Kanja había esperado que la llevara a la sala de los tronos, pero no fue así. Al entrar en el lugar, le costó un poco acostumbrar la vista a la oscuridad que reinaba. Solo había una tenue luz de un tono verde oscuro y se distinguían a duras penas las figuras de Hiira y Azëna, que estaban recostadas entre mullidos cojines. Y entonces también se sorprendió de la presencia de Kare, un poco apartado, en pie frente a ellas y con cara seria. Freditt se fue hacia donde estaban sus colegas y se recostó también junto a ellas. Kanja se dirigió hacia Kare y se quedó también en pie, a su lado. Él no la miró y ella se daba cuenta de que algo grave debía estar sucediendo, aunque Freditt ya la había advertido, en parte, de la situación.
- Ya que, según parece, no tienes temor a lo que te pueda pasar – habló Azëna -, el destino que te hemos presentado puede aplicarse a esta hermosa pelirroja…
“¿Cómo?”, pensó Kanja, “¿es que le están amenazando con matarme a mí si no coopera?”. Le miró con expresión asustada y él le devolvió la mirada, pero con un matiz de infinita tristeza.
- No puedo permitir que hagáis lo que pretendéis, aunque me cueste la vida o me amenacéis con hacérselo a ella – respondió con una serenidad pasmosa, aunque se notaba que sus sentimientos estaban a punto de hundirle por esa decisión -. Lo siento, Kanja – dirigió a ella su mirada -, esto es demasiado grave para sacrificarlo todo por una sola vida, la tuya o la mía, o incluso las de los dos.
- Eres un tipo muy testarudo – intervino Hiira -. Ya sabes que no te conviene enfadarnos. Tal vez seas capaz de sacrificarlo todo; tal vez seas capaz de soportar las torturas, como en la otra ocasión, pero ella no las soportará. Aún estás a tiempo, te lo advierto.
“¿Ahora son capaces de torturarme a mí?”, pensó Kanja, incapaz de creer lo que estaba ocurriendo y paralizada por el pánico, de forma que no podía moverse ni hablar.
- Dejadla en paz – respondió Kare con ese tono frío, desapasionado y aparentemente tranquilo -, ella no sabe la ubicación de la Cueva. Solo lo sé yo y nunca os lo desvelaré.
- Puede que ella no tenga la certeza del lugar exacto – esta vez fue Freditt quien habló –, pero estuvo muy cerca de encontrarte en varias ocasiones, cuando te buscó durante esos cinco años. Le sacaremos todas las pistas de los lugares por donde fuiste pasando y acabaremos averiguándolo de todas maneras.
“¡O sea, que ella también está implicada!”, reflexionó Kanja, “¡Al final es verdad que me ha traicionado! ¡Qué estúpida he sido!”.
- Yo tampoco diré nada– esta vez sí que fue capaz de articular unos sonidos que antes se veía imposibilitada -, aunque me torturéis, aunque acabéis con nosotros.
Sin embargo, interiormente estaba aterrorizada. “¿Cómo he sido capaz de decir eso?”, pensó para sí, “yo no tengo esa madera de heroína, o de mártir, que parece tener él”. Kare la miro y la sonrió tristemente haciendo que, por un instante, ella se sintiese orgullosa por haberse comportado de aquella forma tan irracional, pero valiente, delante de él.
- Bueno – terció Hiira -, parece que no os lo queréis poner fácil. Tú lo has querido, muchacha, a ti será más fácil sacártelo que a este terco Antiguo. Es una pena que hayas hecho tantos méritos para llegar a la categoría de los Elegidos y ahora estropearlo todo por este insignificante y molesto individuo.
Entonces entraron dos agentes del GSU y la cogieron por los brazos, llevándosela a la fuerza. Antes de salir de aquella estancia, se las apañó para volver a echar una última mirada a Kare y le vio cabizbajo, mientras una lágrima corría por su cara.
No comprendía cómo había virado aquella situación tan radicalmente. Ahora resulta que iban a intentar sacarle a ella, tal vez mediante torturas, una información que tampoco conocía, aunque Freditt había asegurado que sí podía saber la posible ubicación que deseaban averiguar. Era cierto que en algunas ocasiones sabía que había estado cerca de hallarle durante aquel largo periplo alrededor de todo el planeta pero, de ahí a tener certeza de conocer dónde estaba aquella cueva, era demasiado esperar. Se sentía muy asustada pero, sobre todo, estaba humillada por haber caído tan fácilmente en la trampa de Freditt. Se vio como un muñeco manipulado al antojo de aquellos seres que habían demostrado ser mucho más hábiles que ellos y no soportaba la humillación de haberle fallado a Kare, que le hacía desear no existir.
Llegaron al lugar donde Kolje manejaba todos los asuntos sucios relacionados con la manipulación de la mente con fines oscuros y la dejaron a solas con el hombrecillo, después de ayudarlo a atarla a una camilla. Kanja se fijó en que su expresión era hosca, mucho más de lo habitual en él.
- Bueno, bueno, pelirroja – dijo con una sonrisa malévola -. Hay que ver las vueltas que dan las cosas. Ahora te tengo a mi merced, y no eres tú o la zorra de tu novia las que me manejáis a vuestro antojo.
- Kolje, ¿qué estás haciendo? No comprendo por qué me haces esto a mí. Realmente nunca te he causado ningún daño.
- Bueno… - puso una expresión reflexiva – digamos que solo eres un daño colateral. Hubiera preferido hacerle esto a Niilja, pero tú me vales igual.
- No comprendo, ¿qué pretendes?
- Mira, guapa, te lo voy a contar muy despacito para que no te pille de sorpresa y, además, me sirve para relamerme antes de hacerlo. Primero te escanearé el coco para sacarte lo que me han pedido desde el Consejo. Eso, de por sí, me proporcionará muchos puntos ante ellas. Luego, me vengaré de tu mitad por faltar a sus promesas.
- ¿Se puede saber de qué estás hablando? – Kanja no comprendía nada de lo que se le había metido en la cabeza a ese asno.
- Déjame que te ponga un poco en antecedentes. La bruja de tu chica, me hizo que alterase la mente de esa preciosa rubita amiga tuya con la que, por cierto, me pilaste in fraganti con esa llamada estúpida, cuando estaba en medio de todo el asunto. También alteré la de aquellos dos bastardos para inculpar a tu amigo Antiguo. Pero la muy hija de puta me hizo una promesa que no cumplió y, mira tú, ahora tú tendrás que compensarme por esa falta de palabra.
- ¿Qué te prometió? ¿Sexo?
- ¡Vaya! Debo ser muy fácil de interpretar, o a todas os funcionan los mismos trucos.
- Pero, ¿sabes lo que te puede pasar si me fuerzas? ¿Eres consciente de que ahora tengo la categoría de Elegida? Es mucho más grave que si lo intentas con una Aspirante.
- Según parece, ahora no, porque me temo que tengo carta blanca al haber caído tú solita en desgracia ante el Consejo …
- Eres un sapo despreciable – le soltó con rabia.
- Ya, pero te voy a follar igualmente.
Le colocó uno de esos aparatos con forma de casco con unas prisas bastante visibles. Se notaba que quería terminar pronto para pasar rápido a lo que realmente deseaba hacer. Manipuló los mandos de aquella cosa y se concentró en buscar la información que precisaba. Tardó un rato pero, al final se dibujó una sonrisa en su cara.
- Bueeeno. Parece que ya lo tenemos – dijo con gran satisfacción – voy a guardar estos fragmentos y los revisaré más tarde con cuidado. Cuanto mejor pueda acotar la ubicación que me piden, más méritos haré ante el Consejo, pero tengo tiempo más tarde. Tranquila, que no te voy a hacer esperar.
Kanja estaba desesperada; no sabía qué podrían sacar de lo que ella había experimentado, pero de todas formas le asustaba que se saliesen tan fácilmente con la suya. Kolje le quitó el aparato de la cabeza, lo colocó en un lugar donde supuestamente estaría descargando la información recogida y luego, con cara de enorme satisfacción se acercó a la camilla. Tocó su pelo suavemente, como intentando colocarlo un poco después de habérselo despeinado con el casco.
- Suéltame, Kolje – dijo ella, intentando no perder los nervios -. Todavía estás a tiempo de no cometer un gran error del que te vas a arrepentir.
- ¿Arrepentirme? Nunca. Y ahora, haz el favor de callarte, o me obligarás a que te bloquee el habla.
- Vamos, sabes que no debes hacerlo, yo siempre te traté con respeto…
No fue capaz de decir más. Sintió que su voz se había deshabilitado. Tenía que haber sido él quien lo había provocado, tal como había advertido.
- Te dije que te callaras, pelirroja. La pena es que ahora, no te podré oír gemir de placer.
Ella intentó moverse desesperadamente, pero las ligaduras eran demasiado fuertes para permitirle hacer ningún intento de impedir lo que ahora parecía inevitable. Kolje acercó las manos a la cara de Kanja y ella se dio cuenta de que había logrado desactivar la simulación de ropa y ahora se mostraba desnuda. Él le acarició los pechos un rato y se acercó a su oído. Ella pensaba que le iba a decir algo en voz baja, pero estaba equivocada. Notó algo húmedo y se dio cuenta de que le estaba lamiendo las orejas. Luego pasó al cuello y fue bajando hasta el pecho. Rodeó después la camilla y se situó entre las piernas. Ella observó con ojos espantados que él se deshacía de la simulación de ropa y vio su cuerpo desnudo, lo cual era una visión nada agradable. Se le veía muy excitado y su pene estaba en erección. Comenzó a lamer de nuevo entre las piernas, comenzando por los muslos y fue subiendo poco a poco. Ella no deseaba en absoluto que aquella experiencia le resultara satisfactoria; desde luego, para su mente no lo era en absoluto, pero tenía miedo de la reacción de su cuerpo.
Entonces, la expresión del hombre cambió repentinamente. Se miró hacia abajo sin comprender.
- Pero, ¿qué coño está pasando? ¡No jodas! ¡Ahora no me hagas esto! ¿Qué te pasa?
Kanja no comprendía nada, el hombre sollozaba mirando desconsolado su miembro, que había empezado a desinflarse y no respondía al estado mental del tipo. Y, en ese momento, Kanja vio, por su visión periférica, que alguien más se encontraba en aquel cuarto. Miró hacia allí y Kolje también lo hizo, con el espanto pintado en la cara. El hombre enseguida activó su simulación de ropa y se fue retrocediendo hasta que se lo impidió la pared más próxima. Después, cayó sin conocimiento al suelo.
- ¡Freditt! ¿Qué haces aquí? ¿Qué está pasando? – dijo Kanja, sorprendida agradablemente de haber recuperado el control de su voz.
La mujer sonrió y se acercó a ella, ignorando al hombre desmayado.
- A este cabronazo se le ha terminado la diversión.
Kanja notó que su simulación de ropa se volvía a activar y Freditt la liberó de sus ataduras, tras lo que saltó de la camilla como lo habría hecho un mártir de un potro de tortura, si le hubiesen permitido hacerlo.
- Ven conmigo – dijo la “diosa” -. Nuestro plan está en marcha.
- ¿Nuestro plan o vuestro plan? – respondió Kanja resentida.
- Nuestro: tuyo, mío y de Kare, preciosa mía.
- Pero yo creí que tú me habías tendido una trampa…
- ¿Cómo puedes haber pensado eso de mí?
- Pero lo que dijiste delante de Hiira y Azëna…
- A ver, amor, ¿qué te dije antes de llevarte a aquella sala?
Kanja hizo un esfuerzo por recordar su anterior conversación y creyó saber por fin a qué se refería.
- Que viera lo que viera y oyese lo que oyese, te siguiera la corriente y confiase en ti.
- Y, ¿lo has hecho?
Kanja se sonrojó intensamente, ante lo que Freditt soltó una risotada.
- No te preocupes, cielo. Eso nos vino de perlas. No podrías haberlo hecho mejor.
- Pero no entiendo…
- Era lo mejor que podía pasar. Hiira y Azëna tenían que creer que te había tendido una trampa y se lo han tragado. Además, hemos conseguido que Kare accediese a desvelar por fin la ubicación de la Cueva.
- ¡No! ¡Pero eso es horrible! – dijo Kanja con una pena inmensa -. ¿Cómo se dio por vencido?
- Hicieron que presenciara lo que estaba ocurriendo aquí y vio lo que este mindundi quería hacer contigo. Se derrumbó ante la escena y cantó de plano.
- Pero ahora podrán llevar a cabo sus desastrosos planes.
- Tú sigue confiando en mí. Todo está previsto.
- Sigo sin verlo…
- Todo a su debido momento. Ahora, vamos.
- ¿Adónde? Preguntó Kanja muy confusa.
- Nos vamos todos de viaje. Verás qué bien.
***
Cuando se reunieron todos, Kanja estaba muy confusa. Las tres IA tenían una apariencia que le pareció extraña a primera vista, aunque solo fuese porque su tamaño era bastante reducido en comparación a lo que había conocido de ellas hasta ese momento. ¿Por qué las veía con una estatura de un humano normal, incluso pequeñas para el estándar de los Elegidos? Entonces observó que, tanto Hiira como Azëna hacían gestos raros, como si estuvieran incómodas por algún motivo. Miró a Kare y, aunque había esperado que estuviese muy triste por haber tenido que ceder ante presiones indeseadas, ahora aparecía muy tranquilo, incluso diría que parecía satisfecho.
- ¿Ya estáis aquí? – preguntó Azëna algo malhumorada -. Pues vámonos, que ya tengo ganas de que nos pongamos en marcha.
Se pusieron en movimiento, caminando hacia la salida del enorme edificio, y Kanja se acercó a Kare, preguntándole en voz baja:
- ¿Tú sabes qué coño está pasando aquí?
Él la miró con una ligera sonrisa e hizo un gesto con la mano, señalándose a la cabeza.
- Estas locas, que quieren montárselo de road movie.
- No entiendo nada… - replicó ella, temerosa de cómo podían reaccionar las otras.
- Quieren que nos vayamos todos a la Antigüedad, a visitar la Cueva.
- Pero eso es un maldito desastre, ¿no?
- Da igual, están tan zumbadas que cualquier cosa que planeen tiene que acabar saliéndoles forzosamente mal.
- ¡Te estoy oyendo, capullo! – dijo Hiira con tono malhumorado -. Cuando acabe esto ya veremos quién se ríe más alto.
- Pero – siguió preguntándole Kanja -, ¿cómo van a viajar las IA al pasado?
- Te habrás dado cuenta de su aspecto, ¿no?
- Sí, claro…
- Han encargado unos cuerpos a la fábrica de Aspirantes y se han metido en ellos. Ahora se enterarán de lo miserable que significa ser humano.
Aquello era verdaderamente surrealista, rozando la locura, como había sugerido Kare. No terminaba de comprender, ni las motivaciones reales de ellas, ni la filosofía con la que el hombre se lo estaba tomando. Se dirigieron al elevador espacial y, por supuesto, tuvieron un lugar de privilegio en la primera cabina que había disponible, aunque nadie se molestó ni en preguntar por qué aquella comitiva se saltaba la cola alegremente, incluso a pesar de que no le parecía que hubieran reconocido la verdadera personalidad de esos personajes, como si nadie prestase atención a su presencia.
Siguieron sin percances al llegar a la Estación lunar y no vio ni rastro de Milenka, la comandante del puesto. Casualmente, o no tanto, teniendo en cuenta la capacidad de las IA, era exactamente la hora adecuada para no tener que esperar ni un poco a la salida del transbordador. Eso le llamó la atención, porque ella siempre necesitaba consultar el horario de salida de éste para hacer la mejor gestión posible del tiempo de espera pero, de nuevo, pensó que era lógico que ellas siempre fueran varios pasos por delante de cualquier miserable humano.
Tras un viaje tranquilo en el transbordador, en el que Kanja intentaba poner orden en el laberinto que tenía en la cabeza, llegaron a la estación superior del ascensor terrestre y entonces sí que se encontró otra sorpresa inesperada. Divisó a Issanka, que le estaba haciendo gestos para que acudiese a hablar con ella. Kanja miró de reojo a las “diosas” y se encontró con la mirada de Hiira, que le hizo un gesto leve, permitiéndole que fuera. Al llegar a la altura de la comandante observó que ésta tenía una expresión alegre, lo que le extrañó un poco al recordar la angustia que tenía la última vez que se habían visto.
- Me alegro mucho de verte, Kanja – le dijo dándole un beso en la mejilla.
- Te veo muy contenta, ¿qué ha pasado?
- Que me ha venido.
- Que te ha venido, ¿qué? – replicó Kanja, despistada.
- ¡Que no estoy embarazada!
- ¿De verdad? – suspiró aliviada.
- Pero no le cuentes a Kare lo que ha pasado, ¿vale?
- Como quieras, pero él está por ahí, ¿le has visto?
- Sí, me di cuenta; pero prefiero no verle por ahora, para que no reviva ciertos momentos…
A Kanja le extrañó que Issanka no hiciese referencia al estado mental del hombre, pero prefirió obviarlo, para no complicar más un tema que, por suerte, parecía que se había desenredado, al menos parcialmente.
Tras la desinfección y eliminación del cabello obligatorios, descendieron de nuevo con total preferencia en el elevador. Se le hizo muy extraño ver a aquellos seres, hasta entonces muy imponentes, con las cabezas como bombillas, dándoles un aspecto algo menos temible que lo que era habitual. Pero ellas no aparecían disgustadas por aquello, casi hasta las vio cómodas, con una sensación de más ligereza en un cuerpo al que no estaban acostumbradas. Solo Freditt parecía algo más inquieta, porque se veía que estimaba mucho su sensual apariencia.
En la Tierra, una vez recuperadas sus lustrosas cabelleras, encontraron un vehículo de superficie, con capacidad suficiente para los cinco viajeros. El coche tenía dos filas y Kare y ella se sentaron en la parte posterior, mientras que las tres personalidades principales lo hicieron en la fila delantera. Kare estaba muy callado y parecía que nada de lo que estaba pasando iba con él. Kanja estaba deseando conversar con el hombre pero, teniendo la compañía que tenían, no se atrevió hacer ningún comentario. Suponía que a él le ocurriría lo mismo, por lo que comprendía su mutismo, pero luego se daba cuenta de que era una tontería callarse, cuando las otras tres podían conocer hasta sus pensamientos más íntimos. Aun así, continuó sin hablar y, tras un rato, se decidió únicamente a coger su mano. Él la miró y sonrió con una expresión un poco triste, pero dejó que ella lo hiciera.
Cogieron un gravitúnel, que los llevó en poco más de tres cuartos de hora al nudo más cercano al que estaba la Máquina, en la región que en su día fue conocida como Vertula.
Llegaron sin mayores incidentes a las instalaciones de la Máquina y Kanja se dio cuenta de que, según iban descendiendo Kare se iba poniéndose más y más inquieto. Al llegar a la sala del gran ventanal, desde donde se veía la Máquina, ella comprendió el motivo de aquel nerviosismo y no pudo evitar sonreír. El grupo echó una mirada a ese extraño artefacto, ya que las IA no la habían visto físicamente, aunque Kanja sospechaba que Freditt ya debía haber pasado por allí en secreto, por mera deducción, debido a ciertos pasajes que había escuchado por parte de Kare. Y solo un poco después comenzó el espectáculo, al acceder a las salas anteriores a la propia Máquina. Kare estaba colorado como un tomate y, casi temblando, se detuvo.
- No puedo – dijo -. Os puedo dar las coordenadas y vais vosotras solas.
- Pero, ¿qué estás diciendo? – contestó Azëna muy seria.
- Que vaya Kanja con vosotras si no os fiais de mí, pero yo me quedo.
- ¡De ninguna manera! – respondió Hiira con aquel autoritarismo habitual en ella - ¿Qué le pasa a éste ahora?
- Le da vergüenza que le veamos desnudo y que él nos vea a nosotras – explicó Kanja sonriendo.
Kare la miró, sonrojándose aún más y las otras tres estallaron en una carcajada colectiva. A Kanja le dio mucha pena del mal rato que estaba pasando el pobre hombre, aunque anteriormente a ella siempre le habían divertido sus pudores.
- Pero si ya le hemos visto todas – dijo Azëna, todavía riendo.
- Y él también nos ha visto a todas desnudas – añadió Hiira.
Kanja se sorprendió mucho de esta última afirmación, que no conocía. “¡Qué callado se lo tenía el muy bribón! ¿Cómo lo habrá conseguido?”, pensó.
- Siempre que ha ocurrido alguna de esas cosas ha sido en contra de mi voluntad – intentó defenderse Kare -. Ahora es muy diferente.
- No te lo creas, pequeño – advirtió Hiira -. Ahora tampoco estás metido en esto precisamente por iniciativa propia, ¿verdad?
- ¡Dios mío! – exclamó él -. ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas continuamente?
Al escuchar esto, Azëna se dirigió hacia él y le dio un manotazo en el cogote.
- ¡Esa boquita! – le dijo, aparentemente enfadada.
- ¿Qué he dicho? –preguntó él sin comprender.
- Te lo advertí en una ocasión – aclaró Kanja -. Tienes que tener cuidado con tus exclamaciones. Hay cosas que no está bien visto que digas, ¿recuerdas?
Se quedó un poco pensativo y asintió con la cabeza sin decir nada.
- ¡Venga, menos rollos y ve poniéndote en pelotas sin rechistar! – ordenó Azëna.
- ¿Yo primero?, pero… – comenzó a decir, pero ante las miradas censuradoras de Hiira y Azéna, agachó la cabeza y se introdujo en la cámara de desinfección, donde sabía que su simulación de ropa y su vello corporal desaparecerían.
Fueron pasando por la cámara y se reunieron de nuevo junto a la Máquina propiamente dicha. Kare, cabizbajo, intentaba en todo momento dar la espalda a las mujeres y no dejaba de taparse los genitales con las manos. Al verle de esta manera, Azëna se la acercó por detrás y le dio un cachete en las nalgas. Instintivamente el hombre se echó las manos atrás, donde había recibido el golpe, y luego volvió a taparse sus vergüenzas, muy sonrojado, lo que desató de nuevo la hilaridad de las tres acosadoras. A Kanja ya no le hacían gracia esas bromas y se sintió un poco arrepentida de haber actuado de la misma manera con él en anteriores ocasiones.
Finalmente se introdujeron dentro de la Máquina y efectuaron el salto hacia la Antigüedad, la era de la que Kare procedía.
"Since you seem to have no fear of what might happen to you," Azëna said, "the fate we've presented to you may apply to this beautiful redhead..."
"I can't allow you to do what you intend, even if it costs me my life or you threaten to do it to hers," Kare replied with astonishing serenity, although it was clear his feelings were about to sink him with that decision. "I'm sorry, Kanja"—he turned his gaze to her—"this is too serious to sacrifice everything for just one life, yours or mine, or even both of ours."
"You're a very stubborn guy," Hiira chimed in. "You know better than to anger us. You may be capable of sacrificing everything; you may be capable of enduring torture, like last time, but she won't. You still have time, I'm warning you."
‘Now they're capable of torturing me?’ Kanja thought, unable to believe what was happening and paralyzed by panic, so that she could not move or speak.
"Leave her alone," Kare replied in that cold, dispassionate, and seemingly calm tone. "She doesn't know the location of the Cave. Only I know, and I'll never reveal it to you."
"She may not be certain of the exact location," this time it was Freditt who spoke, "but she came very close to finding you on several occasions when she searched for you during those five years. We'll get all the clues from her about the places you passed through, and we'll eventually figure it out anyway."
‘So she's involved too!’ Kanja mused. ‘After all, it's true that she betrayed me! How stupid I was!’
"I won't say anything either"—this time she was able to articulate sounds she had previously been unable to—"even if you torture me, even if you destroy us."
Yet inside, she was terrified. ‘How could I have said that?’ Kanja thought to herself. ‘I'm not the heroine or martyr that he seems to be.’ Kare looked at her and smiled sadly, making her feel proud for a moment of having behaved in such an irrational, yet brave, way in front of him.
"Well," Hiira wade in, "it seems you don't want to make it easy for yourselves. You wanted it, lass; it'll be easier to get it out of you than this stubborn Ancient. It's a shame you've worked so hard to reach the rank of the Chosen Ones, and now you have to ruin it all for this insignificant, annoying individual."
Then, two USG officers entered and grabbed Kanja by the arms, dragging her away. Before leaving the room, she managed to take one last look at Kare and saw him looking downcast, a tear running down his face.
"Well, well, redhead," he said with a wicked smile. "You know how things turn out. Now I have you at my mercy, and it's not you or your bitch girlfriend who manipulates me at your whim."
"Kolje, what are you doing? I don't understand why you're doing this to me. I've never really caused you any harm."
"Well…" he put on a thoughtful expression "let's just say you're collateral damage. I would’ve preferred to do this to Niilja, but you're just as good for me."
"I don't understand. What are you up to?"
"Look, darling, I'm going to tell you this very slowly so it doesn't catch you off guard, and it helps me lick my lips before I do it. First, I'll scan your brain to find out what the Council has asked me for. That, in itself, will give me a lot of points with them. Then, I'll get revenge on your half for breaking her promises."
"What the hell are you talking about?" Kanja could not understand what that asshole had put into his head.
"Let me give you a little background. That witch of your girl made me mess with that gorgeous blonde friend of yours, who, by the way, you caught me red-handed with that stupid call, right in the middle of the whole thing. I also altered those two bastards' to frame your Ancient friend. But that bitch made me a promise she didn't keep, and look, now you'll have to make up for that broken promise.”
"What did she promise you? Sex?"
"Wow! I must be pretty easy to read, or the same tricks work for all of you."
"But do you know what can happen if you force me? Do you realize I'm now a Chosen One? It's much more serious than if you try it with an Aspirant."
"Apparently, not now, because I'm afraid I have carte blanche, since you've fallen into disgrace with the Council all by yourself..."
"You're a despicable rat," Kanja snapped angrily.
"Yeah, but I'm going to fuck you anyway."
Kolje placed one of those helmet-shaped devices on Kanja in a rather obvious hurry. It was obvious he wanted to finish quickly so he could get on with what he really wanted to do. He manipulated the controls of the thing and concentrated on finding the information he needed. It took a while, but in the end, a smile appeared on his face.
"Okay. Looks like we've got it," he said with great satisfaction. "I'm going to save these fragments and review them carefully later. The more I can narrow down the location they're asking me for, the more credit I'll have with the Council, but I have time later. Don't worry, I won't keep you waiting."
Kanja was desperate; she did not know what they could get out of what she had experienced, but she was still scared that they would get away with it so easily. Kolje removed the device from her head, placed it in a location where it was supposed to download the collected information, and then, with a look of enormous satisfaction, approached the table. He gently touched her hair, as if trying to smooth it back after having tousled it with the helmet.
"Let me go, Kolje," Kanja said, trying not to lose her temper. "You still have time to avoid making a huge mistake you'll regret."
"Regret? Never. Now, please shut up, or you'll force me to block your voice."
"Come on, you know you shouldn't do this. I always treated you with respect..."
Kanja was not able to say anything else. She felt her voice go silent. It must have been Kolje who had provoked it, just as he had warned her.
"I told you to be quiet, redhead. The pity is that now I won't be able to hear you moan with pleasure."
Kanja tried desperately to move, but the bonds were too strong to allow her to make any attempt to prevent what now seemed inevitable. Kolje brought his hands up to Kanja's face, and she realized he had managed to disable her clothing simulation and she was now naked. He caressed her breasts for a while and leaned close to her ear. Kanja thought he was going to say something softly, but she was wrong. She felt something wet and realized he was licking her ears. Then Kolje moved to her neck and down to her chest. He then circled the table and stood between her legs. Kanja watched with horrified eyes as he removed his clothing simulation and saw his naked body, which was not a pleasant sight. Kolje looked very aroused, and his penis was erect. He began licking between her legs again, starting at her thighs and gradually moving up. Kanja had no desire at all for this experience to be satisfying; certainly, in her mind, it was not at all, but she was afraid of her body's reaction.
Then the man's expression suddenly changed. He looked down, uncomprehending.
"What the fuck is going on? Fuck you! Don't do this to me now! What's wrong with you?"
Kanja could not understand anything. The man sobbed, staring disconsolately at his member, which had begun to deflate and was not responding to the guy's state of mind. And at that moment, Kanja saw, in her peripheral vision, that someone else was in that room. She looked over, and Kolje did too, horror etched on his face. The man immediately activated his clothing simulation and backed away until the nearest wall blocked his way. Then he collapsed unconscious to the floor.
“Freditt! What are you doing here? What's going on?” Kanja said, pleasantly surprised to have regained control of her voice.
The woman smiled and approached her, ignoring the unconscious man.
“This scumbag’s fun is over.”
Kanja noticed her clothing simulation reactivate, and Freditt freed her from her ties, after which she jumped off the stretcher like a martyr would have from a rack, if only they had been allowed to.
"Come with me," said the ‘goddess’. "Our plan is in motion."
"Our plan or your plan?" Kanja replied resentfully.
"Ours: yours, mine, and Kare's, my precious."
"But I thought you had set a trap for me..."
"How could you have thought that of me?"
"But what you said in front of Hiira and Azëna..."
"Now, love, what did I tell you before I took you to that room?"
Kanja tried to recall their previous conversation and thought she finally knew what Freditt meant.
"That no matter what I saw and heard, I’d go along with it and trust you."
"So you did it?"
Kanja blushed bright red, at which Freditt burst out laughing.
"Don't worry, honey. That was a godsend. You couldn't have done better."
"But I don't understand..."
“It was the best thing that could have happened. Hiira and Azëna had to believe I had set a trap for you, and they fell for it. Plus, we got Kare to finally agree to reveal the location of the Cave.”
“No! But that’s horrible!” Kanja said with immense sorrow. “How did he give up?”
“They made him witness what was happening here, and he saw what this jerk wanted to do to you. He collapsed at the scene and spilled the beans.”
"But now they'll be able to carry out their disastrous plans."
"Keep trusting me. Everything's planned."
"I still don't see it..."
"Everything in due time. Now, let's go."
"Where?" Kanja asked, very confused.
"We're all going on a trip. You'll see how nice."
"Are you here yet?" Azëna asked, somewhat grumpily. "Well, let's go. I'm eager to get going."
"Do you know what the hell is going on here?"
Kare looked at her with a slight smile and gestured to his head.
"These crazy women, they want to make it into a road movie."
"I don't understand anything," Kanja replied, afraid of how the others might react.
"They want us all to go back to Antiquity, to visit the Cave."
"But that's a damn disaster, isn't it?"
"It doesn't matter, they're so crazy that anything they plan is bound to go wrong."
"I'm listening, asshole!" Hiira said sulkily. "When this is over, we'll see who laughs the loudest."
"But," Kanja continued, "how are the AIs going to travel back in time?"
"You've noticed their appearance, haven't you?"
"Yeah, right..."
"They ordered some bodies from the Aspirants factory and they've gotten inside them. Now they'll find out how miserable it is to be human."
It was truly surreal, bordering on craziness, as Kare had suggested. Kanja did not quite understand their true motivations, nor how philosophically the man was taking it. They headed toward the space elevator and, of course, had a privileged spot in the first available cabin, though no one bothered to ask why that group of people were blithely jumping the queue, even though it did not seem to Kanja that they had recognized the true personalities of those people, as if no one was paying attention to their presence.
They made it to the Lunar Station without incident, and Kanja saw no sign of Milenka, the outpost commander. Coincidentally, or not so coincidentally, given the AI's capabilities, it was exactly the right time to avoid having to wait even a moment for the shuttle's departure. That caught her attention, because she always needed to check the timetable to make the best possible management of the waiting time, but again, she thought it was logical that they were always several steps ahead of any miserable human.
After a peaceful ride on the shuttle, during which Kanja tried to sort out the maze in her head, they reached the top station of the Earth’s elevator, and then she encountered another unexpected surprise. She spotted Issanka, who was gesturing for Kanja to come and talk to her. Kanja glanced at the ‘goddesses’ and met Hiira's gaze, who gave her a small gesture, allowing her to go. When she reached the commander, Kanja noticed that she had a cheerful expression, which surprised her slightly, remembering the woman’s distress the last time they had met.
"I'm so glad to see you, Kanja," Issanka said, kissing Kanja on the cheek.
"You look so happy. What happened?"
"I got a period."
"You got a period, what?" Kanja replied, confused.
"I'm not pregnant!"
"Really?" Kanja sighed in relief.
"But don't tell Kare what happened, okay?"
"Whatever, but he's out there, have you seen him?"
"Yes, I noticed; but I'd rather not see him for now, so he doesn't relive certain moments..."
Kanja was surprised that Issanka did not mention the man's mental state, but she preferred to ignore it, so as not to further complicate an issue that, fortunately, seemed to have been at least partially resolved. After the mandatory disinfection and hair removal, they descended the elevator again with complete priority. It seemed very strange to see those creatures, until then very imposing, roundheaded , giving them a somewhat less fearsome appearance than usual. But they did not seem upset by it; they seemed almost comfortable, feeling lighter in a body they were not used to. Only Freditt seemed a little more uneasy, because it was clear she valued her sensual appearance greatly.
They took a gravitunnel, which took them in just over three-quarters of an hour to the node closest to the Machine, in the region once known as Vertula.
They arrived at the Machine's facilities without incident, and Kanja noticed that, as they descended, Kare was becoming more and more restless. When they reached the room with the large window overlooking the Machine, she understood the reason for his nervousness and could not help but smile. The group glanced at the strange artifact, as the AIs had not physically seen it, though Kanja suspected Freditt must have already secretly passed by, purely by deduction, based on certain passages she had heard from Kare. And, only a little while later, the show began, as they entered the rooms preceding the Machine itself. Kare's face was as red as a beet, and he stopped, almost trembling.
"I can't," Kare said. "I can give you the coordinates and you go alone."
"What are you saying?" Azëna replied very seriously.
"Let Kanja go with you if you don't trust me, but I'm staying."
"No way!" Hiira replied, with her usual authoritarianism. "What's wrong with him now?"
"He's embarrassed that we see him naked and that he sees us," Kanja explained, smiling.
Kare looked at her, blushing even more, and the other three burst into collective laughter. Kanja felt very sorry for the poor man's embarrassment, even though she had always been amused by his shyness in the past.
"But we've all seen him," said Azëna, still laughing.
"And he's seen us all naked too," added Hiira.
Kanja was very surprised by this last statement, which she had not heard from before. ‘How quiet the rascal was about it! How did he manage it?’ she thought.
"Every time one of those things has happened, it's been against my will," Kare tried to defend himself. "Now it's very different."
"Don't believe it, little guy," Hiira warned. "You're not exactly involved in this on your own initiative now, are you?"
"My God!" he exclaimed. "Why do these things have to happen to me all the time?"
Hearing this, Azëna walked up to him and slapped him on the back of the neck.
"Watch your mouth!" she said, seemingly angry.
"What did I say?" Kare asked, not understanding.
"I warned you once," Kanja explained. "You have to be careful with your exclamations. There
He thought for a moment and nodded without saying anything.
"Come on, stop messing around and strip without complaining!" Azëna ordered.
"Me first? But..." Kare began, but under the censuring looks of Hiira and Azëna, he bowed his head and entered the disinfection chamber, where he knew his cloth simulation and body hair would disappear.
Finally, they entered the Machine and leaped back to Antiquity, the era from which Kare came from.
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