Salieron de la Máquina, con las debutantes en la materia un poco confundidas por las sensaciones fuertes que se sentían al retroceder en el tiempo, y procedieron de nuevo a pasar por el proceso de desinfección habitual. Kare fue el primero y luego le siguió Kanja. Al encontrarse a la salida, le notó un poco extrañado y se dirigió hacia él.
- ¿Te pasa algo? – le preguntó.
- ¿No hay ropa aquí?
- No, tenemos que usar las tiras de simulación hasta encontrar un sitio donde conseguir ropa de verdad.
- Pero yo creía que no íbamos a salir de aquí en pelotas.
- Pero si no se nota, ¿qué más da?
- ¿Cómo que qué más da? Estamos en mi época y ahora no se ve bien ir por ahí desnudo, a no ser en los sitios para nudistas, pero esos lugares no abundan, ya lo sabes.
- Nadie se va a dar cuenta. Iremos a un sitio donde tengan ropa y a partir de entonces te podrás sentir más a gusto, ya verás.
No se quedó muy convencido, pero puso una expresión de resignación, una más desde que iniciaron la aventura. Las otras tres mujeres salieron de la cámara de desinfección y se reunieron todos de nuevo. Kanja fue entregando las tiras para que el pelo creciese y Kare se sintió algo molesto.
- ¡Ya te podrías haber ocupado primero de la ropa! , ¿no? – se quejó amargamente.
Al escuchar esto, Kanja vio que Freditt dirigía una mirada cómplice a sus colegas y sonrió con malicia; bueno, tal vez una expresión más correcta sería con mala leche. Entonces, Kare se dio la vuelta muy alarmado y la miró, con los ojos casi fuera de las órbitas. Se puso muy colorado y se tapó inmediatamente como pudo, aunque le resultaba bastante complicado ocultar la espectacular erección que estaba sufriendo.
- ¡Vaya, muchacho! – dijo Azëna, también con los ojos muy abiertos - ¡Eres todo un prodigio!
- Por favor, para esto – dijo el hombre, casi entre sollozos, dirigiéndose a Freditt.
- ¿Por qué iba a hacerlo? – dijo ella, intensificando la sonrisa.
- Si quieres, te podemos ayudar a calmar la tensión – propuso Hiira con recochineo -, no puede ser bueno que eso se quede cargado. Puedes incluso elegir la afortunada para que te alivie, ya que la otra vez no quisiste tomar una decisión.
Las tres se rieron escandalosamente, mientras Kare no sabía qué hacer para salir de esa situación.
- ¡Ya basta! , ¿no? – gritó Kanja sin poder evitarlo y con unas incipientes lágrimas asomándose a los ojos -. ¿No os habéis reído ya bastante del pobre? ¿No os dais cuenta de que lo está pasando muy mal?
Las risas se cortaron inmediatamente ante aquella explosión inesperada.
- Bueno, bueno – reconoció Hiira -. Tampoco es para ponerse así. Anda, Freditt, deja de jugar con el pequeño.
Poco a poco él se fue sintiendo un poco más cómodo, pero tenía una expresión ceñuda por el mal rato que le habían hecho pasar. Kanja le proporcionó una tira de ropa que él no se demoró en usar y la miró a los ojos con un brillo especial.
- Gracias – dijo en voz baja -. Por todo.
Al salir fuera ya debía ser media tarde. Kare imaginaba que la razón de escoger aquella hora era hacer que llegaran al refugio casi al hacerse de noche y podían tardar en ello como unas cuatro horas, cuatro horas de baches que le hicieron sonreír malévolamente al pensar que era su oportunidad de disfrutar con las incomodidades que iban a sufrir sus “torturadoras”. Caminaron entre matorrales hacia el final de la pequeña explanada, donde se encontraron un todoterreno similar a los que habían usado en anteriores ocasiones, desde que se había visto envuelto en ese tipo de aventuras.
- ¿Cómo es posible que estos coches siempre estén en el sitio adecuado cuando se los necesita? – le preguntó a Kanja intrigado.
- Hay agentes que trabajan para nosotros en distintas épocas y nos encargamos de comunicarles lo que se necesita con antelación para que esté preparado siempre a tiempo.
- ¡Pues ya les podíais haber encargado que dejaran algo de ropa ahí dentro!, ¿no? – se quejó él.
- No empieces otra vez, anda. Comportándote de esa manera te convierte en un blanco fácil para las bromas, ¿sabes?
Entonces, Kanja observó que, tanto Hiira como Azëna se dirigían hacia la parte delantera del coche y se pararon, como esperando que las puertas se abriesen solas.
- No, esta vez es mejor que vayáis las tres atrás. Kare y yo iremos delante – expuso Kanja abriendo una puerta de atrás, manualmente, claro.
- Y eso, ¿por qué? – inquirió Azëna ceñuda.
- Porque vosotras no sabéis conducir y tendremos que hacerlo nosotros por turnos – aclaró Kanja.
- ¿Conducir? ¿Vosotros?
- Sí, es que estos vehículos no tienen IA y deben manejarse manualmente.
- ¡Vaya un atraso! – exclamó Hiira con disgusto.
- Bienvenidas al mundo de los hombres primitivos – comentó Kare con cierto tono ácido.
Kanja tuvo que ayudarlas a ponerse los cinturones de seguridad, ante sus protestas reiteradas, teniendo que convencerlas de que sin ellos podrían correr peligro en caso de accidente; o en terrenos desiguales, como era el caso, salir disparadas de sus asientos en alguna irregularidad brusca del camino. Mientras tanto, Kare contemplaba la escena con una sonrisa siniestra.
El trayecto de bajada inicial, hasta un terreno un poco más llano, fue una tortura para las neófitas en los transportes del siglo 21, aunque podría haber sido mucho peor si Kanja hubiera dejado conducir a Kare, como era la intención inicial del hombre. Y, aun así, las quejas no cesaron desde el primer momento que se pusieron en marcha. Después, aunque el terreno fue mucho más llevadero, siguieron protestando continuamente, hasta que llegaron al refugio del bosquecillo. Kanja estaba de los nervios, teniendo que aguantar aquella tabarra, sintiéndose peor que si hubiese tenido que realizar un largo viaje con niños en el coche. Tuvieron que escuchar además los planes que discutían entre ellas sobre la conveniencia de hacer aplicar cuanto antes la tecnología de la Era de la Nueva Luz para evitar esas molestias tan desagradables, propias de una época tan primitiva.
Llegaron al refugio cuando estaba casi anocheciendo y los cinco viajeros estaban bastante machacados, pero el estado de ánimo del Antiguo parecía bastante más alegre que el de las mujeres, aunque no tardarían en cambiarse las tornas.
Hicieron una cena con las provisiones que les habían dejado en el coche y las tres grandes personalidades disfrutaron como nunca de unos alimentos como nunca habían probado antes.
- Bueno, no todo iba a ser malo en este mundo primitivo – comentó Hiira masticando a dos carrillos.
- Esto no es néctar y ambrosía, señoras. Ya veréis cómo se os pega eso al culo y a los michelines como sigáis comiendo así – indicó Kare con sorna -. En poco tiempo os vais a poner como focas.
- Esto no va a durar mucho, aguafiestas – replicó Azëna -. Cierra el pico y pásame eso que tienes ahí, si no te lo vas a comer.
Pero los problemas volvieron a surgir cuando decidieron irse a dormir. Solo había dos camas y discutieron cómo iban a hacer para organizarse lo mejor posible. Las camas podían llegar a acoger a dos personas cada una, pero eran cinco. Kare dijo que prefería irse a dormir al coche y dejar las camas a las mujeres. La idea no fue mal recibida, pero no estaban muy conformes con dejarlo en paz. Al salir Kare, se miraron con sonrisas siniestras y Kanja se temió que iban a hacerle alguna mala jugada. No pudo evitar la tentación y salió afuera a advertir al hombre de sus sospechas. Pero tal vez fuera lo peor que podía habérsele ocurrido hacer. Se fue dirigiendo al coche con precaución y, al llegar allí, vio a Kare de espaldas y estaba haciendo unos movimientos extraños, como si tuviese pequeñas convulsiones. Al verle así, ella se preocupó por si le estaba pasando algo malo y, se acercó aprisa; pero lo que se encontró fue un desastre para el pobre hombre.
- ¿Te pasa algo? – preguntó preocupada.
- ¡Mierda! ¡Kanja! – dijo él asustado, intentando ocultar lo que estaba haciendo -. ¿Qué coño haces aquí?
Entonces ella se dio cuenta de lo que pasaba y se dio la vuelta, intentando respetar el mal rato que acosaba a Kare.
- Perdona, yo no sabía que necesitabas… aliviar la tensión.
- ¡Joder! Lo siento, yo… - debía estar más colorado de lo que nunca había estado desde que le conoció, aunque era difícil de superar algunos episodios que ya había visto – Ha debido ser esa maldita Freditt. Me ha hecho ponerme… ya sabes… Y yo…
- Déjalo, solo venía a advertirte que sospechaba que estaban planeando algo y, mira tú, he acertado – no pudo reprimir una sonrisa, ahora que él no podía verle la cara.
Cuando él fue recuperando el ánimo, se sentaron juntos en un tronco caído y se pusieron a mirar al cielo.
- ¿Dónde está el cazador? – preguntó Kanja, intentando que la mente del azorado hombre se desviase a un terreno más agradable para él -. Me gustaría ver la estrella que desapareció y que te hizo darte cuenta de que habíamos ido al futuro.
- Ahora no se puede ver: estamos en verano. Mira – dijo indicando hacia un punto en el cielo -, ¿Ves esas estrellas que van formando un arco?
- ¿Ésas de ahí? – señaló ella.
- Sí, al lado de esa zona borrosa que brilla débilmente, la Vía Láctea. Ese arco es la cola del escorpión. El escorpión es eso de ahí, desde las tres estrellas que están al lado de esa estrella brillante rojiza, baja por ahí – fue indicando con el dedo mientras acercaba su cara a la de ella para que tuvieran un punto de vista lo más parecido posible – y acaba ahí, en la cola.
- ¡Qué bonito! Sí que parece un escorpión.
- Pues una versión de una leyenda de los antiguos griegos decía que Orión, el cazador que ya conoces, había sido castigado por una diosa, Ártemis o Artemisa, y había enviado un escorpión para que lo picara y lo matase. Entonces, pusieron sus figuras en el cielo y Orión está continuamente huyendo del escorpión. Por eso, cuando ves éste en el cielo, el cazador está oculto.
- ¿Cómo sabes tantas historias? – preguntó ella, embelesada.
- No sé. Supongo que he leído mucho…
Luego vieron la Luna cerca del horizonte.
- Es extraño para mí – comentó Kanja -. Ahora entiendo cómo te sentiste la primera vez que viste la luz roja de Lïmpa. Encuentro muy raro que no haya nada ahí…
- Supongo que te acostumbrarás, como yo “al otro lado del tiempo” pero, ¿no te habías fijado en la Luna anteriormente, cuando estuviste tanto tiempo en esta época?
- Tengo que reconocer que no suelo mirar mucho al cielo, pero sí, sí me fijé en ella en algunas noches solitarias, mientras te estuve buscando por todos los lados. Y sin embargo ahora, a tu lado, me llama más la atención lo que hay en el cielo.
- También se te hará raro que ahora no haya nadie ahí arriba, ¿no?
- Sí, es verdaderamente extraño… ¿qué hay ahora mismo allí?
- Piedras y más piedras y algunos artefactos que se quedaron allí, desde cuando se inició la exploración de la Luna. Pero no hay gente. Tal vez en breve haya algunas personas que suban allí para quedarse por temporadas. Si es que no revienta todo antes de que lo logremos…
Kanja notó que él se estaba poniendo algo triste.
- Entonces – dijo ella, cambiando de nuevo de tema -, ¿vas a dormir aquí en el coche? ¿Quieres que me quede contigo, por si hace frío de noche…?
Kare se rio fuerte con la propuesta.
- Me la tenías guardada, ¿no? –hizo una pausa y la miró a los ojos directamente – No, déjalo. Con la mala leche que tienen esas brujas es probable que hicieran que al final acabásemos montándonoslo.
- Como quieras – dijo ella sonriendo y, cuando se iba a marchar, le dio un largo beso de buenas noches en los labios.
***
Aquella fue una noche complicada para Kare. Aparte de las incomodidades de dormir en el coche y el frío nocturno, a pesar de estar en verano, no podía dejar de darle vueltas a la cabeza con todas las cosas que estaban sucediendo. Especialmente, después de haber pasado aquel último rato con Kanja, antes de irse a dormir, y aquel beso de buenas noches, habían conseguido que su ánimo estuviese muy alterado. Y, si no hubiera sido por la vergüenza que había pasado cuando ella le había encontrado como le había encontrado, habría considerado seriamente la posibilidad de haber pasado la noche junto a ella. Dio muchas vueltas, intentando encontrar el modo de coger el sueño, pero le fue casi imposible lograrlo hasta que estuvo muy avanzada la madrugada. Y, al amanecer, se sobresaltó mucho al escuchar un golpeteo de origen desconocido. Se despertó muy desorientado y vio que se trataba de Kanja, que tocaba con los nudillos en la ventanilla para despertarle.
- Buenos días – dijo ella alegremente -, ¿descansaste bien?
- De lujo – mintió él -. Con el sueño tan profundo que tengo habitualmente, no me he enterado de nada.
Kanja se rio de aquella falacia tan descarada, pero no lo contradijo.
- Tendrás ganas de desayunar algo, ¿no? Vamos al refugio y te calientas algo el cuerpo de paso.
- Creo que no me apetece demasiado ver a ésas ahora. Esperaré aquí hasta que vengan.
- Pero si luego vas a tener que aguantarlas unas cuantas horas.
- Ya, por eso; pero todo el tiempo que pueda evitarlas lo daré como bueno.
- Tú verás, solo quería que te sintieras algo más cómodo.
Un rato después apareció el grupo, acercándose al coche y, cómo no, iban discutiendo y quejándose por todo. Una vez colocadas en el vehículo y atadas correspondientemente, Kanja sugirió hacer el primer turno de conducción, lo que Kare agradeció, al estar bastante cansado tras la mala noche que había soportado. Ella le ofreció algo de comida que había quedado, para que el hombre desayunase y él la cogió con bastantes ganas.
- Vas a ponerlo todo perdido – se quejó Hiira -. No sé por qué no podías haberlo hecho con nosotras en el refugio.
- Prefiero morirme de hambre antes que pasar un rato junto a vosotras – respondió él de mal tono.
Entonces se llevó un cogotazo de la propia Hiira. Se volvió malhumorado, pero decidió no responder a la agresión.
- ¡Dios! ¡Qué cansado estoy de vosotras!
Por supuesto, se llevó otra colleja, que le puso de tan mal humor, que le quitó las ganas de seguir comiendo.
- ¿No vas a acabarte eso? – preguntó Azëna -. Pues trae para acá.
Fueron muchas horas de conducción por carreteras incómodas, relevándose en la conducción entre Kanja y Kare, y aguantando la murga de aquellos personajes fuera de su ambiente habitual. En alguna ocasión, en los trayectos en los que Kare conducía, al divisar un bache pronunciado, él desviaba la trayectoria del vehículo y pasaba de lleno por el obstáculo y, cuando se acabaron dando cuenta de la “travesura”, le llovió otro golpe en la cabeza.
- ¡Pero qué hacéis! – se quejó él - ¿No os dais cuenta de que no se debe molestar al conductor? Eso es muy peligroso.
- Me he dado cuenta, mamón – dijo Azëna de mal humor -. Lo has hecho aposta y lo llevas haciendo todo el camino.
- De verdad, Kare, eres casi peor que ellas – le amonestó también Kanja -. Ya sabes cómo son y encima las pinchas…
- Sí, tú ponte también de su parte – protestó él.
Ya muy tarde, por fin llegaron a un lugar que Kare ya conocía y que le causaba una gran inquietud: el aeródromo militar en el que estuvieron la primera vez que él visitó Vertula. No era agradable ser consciente de estar en un lugar tan peligroso, por muy controlada que tuvieran la situación, no sabía de qué manera, y estaba asustado por la posibilidad de que en algún momento alguien empezase a hacerles preguntas y las cosas se pusieran difíciles de verdad. Pero no sucedió nada de eso y se subieron de nuevo a un transporte aéreo militar que estaba a punto para partir inmediatamente. Una vez en el aparato, Kare se sentó al lado de Kanja, repleto de dudas, como siempre.
- Me tienes que contar cómo lo hacéis para conseguir esto – le dijo en voz baja.
- ¿Conseguir, el qué? – respondió ella, un poco despistada.
- Ya sabes, estamos en una base militar, en una región muy conflictiva y estos tipos nos hacen el juego tan felizmente, como si fuéramos amigos suyos.
- No hay ningún secreto, ya lo sabes. Tenemos agentes y disponen de inhibidores mentales para que cualquiera haga lo que nos proponemos.
- Vaya, ¿así de simple? – comentó él con retranca.
- Así de simple. No te creas que es tan complicado. Ya sabes el poder que tienen esos dispositivos.
- Pero el asunto ese de los agentes, ¿está muy extendido? ¿Son muchos? ¿Son todos de tu era, o reclutáis gente de cada época para que os hagan el juego?
- Me temo que ese asunto no puedo revelártelo. Entiéndelo, es “secreto de Estado”, como decís en esta era.
- Claro – reflexionó él en voz alta-, se me olvidaba que perteneces a un servicio de espías.
- ¡No nos llames espías! – dijo algo molesta -. Es un servicio de seguridad, sin más.
- Sí, claro, bonito eufemismo, pero yo lo veo lo mismo, lo llames como lo llames.
- No importa, no tengo ganas de discutir eso contigo.
Se quedaron un momento en silencio y él no pudo evitar querer despejar más dudas.
- Otra cosa, ¿adónde nos dirigimos ahora?
- Tú sabrás… - dijo ella con una sonrisa irónica -. Tú eres el que sabe dónde está nuestro destino.
- Ya, pero supongo que este avión no irá allí directamente, ¿no?
- No, vamos al país más cercano desde aquí al que podamos, para llegar a un aeropuerto internacional, donde tú podrás elegir el destino final.
"Is something wrong?" Kanja asked.
"Are there no clothes here?"
"No, we have to use the simulation strips until we find a place to get some real clothes."
"But I thought we weren't going to leave here in the buff."
"Nobody can tell, what does it matter?"
"What do you mean, what does it matter? We're in my era, and it's frowned upon to walk around naked these days, unless it's in nudist places, but those places aren't common, you know that."
"No one's going to notice. We'll go somewhere where they have clothes, and from then on, you'll feel more comfortable, you'll see."
He was not entirely convinced, but he put on a resigned expression, yet another one since they started the adventure. The other three women left the disinfection chamber and everyone gathered again. Kanja handed out the hair-growth strips, and Kare felt a little annoyed.
"You could have taken care of the clothes first, couldn't you?" he complained bitterly.
Hearing this, Kanja saw Freditt cast a knowing glance at her colleagues and smiled maliciously. Then, Kare turned around in alarm and stared at her, his eyes almost bulging out of their sockets. He turned bright red and immediately covered himself as best he could, although it was quite difficult to hide the spectacular erection he was experiencing.
"Wow, lad!" Azëna said, also wide-eyed. "You're quite a prodigy!"
"Please, stop this," the man said, almost sobbing, turning to Freditt.
"Why would I?" she said, her smile deepening.
"If you want, we can help you ease the tension," Hiira suggested teasingly. "It can't be good for that to stay charged. You can even choose the lucky one to relieve you, since you didn't want to make a decision last time."
The three of them laughed uproariously, while Kare did not know what to do to get out of the situation.
"Enough!" Kanja shouted helplessly, tears welling up in her eyes. "Haven't you laughed enough at the poor guy? Don't you realize he's having a terrible time?"
The laughter was immediately cut short by that unexpected outburst.
"Well, well," Hiira acknowledged. "It's not such a big deal. Come on, Freditt, stop playing with the little guy."
Little by little, he felt a little more comfortable, but his expression was grim at the rough time he had been through. Kanja handed him a strip of clothing simulation, which he quickly put on, and he looked into her eyes with a special sparkle.
"Thank you," he said softly. "For everything."
"How is it possible that these cars are always in the right place when you need them?" Kare asked Kanja, intrigued.
"Well, you could have told them to leave some clothes in there, right?" he complained.
"Don't start again. Behaving like that makes you an easy target for jokes, you know?"
"No, this time it's better if the three of you go in the back. Kare and I will go up front," Kanja explained, opening a rear door manually, of course.
"Because you don't know how to drive, and we'll have to take turns," Kanja explained.
"Drive? You two?"
"Yes, these vehicles don't have AI and must be driven manually."
"What a backwadrness!" Hiira exclaimed in disgust.
"Welcome to the world of primitive men," Kare commented with a somewhat acidic tone.
Kanja had to help them put on their seatbelts, despite their repeated protests, convincing them that without them they could be in danger in the event of an accident—or on uneven terrain, as was the case, being thrown from their seats by a sudden unevenness in the road. Meanwhile, Kare watched the scene with a sinister smile.
The initial descent to slightly flatter terrain was a torture for the novices of 21st-century transport, although it could have been much worse if Kanja had let Kare drive, as he had originally intended. And yet, the complaints continued from the moment they set off. Afterward, although the terrain was much more bearable, they continued to complain continuously until they reached the shelter in the grove. Kanja was a nervous wreck, having to endure this nuisance, feeling worse than if she had just had to take a long trip with children in the car. They also had to listen to the plans they discussed among themselves about the advisability of implementing Age of New Light technology as soon as possible to avoid the unpleasant discomforts typical of such a primitive era.
They arrived at the shelter as it was almost dusk, and the five travelers were pretty beat up, but the Ancient's mood seemed much more cheerful than the women's, although things soon changed.
They made dinner with the provisions left in the car, and the three great personalities enjoyed food like nothing they had ever tasted before.
"Well, not everything was going to be bad in this primitive world," Hiira commented, gobbling food down.
"This won't last long, killjoy," Azëna retorted. "Shut your mouth and pass me that stuff there, or you'll eat it."
"Is something wrong?" Kanja asked worriedly.
"Shit! Kanja!" Kare said, frightened, trying to hide what he was doing. "What the hell are you doing here?"
Then she realized what was happening and turned around, trying to respect the unpleasantness that plagued Kare.
"Sorry, I didn't know you needed to... relieve tension."
"Fuck! I'm sorry, I..." Kare must have been redder than he had ever been since Kanja had met him, although it was hard to get over some episodes she had already seen.
"Leave it alone, I just came to warn you that I suspected they were planning something, and you see… I was right." Kanja could not suppress a smile, now that Kare could not see her face.
"Where’s the hunter?" Kanja asked, trying to divert the uneasy man's mind to more agreeable territory. "I'd like to see the star that disappeared and made you realize we'd gone to the future.”
“You can't see it now: it's summer. Look,” Kare said, pointing to a spot in the sky. “Do you see those stars forming an arc?”
“Those ones over there?” Kanja pointed.
“Yes, next to that faintly glowing blur, the Milky Way. That arc is the scorpion's tail. The scorpion is that thing over there, from the three stars next to that bright reddish star, it goes down there,” he indicated with his finger, while bringing his face closer to hers so they had as similar a view as possible, “and ends there, at the tail.”
"How beautiful! It does look like a scorpion."
"Well, one version of a story from ancient Greeks said that Orion, the hunter you already know, had been punished by a goddess, Artemis, and she had sent a scorpion to sting and kill him. So, they put their figures in the sky, and Orion is constantly fleeing from the scorpion. That's why, when you see the scorpion in the sky, the hunter is hidden.”
"How do you know so many stories?" she asked, entranced.
"I don't know. I guess I've read a lot..."
Then, they saw the Moon near the horizon.
"It's strange to me," Kanja commented. "Now I understand how you felt the first time you saw Lïmpa's red light. I find it very strange that there's nothing there..."
"I suppose you'll get used to it, like I did "on the other side of time," but hadn't you noticed the Moon before, when you were in this era for so long?"
"I have to admit I don't usually look at the sky much, but yes, I did notice it on some lonely nights, while I was searching for you everywhere. And yet now, by your side, I'm even more struck by what's up there."
"You'll also find it strange that there's no one up there right now, right?"
"Yes, it's truly strange... what's up there right now?"
“Rocks and more rocks and some artifacts that have been there since the beginning of lunar exploration. But there are no people. Maybe soon there will be some people who will go up there to stay for a while. If everything doesn't explode before we get there…”
Kanja noticed he was getting a little sad.
"So," she said, changing the subject again, "are you going to sleep here in the car? Do you want me to stay with you, in case it gets cold at night?"
Kare laughed out loud at the proposal.
"You had it in for me, didn't you?" He paused and looked her straight in the eyes. "No, leave it. With the bad bone in those witches’ bodies, they probably make us end up making it."
"As you wish," Kanja said, smiling, and as she was about to leave, she gave him a long goodnight kiss on the lips.
"Good morning," Kanja said cheerfully, "did you rest well?"
"Great," Kare lied. "I usually sleep so soundly, I didn't notice anything."
Kanja laughed at such a blatant fallacy, but did not contradict him.
"You'll feel like having some breakfast, won't you? Let's go to the shelter and warm up while we're at it."
"I don't think I'm too keen on seeing those women now. I'll wait here until they come."
"But you'll have to put up with them for a few hours later."
"Yeah, that's why; but the more I can avoid them the better."
"It’s up to you, I just wanted you to feel a little more comfortable."
"You're going to mess everything up," Hiira complained. "I don't know why you couldn't have had breakfast with us at the shelter."
"I'd rather starve than spend some time with you," Kare responded sulkily.
Then he got a smack on the head from Hiira herself. Kare became grumpy, but decided not to respond.
"God! I'm so tired of you!"
Of course, he got another slap on the head, which put him in such a bad mood that he lost all desire to eat.
"Aren't you going to finish that?" Azëna asked. "Then bring it here."
"What are you doing!" he complained. "Don't you realize you shouldn't bother the driver? That's very dangerous."
"I noticed, you jerk," Azëna said sulkily. "You did it on purpose, and you've been doing it the whole way."
"Honestly, Kare, you're almost worse than them," Kanja also admonished him. "You know what they're like, and on top of that, you're annoying them..."
"Yeah, you take their side too," he protested.
"You have to tell me how you do this," he said in a low voice.
"Do what?" Kanja replied, a little confused.
"You know, we're on a military base, in a highly conflict-ridden region, and these guys are happily playing along with us, as if we were their friends."
"There's no secret, you know that. We have agents, and they have mental inhibitors so anyone can do what we want."
"Wow, is it that simple?" he commented sarcastically.
"It's that simple. Don't think it's that complicated. You know the power of those devices."
"But this whole agent thing, is it widespread? Are there a lot of them? Are they all from your era, or do you recruit people from each era to play your game?"
"I'm afraid I can't reveal that to you. Understand, it's a 'state secret,' as you say these days."
"Of course," Kare mused aloud, "I forgot you belong to a spy service."
"Don't call us spies!" Kanja replied, somewhat annoyed. "It's just a security service."
"Yes, of course, a nice euphemism, but I see it the same way, whatever you call it."
"It doesn't matter, I don't feel like discussing that with you."
They remained in silence for a moment, and he could not help but to clear up any further doubts.
"Another question, where are we going now?"
"You should know!" Kanja said with a wry smile. "You're the one who knows where our destination is."
"Yes, but I suppose this plane won't go there directly, right?"
"No, we're going to the closest country we can from here, to reach an international airport, where you can choose our final destination."
No hay comentarios:
Publicar un comentario