En el avión, Kanja pensó que podría tenerlo algo más controlado y se relajó un poco, pero sabía que en cualquier momento podía desatarse una crisis que la pusiera en apuros. Por eso, aunque no se atrevía a manipular una mente cuya estabilidad pendía de un hilo, intentó provocarle un sueño irresistible que lo dejase fuera de combate durante unas horas, cuantas más, mejor. Pero esperó a que el avión despegara, por si acaso. Luego, una vez segura de que él se había dormido, dejó que su mente se relajase y, en un estado letárgico entre la vigilia y el sueño, fue rememorando el preludio de aquella última misión.
Se había sorprendido mucho de que le llegara un mensaje mental urgente, justo cuando estaba a punto de apearse del ascensor espacial en la Tierra. Le ordenaban que volviese de inmediato a Lïmpa y tenía que presentarse ante Gennmid, que en la práctica era su jefe, como mando del GSU, el Grupo de Seguridad Unificado de Lïmpa y la Tierra. Se extrañó ante el carácter tan apremiante de aquella orden; algo grave tenía que haber sucedido y la asaltó un temor enorme de que aquello estuviera relacionado con Kare, aunque sabía que debería continuar encerrado en la cámara de aislamiento, donde ella misma lo había conducido el día anterior. ¿Acaso le había sucedido algo malo? Creyó que, si así hubiese sido, ni se habrían molestado en contactar con ella tan urgentemente; tenía que tratarse de algo más importante. Aun así, no conseguía quitarse de la cabeza esa mala sensación de que él tenía que estar involucrado en algo inesperado y ella se veía fustigada por la culpabilidad de haberlo metido en aquel asunto sin que él lo hubiera buscado.
Cuando llegó a hablar con Gennmid, éste le explicó que el prisionero se había fugado inexplicablemente y que el Consejo había puesto inicialmente todos los medios para capturarlo aunque, pasadas una pocas horas, los servicios de seguridad habían llegado a la conclusión de que él ya no podía estar en aquella era, sino que habían detectado que se había producido un salto en el tiempo y estaban casi seguros de que tenía que haber sido él quien hubiese efectuado aquel salto. Todo era extremadamente irregular, porque las instalaciones de la Máquina estaban vigiladas continuamente desde que se diera la alarma, para impedir que el fugitivo usase aquel medio para escapar definitivamente. A Kanja le parecía muy poco probable que Kare hubiese sido capaz de ese acto espectacular de escapismo por sí solo, pero las evidencias que se habían presentado parecían incontestables. Entonces, Gennmid le indicó, con una visible expresión de fastidio, que tenía que presentarse sola delante del Consejo, donde recibiría instrucciones secretas, que ni siquiera él mismo podía conocer. Kanja se alertó enormemente al escuchar eso; ¿Nada menos que el Consejo la reclamaba, únicamente a ella, para una misión especial súper secreta? Sabía que, después de haber desentrañado el engaño que se escondía en la falsa demostración de la imposibilidad de viajar en el tiempo, estaba muy bien considerada por el propio Consejo y que, si en el tema estaba implicado Kare, ella podía ser la persona más adecuada para cualquier misión relacionada con él; pero no se esperaba que fuera a ser tan crítica su presencia como para que prescindieran de sus superiores y la reclamasen a ella directamente.
Se presentó, muy inquieta, en aquella sala enorme donde se había producido el juicio a Werimu y, posteriormente se había tratado el tema de las ecuaciones del viaje con los dos Antiguos, un sitio de recuerdos agridulces donde, por un lado, ella había conseguido su tan anhelado sueño de llegar a la categoría de los Elegidos y, por otro, donde se había fraguado el destino incierto de su querido Kare. No la hicieron esperar demasiado en la antesala y se abrieron las puertas, donde la abrumaba estar ella sola delante del Consejo que regía los destinos de la sociedad de aquella época, y que podían influir también de manera sutil, o no tanto, en otras eras.
Hasta entonces, solo había tenido oportunidad de conocer personalmente a Azëna entre los miembros del Consejo, pero ahora se enfrentaba también a Freditt y a la más importante de todas: Hiira. Ya se había sentido siempre inquieta en las pocas oportunidades en las que había coincidido con Azëna pero ahora, que las veía a las tres juntas, el sentido de intimidación era enorme, especialmente la figura y la mirada de Hiira, acobardaban al más valiente. Se hallaban las tres en unos tronos que a Kanja le pareció que se encontraban en otra disposición la vez anterior que había estado allí. Recordaba que, en aquella ocasión, en el centro de la fila de tronos destacaban los de Hiira y de Züs, y que el resto se situaban a los lados de ambos; pero ahora las tres personalidades tenían sus lugares adyacentes y el trono de Züs se había retirado a uno de los extremos del grupo.
–Muy bien, muchacha –comenzó a hablar Azëna–, supongo que Gennmid te ha informado del asunto que nos reúne ahora. Tu querido Kare Osjin se ha fugado y, según parece, ha regresado a su era.
Kanja asintió con la cabeza, sin poder articular una sola palabra, porque tenía la boca seca y un nudo en la garganta por la tremenda impresión que la atenazaba en aquel tenso momento.
–Pero lo que nadie sabe, excepto el Consejo –prosiguió Azëna–, es que la situación se ha complicado mucho por culpa de lo que el fugitivo ha hecho después de regresar a su época.
¿Cómo era posible todo esto? ¿Kare?, ¿el Kare que ella conocía, podía haber hecho algo tan grave en su tiempo para provocar una crisis que afectase de esa manera al Consejo?
–Sabemos que te extrañará muchísimo lo que estás escuchando –continuó Azëna–, pero sospechamos que él no puede haberlo hecho todo solo.
Estaba claro que la mente de Kanja era absolutamente transparente para esos seres tan poderosos, por lo que tenía que ser muy cuidadosa con lo que pensaba o sentía, aunque probablemente no sería capaz de lograr escapar a aquel escrutinio de su mente.
–Creemos que en medio de sus acciones tiene que estar involucrado Lashkii, de quien ya tienes referencias; pero aún hay más respecto a este personaje que nadie conoce, excepto nosotras, y que hemos considerado que en este momento tienes que conocer tú también.
Si ya estaba bastante intimidada por tener que comparecer ante el Consejo, encima ahora la hacían partícipe de secretos que solo ellas conocían. ¡Menuda responsabilidad adicional sobre sus espaldas!
–Detrás de la personalidad de ese Lashkii está nada menos que Züs –en ese momento, Kanja notó que la expresión de Hiira se volvía visiblemente más agria–. Nos costó averiguarlo inicialmente, pero sabemos perfectamente que ambos son el mismo individuo.
¡Menudo bombazo! ¡Lashkii era realmente Züs! Por eso era tan difícil de controlar. Ahora sí que le empezaba a encajar el rompecabezas; si estaba metido Lashkii-Züs en la huida de Kare, podía explicarse que no hubiera dejado ningún rastro e incluso que, al volver a su era, pudiese haber provocado algo muy grave. Pero, ¿de qué podía tratarse? Estaba segura de que no tardaría demasiado en averiguarlo.
–Estamos ante una crisis sin precedentes –esta vez tomó la palabra Hiira, con una expresión verdaderamente intimidatoria–. Nos encontramos con una disociación de la realidad en un estado crítico, que puede llegar a destruirnos si no actuamos con extremada diligencia.
–¿Una disociación de la realidad? –preguntó Kanja preocupada, a pesar de su estado de acobardamiento–. ¿Cómo es posible?
–Al volver a su época, ese maldito –Kanja supuso que Hiira se refería a Züs– hizo que el Antiguo regresase a un punto anterior a que tú contactaras con él por primera vez, impidiendo que lo trajeras a este momento y todo lo que sucedió posteriormente se ha bifurcado en dos realidades superpuestas que ponen en peligro nuestra realidad. Por un lado, tú has logrado que viniese a esta era y has podido destapar el engaño con las matemáticas del viaje pero, a la vez, hay una instancia de ti misma que está perdida en la Antigüedad, sin que sea capaz de averiguar dónde se encuentra ese Kare Osjin, que ha desaparecido también de aquella era sin dejar ni rastro.
–Ese amigo tuyo tiene una habilidad fuera de lo normal para desvanecerse sin dejar huellas –dijo riendo Freditt, que hasta entonces no había intervenido–. A Hiira le disgusta mucho todo este asunto pero, a mí, tu amado me parece encantador.
Kanja se sobresaltó mucho al escuchar aquellas palabras, aunque sabía que no era posible ocultar nada a aquellas poderosas mujeres.
–No te preocupes, mi querida Kanja –prosiguió Freditt–, no te va a pasar nada por amar a un hombre, aunque estés entre los Elegidos; por lo menos a mí me agrada mucho esa circunstancia…
–Por favor, Freditt, no trivialices nuestro problema –dijo Hiira con cara de fastidio. Luego, volvió a dirigirse a Kanja–. Como podrás darte cuenta, solo tú eres capaz de desenredar esta condenada madeja.
–Pero no comprendo del todo cómo se ha podido llegar a esta situación sin que todo se haya disgregado totalmente –reconoció Kanja–. ¿Cómo puede ser que sigamos existiendo en esta realidad actual, si Kare no puede haber venido aquí?
–Se puede coexistir en dos estados superpuestos si la violación de la causalidad no es demasiado grave –aclaró Azëna en esta ocasión–, pero no podemos permitir que se prolongue esta situación mucho tiempo, porque si hay una divergencia muy grande entre las dos realidades, las tensiones entre ambas podrían llegar a destruir las dos. Sin embargo, el problema se agrava con algo que no habíamos esperado.
“¡Genial!”, pensó Kanja, “más problemas”
–Efectivamente, querida –respondió Azëna al pensamiento de Kanja–, más problemas. No te podemos dar detalles de los procedimientos que usamos, pero sabemos mediante ciertas simulaciones que, si decidiésemos eliminar al Kare que regresó a su época, antes de que se impidiese que tú consiguieras traerlo a este tiempo, la situación sería auténticamente catastrófica.
“¡Malditas! ¿Habían considerado la posibilidad de eliminar a Kare?”, se le escapó pensar sin darse cuenta de que ellas conocían todo lo que se pasaba por su cabeza. Cuando se dio cuenta, se sonrojó, pero luego, al observar una sonrisa malévola en sus rostros, se dio cuenta de que ellas pasaban por alto aquella reacción.
–No podíamos acabar con él –prosiguió Azëna– porque, si lo hacíamos, la Era de la Nueva Luz nunca habría tenido lugar y, por consiguiente, nuestra realidad tampoco.
–Habéis tenido suerte, tú y tu querido amigo –dijo Freditt, riendo–. Hemos averiguado que, cuando desapareció, fue él quien se dedicó a recopilar el saber de la Antigüedad para depositarlo en la Cueva del Conocimiento Antiguo, que hizo posible que esta era nuestra comenzase. ¡Menuda carambola!
La hilaridad de Freditt no hacía demasiada gracia a Hiira, a la que se notaba que intentaba controlarse con dificultad.
–Bueno, muchacha –intervino Hiira–, tienes que viajar de nuevo al pasado y encontrar una manera de que toda esta disociación de la realidad termine o, al menos, que sus efectos no provoquen ninguna tensión que logre destruirlo todo. También es necesario que ese molesto Kare Osjin regrese aquí aunque, no temas, no es para ser castigado. Por ahora no sabemos cuál será la solución pero has demostrado que tu mente es muy brillante y, además, no careces de otras cualidades que te hacen la persona idónea para esta tarea. Ahora, vete y, si solucionas el problema satisfactoriamente, serás generosamente recompensada.
–Sí –comentó Azëna–, porque es mejor no considerar la posibilidad de un fracaso: podría ser fatídico para todo lo que nos rodea. No queremos presionarte más, pero no puedes permitirte fallar en esta misión.
Durante el viaje a la Tierra, la responsabilidad que sintió Kanja era abrumadora. Tenía que encontrar la manera de que se restableciese un orden lógico, si es que era posible, y que la alteración de la causalidad no hiciera que la línea temporal entre las dos ramificaciones se separase demasiado e incluso intentar que convergiera hacia una sola realidad coherente. Pero, ¿por dónde comenzar? La primera idea que se le ocurrió era la más lógica: intentar llegar a un punto del pasado, anterior al que había provocado el cambio de la situación. Pero, ¿cómo podía saber a qué momento había regresado Kare en su época y cuál era la causa que lo había obligado a no repetir los sucesos cuando se encontró con la otra instancia de ella misma? Seguramente, Lashkii, o Züs debería decir, había introducido algo en su mente que lo había obligado a comportarse de una manera no habitual en él. Carecía de información suficiente para tomar una decisión en la que no valían los ensayos; una vez se decidiera por algo, tendría una única oportunidad para deshacer aquel galimatías. Y, dándole vueltas y más vueltas, se dio cuenta de que había ciertos hechos que ya no se podían evitar y que lo único que podía hacer era enmendar el resultado después de la desviación de los hechos originales e intentar que el resultado final volviese a un equilibrio lógico. Y, mientras iba de camino a la Máquina, fue poco a poco haciéndose una idea clara de cómo hacerlo y supo en qué circunstancias podía lograrlo.
Viajó al pasado a una fecha poco posterior al fracaso de su otra instancia que había perdido la pista de Kare. No estaba segura de qué podría pasar, pero tenía que arriesgarse a buscarse a sí misma e intentar convencer a su otro yo para que siguieran la misma estrategia, en realidad la única que podía funcionar. Aquello fue verdaderamente extrañísimo; cuando llegó, tenía que averiguar dónde se habría metido su otra personalidad, por lo que tuvo que reflexionar cuidadosamente cómo habría reaccionado ella misma si los planes que tenía hubieran fracasado en primer lugar. Lo tenía claro, habría removido cielo y tierra para averiguar dónde se encontraba Kare. Entonces, si lo perseguía a él, estaría tras su propia pista. Y, ¿por dónde empezar a buscar a Kare? Tal vez, lo más lógico sería averiguarlo a través de alguien que pudiese conocerlo bien. Y un nombre surgió de manera clara: Tarlo.
Pero, antes de nada, decidió intentar pasar primero por su propio domicilio en aquella era, aunque no tenía las llaves de casa y se podía complicar el asunto si la otra Kanja no estaba allí, o si estaba y alguien la veía duplicada. Pero, ¿cómo haría para comprobarlo? Entonces, se le ocurrió algo muy tonto pero evidente. ¡Podía llamarse por teléfono a sí misma! Pero, por supuesto, cuando lo intentó, no consiguió comunicar. Eso podía deberse a que ya no se encontrara por allí, aunque tampoco podía descartar otros motivos. Entonces, se dirigió a su hogar, sintiéndose muy extraña. Supuso que no estaría en casa o, de lo contrario, podría haber comunicado consigo misma por teléfono. Llamó al portero automático y, en efecto, no hubo respuesta. Y se le ocurrió una posibilidad: recordaba que la vecina de la puerta de enfrente y ella se habían intercambiado un juego de llaves de casa, por si ocurría algo, que pudiesen entrar en el piso de la otra. Llamó al portero de la vecina y le contó que se había dejado las llaves dentro de casa y que no podía entrar; por supuesto, no podía permitirse preguntarle si la había visto salir a ella misma y, en caso afirmativo, adónde. Consiguió por fin acceder a su domicilio, que estaba lógicamente vacío. Entonces, tras investigar infructuosamente alguna pista sobre su posible paradero, se dejó una nota en un lugar muy visible, indicando que llamara urgentemente al número de teléfono del que disponía ahora.
Luego, fue a visitar a Tarlo. Decidió que la mejor manera de hacerlo sería esperarlo a la salida del trabajo e intentar que le dedicase unos minutos para que pudiera darle una pista sobre dónde podía encontrarse Kare. Sabía que no iba a equivocarse en la hora a la que saldría el hombre de trabajar, porque era muy escrupuloso con la hora de la salida. En cuanto lo vio, no lo abordó enseguida, sino que esperó a que se alejara un poco de posibles miradas de otros integrantes de la compañía. Entonces, justo antes de que llegase a su coche, se acercó a él.
–Hola, Tarlo, ¿cómo estás?
–¡Kanja! ¡Qué sorpresa… de nuevo! –respondió él, muy contento por el encuentro.
Al escuchar aquel “de nuevo”, supo que su otra instancia ya había probado con aquella estrategia. Era lógico; no era que pensaran de la misma manera, es que eran la misma persona.
–Escucha un poco, por favor –dijo ella sin rodeos–, no te voy a entretener mucho tiempo.
–Te diría que no me importa que me entretuvieses, tenlo claro, pero mi mujer…
–Lo sé –interrumpió Kanja–. Por eso quiero que esto sea lo más rápido posible. Te puede sonar un poco raro, pero necesito que me recuerdes qué me dijiste cuando te pregunté por el posible paradero de Kare después de que se marchara.
–¿Estás bien? –preguntó Tarlo con cara de preocupación–. ¿Acaso tienes amnesia?
–No te lo puedo explicar, solo dime si tienes idea de dónde puede estar Kare.
–Ya te dije la otra vez que Kare no me dio ninguna pista sobre lo que quería hacer ni dónde iba a ir. Solo dijo que tenía una misión muy importante y que ya sabría algo de él cuando le fuese posible.
–Y, de momento no se ha puesto en contacto contigo, supongo.
–Supones bien. Kare es así, se olvida de todo cuando está metido en algo que requiere toda su atención…
Kanja sonrió, reconociendo aquel aspecto que le estaba contando.
–Por favor, necesito que, si en algún momento sabes algo del paradero de Kare, me llames a éste número.
Entonces, apuntó su número en un papel y se lo entregó. Tarlo se quedó mirando un poco extrañado y sacó su teléfono, consultando la agenda.
–Pero… La última vez me diste otro número. ¿A cuál tengo que llamarte?
Kanja comprendió que ésa había sido exactamente la misma estrategia de su otro yo.
–Puedes llamar a los dos pero, especialmente, no te olvides de llamar a éste último. ¿Vale?
–Bueno, si tú me lo pides… –dijo algo confuso.
Entonces, Kanja decidió incentivarlo, dándole un beso en la cara, con lo que el hombre se marchó con una sonrisa de oreja a oreja.
Pasados unos días, estaba desmoralizada. Todavía no tenía ninguna pista, ni de dónde podía estar Kare ni dónde podía hallarse ella misma en ese momento. Y sabía que su otro yo la llevaba bastante ventaja, por lo que la persecución se podía volver agónica. Pensaba frenéticamente cuál debía ser su siguiente paso cuando, para variar, la fortuna la sonrió. Sonó su teléfono y reconoció el número: ¡Era el que había tenido en el anterior salto! Es decir, era ella misma quien se llamaba. Tomó aire, intentando pensar cómo podía enfocar la aproximación que tenía que darle al tema.
–¿Sí? –contestó, sintiéndose muy rara sabiendo que al otro lado también estaba ella.
–Hola, tengo una llamada perdida tuya. ¿Quién eres? ¿Me has llamado?
Su misma voz le hizo sentir un escalofrío, y se dio cuenta de que a ella solo le gustaría que no hubiera rodeos en lo que tenía que escuchar.
–Hola, Kanja. Soy una instancia de ti misma que ha venido del futuro… De casa.
Al otro lado se hizo el silencio. Se dio cuenta de que a ella también le habría costado encajar aquella situación.
–¡Vaya! –se escuchó al otro lado–. No me lo esperaba… ¿Por qué has vuelto, o he vuelto? ¿Es porque he fracasado con Kare Osjin?
–No, es un poco largo para hablarlo por teléfono. Te puede parecer peligroso, pero tenemos que reunirnos. ¿Dónde estás?
–Estoy en el aeropuerto. Acabo de regresar a la ciudad. Estoy buscando a Kare y la última pista ha resultado ser un callejón sin salida.
–Está bien, no te preocupes. Ahora vete a casa y yo llegaré algo más tarde. Llamaré al portero automático cuando hayas llegado. Envíame un mensaje a este número cuando ya estés en casa.
–De acuerdo. Luego nos vemos…
Si estaba en el aeropuerto, tardaría sobre una hora, por lo que tendría que hacer un poco de tiempo y, mientras, podría reflexionar sobre la estrategia que tenían que adoptar. Entonces, se dio cuenta de que la cafetería donde se reunía con Kare no estaba lejos de allí, por lo que decidió esperar en aquel lugar de recuerdos muy dulces.
Y, cuando llevaba allí un rato, se dio cuenta de algo que no le pareció del todo casual. La fecha en la que estaba coincidía con aquella en la que Kare, en ese mismo sitio, la besó por primera vez. ¡Vaya! Aquello tenía que tener algún tipo de explicación, como si los sucesos, de vez en cuando, tuvieran que pasar por determinados nodos, cuya manipulación hacía que los resultados de cualquier cambio en el pasado lograsen que las posibles alternativas futuras no se desviaran demasiado de su curso y eso podía explicar por qué, ante una alteración del pasado, podían coexistir dos realidades superpuestas y su universo no se había destruido. Sintió una especie de vértigo, preludio de una revelación importante. Aquel lugar, aquella fecha, todo contribuía a que empezase a tener claro lo que debía hacer.
Kare había estado hablándole en aquel mismo lugar, en aquella misma fecha, sobre la resolución de determinadas paradojas producidas por un aparente mal uso de una máquina del tiempo. Explicó que la visión convencional que tenía la gente sobre las líneas temporales estaba equivocada. La línea histórica de cada individuo no tenía por qué ser única y, una vez desviada de su curso por un salto atrás, no tenía por qué ser fatídica necesariamente. No era cierta la presuposición de que, cada vez que se toma una decisión, el universo se desdoblara según las distintas opciones que se tomaran, sino que, en un momento dado, las todas las líneas de universo posibles de un sujeto formaban algo como un “haz” que, a su vez, constituía una “superficie” que contenía todas las opciones y que, si una decisión alteraba una línea, era posible regresar al estado anterior, si se actuaba correctamente. Era como transitar por un camino y llegar a una bifurcación. Si se tomaba una de las sendas, el otro camino no dejaba de existir (en realidad las dos opciones ya preexistían), sino que estaba a un lado del que se había elegido y era posible, aunque podía ser muy difícil, volver al que no se había elegido en primer lugar; y, además, si en algún momento se volvía atrás y se volvía a pasar por la misma bifurcación, se podía coger el otro ramal sin hacer que todo se dislocara en el futuro.
Y recordó que él hizo un dibujo para que la ayudase con aquellos conceptos difíciles de entender y, cuando ella captó el matiz, se miraron muy de cerca durante un rato y él la besó en la boca. Entonces fue cuando todo se precipitó. Pero ahora sintió una sensación muy extraña. Recordaba que entonces había tenido que salir de viaje inmediatamente; pero no para qué ni adónde había ido. ¡Qué extraño! ¿Cómo podía ser? ¿Es que estaba empezando a perder la cabeza? Se asustó mucho ante aquella posibilidad. ¿Tal vez el viaje en el tiempo producía algún tipo de trastorno en las mentes que no estaba documentado, o que no le habían contado? Sacudió la cabeza, intentando quitarse esas ideas, y reflexionó sobre el tema. Entonces, sonrió y creyó haber encontrado el motivo de su aparente amnesia. Podía ser que…
She had been very surprised to receive an urgent mental message just as she was about to get off the space elevator on Earth. She was ordered to return to Lïmpa immediately and report to Gennmid, who was effectively her boss, as the commander of the USG, the Unified Security Group of Lïmpa and Earth. She was surprised at the urgent nature of the order; something serious had to have happened, and she was terrified that it had something to do with Kare, even though she knew he should remain locked in the isolation chamber where she herself had taken him the day before. Had something bad happened to him? She thought that if it had, they would not have bothered to contact her so urgently; it had to be something more important. Still, she could not shake the bad feeling that he had to be involved in something unexpected, and she was tormented by the guilt of having gotten him into this matter without his having asked for it.
“A dissociation from reality?” Kanja asked worriedly, despite her cowering state. “How is that possible?”
“When he returned to his time, that bastard” Kanja assumed that Hiira was referring to Züs “made the Ancient return to a point before you first contacted him, preventing you from bringing him to this era and everything that happened afterwards has branched into two overlapping time paths that endanger our reality. On the one hand, you’ve managed to bring him to this era and have been able to uncover the deception with the mathematics of time travel, but at the same time, there’s an instance of yourself that is lost in Antiquity, unable to find out where that Kare Osjin is, who has also disappeared from that era without leaving a trace.”
"That friend of yours has an uncanny ability to vanish without a trace," Freditt, who had not intervened until then, laughed. "Hiira is very upset about this whole thing, but I think your beloved is charming."
“Please, Freditt, don’t trivialize our problem,” Hiira said with an annoyed look. Then, she turned to Kanja. “As you can see, only you are capable of unraveling this damned mess.”
“But I don’t quite understand how we could’ve reached this situation without everything falling apart completely,” Kanja admitted. “How can we continue to exist in this current reality, if Kare couldn’t have come here?”
"It’s possible to coexist in two overlapping states if the violation of causality is not too serious," Azëna clarified on this occasion, "but we can’t allow this situation to last for long, because if there’s a very large divergence between the two realities, the tensions between the two could end up destroying both. However, the problem is aggravated by something we had not expected.”
'Great!' thought Kanja, 'more problems.'
“You and your dear friend have been lucky.” Freditt said, laughing. “We found out that when he disappeared, it was he who had been collecting the wisdom of Antiquity to deposit in the Cave of Ancient Knowledge, which made it possible for this era of ours to begin. What a fluke!”
“Yes,” Azëna said, “because it’s better not to consider the possibility of failure: it could be fatal for everything around us. We don’t want to put any more pressure on you, but you can’t afford to fail in this mission.”
During the journey to Earth, Kanja felt an overwhelming responsibility. She had to find a way to restore a logical order, if that was possible, and to ensure that the alteration of causality would not cause the timeline between the two branches to diverge too far, and even try to make it converge into a single coherent reality. But where to start? The first idea that occurred to her was the most logical: to try to reach a point in the past, before the one that had caused the change in the situation. But how could she know what moment in his era Kare had returned to and what was the cause that had forced him not to repeat the events when he encountered the other instance of herself? Surely Lashkii, or Züs should be said, had introduced something into his mind that had forced him to behave in a way that was not usual for him. She lacked sufficient information to make a decision in which trials were not possible; once she had decided on something, she would have only one chance to undo that mess. And as she thought about it over and over again, she realized that there were certain events that could no longer be avoided, and that the only thing she could do was to correct the outcome after the deviation from the original events and try to bring the final result back into a logical equilibrium. And as she made her way to the Machine, she gradually formed a clear idea of how to do this, and knew under what circumstances she could achieve it.
But first of all, she decided to try to go to her own home at that era, even though she did not have the flat keys and things could get complicated if the other Kanja was not there, or if she was and someone saw her duplicate. But how would she check? Then, something very silly but obvious occurred to her. She could call herself on the phone! But of course, when she tried, she could not stablish a connection. That could be because she was not around anymore, but she could not rule out other reasons either. So, she headed home, feeling very strange. She assumed that she would not be home, otherwise she could have gotten through to herself by phone. She rang the intercom and, sure enough, there was no answer. And a possibility occurred to her: she remembered that she and the neighbour across the hall had exchanged a set of house keys, in case something happened, so that they could enter each other's flat. She called the neighbour's intercom and told her that she had left her keys inside the flat and could not get in; of course, she could not ask her if he had seen her leave and, if so, where. She finally managed to gain access to her home, which was understandably empty. So, after unsuccessfully searching for any clues as to her possible whereabouts, she left a note to herself in a very visible place, indicating that she should urgently call the telephone number she now had.
"Kanja!" ¡What a surprise... again!” He replied, very happy about the meeting.
“I would tell you that I don’t mind being kept, mind you, but my wife…”
“I know,” Kanja interrupted. “That’s why I want this to be as quick as possible. This may sound a little strange, but I need you to remind me what you told me when I asked you about Kare’s possible whereabouts after he left.”
“Are you ok?” Tarlo asked with a worried look. “Do you have amnesia?”
“I can't explain it to you, just tell me if you have any idea where Kare might be.”
“I told you the other time that Kare didn't give me any clues about what he wanted to do or where he was going to go. He just said that he had a very important mission and that I would hear from him when he could.”
"And he hasn't contacted you yet, I guess."
"You guess right. Kare is that way, he forgets everything when he’s involved in something that requires his full attention...
“Well, if you ask me so…” he said, somewhat confused.
“Hi, I have a missed call from you. Who are you? Did you call me?”
Her own voice sent a shiver down her spine, and realized that she herself would just like there to be no beating around the bush in what she had to hear.
“Hello, Kanja. I’m an instance of yourself that has come from the future… From home.”
“No, it's a bit long to talk about over the phone. It may seem dangerous to you, but we have to meet. Where are you?”
“I'm at the airport. I just got back into town. I'm looking for Kare and the last lead turned out to be a dead end.”
“Ok, don't worry. Now go home and I'll get there a little later. I'll call the intercom when you're home. Send me a text to this number when you're home.”
“Right. See you later…”
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