babbled, struggling to find a somewhat more presentable design. He finally chose something similar to what he had seen wearing to some men in the corridors-streets of the city.

She scrutinized him with a somewhat contemptuous air, then quickly covered herself too, in a very shiny, tight-fitting plastic bodysuit-like design, which did not make him feel much more relaxed.

“So co-worker, huh? And what exactly do you do at work?”

Kare felt trapped. He had no idea what to tell her. He did not even know what that woman knew about what Kanja did. In fact, not even he knew. Luckily, before he could say any nonsense, he heard noise in the doorway. Niilusa suddenly turned towards the entrance while Kanja stood there looking shocked.

“Kanusa, my love! How didn’t you let me know that you were coming back? When I sensed your presence I hurried to come and see you.”
“Niilusa! We have just arrived and...”

Niilusa did not let her finish. She throw on her and kissed her on the mouth, in a way That Kare thought was lustful, as she grabbed her by the buttocks. Kanja was initially somewhat stiff, but then relaxed, bringing her hands to Niilusa's small breasts. Kare began to have a really bad time. He noticed how his masculine nature was beginning to do its thing and hoped that what Kanja had told him was true about how, if he did not want to, his reactions would not be visible. That kiss lasted much longer than it would have made him feel minimally comfortable. He no longer knew where to look or what to do with his ‘stiff’ body language. At last, the two women parted their lips and stood for a few seconds looking at each other closely. Then Niilusa turned to face Kare and, while still holding Kanja around her waist with one arm, looked at him with a smile that seemed malevolent to him. Kare's gaze then went to Kanja who did not seem to be overly comfortable in that situation.

“Do you know each other yet?” Kanja asked, a bit awkwardly, trying to break the tension of the moment.
“Not officially.” Replied Niilusa, letting go of Kanja and moving decisively towards Kare.

He didn't know anything about the social customs of the time, but seeing her go towards him so determined he thought that maybe the greeting of the kiss on the cheek had not changed in so long. He brought his face closer to hers pursing his lips when he felt her grasping him tightly by the testicles. Startled, he jumped back, while the woman was also amazed at his behavior.

“What’s wrong with this one?” She said turning to Kanja, who could not suppress a laugh that lasted until she came to tears.

Kare, once again, was intensely blushing. He did not understand what had happened, what he had done wrong. When Kanja was able to control herself, she approached him and, running her hand over his shoulders, told him:

“It isn’t polite what you do, you know? The custom when you’re introduced to someone is to place your hand in the genital area of the person you’re being introduced to. Come on! Introduce yourself properly.”

Kare looked at Kanja with wide eyes. He was not quite sure if that was a bad joke or if it was really done as she said. Very shyly he approached the woman and they touched each other's privates. Niilusa was staring at him with an unsettling gaze, which seemed to scrutinize him to the core.

“Pleased to meet you, Kareosjin.” She said with a twisted smile.
“Pleased to meet you, Niilusa.” He replied in a whisper.

Kanja raised her eyebrows in surprise.

“Wow! What familiarities!”

Kare had no idea what she was referring to and glared at her dumbfounded. Kanja then realized his surprise.

“Only I call her Niilusa, as an affectionate nickname, just like she calls me Kanusa, you know?”
“I..., I didn't know..., I'm sorry.”

The two women laughed and he felt very cowed, with a feeling of inferiority that was beginning to take its toll on him.

“Don't worry.” Said Niilusa, or whatever her real name was. “It's my fault. I told him it was my name.”
“Her name’s Niilja.” Kanja explained.

Niilja made the trick of grabbing him again but, halfway there, she turned back making him see that it was just a wicked prank to make him have another hard time.



The two women went to the bedroom, while Kare remained seated on the sofa. He did not quite feel comfortable in it, but he did not have many alternatives. From there he heard nothing but a whisper from the two women, but he could tell by the tone that they must be arguing, presumably because of him.
He did not want to pay attention, but from time to time he caught some expressions, such as, “Don't you realize this won't be approved?” from Niilja or, what hurt him the most, when Kanja said, “Don't worry. In a few days I’ll get rid of him.” At that moment Kare did not want to hear anything else, and like a child, he leaned forward, covered his ears with his hands, and closed his eyes tightly.

When the women came out of the bedroom, they found him that way. Kanja walked over and shook his shoulder. He was a little startled.

“Is something wrong with you?” Kanja asked worriedly.
“No, no, nothing.” He replied quietly.
"Look, honey," she continued, "I have to go out a bit with Niilja. I have to leave you alone for a little while, okay? It won't take long, and then I'll take you out to eat.”

She kissed him on the head and turned around to leave with Niilja.


When he was left alone, Kare was fuming mad. He began to speak loudly, although he was alone.

“What does she think I am? A child? What's with that tone, as if I were an idiot? And that kiss on the head? What are you doing here, Kare Osjin? If I had the slightest idea how to get back home I'd tell them all to fuck off and I’d leave right now.”

He leaned back and covered his face with his hands.

“So that was it…” He continued. “She’s got a girlfriend. That's why she didn't want to get involved with me. What an asshole I am! And the other witch... They are two witches. Even their names look suspiciously alike! Niilja and Kanja! Kanja and Niilja!”

He fell silent for a while, frightened by sensations that came to him alternatively like waves.

“Wait a minute... Why does that one sound familiar to me?”

An idea crossed his mind, which alternately seemed clear to him and soon he dismissed it as impossible.

“No, it's not possible. She reminds me of...” It was hard for him even daring to say her name. “Neila! No, no, no, no! Although... Her face is somewhat different but she looks alike. Her hair is also black, although Neila wears it short. Her name is so similar... Her voice, her bossy airs.”

And he finally got to what really scared him.

“Her body... It's identical!”

But he remained stubborn in denying his impressions.

“No,” he repeated, “Neila’s shorter..., I think. It's just a fucking coincidence. There are many people who have incredible resemblances and this must be the case.”

And suddenly his eyes widened so much that they could have fallen to the ground.

“Fuck! No! Shit, shit, shit! How was she able to speak in my language in this site, in this time?”

He began to shiver intensely and suddenly began to feel very cold. He grabbed his arms trying to control himself and, seeing that he could not do it, he decided to lie down a little on the sofa, to see if he could calm down a bit and recover his reason. But he did not have in mind the sleeping properties of that invention and fell asleep almost instantly.

***

When he woke up, he felt very disoriented. It always happened to him since they had started the trip. When he managed to remember where he was, he was not able to tell when. Generally speaking, he knew the year, but the difficult thing was to know the time of the day. Without windows, or any reference to sight, it was impossible to find out. He sat up a little bit and thought he was still alone. He guessed that it had not been long since he had fallen asleep. But then he heard some noise. A little frightened by the possibility that there was someone else there he did not know, he asked aloud:

“Kanja? Are you there?” He noticed how his voice trembled.

She immediately appeared smiling and went to sit next to him while he was still only partially sat.

“Wow! Have you woken up yet?”
“Yes, it seems that I dozed off a little bit.”
“A little bit?" She laughed. “Do you know what time it is?”
“It's hard to tell here. Is it too late for lunch?”
“It's late for dinner! It’s incredible what a sleepyhead you’ve turned out to be! But it doesn't matter, we can find somewhere to eat something.”
“I... I’m sorry. You must be hungry. You could’ve woken me up.”
“Don't worry.” She said, running a hand through his hair. “In the last few days you have been through too much and needed a truce. Also, I've grabbed a snack out there.”

Then, her smile intensified.

“But before we leave, I've brought you something you're going to like, you know?”
"Oh, yeah?” He said without knowing what it could be.

She helped him sit up completely, sat close to him and showed him her open hand, where he could not see anything. He stared like a fool not knowing how he should react.Seeing that he did not realize, she pointed a finger at the center of her palm. Kare got very close and distinguished a tiny dot, but he had no idea what it could be about. He stared at her and she laughed again.

“Wait, first I put this to you while I'm talking to you and, when you have it on, you’ll notice the difference.”

Kare did not know what the hell she could refer to. She began to speak in an indecipherable gibberish as she turned his head to the side opposite to where she was and placed behind his ear what she was carrying in her hand. Instantly Kanja continued to speak intelligibly.

“That is why the madness of men, which had led them to destruction, was followed by the light of a new era that had just begun, for the joy of generations to come...”
“What are you saying?” Kare asked in surprise.
“What's going on?” Kanja made him turn back to his normal position. “Doesn't it work?”
“What doesn't work?”

Then Kanja changed the look of surprise for an intense smile.

“Yes, it does work. It's just that you are so slow.”
“Will you tell me what you're doing to me?” He was getting nervous.
“Let's see, honey, right now you understand me, don't you?”
“Uhhh... Yes, of course.” He said without knowing where she wanted to get to.
“And a little while ago, you didn’t. Right?”
“Well, no, you were talking very weird.” He acknowledged.
“Well, I'm speaking to you in the same language...”

Kare still took a few seconds to understand.

“Ahhh!” He said, opening his eyes wide. “It's a babelfish! ⁴  You’ve finally invented it!”
“I don't know what that is, a... babelfish, but I guess you've already figured out what it is.”
“And if I speak, can I be understood as if I spoke your language?”
“That's what it's all about. You understand any language and you’re able to be understood, whatever you speak.”
“It's wonderful!” He was very happy. He had momentarily forgotten the grief he had felt before.
“But that's not all.” Kanja said enigmatically.
“Ah! Is there more?” He was really intrigued.
“You may not master it completely at first, but you'll see how you like it.”
“But what is it?” Kare was starting to get impatient.
“We already have the ‘license’ for you to be linked. But use it well, if you do something improper or illegal, you can get me in trouble; officially it is my mental pattern what is recognized.”
“I don't even know what’s illegal these days, but I’ll be careful. I hope I don't screw up. Thank you so much for everything!” He said, hugging her tightly.
“Well,” Kanja replied when they separated from the hug, "you still don't have to thank me, maybe you don't like it...”
“It doesn't matter.” He continued. “It’s enough for me to know that you’re doing everything possible for me to adapt to this environment so strange for me.”
“Now, I'll teach you the basics and then we’ll see if we can have dinner somewhere, okay?”



Kanja was explaining how to enter the Community of Minds and how to use its tools. To tell the truth, everything was very simple and intuitive and he immediately got the hang of it. At the same time, it served him to use everything that had seemed strange and wonderful inventions of the 24th, in a much simpler way. What used to take him a considerable concentration effort, such as the clothing simulation strips, for example, were now incredibly easy to use. Basically it was a simple interface similar to what in his time was an augmented reality, with one important difference: now it did not need any device, such as a phone or computer, to serve as an intermediary; now he perceived augmented reality as if it were a... real reality. She even taught him how to choose a place where they could go for dinner next. He realized that there were no defined meal times to go in these places, equivalent to restaurants. They were 24-hour places where they could serve you whatever you wanted, no matter what time you went. There was such a variety of places nearby that he would have had a hard time deciding, so Kanja suggested the place. Kare, taking advantage of the world of information he now had at his fingertips, saw that it was nowhere near to where they were. But Kanja assured him that he did not have to worry.



But the real shock came when they left the apartment. What had previously been a monotonous series of white corridors, all very much the same, without any discernible features, or references to orient oneself, was now a wonder of colors, textures, information about the places and advices of any kind everywhere. The places where once mysteriously gaps appeared in walls were now perfectly marked. Even if the look of the environment was not to your liking, there was an endless list of environments to choose from. But Kare loved the one he found by default and decided to leave it as it was. They went to the public transport they had used before to get there and very clear indications emerged of the way to follow to reach the desired destination, much more reliably than the sat nav systems of his time. The walk was not tiring, as there were many moving walkways if you did not want to walk, but you could also stroll if you preferred to do so. When entering the ‘Subway’ all the indications were clear: when they had to wait, the entrances and exits to the shuttles and the accesses from them to the ‘central corridor’. Once there they also found information about the places where they passed, if desired, even if it was not the required destination. In short, the trip could be very enjoyable and they could also have during the trip a multitude of entertainments of all kinds to make the journey pleasant. He was enjoying himself so much, that he was surprised to have reached their destination much faster than he had thought.


4.  Invention from “The Hitchhiker's Guide to the Galaxy” – Douglas Adams (1979)