Capítulo 12Chapter 12

   Kare estaba boquiabierto; delante de él había un espectáculo que no podía haber imaginado. Estaban en una pasarela que rodeaba un espacio inmenso, lleno de gente que iba de un lugar a otro, pero sin las prisas que él estaba acostumbrado a ver. Había distintos niveles unidos por rampas, dentro de una especie de enorme plaza, parecida al interior de un huevo, que le recordó vagamente a los centros comerciales de su tiempo. Le llamó poderosamente la atención que, aunque las instalaciones eran del inevitable color blanco omnipresente, la apariencia de la gente no podía ser más colorida. Ropajes multicolores, o simulación de ropaje supuso, hacían que el aspecto de todo fuese increíblemente alegre. Incluso vio que en muchas personas, especialmente los jóvenes, los diseños eran animaciones, muy diversos e imaginativos. También se quedó sorprendido cuando se dio cuenta de que tal cantidad de personas tendrían que haber producido un ruido mucho mayor que el que estaba percibiendo. No supo discernir si la estructura del lugar y sus cualidades acústicas provocaban que el ruido se dispersase o que hubiera una tecnología desconocida para él, como la de la luz “fantasma”, que convertía toda la algarabía en un leve murmullo. Se quedaron un buen rato junto a una barandilla observándolo todo, hasta que miró a Kanja, que no le quitaba ojo, con una sonrisa feliz en la boca.

–¿Qué te parece la primera impresión? –dijo ella.

–Es alucinante –reconoció Kare.

–Pues esto no es nada. Tienes que ver muchas cosas más. Vamos, te llevaré a casa. Después de un viaje tan largo querrás descansar un poco.

–¿A casa? –preguntó intrigado.

–Sí, a mi casa. De momento serás mi invitado. No es un sitio muy grande, pero verás cómo te gusta.

  A él le gustó la idea de ser el invitado de Kanja. Hasta entonces no se le había ocurrido pensar dónde iba a alojarse. Claro, que no tenía ni idea de las costumbres sociales de ese momento. Pero se alegró de no verse obligado a estar metido en un hotel, o un albergue, o lo que quisiera que tuviesen en esa época, solo y rodeado de cosas que no comprendía.

  Bajaron al centro de la “plaza” por una pasarela que, aunque no era visible ningún mecanismo móvil, tenía un funcionamiento análogo al de los pasillos mecánicos de su época. Al ir a subir a una de estas rampas le dio miedo hacer alguna tontería y quedar en ridículo delante de tanta gente. Temía que fuese parecido a las camas o sofás en las que se flotaba y a los que tanto le costó adaptarse. ¿Y si sentía la necesidad imperiosa de agarrarse a las barandillas, o a Kanja, por miedo a caerse? O, lo que era peor, ¿si se caía, provocando el regocijo de la gente alrededor? ¡Mierda! Se sentía de nuevo como un hombre del medievo que fuera a subirse a unas escaleras mecánicas. Pero resultó no ser tan difícil como había temido. Incluso, reflexionó, era más fácil usar estas pasarelas que las equivalentes de su tiempo. Miró a Kanja con una sonrisa nerviosa y ella le preguntó:

–¿Va todo bien?

–Sí, de primera –mintió.

  Aun así, ella decidió agarrar su brazo para que se sintiese más cómodo y, en el fondo, él lo agradeció.

  Al llegar al nivel más bajo se dirigieron a uno de los extremos donde había un grupo de personas, no muy grande, que entraban por grupos por una puerta que se abría tras cierto intervalo corto de tiempo. No tuvieron que esperar demasiado para que les llegara el turno, entraron con un grupo de unas ocho a diez personas. Esperaron unos diez segundos y se abrió otra puerta y entraron a una especie de pasillo en el que no se veía el fin. La gente se sentaba en bancos en los laterales del pasillo o paseaba lentamente por él, pero curiosamente, todos lo hacían en el mismo sentido. Kare no entendía nada.

–¿Qué es esto? –preguntó.

–Para que lo entiendas, es como el metro.

–¿El metro? Pero, ¿qué hace tanta gente sentada en los pasillos…?

  Kanja sonrió ante la confusión de él.

–No lo has entendido. Estamos en el “vagón”.

–¿Qué? ¿Esto se mueve?

–Sí, y bastante rápido, por cierto.

–Pero no siento nada.

–¿A que es cómodo?

–Ya, pero. ¿Cómo puede ser? No he notado ninguna aceleración, ni tampoco que esto… lo que sea, se haya parado para que entrásemos.

–No, va a una velocidad constante, sin parar, y la gente se sube en marcha.

–¿Algo como las cintas transportadoras de las novelas de Isaac Asimov? ³  Pero en ellas, los pasajeros tenían que ir pasando de una cinta a otras progresivamente más rápidas.

–No conozco esas novelas que me cuentas pero, por lo que dices, hemos seguido un proceso parecido.

–¿Cómo?

–¿Viste que pasamos por lo que parecía una antesala?

–¡Claro!

–Pues eso era, para que lo entiendas, una lanzadera. Se puso a la par con el “vagón principal” y, cuando lo estuvo, se abrieron las puertas y entramos.

–Pero aquello no se movía, ¿no?

–Aquello pasó del reposo a la velocidad que llevamos en el tiempo que estuvimos esperando. ¿Comprendes?

–Pero no había aceleración…

–¿Qué te pasa con la aceleración? Siempre estás igual. Esta tecnología hace que no se note ninguna aceleración. Es más cómodo y además no provoca accidentes.

–Pero, ¿cómo lo hace?

–¡No lo sé! Eso tendrías que preguntárselo a un ingeniero del 24, supongo. Funciona y ya está.

  Kare se quedó pensativo. Aquello era una maravilla. Pero sintió que tal vez el destino temporal al que realmente le hubiera gustado ir era el 24, como decía Kanja.

  Cada cierto tiempo entraban grupos de personas por el lado izquierdo del “pasillo” y salían otros grupos por la derecha. Kare se preguntaba cómo hacían para saber dónde tenían que bajarse, pero de momento no intentó averiguarlo. Estaba sumergido en estas reflexiones, y otras por el estilo, cuando se le acercó una mujer y le dijo algo en una jerga ininteligible. Kare se quedó un poco perplejo, sin saber qué hacer o decir, pero Kanja estuvo rápida y le contestó en el mismo idioma, o lo que fuera. Intercambiaron unas pocas frases ante la cara de bobalicón de Kare y luego la mujer desconocida se separó de ellos con una sonrisa, mientras saludaba con una ligera inclinación de la cabeza. Kare la imitó, intentando parecer educado; luego, le hizo un gesto interrogativo a Kanja enarcando las cejas.

–Estaba preguntándote por el diseño de tus ropas. Parece ser que le gusta, o le parece llamativo, y quería pedirte permiso para usarlo.

–¡Ah! –dijo él perplejo.

–¡Vaya! ¿Quién iba a decir que podrías tener un gusto que crease una tendencia? A lo mejor se pone de moda –dijo ella en tono de mofa.

–¿Qué tiene de malo?

–¿Malo? No, nada… Es solo que es… diferente.

  Kare prefirió no darle carrete y cambió de tema con otra duda que le interesaba más.

–Oye, ¿qué idioma era ése que hablabais?

–El idioma que se usa ahora en todo el planeta.

–Pero no he entendido nada.

–¿Después de casi un milenio te extraña no comprender qué idioma se habla?

–Sí, claro… –dijo él de manera reflexiva–. Supongo que tendré que aprenderlo, ¿no? Tardaré mucho, no se me dan demasiado bien los idiomas.

–No te inquietes –le sonrió–, mañana lo entenderás todo sin necesidad de aprenderlo.

–¿Cómo? –dijo muy perplejo.

–¡Hay que ver qué preguntón eres! Ya lo sabrás a su debido tiempo.

–Pero…

–Tecnología –no lo dejó terminar.

  Intentó digerir lo que ella le contaba. ¡Todo era tan diferente…!

–Del 24, ¿no?

–¿Cómo lo has adivinado? –dijo ella riendo–. Por cierto, a esa mujer le extrañó mucho que no la entendieras. Menos mal que me inventé una disculpa, si no se podría haber molestado porque no le contestases.

–¿Qué disculpa?

–Mejor no te lo cuento –dijo con una sonrisa maliciosa–, a lo mejor no te gustaría saberlo.

  Kare no picó. Se imaginaba que solo era una broma para ver qué decía pero también cabía la posibilidad que le hubiera contado cualquier barbaridad. Mejor no saberlo, decidió.

  Poco después Kanja le dio con el codo y le dijo:

–Vamos, ya estamos llegando.

  Se acercaron a un grupo de gente y se abrió una puerta por la que salieron a otra especie de antesala, como la vez anterior. Kare intentó percibir la deceleración, pero no lo logró. Se abrió la salida del otro lado y se encontraron con una especie de avenida peatonal, con bastante gente de aspecto muy colorido, que iba sin prisas de un lado a otro.  Seguían en un subterráneo, aunque el ambiente no parecía cargado. Le pareció que en un espacio cerrado debería notarse cierto olor a aire viciado, por muy buena que fuese la ventilación. Pero enseguida se dio cuenta que lo más probable era que los listos del 24 también hubieran solucionado esa nimiedad. Iba distraído siguiendo a Kanja, que caminaba deprisa y decidida. Subieron una rampa móvil, caminaron un rato entre corredores y por fin se pararon ante una pared, en la que se abrió un acceso a un cuarto pequeño, que supuso que sería un ascensor. Entraron y, antes que él llegara a preguntar, se abrió otro acceso en el otro lado por el que salieron a otro pasillo perpendicular a la puerta, más estrecho que los anteriores, y donde no se veía a nadie. Fueron hacia la izquierda y al cabo de unos pocos metros, Kanja se paró, miró hacia él y, cerrando los ojos, sonrió intensamente.

–¿Preparado? –dijo volviendo a abrir los ojos.

–¿Para qué? –preguntó él, despistado.

–¡Bienvenido a mi pequeño hogar! –dijo ella mientras se abría la entrada a su domicilio.

  La sorpresa le pareció muy agradable a Kare. El interior era muy colorido y acogedor, a diferencia del blanco omnipresente en todos lados y del que ya estaba un poco cansado. No era muy grande pero parecía funcional, cómodo y alegre. Se quedó quieto, esperando que Kanja entrase primero. Pero ella le indicó con un gesto para que pasara él.

–Ya sé que vienes de una época en la que es caballeroso dejar pasar primero a las mujeres, pero ahora me harías un gran honor si entrases delante.

–¡Oh! ¡Qué consideración! –sonrió él y pasó dentro–. ¡Vaya! ¡Qué bonito!

–¡Gracias! –Kanja se mostró feliz–. Es pequeño, pero intento que sea cómodo. Espero que te resulte cómodo también a ti. Por cierto, hablando de comodidad, tengo que advertirte que aquí la gente en casa suele estar desnuda pero, como sé que tienes reparos, por consideración a ti podemos estar vestidos.

–¡Vaya! Pues es un alivio. No es que me disguste verte desnuda, pero… O sea, lo que quiero decir es… Yo… –se estaba poniendo muy colorado.

  Kanja soltó una risotada.

–Déjalo, solo lo empeoras. No me hagas caso. Solo me gusta picarte de vez en cuando.

  Dio un saltito nervioso y lo agarró de la mano para enseñarle todo. No es que hubiera mucho que ver, pero ella disfrutó a cada paso. Kare se extrañó de algunos detalles: No vio ventanas, no encontró un cuarto de baño, ni algo parecido a una cocina. Prefirió no hacer comentarios a ese respecto para no desilusionarla. Sin embargo, ella se dio cuenta que había algo que no lo convencía.

–¿Hay algo que no te parece bien? –preguntó.

–No, solo que… ¿No hay un aseo? ¿Tenéis que ir a uno público o algo así?

–No, no, no… –respondió ella riendo–. Es que no estás acostumbrado a ciertas “comodidades”. ¿Ves ese espacio cuadrado de ahí? Eso es el equivalente al baño.

–Pero… Ahí no hay nada, ni inodoro ni bañera o ducha…

–No son necesarios. La limpieza se hace como ya sabes, recibes una radiación esterilizante y quedas más limpio que en un baño, o ducha.

–Pero, no sé… Yo creo que una ducha es más relajante y agradable, ¿no?

–Sí, es posible –concedió ella–. Pero te puedes relajar de otras maneras.

  Pero Kare seguía preocupado por otros detalles.

–¿Y el inodoro?

–¡Ah, claro! ¡Se me olvidaba! Te colocas ahí también y seleccionas la evacuación que necesites y “lo que te sobra” desaparece de tu cuerpo sin que lo notes.

–¿Qué? –Kare no comprendía bien–. O sea, ¿cómo?

  Kanja se encogió de hombros.

–¿Qué importa eso?

–¿Cómo que qué importa?

–Funciona. Y muy bien. ¿Qué más quieres?

–No sé… Es un poco… raro.

–Vamos a ver, piensa un poco. Creo que es peor el modo como se hacía antes. Suciedad, olores, residuos… Si lo piensas bien, es asqueroso. A eso sí que me costó acostumbrarme en tu tiempo.

–Ya, pero llevamos millones de años haciéndolo así. Es nuestra naturaleza.

–También llevábamos millones de años haciéndolo en medio del campo y en tu época te parecía de lo más normal hacerlo en casa, ¿no?

–Pues, pensándolo bien, ése es un buen argumento… Pero, ¿no se corre el peligro que si no se usa un órgano éste se atrofie?

–Según parece, no. No me preguntes por qué, pero por lo visto cuando inventaron esto, tuvieron todo en cuenta.

–Los del 24, supongo…

–¡Bingo! ¿Quieres que te enseñe a usarlo?

–¡Menos mal! Creí que no lo ibas a hacer y, la verdad es que ya lo necesito…

–Y, ¿por qué no lo has dicho, tonto? Anda, ven.

  Lo empujó hacia el cuadrado y le dijo que pensase en qué servicio necesitaba. Kare se quedó quieto.

–Pero… Y si quieres intimidad… No hay puerta, ni nada.

–¿Intimidad? ¿Para qué? Tienes que cambiar el chip, como decís vosotros. Ahora no hace falta intimidad para eso.

–Pero…

–¡Qué pesadito eres! Bueno, hay una posibilidad de que no se te vea desde fuera de esta zona. Ya te enseñaré cómo.

  Kare se sintió muy raro, pero pensó cómo quería aliviarse y de repente se sintió perfectamente.

–¡Joder! ¡Qué cosa más rara! Y, ¿adónde va lo que tenía dentro?

–No lo sé y creo que prefiero no saberlo.

  Por una especie de acuerdo tácito, sin palabras, prefirieron cambiar de tema. Kare observó con curiosidad todo el hogar de Kanja, que podría haber definido como apartamento.

–Y, ¿qué hacéis en casa para entreteneros? –preguntó.

–En casa, y en cualquier parte, estamos conectados.

–¿Conectados? No me dirás que casi mil años después seguís teniendo internet.

–No, mejor que eso –dijo sonriendo–. Estamos conectados a… Realmente no tiene nombre pero, ¿cómo lo podrías llamar? ¿Neuronet?

–¿Neuronet? ¿Qué es eso? Me suena a una red neuronal…

–Podemos conectarnos con los cerebros de toda la Comunidad. En cualquier momento podemos acceder a pensamientos compartidos de cualquier persona en el planeta que esté conectada.

–Eso me suena pavoroso. No desearía que cualquier desconocido se pudiera meter dentro de mi cabeza para espiar mis pensamientos.

–No, no funciona así. Tú puedes acceder al conocimiento general y aportar tus pensamientos pero, si lo deseas, puedes permanecer en el anonimato.

–Aun así, no sé. ¿No tenéis hackers o algo equivalente? ¿O gente con ideas subversivas  o peligrosas, sectarios, pedófilos, delincuentes?

–Todo está controlado y regulado por la Comunidad y por las IA, que filtran los contenidos para que no lleguen a donde no deban.

–O sea, que también tenéis censura.

–Yo no la definiría como censura en un sentido negativo. Digamos que es una regulación para que la sociedad no se vea perjudicada por comportamientos indeseables.

–O eres muy cándida o la humanidad ha cambiado mucho.

  A Kanja le hizo mucha gracia el comentario.

–No tengo nada de cándida, querido. Es que las cosas son muy diferentes ahora que en tu tiempo. Yo diría que hemos madurado bastante.

  Kare se tomó esa afirmación de una manera bastante escéptica, pero prefirió no comentarlo en voz alta.

–Tienes que probarlo –siguió ella–. Aunque tienes que esperar un poco.

–¿Por qué?

–A ver cómo te lo explico… En realidad tú no deberías estar aquí, has venido de otro tiempo y eso es un asunto secreto que no puede conocer la Comunidad. Si quisieras conectarte, tus patrones cerebrales se interpretarían como los de un intruso y nos veríamos en problemas. Sin embargo tiene solución. Podríamos conseguir que tus patrones se asociasen a los míos, por lo que cuando tú entraras, se interpretaría como que soy yo.

–¡Vaya! ¿Y cómo se hace eso?

–Es un proceso complicado que llevaría mucho tiempo explicarte. Digamos que tengo que conseguir una especie de… ¡Qué difícil resulta encontrar las palabras adecuadas! Una especie de licencia especial que duplicaría mi permiso de acceso, con mis patrones y con los tuyos. El problema es que no lo puedo hacer desde aquí. Como comprenderás, para que no haya gente que suplante a otros, el individuo que quiere ese duplicado de patrones tiene que personarse en uno de los centros oficiales para demostrar que no se trata de alguien que te fuerza a hacerlo, o alguien que te usurpa.

–Pero realmente yo estaría suplantando tu personalidad, ¿no?

–Sí, pero con mi consentimiento. Analizan la mente del solicitante y saben perfectamente si estoy bajo coacción, o albergo alguna intención oscura. Pero, bueno, ya verás cómo no existe ningún problema.

–Si tú lo dices… –Kare no se mostraba muy convencido.

–Bueno, acomódate un rato y me voy ahora mismo a hacerlo. No tardaré mucho y así podrás experimentar mejor la esencia de este tiempo.

–Pero, ¿me dejas solo? –preguntó preocupado.

–Vamos, no tardo nada, y no vas a romper nada, ¿verdad?

  Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, lo que consiguió el efecto de dejarlo completamente paralizado, mientras salía como un meteoro.

3. Por ejemplo, Bóvedas de Acero – Isaac Asimov (1954)

   Kare was gaping; in front of him was a sight he could not have imagined. They were on a walkway that surrounded an immense space, full of people going from one place to another, but without the rush that he was used to seeing. There were different levels linked by ramps, inside a kind of huge square, similar to the inside of an egg, which vaguely reminded him of the shopping malls of his time. He was struck by the fact that, although the facilities were the inevitable omnipresent white color, the appearance of the people could not be more colorful. Multicolored clothing, or simulation of clothing, he guessed, made everything look incredibly cheerful. He even saw that in many people, especially young people, the designs were animations, very diverse and imaginative. He was also surprised when he realized that such a large number of people would have to have produced a much greater noise than he was perceiving. He could not discern whether the structure of the place and its acoustic qualities caused the noise to disperse or if there was a technology unknown to him, such as the ‘ghost’ light, which turned all the hubbub into a slight murmur. They stayed by a railing for a long time watching everything until he looked at Kanja, who was staring at him with a happy smile on her face.

“What’s your first impression?” She said.
“It's amazing." Kare acknowledged.
“Well, this is nothing. You’ve got to see a lot more things. Come on, I’ll take you home. After such a long trip you’ll want to rest a bit.”
“Home?” He asked, intrigued.
“Yes, to my home. For now you’ll be my guest. It isn’t a very big site, but you’ll see how you like it.”

He liked the idea of being Kanja's guest. Until then it had not occurred to him where he was going to stay. Of course, he had no idea of the social customs of that time. But he was glad not have to stay in a hotel, or a lodge, or whatever they had at the time, alone and surrounded by things he did not understand.
They went down to the center of the ‘square’ by a walkway that, although no moving mechanism was visible, had a function similar to that of the moving walkways of his time. Getting on one of these ramps, he was afraid of doing something stupid and making a fool of himself in front of so many people. He feared that it was similar to the beds or sofas in which he floated and to which he had such a hard time adapting. What if he felt the urge to hold on to the railings, or to Kanja, for fear of falling? Or, worse, if he fell, to the scoff at him from the people around? Shit! He felt again like a man from the Middle Ages who was going to ride an escalator. But it turned out not to be as difficult as he had feared. Even, he thought, it was easier to use these walkways than the equivalents of his time. He looked at Kanja with a nervous smile and she asked:

“Is everything alright?”
“Yes, first class.” He lied.

Still, she decided to grab his arm to make him feel more comfortable, and deep down, he was grateful.

When they reached the lowest level they went to one of the ends where there was a group of people, not very large, who entered in groups through a door that opened after a certain short interval of time. They did not have to wait too long for their turn and entered with a group of about eight to ten people. They waited for about ten seconds and another door opened and they entered a kind of corridor with no end in sight. People sat on benches on the sides of the corridor or slowly strolled through it, but interestingly, they all did it in the same direction. Kare did not understand anything.

“What’s this?” He asked.
“Just so you understand, it's like the subway.”
“The subway? But what are so many people doing sitting in the hallways...?”

Kanja smiled at his confusion.

“You haven't understood. We’re in the ‘wagon’.”
“What? Does this move?”
“Yes, and quite quickly, by the way.”
“But I don't feel anything.”
“It’s comfortable, isn’t it?”
“Yes, but. How can it be? I haven't noticed any acceleration, nor has this... whatever, stopped for us to enter, has it?”
“No, it's going at a constant speed, non-stop, and people get on it moving.”
“Something like the accelerating strips in Isaac Asimov's novels?³; But in them, passengers had to go from one strip to progressively faster ones.”
“I don't know those novels you tell me but, from what you say, we’ve followed a similar process.”
“How?”
“Do you remember that we went through what seemed like an anteroom?”
“Of course!”
“Well, that was, for you to understand, a shuttle. It caught up with the ‘main car’ and, when it did, the doors opened and we entered.”
“But that didn't move, did it?”
“That went from rest to our current speed in the time we were waiting. Do you understand?”
“But there wasn’t acceleration...”
“What's wrong with you and the acceleration? You're always with the same song. This technology makes no acceleration noticeable. It’s more comfortable and also doesn’t cause accidents.”
“But how does it do it?”
“I don't know! You'd have to ask a 24th’s engineer, I guess. It works and that’s it.”

Kare was thoughtful. That was wonderful. But he felt that maybe the time destination he would have really liked to go to was the 24th, as Kanja used to say.

From time to time groups of people entered from the left side of the ‘corridor’ and other groups came out from the right. Kare wondered how they knew where to get off, but at the moment he did not try to find out. He was immersed in these reflections, and others like it, when a woman approached him and said something in an unintelligible jargon. Kare was a bit puzzled, not knowing what to do or say, but Kanja was quick and replied in the same language, or whatever. They exchanged a few sentences before Kare's goofy face, and then the unknown woman separated from them with a smile, nodded slightly in greeting. Kare imitated her, trying to appear polite; then, he made a questioning gesture to Kanja raising his eyebrows.

“She was asking you about the design of your clothes. She seems to like it, or finds it eye-catching, and wanted to ask your permission to use it.”
“Oh!” He said puzzled.
"Wow! Who knew you could have a taste that creates a trend? Maybe it gets fashionable.” She said in a mocking tone.
“What's wrong with it?”
“Wrong? Nothing... It's just that it's... different.”

Kare preferred not to play along with her and changed the subject with another question that interested him more.

“What language was that you spoke?”
“The language that’s now used all over the planet.”
“But I didn't understand anything.”
“After almost a millennium, are you surprised not to understand what language is spoken?”
“Yes, of course.” He said thoughtfully. “I guess I'll have to learn it, right? It’ll take a long time, I’m not very good at languages.”
“Don't worry,” she smiled, “tomorrow you’ll understand everything without having to learn it.”
“How?” He said perplexed.
“How inquisitive you are! You'll know it at the right time.”
“But...”
“Technology.” She did not let him finish.

He tried to digest what she was telling him. Everything was so different...!

“From the 24th, right?”
“How did you guess it?” She said, laughing. “By the way, that woman was very surprised that you didn't understand her. Good thing I made up an apology, otherwise she may have bothered because you didn't answer her.”
“What apology?”
“I’d better not tell you,” she said with a mischievous smile, “maybe you wouldn’t like to know it.”

Kare did not took the bait. He imagined that it was just a joke to see how he would react but there was also the possibility that she had told the woman any nonsense. Better not to know, he decided.

Shortly afterwards Kanja hit him with her elbow and said:

“Come on, we're almost there.”

They approached a group of people and a door opened through which they went out to another kind of anteroom, like the previous time. Kare tried to feel the deceleration, but he was not able to. The exit on the other side opened and they found a kind of pedestrian avenue, with quite a lot of very colorful looking people, who wandered around at a leisurely pace. They were still underground, although the atmosphere did not seem heavy. It seemed to him that in an enclosed space there should be a certain smell of stale air, no matter how good the ventilation was. But he quickly realized that the most likely thing was that the smart guys from the 24th had also solved that trifle. He was distracted following Kanja, who walked fast and determined. They went up a moving ramp, walked for a while among corridors and finally stood before a wall, in which an access to a small room was opened, which he assumed to be an elevator. They entered and, before he could even ask, another access was opened on the other side through which they emerged into another corridor perpendicular to the door, narrower than the previous ones, and where no one could be seen. They went to the left and after a few meters Kanja stopped, looked towards him and, closing her eyes, smiled intensely.

“Ready?” She said, opening her eyes again.
“For what?” He asked confused.
“Welcome to my little home!” She said as the entrance to her home opened.

The surprise seemed very pleasant to Kare. The interior was very colorful and cozy, unlike the white omnipresent everywhere of which he was already a bit tired.
It was not very big but it looked functional, comfortable and cheerful. He stood still, waiting for Kanja to enter first. But she motioned for him to go ahead.

“I know you come from a time when it's gentlemanly to let women go first, but now you would do me a great honor if you enter before.”
“Oh! What a consideration!” He smiled and went inside. “Wow! How nice!”
“Thank you!” Kanja was happy. “It's small, but I try to make it comfortable. I hope it's comfortable for you too. By the way, speaking of comfort, I have to warn you that here people at home are usually naked but, since I know you have objection, out of consideration for you, we can be dressed.”
“Whew! Well, it's a relief. Not that I dislike seeing you naked, but... I mean, what I mean is... I...“ He was turning very red.

Kanja let out a laugh.

“Forget it, you just make it worse. Don't listen to me. I only like to needle you once in a while.”

She made a nervous jump and grabbed his hand to show him everything. Not that there was much to see, but she enjoyed it at every turn. Kare was surprised by some details: He did not see any windows, he did not find a bathroom, or anything like a kitchen. He preferred not to comment in that regard so as not to disappoint her. However, she realized that there was something that he was not keen on.

“Is there something that doesn't seem right to you?” She asked.
“No, just ... Isn't there a toilet? Do you have to go to a public bathroom or something?”
“No, no, no." She replied, laughing. “It's that you aren’t used to certain ‘comforts’. Do you see that square space over there? That's the equivalent of the bathroom.”
“But... There’s nothing there, no toilet or bath or shower...”
“They aren’t necessary. The cleaning is done as you already know, you receive a sterilizing radiation and you get cleaner than in a bath, or shower.”
“But, I don't know... I think a shower’s more relaxing and pleasant, isn't it?”
“Yes, it's possible." She conceded. “But you can relax in other ways.”

But Kare was still concerned about other details.

“And the toilet?”
“Oh, of course! I forgot! You place yourself there too and select the evacuation you want and ‘what you no longer need’ disappears from your body without you noticing it.”
“What?” Kare did not quite understand. “I mean, how?”

Kanja shrugged.

“What does that matter?”
“How doesn't that matter?”
“It works. And very well. What else do you want?”
“I don't know... It's a bit... Weird.”
“Let's see, think a bit. I think it's worse the way it was done before. Dirt, odors, waste... If you think about it, it's disgusting. That was what I had a hard time getting used to in your time.”
“Yeah, but we’ve been doing it like that for millions of years. It's our nature.”
“We had also been doing it outdoors for millions of years and in your time it seemed normal to do it at home, right?”
“Well, thinking about it, that's a good point... But isn't there a danger that if an organ isn’t used it will atrophy?”
“Apparently, no. Don't ask me why, but it seems that when they invented this, they had everything in mind.”
“Those from the 24th, I guess...”
“Bingo! Do you want me to teach you how to use it?”
"Thank goodness! I thought you weren't going to do it and, the truth is that I already need it...”
“And why haven't you said it, you fool? Come on here.”

She pushed him into the square and told him to think about what service he needed. Kare stood still.

“But... If you want intimacy... There isn’t a door, or anything.”
“Intimacy? For what? You have to shift gears, as it’s said in your time. Now you don't need intimacy for that.”
“But...”
“How annoying you are! Well, there's a chance you won't be seen from outside this area. I'll show you how later.”

Kare felt very strange, but thought about how he wanted to relieve himself, and suddenly felt perfectly.

“Fuck! What a weird thing! And where does what I had inside go?”
“I don't know and I think I'd rather not know.”

By a kind of tacit agreement, without words, they preferred to change the subject. Kare looked curiously around Kanja's home, which he could have defined as an apartment.

“And what do you do at home to entertain yourselves?” He asked.
“At home, and anywhere, we’re linked.”
“Linked? You won't tell me that almost a thousand years later you still have the internet.”
“No, better than that.” She said, smiling. “We are linked to... It doesn't really have a name, but what could you call it? Neuronet?”
“Neuronet? What’s that? It sounds like a neural network to me...”
“We can connect with the brains of the whole Community. At any time we can access shared thoughts of anyone on the planet who is linked.”
“That sounds terrifying to me. I wouldn't want any stranger to be able to get inside my head to spy on my thoughts.”
“No, it doesn't work like that. You can access the general knowledge and contribute your thoughts but, if you wish, you can remain anonymous.”
“Still, I don't know. Don't you have hackers or anything equivalent? Or people with subversive or dangerous ideas, sectarians, pedophiles, criminals?”
“Everything’s controlled and regulated by the Community and by the AIs, which filter the contents so that they don’t reach where they shouldn’t.”
“So, you also have censorship.”
“I wouldn't define it as censorship in a negative sense. Let's say it’s a regulation so that society isn’t harmed by undesirable behaviors.”
”Either you’re very naïve or humanity has changed a lot.”

Kanja was very amused by the comment.

“I'm not naïve at all, dear. It's just that things are very different now than in your time. I’d say that we’ve matured quite a bit.”

Kare took that claim rather skeptically, but preferred not to comment on it out loud.

“You’ve got to try it.” She continued. “Though you have to wait a bit.”
“Why?”
“Let's see how I explain it to you… Actually you shouldn't be here, you've come from another time and that's a secret matter that the Community can't know about. If you wanted to connect, your brain patterns would be interpreted as those of an intruder and we’d be in trouble. However, there’s a solution. We could get your patterns to be associated with mine, so when you enter, it’d be interpreted as me.”
“Wow! And how’s that done?”
“It's a complicated process that would take me a long time to explain to you. Let's say I need to get some kind of... How hard it is to find the right words! A kind of special license that would double my access permission, with my patterns and with yours. The problem is that I can't do it from here. As you’ll understand, so that there are no people who impersonate others, the individual who wants that pattern duplicate has to appear in one of the official centers to show that it isn’t someone who forces you to do it, or someone who pretend to be you.”
“But I’d really be impersonating you, wouldn't I?”
“Yes, but with my consent. They analyze the applicant's mind and know perfectly well if I’m under duress, or harboring some dark intention. But, well, you’ll see how there’s no problem.”
“If you say so…” Kare was not very convinced.
“Well, get comfortable for a while and I'm going to do it right now. I won't be long and so you can better experience the essence of this time.”
“But will you leave me alone?” He asked concerned.
“Come on, it won't take long, and you won’t break anything, will you?”

She approached him and kissed him on the cheek, which had the effect of leaving him completely frozen up, while she got out in the blink of an eye.

3. For example: The Caves of Steel – Isaac Asimov (1954)