Líneas Cruzadas: Capítulo 6Entangled Lines: Chapter 6

Cuando se despertó, lo primero que quiso comprobar era si Kare estaba durmiendo en la otra cama. Pero se sorprendió mucho al verlo sentado en uno de los bancos junto a la mesa, observándola con una sonrisa en el rostro.

–¡Vaya! –dijo ella–. Buenos días. ¿Has pasado una buena noche?
–Sí, la verdad es que estas camas son una experiencia inigualable… Una vez que te relajas, claro, porque, si no lo haces, puedes acabar con una contractura, ¿no?

Era increíble. Él tenía ciertas asociaciones de ideas con cosas que había escuchado anteriormente, pero ella suponía que tampoco era consciente del todo del significado de lo que estaba diciendo.

–¿Te acuerdas de algo? –le preguntó con cautela.
–¿De qué me tengo que acordar?
–De todo esto. ¿Sabes si has estado anteriormente aquí?

Kare se quedó pensativo, intentando recordar, pero no parecía hacer encajar sus sensaciones con los recuerdos reales.

–No lo sé. No me acuerdo del todo, pero la verdad es que todo esto me suena de algo y no logro saber de qué…
–Bueno, no te preocupes...
–Lo siento –la interrumpió–, pero ahora tienes que levantarte. Tenemos que continuar nuestro camino.

Otra vez estaba citando sus palabras de aquella ocasión en la que estuvieron juntos en el refugio por primera vez. Estas asociaciones de ideas hacían que las esperanzas de Kanja siguieran vivas. Si él volvía a experimentar las mismas sensaciones que vivió en el primer viaje, tal vez fuese recuperando poco a poco la memoria. Pero todavía quedaba mucho para ese punto y sabía que aún tendría que tener mucha paciencia.

Tras un rápido desayuno, volvieron a ponerse en marcha y tuvo que hacer un nuevo esfuerzo físico conduciendo por aquellos caminos casi intransitables. Pero sabía que, al menos, ahora no tendría que estar tan pendiente de la mente de Kare, porque sería extremadamente raro que se encontraran a partir de ese punto con ninguna persona y, en el caso de que surgiese una nueva crisis, sería más fácil para ella centrarse en apaciguarlo, sin tener que estar también atenta a otras interacciones.



Cuando llegaron a las instalaciones de la Máquina, estaba molida físicamente pero él no había dado ninguna señal de inestabilidad mental. Solo tenía media sonrisa, que le daba un poco aspecto de idiota, pero ella prefería aquella situación a haber tenido que bregar con él continuamente. Lo que sí estaba echando de menos era la incansable curiosidad que Kare había mostrado desde el principio cuando habían comenzado el viaje la primera vez. Añoraba sus dudas y poder irle explicando cómo funcionaban todas las cosas que le eran extrañas, aunque también era un alivio no tener que luchar contra el escepticismo, rayano en la obstinación, que también había mostrado en aquella ocasión.

Cuando se apearon del todoterreno, no hizo falta que le diera ninguna explicación. Fueron hasta la entrada de la instalación y él se quedó mirando el punto donde se abría el hueco por donde se accedía al interior y, una vez que apareció, se encaminó tranquilo a la escalerilla de mano sin esperar instrucciones. Kanja lo siguió muy sorprendida, esta vez de manera agradable, y tuvo una extraña sensación de que en esta oportunidad parecía que él era el guía y ella la que seguía su estela. Bajaron hasta el largo pasillo que llevaba hacia las salas previas a la máquina propiamente dicha y, en todo momento, él iba tomando la iniciativa. Ella tenía curiosidad por saber cómo reaccionaría ante la visión de la Máquina, aunque todavía temía que en cualquier momento volviera a tener otra asociación de ideas que lo llevase a una nueva crisis.

Al llegar a la sala curvada del gran ventanal, Kare se detuvo un momento mientras ella lo observaba con curiosidad. Entonces, él se giró hacia ella y, sonriendo, la cogió de la mano y la llevó hacia la ventana.

–Este es nuestro destino –repitió de nuevo las palabras de Kanja–. Ven, mira.

Ella no podía salir de su asombro. Aunque creía que la memoria del hombre tenía que haber sido eliminada, todo lo que había experimentado en la anterior ocasión que había estado allí parecía haber dejado una huella tan profunda en su mente que, al encontrarse de nuevo en aquel lugar, estaba reaccionando ante esos estímulos. Pero lo que más le extrañaba era que él no había reaccionado de la misma manera que en la primera ocasión, sino que había tomado el papel de la propia Kanja, mostrándole aquellas cosas como si fueran nuevas para ella y no para él.

Al llegar junto al ventanal, se encendió la luz del otro lado y se pudo ver la Máquina en todo su esplendor. Ella no paraba de mirarlo de reojo y él conservaba su sonrisa de satisfacción.

–Es muy bonita, ¿verdad? –dijo él.
–Sí lo es, mucho.
–Pero tú lo eres más…

Kanja tuvo que aguantarse la risa. ¿Estaba intentando ligar con ella?

–Muchas gracias –respondió–. Tú tampoco estás mal.

Entonces el rostro del hombre se ensombreció.

–No hace falta que mientas. No hay nada que puedas hacer por mí. Estoy acabado.

El corazón de ella dio un vuelco. Cualquier estímulo, en cualquier instante, podía hacer que el inestable estado de ánimo del hombre hiciera un cambio de rumbo de ciento ochenta grados. No sabía cómo actuar ante aquello; un solo comentario aparente inofensivo podía hacer que las cosas se volviesen imposibles de manejar y prefirió cambiar de tema para que él no se enrocase y se negara a seguir adelante. Y, aprovechando que seguían cogidos de la mano, ella dio un leve tirón de él.

–¿Seguimos nuestro viaje? –le propuso.
–¿Adónde? –preguntó él algo confundido.
–A nuestro verdadero destino… 

Ella tenía miedo de que en cualquier momento se cerrase la buena voluntad de Kare, por lo que tenía que elegir sus palabras con mucho cuidado e intentar que ciertas expresiones fueran lo más ambiguas que pudiese. En esta ocasión tuvo suerte; él se encogió de hombros y se dejó llevar.

–No es dónde, sino cuándo… –susurró él reflexivamente, mientras entraban en las antesalas de la Máquina.

Al llegar al cuarto en el que se encontraban los bancos donde tenían que desnudarse, él se quedó algo rígido, pero sin decir nada. Despacio, sin perderlo de vista, Kanja empezó a quitarse la ropa. 

–Pero, ¿qué estás haciendo? –preguntó Kare anonadado.
–¿No lo ves? Me desnudo para entrar a la máquina.

Él se puso colorado e intentó mirar a otro lado, aunque no podía evitar mirar de vez en cuando furtivamente. Pero, en un nuevo giro de su frágil mente, cuando estuvo completamente desnuda, la miró de arriba abajo.

–Me temo que Tarlo ha recuperado los cincuenta que le gané la otra vez.
–¿Cómo dices? –preguntó Kanja sin comprender.
–¡Vaya! –expresó él sin una pizca del sonrojo que solo hacía un instante había mostrado –. ¡Estás muy buena!

Kanja no pudo evitar soltar una carcajada en esta ocasión. Eran muy preocupantes aquellos cambios tan bruscos en su comportamiento, pero la situación era demasiado cómica para resistirse.

–Vamos, entremos juntos –propuso ella.
–Pero yo estoy vestido. ¿Puedo entrar así? ¿No me dirán nada? En la colonia no dejan que entres con ropa.
–Nadie te dirá nada, porque ahí dentro tu ropa desaparecerá.

Kare la miró confundido, pero parecía que de momento confiaba en lo que le decía. Pasaron el proceso de limpieza y de eliminación del pelo y salieron hacia donde se encontraba la Máquina. Él no se había dado cuenta de su nueva circunstancia, sin pelo ni ropa y seguía mirando al frente sin darse cuenta de nada, hasta que vio el reflejo de ambos en las superficies reflectantes de la Máquina. 

–¿Quiénes son esos que están ahí desnudos? –preguntó él.
–Somos nosotros –respondió Kanja con precaución.
–Pero están calvos… –dijo él mientras volvía la mirada hacia ella –. ¡Ahhh! –gritó–. ¿Qué te ha pasado? ¿Y tu pelo?

Kanja se rio y decidió dejar que la misma escena se repitiese.

–Anda, que tú no te has visto.
–¿Qué?

Kare se miró el cuerpo y vio que todo el vello corporal había desaparecido, igual que la primera vez que había estado allí. Se echó las manos a la cabeza y descubrió que la tenía como una bola de billar, igual que ella.

–¡Mierda! ¿Qué me has hecho? Y, ¿qué te has hecho? ¡Si llego a saber de esta última broma no te habría hecho ni puto caso!

Era una situación idéntica a la otra, palabra por palabra. Kanja pensó que, cuantas más similitudes existiesen, sería mejor para que el hombre volviera a ser él mismo. Entonces, él se tapó los genitales con las manos, avergonzado.

–No hace falta que te tapes –esta vez ella intentó usar un argumento peligroso–. Si querías venir a una colonia nudista, ¿por qué te da vergüenza ahora?

Él se quedó pensativo, su reacción era auténticamente imprevisible. Pero, en esta ocasión, la suerte volvió a sonreír a Kanja.

–Pues la verdad es que tienes razón –reconoció él–. Es que me cuesta acostumbrarme. Tendré que cambiar el chip, como se dice en mi tiempo.
–Venga, ven dentro de la máquina y vayamos al futuro –repitió Kanja lo que dijo en la anterior ocasión, tendiéndole la mano–. Ya verás cómo te gusta mi mundo.

La tomó de la mano y avanzaron hacia la entrada, pero esta vez Kanja se acordó de coger antes la indispensable carga para realizar un salto. Él la miró e hizo un esfuerzo mental visible.

–Iridio 192 –dijo lentamente–. Ya no queda mucho, ¿no?
–Efectivamente –dijo Kanja con esperanza, al ver que él podía rememorar determinados detalles–. Por eso te necesitamos. Solo tú puedes ayudarnos.
–Pero las ecuaciones dicen que es imposible… O no… Creo que hay un fallo… de principiantes. Por eso pude encontrarlo. Pero ellos no deberían saberlo, o si no… Aunque tú sí lo mereces y por eso… Solo te indiqué el cuarto… El resto lo hiciste tú…
–Sí, y te doy las gracias por haberme ayudado. Pero aún tenemos mucho que hacer.
–¡Pero ellos, no deben usar la máquina! –sus ojos se abrieron de espanto–. ¡Es un desastre! Crean monstruos que no se desarrollan, ¿sabes?
–No te preocupes –dijo Kanja, sin saber si lo que decía eran desvaríos o había algo que pugnaba por aflorar desde el pozo de sus recuerdos–. No se saldrán con la suya.

Aquella afirmación era demasiado osada, y más teniendo en cuenta que no sabía el verdadero alcance de los pensamientos de Kare. Pero necesitaba que confiase en ella y siguiera adelante en aquel momento tan crítico.

Entraron por fin dentro de la Máquina y ella intentó darse prisa, antes de que cualquier otra circunstancia hiciera que se demorasen más. Tenía claro el momento adecuado de destino y procedió a ejecutar la orden del salto. Lo observó con atención para ver su reacción ante las sensaciones que se experimentaban; él puso una cara de ligero desagrado, pero lo aguantó bien. Al terminar, la miró fijamente.

–Al volver atrás es bastante peor… –explicó él con aire didáctico–. Hay que usar mucha más energía, ¿sabes?

Kanja se limitó a asentir con la cabeza, sonriéndole. Era muy curiosa la manera que tenía él de explicarle las cosas, como si fuera un verdadero experto y ella la novata en esas lides.

Salieron de la máquina, volvieron a pasar por la cámara de desinfección y regresaron al cuarto de los bancos. Kare miró a todos los lados sin comprender del todo.

–Nos han quitado la ropa –dijo, señalando con el dedo un banco–. No, no puede estar ahí. ¿Creías que iba a estar ahí casi un milenio después?

La mezcla de sus palabras con las de Kanja demostraba que la confusión en su mente estaba alcanzando cotas peligrosas pero, por otro lado, también hacían que su mente trabajara y ella supuso que tenía que ser una buena señal que los recuerdos afloraran tan fácilmente.


Ella se apresuró a coger de una sola vez lo necesario para recuperar su aspecto habitual. Le puso una tirita para el pelo y vio cómo él se tocaba al sentir aquel hormigueo que se sentía al crecer el cabello. Luego, le puso una tirita de simulación de ropa y eligió un diseño discreto para él. Al observarse con ropa de nuevo, puso cara de preocupación.

–Pero aquí, en la colonia no nos van a dejar ir así…
–No pasa nada, nos vamos de la colonia.
–Ah, ¿sí? ¿Adónde?
–¡De vacaciones! ¿Es que no te acuerdas ya?
–Disculpe, señorita, pero mi cabeza está empezando a fallar, ¿sabe? No haga demasiado caso de lo que le diga.

A Kanja casi se le saltaron las lágrimas al oír eso, pero intentó no darle más importancia. Ya quedaba poco para llegar a su destino e intentar hacer que recuperase el juicio. Luego, se puso ella también sus correspondientes tiritas, se peinaron y, entonces, le puso el aparato para eliminarle el vello facial. No sabía si él preferiría seguir con la barba larga, porque debía estar ya acostumbrado a ella, a juzgar por la longitud que tenía ésta cuando se reencontró con él; aun así, ella lo prefería sin barba, le parecía más atractivo y lo hacía parecer menos avejentado. Él se dejó hacer, sin saber muy bien en apariencia las intenciones de la mujer; cuando terminó, ella lo tomó de la mano y se la llevó a la cara.

–Con la de horas que he dedicado a afeitarme. ¡Esto es un invento de verdad!; Ya podías dejarme esta máquina de regalo, me vendría muy bien…; No estaría mal, pero sabes que no es posible…; Lo dije por si colaba.

Kanja se sorprendió mucho; parecía estar recitando algún tipo de mezcla de conversaciones, pero la última parte no la reconocía, como si ese fragmento de la conversación lo hubiera tenido con otra persona.


Una vez estuvieron listos, abandonaron aquellas instalaciones y salieron al exterior. Como aquella vez anterior, ella había elegido una hora de destino tardía, para hacer noche de nuevo en el refugio. Ya se esperaba cuál sería la reacción del hombre, pero se limitó a observarlo.

–El oeste está por allí, por donde se está poniendo el sol –murmuró él–. Casi 950 años… Ya me estoy cansando de tonterías…

La mezcla de recuerdos debía estar causándole una confusión abrumadora, por lo que ella decidió abreviar para que la situación no le saturase la mente. Lo agarró de la mano y tiró suavemente de ella.

–Vamos, no podemos tardar demasiado o se nos hará de noche.

Caminaron hacia donde se encontraba uno de esos vehículos de superficie, al que ella había llamado mentalmente en el primer momento en el que llegaron a aquella era, para que estuviera a su disposición cuando ellos saliesen de las instalaciones. Kare lo observó con curiosidad al llegar y dio una vuelta alrededor.

–¿Otro juguete? –dijo.

A Kanja no le había sentado nada bien aquel comentario en la anterior ocasión, pero esta vez le resultó gracioso y tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse. Se subieron en el vehículo, que partió veloz hacia su siguiente parada: el refugio del bosquecillo. 


Llegaron más tarde de lo que ella había planeado, porque le había llevado más tiempo de lo que se esperaba conducir a Kare por el proceso que habían seguido antes de salir de las instalaciones. Ya se había hecho de noche, pero ella lo cogió de la mano y avanzó por el bosque con precaución para no tener ningún tropiezo. Respiró aliviada al alcanzar el refugio y haber podido llegar sin ningún percance. Mientras el hombre se quedaba mirando de pie hacia todos lados, ella se fue hacia la pared para coger lo necesario para la cena. ¿Cuánto tiempo lo perdió de vista? ¿Veinte segundos como mucho? Cuando se dio la vuelta, Kare había desaparecido; le dio un vuelco el corazón. ¿Dónde demonios se había metido? La única suposición que se le ocurría era que él hubiera salido al exterior, por lo que dejó en la mesa lo que llevaba y salió a toda velocidad afuera, tremendamente asustada por lo que le pudiera pasar en su estado mental debilitado.

Al salir, tardó un poco en acomodar su visión a la oscuridad, pero no logró detectar ni rastro de él. “¡Mierda!”, pensó, “¿Cómo he podido ser tan torpe?”. Pero ya no valían las lamentaciones, solo tenía que centrarse en encontrarlo antes de que tuvieran que lamentarlo de verdad.

–¿Kare? –dijo con voz temblorosa, pero se dio cuenta de que eso no daría resultado–¡¡¡Kaaaareeee!!! –gritó aterrorizada, aunque solo recibió el silencio como respuesta.

Corrió sin rumbo, temblando de miedo, tropezando con árboles y ramas y repitiendo su llamada desesperada. Pero se dijo que tenía que mantener la calma o no lograría nada. Entonces, pensó que lo más efectivo era intentar meterse en la mente de Kare y averiguar qué asociación de ideas podía haber tenido para escaparse del refugio de aquella manera inesperada, aunque aquello resultaba extremadamente difícil; ¿qué procesos mentales podría tener aquel cerebro destruido?  Y ahí se acordó del momento en el que él se había dado cuenta de que realmente habían viajado hacia el futuro. Ella había estado muy enfadada por su cerrazón a reconocer la realidad del viaje y no habían hablado en toda la tarde. Él salió afuera, y se fue a mirar el cielo. ¡Eso era! Seguramente había ido a algún lugar donde poder contemplar el firmamento para mirar aquella constelación del cazador, ¿cómo se llamaba…? ¡Sí, Orión! Pero ella no tenía el conocimiento del cielo que tenía él y no tenía ni idea de dónde se encontraría en aquel momento del año. Pero supuso que él debería haberse alejado hacia uno de los extremos del bosque para tener mejor visibilidad, pero ¿hacia dónde? No podía permitirse ir hacia cualquier punto aleatorio y luego bordear sistemáticamente el bosque, porque corría el peligro de que él intentara regresar al refugio una vez que su mente llegase a esa decisión y, cuando ella alcanzara el punto donde estuviese, él ya hubiera desaparecido. Y también existía la aterradora posibilidad de que él no encontrara el camino hacia el borde de la arboleda y se hubiese perdido. Tenía que tomar una decisión rápida. Entonces cayó en la cuenta de que podía utilizar su control mental para detectar la actividad mental en la zona. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Se intentó justificar porque llevaba mucho tiempo viviendo en el pasado y se había acostumbrado a utilizarlo escasamente y, además, cuando había vuelto a encontrarse con Kare, lo había usado muy poco, y con un cuidado extremo, para no violar su intimidad en primer lugar y para no alterar demasiado un cerebro ya muy dañado e inestable. Pero en esta oportunidad era imperativo encontrarlo como fuese y buscó con la potencia al máximo.


Lo que encontró le produjo dos sensaciones muy diversas. En primer lugar le dio una alegría inmensa averiguar dónde se encontraba pero, al mismo tiempo, detectó parte de la tragedia interior del hombre; percibió que él estaba sufriendo unos dolores terribles por su enfermedad. ¡Tenía que haberse dado cuenta antes y preocuparse por su estado físico antes de nada! ¿Cómo podía haber sido tan egoísta? Pero, de nuevo, la auto-justificación acudió para defenderla, diciéndole que no había querido profundizar demasiado en su mente para no alterarla demasiado; sin embargo, no se sintió nada aliviada por este pensamiento. Pero, ahora, lo que contaba de verdad era que tenía que reunirse con él y llevarlo de nuevo al refugio.

Con la referencia de su mente como radar, logró encontrarlo sin demasiado esfuerzo. Al llegar a su posición, se lo encontró mirando hacia arriba, tal como ella había esperado. Se acercó despacio para no asustarlo, pero él había detectado ya su presencia, aunque sin cambiar de posición.

–¿Has visto? –dijo él, señalando con la mano, sin dejar de mirar al cielo–. ¡Estamos en el futuro!

Kanja se hizo la tonta y fingió no saber el motivo.

–¿Cómo eres capaz de saberlo?
–¿Es que no lo ves? En el hombro del cazador falta una estrella. Eso solo puede ser porque ha explotado en algún momento de los últimos casi mil años y solo ha dejado un resto nebuloso.
–¿Cómo eres capaz de conocer el cielo? –ella intentó transportarlo a otro momento dulce–. Yo solo veo puntos brillantes…

Kare la miró incrédulo.

–¿No te han enseñado a distinguir ninguna constelación?

Pero, antes de que le diese tiempo a contestarle, él se fue hacia ella y la abrazó, dándole un beso en la boca que la dejó sin capacidad de reacción. ¡Cómo lo había echado de menos! Sin embargo, percibió en su mente algo que le pinchó el globo. Él solo actuaba de manera un tanto mecánica, los recuerdos lo llevaban a repetir automáticamente una serie de hechos que se mezclaban sin orden ni concierto pero, por debajo, Kanja no detectó que él estuviera enamorado de ella. Aquel descubrimiento hizo que se desmoralizase terriblemente. Entonces, él la soltó y la miró de una manera muy extraña.

–Lo siento, no debí hacerlo; ¿No te das cuenta? ¡Esto es imposible! Pertenecemos a momentos muy diferentes y las consecuencias podrían ser desastrosas.

Kanja no pudo evitarlo y se echó a llorar. ¡Estaba como una cafetera! Solo era un autómata estropeado con una madeja enredada como cerebro. Se le hizo un nudo en el pecho y no era capaz de contenerse. Entonces, al verla así, la abrazó de nuevo y le acarició el pelo.

–Tranquila, mi niña. ¿Te ha hecho daño alguien?

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Sin parar de llorar, se separó de él y, cogiéndolo de la mano, se lo llevó casi a rastras hacia el refugio. Aquello pintaba muy mal para el sueño de hacer que Kare volviese a ser la misma persona que ella había conocido.



Una vez dentro del refugio, cenaron en silencio; Kare solo la observaba en silencio y ella estaba con la mirada perdida, absolutamente deprimida. Y, luego, cuando estaba ayudándolo a acostarse, él la agarró por la muñeca hasta que se aseguró de que ella lo miraba a los ojos.

–Estás muy triste –dijo muy serio–. Es por mi culpa, ¿verdad?
–No, tonto, es que estoy muy cansada. Anda, duerme, que mañana tenemos que salir pronto.
–Eso no es verdad. Aunque tengo desvaríos, cada vez más y más frecuentes, no soy tonto. Sé que te estoy haciendo sufrir…
–Vamos, déjalo…
–¡No! –no la dejó terminar–. Cuando te veo sufrir por mi culpa yo también sufro. Sería mejor que me dejaras en cualquier parte y siguieses tu vida sin preocuparte más por mí.
–Eso no es posible, aunque no puedas darte cuenta. O sí, ya no sé cuándo estás lúcido y cuándo no.
–¿Por qué te empeñas en tirar de mí? Solo soy una rémora, un peso muerto. No sigas con esto, por favor. Ya me queda muy poco y tengo ganas de terminar de una vez.

Ella comenzó a llorar de nuevo, aunque logró controlarse pronto. Quería decirle el verdadero motivo, pero esta vez pareció que era él quien llevaba el aparato de control mental.

–Es porque me quieres, ¿verdad? Y me parece que en algún momento yo también te quise.
–¿Qué quieres que te diga? Da igual, ya no sé si seré capaz de recuperarte. Pero no pararé hasta que no me quede ninguna opción. ¿Entiendes?

Él solo meneó la cabeza negativamente, se acostó mirándola con expresión triste y enseguida se quedó dormido.

When she woke up, the first thing she wanted to check was if Kare was sleeping in the other bed. But she was very surprised to see him sitting on one of the benches next to the table, watching her with a smile on his face.

“Oh!” she said “Good morning. Did you have a good night?”
“Yes, the truth is that these beds are a truly unique experience… Once you relax, of course, because if you don’t, you can end up with a contracture, right?”

It was amazing. He had certain associations of ideas with things he had heard before, but she guessed he was not fully aware of the meaning of what he was saying either.

“Do you remember anything?” she asked cautiously.
“What do I have to remember?”
“All of this. Do you know if you've been here before?”

Kare thought for a moment, trying to remember, but he did not seem to match his sensations with his real memories.

“I don't know. I don't remember everything, but the truth is that all this sounds familiar and I can't figure out what it is…”
“Well, don't worry…”
“I'm sorry” he interrupted her, “but now you have to get up. We have to continue on our way.”

He was again quoting her words from that time when they had been together in the shelter for the first time. These associations of ideas kept Kanja's hopes alive. If he could experience the same sensations he had on the first trip again, perhaps his memory would gradually recover. But there was still a long way to go before that point and she knew that she would still have to be very patient.



After a quick breakfast, they set off again, and she had to make another physical effort driving along those almost impassable roads. But she knew that, at least now, she would not have to be so aware of Kare's mind, because it would be extremely rare for them to meet anyone from that point on, and in the event that a new crisis arose, it would be easier for her to focus on calming him down, without having to also be attentive to other interactions.

When they arrived at the Machine's facilities, she was physically exhausted but he had not shown any signs of mental instability. He only had a half smile, which made him look a bit like an idiot, but she preferred that situation to having to deal with him constantly. What she did miss was the tireless curiosity Kare had shown from the very beginning when they had first begun their journey. She longed for his doubts and to explain to him how all the strange things worked, though it was also a relief not to have to fight the skepticism, bordering on stubbornness, that he had shown that time as well.

When they got out of the off-road vehicle, he did not need any explanation. They walked to the entrance of the facility, where he stared at the opening leading into the interior. Once there, he calmly walked to the ladder without waiting for instructions. Kanja followed him, very surprised, this time pleasantly, and had a strange feeling that this time it seemed he was the guide and she was the one following in his wake. They went down the long corridor that led to the rooms before the machine itself, and he was constantly taking the lead. She was curious to know how he would react to the sight of the Machine, though she still feared that at any moment he would have another association of ideas that would lead to a new crisis.

Upon reaching the curved room with the large window, Kare paused for a moment as she watched him curiously. Then he turned to her, smiled, took her hand, and led her to the window.

"This is our destiny," he repeated Kanja's words again. "Come, look."

She could not get over her amazement. Although she believed the man's memory must have been erased, everything he had experienced the previous occasion he had been there seemed to have left such a deep imprint on his mind that, when he found himself in that place again, he was reacting to those stimuli. But what surprised her most was that he had not reacted the same way as the first time, but had taken the role of Kanja herself, showing her those things as if they were new to her and not to him.

As they reached the window, the light on the other side came on, and the Machine could be seen in all its splendor. She kept glancing at him, and he kept his satisfied smile.

"It's very pretty, isn't it?" he said.
"Yes, it is, very pretty."
"But you're even more so..."

Kanja had to hold back a laugh. Was he flirting with her?

"Thank you very much," she replied. "You're not bad yourself."

Then the man's face darkened.

"There's no need to lie. There's nothing you can do for me. I'm finished."

Her heart skipped a beat. Any stimulus, at any moment, could cause the man's unstable mood to change course completely. She did not know how to react to this; a single, seemingly harmless comment could make things unmanageable, and she preferred to change the subject so he would not become stuck out and refuse to move forward. Taking advantage of the fact that they were still holding hands, she gave him a gentle tug.

"Shall we continue our journey?" she suggested.
"Where to?" he asked, somewhat confused.
"To our true destination..."

She was afraid that Kare's goodwill would close at any moment, so she had to choose her words very carefully and try to make certain expressions as ambiguous as possible. This time she was lucky; he shrugged and let himself be carried away.

"It's not where, it's when..." he whispered thoughtfully as they entered the Machine's anteroom.

When they reached the room where the benches were located where they had to undress, he stiffened slightly, but said nothing. Slowly, without losing sight of him, Kanja began to take off her clothes.

"What are you doing?" Kare asked, stunned.
"Can't you see? I'm undressing to get into the machine."

He blushed and tried to look away, though he could not help but sneak glances. But, in a new twist of his fragile mind, when she was completely naked, he looked her up and down.

"I'm afraid Tarlo’s got back the fifty I won him the other time."
"Excuse me?" Kanja asked, puzzled.
"Wow!" he said, without a hint of the blush he had shown only a moment before. "You're so hot!"

Kanja could not help but burst out laughing this time. These sudden changes in his behavior were deeply worrying, but the situation was too comical to resist.

"Come on, let's go in together," she suggested.
"But I'm dressed. Can I go in this way? Won't they say anything to me? They don't let you go in with clothes on in the colony."
"No one will say anything to you, because your clothes will disappear in there."

Kare looked at her in confusion, but seemed to trust her for the moment. They went through the cleaning and hair removal process and headed out to where the Machine was. He had not noticed his new circumstance, hairless and naked, and he continued staring ahead, without noticing anything, until he saw their reflections in the Machine's reflective surfaces.

"Who are those naked people over there?" he asked.
"It's us," Kanja replied cautiously.
"But they're bald..." he said, turning his gaze toward her. "Ahhh!" he cried. "What happened to you? Where’s your hair?"

Kanja laughed and decided to let the same scene play out.

"Come on, you haven't seen yourself."
"What?"

Kare looked down at his body and saw that all his body hair was gone, just like the first time he had been there.
He grabbed his head and found that he was bald, just like Kanja.

"Shit! What have you done to me? And what have you done to yourself? If I got to know about this latest prank I wouldn't have paid a damn attention to you!”

It was a situation identical to the other, word for word. Kanja thought the more similarities there were, the better for the man to return to his old self. Then, embarrassed, he covered his genitals with his hands.

"You don't have to cover yourself," she tried a dangerous argument this time. "If you wanted to come to a nudist colony, why are you embarrassed now?"

He remained thoughtful; his reaction was truly unpredictable. But this time, luck favored Kanja again.

"Well, you're right," he admitted. "It's just that I'm having a hard time getting used to it. I'll have to shift gears, as they say in my time."
"Come on, come inside the machine and let's go to the future," Kanja repeated what she had said the previous time, holding out her hand. "You'll see how you'll like my world."

He took her hand and they walked toward the entrance, but this time Kanja remembered to first grab the essential charge for a jump. He looked at her and made a visible mental effort.

"Iridium 192," he said slowly. "There isn't much left, right?"
"Indeed," Kanja said hopefully, seeing that he could recall certain details. "That's why we need you. Only you can help us."
“But the equations state it's impossible… Or not… I think there's a beginner's mistake. That's why I was able to find it. But they shouldn't know, or else… Although you do deserve it, and that's why… I only showed you the fourth one… You did the rest…”
“Yes, and I thank you for helping me. But we still have a lot to do.”
"But they shouldn't use the machine!" His eyes widened in horror. "It's a disaster! They create monsters that don't develop, you know?"
"Don't worry," Kanja said, unsure if what he was saying was nonsense or something trying to surface from the depth of his memories. "They won't get away with it."

That statement was too bold, especially considering she did not know the true extent of Kare's thoughts. But she needed him to trust her and continue forward at this critical moment.

They finally entered the Machine, and she tried to hurry up, before anything else delayed them further. She knew the right moment of destination and proceeded to execute the order to jump. She observed him carefully to see his reaction to the sensations that were experienced; He made a face of slight displeasure, but endured it well. When all finished, he stared at her.

"Going back is much worse," he explained didacticly. "It takes a lot more energy, you know?"

Kanja just nodded, smiling at her. It was very interesting the way he explained things to her, as if he were a true expert and she was a novice in these matters.
They left the machine, went through the disinfection chamber again, and returned to the room with the benches. Kare looked around, not fully understanding.

“They've stolen our clothes.” Kare said, pointing a finger at a bench. "No, it can't be there. Did you think it would be there almost a millennium later?" 

The mingling of his words with Kanja's showed that the confusion in his mind was reaching dangerous levels, but on the other hand, they also got his mind working, and she supposed it had to be a good sign that the memories were surfacing so easily.

She hurried to pick up at once what was necessary to get back to their usual appearance. She put a band-aid for growing hair and saw how he touched himself when he felt that tingling that was felt when his hair grew. Then, she put a band of clothing simulation on him and chose a discreet design for him. When he saw himself dressed again, he made a worried face.

"But here, in the colony, they won't let us go like this..."
"It's okay, we're leaving the colony."
"Oh, really? Where to?"
"On vacation! Don't you remember?"
"Excuse me, Miss, but I’m beginning to lose my mind, you know? Don't pay too much attention to what I say."

Kanja nearly burst into tears when she heard that, but she tried not to make a big deal out of it. There were already near their destination and there they could try to bring him back to his senses.

Then she put on her own band-aids, combed their hair, and then she put on the device to remove his facial hair. She did not know if he would prefer to keep his beard long, because he must have been used to it by then, judging by its length when she met him again. Even so, she preferred him without a beard; she found him more attractive and made him look less aged. He let her do it, apparently not fully understanding her intentions. When she finished, he brought his hand up to his face.

“All the hours I've spent shaving. This is a real invention! You could give me this machine as a gift. It’d be very handy for me… Yeah, it wouldn’t be bad, but you know it’s not possible. I said it just in case.”

Kanja was very surprised; he seemed to be reciting some sort of a mixture of conversations, but the last part was not recognizable to her, as if she had had that fragment of the conversation with someone else.



Once they were ready, they left those facilities and went outside. Like that previous time, she had chosen a late arrival time, to spend the night again in the shelter. She had already expected the man's reaction, but she simply observed him.

“West is over there, where the sun’s setting,” he murmured. “Almost 950 years… I’m getting tired of nonsense.”

The jumble of memories must have been causing him overwhelming confusion, so she decided to cut it short so the situation would not saturate his mind. She grabbed his hand and gently pulled it along.

"Come on, we can't take too long or it'll get dark."

They walked toward one of the surface vehicles, which she had mentally called the moment they first arrived in that era, so that it would be at their disposal when they left the facility. Kare looked at it curiously upon arrival and walked around it.

"Another toy?" he said.

Kanja had not taken kindly to that comment the last time, but this time she found it funny and had to fight back laughter. They climbed into the vehicle, which sped off toward their next stop: the shelter in the grove.

They arrived later than she had planned, because it had taken her longer than expected to guide Kare through the process they had followed before leaving the facility. It had already fallen into darkness, but she took his hand and moved through the woods cautiously to avoid any stumbles. She breathed a sigh of relief upon reaching the shelter and having made it there without incident. While the man stood looking around, she went to the wall to grab what she needed for dinner. How long had she lost sight of him? Twenty seconds at most? When she turned around, Kare was gone; her heart skipped a beat. Where the hell had he gone? Her only guess was that he'd gone outside, so she left what she was carrying on the table and ran outside, terrified of what might happen to him in his weakened state of mind.

As she stepped outside, it took her a while to adjust her vision to the darkness, but she could not detect any trace of him. "Shit!" she thought, "How could I have been so stupid?" But there was no point in complaining now; she just had to focus on finding him before they had to truly regret it.

"Kare?" she said in a trembling voice, but realized that would not work. "Kaaaareeee!!!" she screamed in terror, only to receive silence in response.

She ran aimlessly, trembling with fear, stumbling over trees and branches, and repeating her desperate call. But she told herself she had to remain calm or she would not achieve anything. So, she thought the most effective thing to do was to try to get inside Kare's mind and find out what association of ideas he could have had that had led him to escape from the shelter in that unexpected way, although that was extremely difficult; What mental processes could that destroyed brain be undergoing? And there he remembered the moment he had realized they had actually traveled into the future. She had been furious at his refusal to acknowledge the reality of the trip, and they had not spoken all afternoon. He went outside and looked at the sky. That was it! He had probably gone somewhere where he could gaze at the sky to look at that hunter's constellation—what was it called...? Yes, Orion! But she did not have his knowledge of the sky, and she had no idea where it was at that time of year. She supposed he must have moved away to one end of the forest to get a better view, but where? She could not afford to go to any random spot and then systematically skirt the forest, because there was a danger that he would try to return to the shelter once his mind came to that decision, and by the time she reached wherever he was, he would already be gone. And there was also the terrifying possibility that he could not find his way to the edge of the grove and was lost. She had to make a quick decision. Then she realized she could use her mind control to detect mental activity in the area. Why had not she thought of it before? She tried to justify it by saying that she had been living in the past for so long and had grown accustomed to using it sparingly. Furthermore, when she had met Kare again, she had used it very little, and with extreme caution, so as not to violate his privacy in the first place and to avoid overly upsetting an already damaged and unstable brain. But this time it was imperative to find him somehow, and she searched with maximum power.

What she found produced two very different sensations in her. First, she was immensely happy to find out where he was, but at the same time, she detected a part of the man's inner tragedy; she perceived that he was suffering terrible pain due to his illness. She should have realized it sooner and taken care of his physical condition first! How could she have been so selfish? But again, self-justification came to her defense, telling her that she had not wanted to delve too deeply into his mind so as not to alter it too much; however, she was not relieved at all by this thought. But now, what really mattered was that she had to meet him and take him back to the shelter.

With the reference of his mind as radar, she managed to find him without much effort. Upon reaching his position, she found him looking upward, just as she had expected. She approached slowly so as not to startle him, but he had already detected her presence, although without changing position.

"Have you seen it?" he said, pointing with his hand, still looking at the sky. "We're in the future!"

Kanja played dumb and pretended not to know why.

"How are you able to know?"
"Can't you see? There's a star missing from the hunter's shoulder. That can only be because it exploded sometime in the last nearly a thousand years, leaving only a nebulous remnant."
“How are you able to know the sky?” she tried to transport him to another sweet moment. "I only see bright points..."

Kare looked at her incredulously.

“Haven't you been taught to tell apart any constellations?”

But before she could answer, he walked over to her and hugged her, giving her a kiss on the mouth that left her unable to react. How she had missed it! However, she sensed something in his mind that burst her bubble. He was just acting somewhat mechanically, his memories driving him to automatically repeat a series of events that mingled helter-skelter, but underneath, Kanja did not detect that he was in love with her. That discovery made her terribly demoralized. Then he let go of her and looked at her in a very strange way.

"I'm sorry, I shouldn't have done it; Can't you see? This is impossible! We belong to very different eras and the consequences could be awful."

Kanja could not help it and burst into tears. He was bonkers! He was just a broken automaton with a tangled skein for a brain. A knot formed in her chest, and she could not stop herself. Then, seeing her like that, she hugged her again and stroked her hair.

"Don't worry, my child. Did someone hurt you?”

That was the final straw. Still weeping, she pulled away from him and, taking him by the hand, practically dragged him toward the shelter. This was looking very bad for her dream of making Kare the same person she had known.



Once inside the shelter, they ate dinner in silence; Kare just watched her silently, and she stared blankly, completely depressed. And then, as she was helping him into bed, he grabbed her wrist until he was sure she was looking into his eyes.

"You're very sad," he said very seriously. "It's my fault, isn't it?"
"No, goof, it's just that I'm very tired. Come on, sleep, we have to leave early tomorrow."
"That's not true. Even though I have these ravings, which are becoming more and more frequent, I'm not stupid. I know I'm making you suffer..."
"Come on, leave it..."
"No!" He did not let her finish. "When I see you suffer because of me, I suffer too. It would be better if you just left me somewhere and went on with your life without worrying about me anymore."
"That's not possible, even if you can't tell. Or maybe it is. I don't know when you're lucid and when you're not."
"Why do you insist on dragging me along? I'm just a hindrance, a dead weight. Please don't continue with this. I don't have much time left, and I want to finish once and for all."

She started crying again, though she quickly managed to control herself. She wanted to tell him the real reason, but this time it seemed he was the one wearing the mind-control device.

"It's because you love me, right? And I think at some point I loved you too."
"What do you want me to say? It doesn't matter, I don't know if I'll be able to get you back. But I won't stop until I have no other choice. Do you understand?"

He just shook his head, lay down looking at her with a sad expression, and quickly fell asleep.