Se despejó un poco de su letargo. Kare seguía durmiendo y ella empezó a sentir necesidad de ir al baño. Llevaba un rato aguantándose porque le daba miedo dejarlo solo, aunque solo fuese un minuto. Dudó unos instantes y al final decidió que la mejor opción era llamar a una azafata para que se quedara con él mientras ella se aliviaba. Probablemente no fuera necesario, pero se sentiría más tranquila. La asistente acudió con presteza a su llamada y, con amabilidad, escuchó su explicación de que su acompañante tenía un problema mental y necesitaba que lo vigilasen en todo momento, aunque tardaría poco. La mujer sonrió y le dijo que no tenía que preocuparse. Aun así, Kanja no estaba del todo tranquila. Tardó poco en el aseo pero, al volver, se encontró con lo que más había temido. Antes de llegar a ver qué ocurría, escuchó bastante algarabía y se dio cuenta de que algo iba mal. Corrió con el corazón en la boca y se encontró a la pobre azafata forcejeando con Kare que, aunque estaba muy delgado, todavía conservaba bastantes fuerzas; al menos más que la pobre mujer que, muy agobiada, no era capaz de hacerse con la situación. Para colmo, otros pasajeros estaban llamando a gritos para pedir ayuda para controlar a aquel individuo desatado y un tripulante varón se acercaba desde el otro lado para neutralizarlo. Kanja se dio cuenta de que era imperioso que ella llegara antes que el hombre, para que no dañase a Kare, y se tuvo que emplear a fondo en su carrera, esquivando o empujando a cualquiera que anduviera por el pasillo. Pero veía que, aunque ella llegase antes, aquel hombre podía no entender la situación y creer que ella también estaba alterando el orden, por lo que no le quedó otra opción que manipular velozmente la mente de aquel tipo y lo detuvo casi en seco. Ella llegó a tiempo e hizo que el inquieto Kare recuperara la calma. Estaba llorando y reclamando a su mamá. Ella lo abrazó, llevándole la cabeza a su pecho y diciéndole que no llorase más, que mamá ya estaba allí. Y, mientras tanto, intentó hacer que su mente también volviera al estado de sopor en el que había permanecido hasta entonces. Cuando Kare se quedó dormido de nuevo, tuvo que disculparse, un tanto abochornada, ante los tripulantes que habían acudido como refuerzo y pronto se fue restableciendo la calma. Tenía los nervios casi al límite; aquello podía ponerse muy difícil y, por un momento, tuvo miedo de que no fuese posible lograr sus deseos de hacerlo volver a ser el mismo hombre que ella había conocido y del que se había enamorado.
La cabeza de él reposaba sobre su pecho y Kanja le acariciaba el pelo, intentando infundirle la mayor tranquilidad posible. Un rato después, ella también recuperó la calma y continuó rememorando aquellos días, en los que vivió algo que nadie más había experimentado, hasta donde ella sabía, cuando tuvo que interactuar consigo misma.
Cuando recibió la confirmación de que su otra instancia ya había llegado a casa, se dirigió allí rápidamente. Llamó al portero automático y no necesitó siquiera decir quién era. Subió a su piso y, en el rellano, se encontró con su vecina, que la miró muy extrañada.
–¡Kanja! ¡Pero, si acabas de entrar y no te he visto salir otra vez! ¿Por dónde has pasado para que no te viera?
–Estabas distraída –improvisó–, y he pasado por detrás sin que me vieses. Es que se me había olvidado algo y volví a bajar.
La mujer no estaba muy convencida, pero tuvo que rendirse a la explicación, que era más verosímil que cualquier otra.
–¡Pues sí que eres silenciosa! –dijo riendo–. Me tienes que contar lo de tu viaje. A ver si encuentras un poco de calma con ese ajetreo que te traes y nos vemos un rato tranquilas y charlamos un poco…
–Lo malo es que tendré que salir otra vez de viaje mañana mismo, pero ya quedaremos un día, ¿vale?
–¡Jo, qué suerte tienes! Siempre de viaje de un sitio a otro y no como yo, que siempre estoy aquí aburrida. La de sitios que conocerás…
–No todo es tan sencillo, también tiene su estrés, ¿sabes?
–Ya, supongo…
–Bueno, ya hablamos en otro momento, ¿vale? –tuvo que cortar.
Pero enseguida se encontró con otro problema insospechado. No podía abrir la puerta porque seguía sin tener la llave. Supuso que, aunque la otra Kanja estuviera escuchando detrás de la puerta, tenía que ser muy cuidadosa para no abrir la puerta y que la mujer las viese a las dos. Estaba a punto de darse la vuelta para decirle a su vecina que se había vuelto a olvidar las llaves dentro, con el consiguiente reproche por su despiste, cuando escuchó el ruido de la llave al otro lado de la puerta. Era ella misma, pero se enorgulleció de su otro yo por ejecutar aquel engaño con tanta habilidad. Fingió que estaba manipulando la llave y, cuando la puerta se abrió, se introdujo como una exhalación.
Dentro estaba oscuro, obviamente, y la otra instancia estaba detrás de la puerta, conteniendo la respiración. Al mismo tiempo, las dos se llevaron el dedo a los labios, pidiendo silencio y se fueron hacia el interior del piso. Entonces, cuando consideraron que nadie podría oírlas, se miraron fijamente, anonadadas. Era lo más extraño que habían experimentado en su vida, pero había algo que les parecía natural, como si fuese algo cotidiano. Fruncieron la nariz del mismo modo y dijeron a la vez:
–¡Es como una holoreflexión!
Entonces se echaron a reír irresistiblemente hasta llegar a las lágrimas. Pero la risa no reflejaba solo una situación graciosa, sino que la tensión acumulada tenía que salir por algún sitio. Y, al terminar de reír, se volvieron a mirar fijamente, las dos con la misma idea. En muchas elucubraciones acerca de encontrarse con uno mismo en el pasado, se había especulado que, si alguien entraba en contacto físico con su otro yo, podía haber una explosión como la de materia y antimateria al unirse, u otras tonterías por el estilo. Pero, por si acaso, las dos acercaron tímidamente un dedo a la otra, para tocarse levemente por la punta. Como esperaban, al entrar en contacto, no ocurrió nada extraño, o al menos más extraño de lo que ya era de por sí. Era la misma sensación que con una holoreflexión, como habían dicho antes. Entonces, se abrazaron fuertemente y la Kanja que no había tenido éxito en su misión se echó a llorar, mientras la otra la consolaba acariciándole la cabeza.
Fue difícil para las dos lograr una conversación fluida, porque casi siempre sentían la necesidad de hablar al mismo tiempo, pero consiguieron establecer una serie de turnos para hablar y, aunque la situación era condenadamente enervante, al final se acostumbraron a actuar de aquella manera nada natural. La Kanja que había regresado del futuro explicó los planes que había estado elaborando para salir de aquel problema en el que estaban metidas y también contó una parte de lo que había sucedido para llegar a aquella situación, aunque ambas sabían que no era aconsejable que fluyese demasiada información desde el futuro al pasado, para no influir en otros acontecimientos que pudieran complicar aún más toda aquella loca madeja. No discutieron, porque los puntos de vista eran necesariamente los mismos, a pesar de las dudas lógicas que había en las dos instancias pero que, incluso antes de ser preguntadas por una, la otra ya lo tenía en mente y se podía adelantar a considerar el tema sin la intervención de la primera. Entonces, se encargaron de planear el viaje que iban a hacer al día siguiente y, tras la cena más extraña que habían tenido en su vida, se fueron a dormir juntas. ¿Por qué no?
A la mañana siguiente, se marcharon pronto de viaje, saliendo por separado de casa, para que nadie que las conociera las viese juntas. Solo después de alejarse lo suficiente del barrio, podrían reunirse y, a partir de ahí, aparentar que eran mellizas idénticas. Entonces, alquilaron un coche y se dirigieron al aeródromo de Kwerig, usando la manipulación de las mentes que les permitiera entrar en aquellas instalaciones militares sin ser interrogadas y coger un transporte militar, un avión, que las llevase a Vertula. La idea era llegar a la máquina del tiempo y allí se podía llevar a cabo una posibilidad que se le había ocurrido a la Kanja del futuro y que estaba bastante convencida de que podía funcionar.
El viaje fue similar al que había hecho con Kare, cuando lo había llevado al futuro, aunque esta vez la sensación de irrealidad era agobiante, pero tenían que hacerse a la idea de la necesidad de que nada alterara sus planes, porque se jugaban demasiado y no podían permitirse que nada saliera mal. También le sirvió de ensayo a la segunda Kanja para lo que llevaría a cabo junto a Kare unos días después.
Al llegar a la máquina, revisaron la estrategia una vez más. La Kanja del futuro repasó por última vez lo que ya habían ido conversando durante el largo viaje.
–Tienes que entrar en la máquina y buscar la opción que te permite hacer un salto “lateral” entre las líneas de tiempo. Esa opción no la comprendíamos antes de que pasase esto, pero los creadores de la Máquina tuvieron en cuenta esta posibilidad. De esta forma, tú podrás encontrarte en la situación que viví yo, en la que tuve éxito con Kare, y podrás continuar la misión de la misma manera que si hubieras logrado el objetivo por ti misma. Se puede hacer este salto porque, en realidad, ya ha sucedido y la máquina permite la posibilidad de ir a un punto en el que todo ha ocurrido de otra manera pero sin desplazarse en el tiempo. Entonces, saldrás de la máquina como si fueras la misma instancia que yo fui en el pasado, o sea, mi pasado. Por mi parte, no es necesario que yo entre en la máquina para intercambiarme a la situación en la que estaría si hubiese seguido la línea que tendrías tú en un futuro equivalente al que he vivido. Pero, de todas formas, tengo que ocuparme en continuar tu búsqueda de Kare y hacerlo regresar al futuro y recomponer todo lo que se ha desequilibrado.
Entonces, procedieron como habían planeado y, mientras la segunda instancia de Kanja pasaba por todo el proceso para entrar en la Máquina, la primera observaba todo desde el ventanal, un poco inquieta, por si se había equivocado y su plan no daba resultado. Pero tenía bastante confianza de que tenía que funcionar y, más le valía porque, de lo contrario, se habría quedado sin recursos. Cuando vio que su otro yo salía de la Máquina con una sonrisa en la boca, suspiró aliviada y corrió a esperarla, ansiosa de abrazarla. Era tan extraño, pero ambas sabían sin pruebas que aquello había sido un éxito. Entonces, regresaron para continuar sus respectivas misiones, en el punto que habían acordado, que era donde las cosas debían estar. Sin embargo tenían que pasar por un paso absolutamente necesario: la segunda Kanja tenía que olvidar este incidente y en su memoria solo podía permanecer la sensación de que, desde el principio había logrado contactar con Kare y había acabado atrayéndolo para que la siguiese donde ella quisiera. Para ello, la Kanja del futuro tenía que incorporarle toda la memoria que tenía desde que llegó por primera vez al pasado hasta la noche del primer beso y borrar los recuerdos de la expedición que fracasó. Y, a su vez, tomó la experiencia del otro lado para tener claras las pistas que había sobre el paradero de Kare y no verse obligada a comenzar de nuevo desde cero. Este procedimiento mental lo hicieron justo en el momento de separarse, tras desearse suerte mutua. Pero ahora, la Kanja que regresó del futuro, se dio cuenta de algo que la otra todavía no sabía. Al introducir sus experiencias en la mente de su otro yo también estaba incluida una sensación, que ya había empezado a aflorar en ella en aquella fecha: por aquel entonces ya había comenzado a sentirse enamorada de Kare. Se daba cuenta de que era una situación que otra vez podía poner las cosas difíciles, pero era necesario que se repitieran los hechos como habían sucedido para que todo regresase a la anhelada normalidad.
***
Kanja notó que Kare estaba a punto de despertar y se preguntó en qué estado lo haría. ¿Volvería a reaccionar de manera inesperada y violenta? ¿O se mostraría afable y tranquilo? Le estaba dando miedo de que su estado mental fuera cayendo tan rápidamente que no fuese capaz de controlarlo antes de que llegaran a su era; y tampoco deseaba tener que estar manipulándolo continuamente, porque pensaba que era posible que la situación fuese empeorando si lo hacía. Él se quedó un rato quieto y, de pronto, se incorporó muy rápido. “Verás,”, pensó Kanja, preparándose para lo peor, “empieza el espectáculo…”. Entonces, él la miró fijamente y se puso muy colorado.
–¡Perdona! Me he quedado dormido encima de tu pecho. Espero que no te moleste, no lo hice a propósito…
Kanja sonrió, intentando que él no se sintiera incómodo.
–No tienes que preocuparte. He sido yo quien te ha puesto así.
–Pero… ¿Por qué has hecho eso?
–Supuse que estarías más a gusto. Y a mí no me desagrada que estés ahí…
Se quedó muy pensativo y continuó muy sonrojado. Parecía un adolescente pero, al menos, se mostraba sereno y no parecía estar desvariando.
–He tenido un sueño muy raro… –dijo él tras un rato–. Soñé que era un niño y estaba con mi madre. Y, entonces, me separaron de ella por la fuerza. Una mujer me retenía y forcejeaba conmigo para alejarnos. Yo lloraba mucho y la llamaba… Menos mal que ella llegó y me abrazó. Y luego me echó a dormir en…
–Como estabas hace un rato, ¿no?
–¿Cómo lo sabes? –preguntó perplejo.
–Solo era una suposición. Pero ya pasó, solo era una pesadilla.
–Sí, claro… Solo era una pesadilla. Y ahora te tengo a ti para protegerme…
–Tranquilo. Nunca dejaré que te pase nada malo.
Le dolía aquella afirmación, porque ya le había prometido lo mismo anteriormente y no lo había cumplido. Bueno, no del todo. Y, en ese momento, pasó por allí la azafata con la que había tenido aquel altercado, que se paró sonriente.
–Bueno, parece que ahora está más tranquilo, ¿no?
–Sí, es que tuvo una pesadilla y se asustó –se excusó Kanja, mirando de reojo a Kare–. Pero él ya sabe que todo ha pasado.
–Me alegro mucho –dijo la azafata, intensificando su sonrisa, y se marchó.
Kare estaba mirando fijamente al lugar por donde había aparecido aquella mujer, aunque ya no había nadie. Parecía asustado. Se volvió a mirar a Kanja, con los ojos muy abiertos y dijo en voz baja:
–¡Era ella! ¡La mujer mala que me quería separar de mamá…!
–Tranquilo, cariño –respondió ella inquieta, pero intentando infundirle calma–, lo acabamos de hablar. Sólo ha sido una pesadilla, ¿recuerdas?
–Sí, claro… –y, frunciendo el ceño–. Pero no me trates como si fuera un niño, ¿vale? ¡No soy un idiota!
–Vale, vale, solo quería que no te pusieras nervioso.
La situación era muy preocupante. Los cambios en su estado de humor variaban demasiado deprisa y cualquier cosa que le produjese una asociación de ideas negativa podía desencadenar de nuevo la catástrofe. No estaba muy segura de quién podía acabar más afectado al final del viaje, él o ella. Sin embargo, se mostró bastante tranquilo durante el resto del vuelo. Se quedaba mirando fijamente hacia delante, sin decir nada, y ella lo dejaba que rumiase lo que tenía en la cabeza, aunque hubiera deseado saber de qué se trataba, pero prefirió dejar su mente inestable con la menor manipulación posible, para que no volviese a entrar en otro episodio paranoico.
Por fortuna, el resto del viaje fue pacífico, aunque Kanja no era capaz de descansar tranquila en ningún momento. Sabía que no podía bajar la guardia ni un solo segundo y eso hacía que el estrés la devorara. Sobre todo, tenía que estar especialmente alerta cuando se hacía necesario manipular las mentes de terceros, porque podía necesitar descuidar su atención sobre él y, si en un momento clave se daba un episodio de crisis, podía tener serios apuros. Pero nada de eso ocurrió y él se mostró calmado y con una leve sonrisa permanente en su rostro. Tal vez lo viese como unas vacaciones, tal como le había dicho ella, y únicamente miraba todas las cosas nuevas a su alrededor como meras curiosidades. ¿Quién era capaz de saber qué se estaba pasando por su cabeza? Ella intentó hablar poco, sobre todo para que lo que quisiera que lo estuviese distrayendo no se volatilizara y volvieran a aparecer los problemas.
Cuando el día anterior a la llegada a su destino final, las instalaciones de la máquina del tiempo, hicieron la última parada para descansar en uno de aquellos refugios del 24, ella estaba intrigada por la reacción que mostraría Kare ante algo tan diferente de lo que hubiera visto antes; bueno, en realidad no era cierto, sino diferente a algo que recordase, porque verdaderamente lo había visto en su anterior salto al futuro. En el momento que se abrió el acceso, lo miró fijamente, pero él no se inmutó. Simplemente, entró sin aparentar sorpresa, lo que realmente hizo que ella fuese la sorprendida. Pero aquello no fue lo más extraño; cuando llegó la hora de dormir, hizo que él se tumbara en una de las camas en las que se levitaba.
–¡Cómo echaba de menos esto! –dijo Kare de repente.
A Kanja le dio un vuelco el corazón. ¡Eran las mismas palabras que ella había dicho la primera vez que había llevado a Kare allí!
–¿Es que te acuerdas? –le preguntó.
Pero Kare no respondió. El efecto somnífero de la cama lo había puesto fuera de combate mucho antes de lo que ella esperaba. Aquellos destellos poco frecuentes de aparente recuerdo por parte de él eran desconcertantes y esperanzadores a la vez. Pero se había quedado con las ganas de saber si él podía verdaderamente acordarse de aquellas cosas, lo que la hizo sentirse algo frustrada, pero decidió no darle demasiada importancia, porque podía más la sensación de alivio que sentía, sabiendo que aquella noche iba a ser la primera en mucho tiempo en la que iba a poder dormir profundamente. Estaba auténticamente agotada por la falta de sueño, el estrés y, además, en los viajes anteriores a aquel lugar siempre había tenido alguien que la relevara en una conducción de tantas horas. Por eso, se sintió muy contenta de poder relajarse por una noche y tenía la esperanza de que al día siguiente vería todo de una manera mucho más positiva.
“The bad thing is that I have to go on another trip tomorrow, but we'll meet up another day, okay?”
“Wow, you're so lucky! Always travelling from one place to another, unlike me, who's always bored here. You'll see so many places…”
“Not everything is that simple, it's also stressful, you know?”
“Yeah, I guess…”
“Well, we'll talk about it another time, okay?” she had to cut it off.
“But... Why did you do that?”
“I assumed you'd be more comfortable. And I don't mind you being there...”
“Just like you were a while ago, right?”
“How do you know?” he asked perplexed.
“It was just a guess. But it's over now, it was just a nightmare.”
“Yeah, right… It was just a nightmare. And now I have you to protect me…”
“Take it easy. I'll never let anything bad happen to you.”
"Yes, he had a nightmare and got scared," Kanja excused, glancing sideways at Kare. “But he already knows that everything has passed.”
"I'm very glad to hear it" said the stewardess, intensifying her smile, and left.
“Calm down, honey” she answered, worried, but trying to calm him “we just talked about it. It was just a nightmare, remember?”
“Yes, of course…” and, frowning, “But don't treat me like I'm a child, okay? I'm not an idiot!”
“Okay, okay, I just wanted you not to get nervous.”
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