–Kanja, ¿me quieres decir a dónde me llevas? –preguntó Kalima asustada.
–No te preocupes, es que quiero que me ayudes a encontrar a Kare –mintió a medias.
–Pero, ¿cómo te voy a poder ayudar?
–Ya lo verás –respondió enigmáticamente.
Kare llevaba bastante ventaja con los retrasos que había tenido que soportar ella, al tener que solicitar el incordio de los permisos, pero calculaba que, si no se equivocaba de destino, ellas llegarían antes que él e incluso le daría tiempo para observar su comportamiento antes de abordarlo. Y, según avanzaban, fue monitoreando la trayectoria del hombre, confirmando paso a paso que no se había equivocado con su presentimiento. El coche salió de la zona subterránea, quedando poco tiempo para llegar y, como sospechaba, a Kare le restaba todavía un trayecto a pie, lo que proporcionaba a Kanja una ventaja que tenía que aprovechar.
Cuando llegaron, y Kalima reconoció la colonia de los bastardos, se asustó mucho.
–¿Por qué me has traído aquí? Este lugar me da miedo. ¿Es que me vas a dejar aquí por haberme acostado con Kare?
–¿Conoces este lugar? –preguntó Kanja extrañada.
–Sí, estuve una vez con Siluna, cuando echaste a Kare de tu casa y, como estabas muy triste, quisimos hablar con él para que regresara contigo y que las cosas volviesen a la normalidad…
–Pero, ¿cómo demonios pudisteis llegar aquí?
–Nos enteramos de que Kare estaba en este sitio porque nos lo dijo un chico que vive aquí, Moerig, que fue quien nos consiguió los vestidos para aquella fiesta y el licor que tomamos entonces pero, por favor, no se lo cuentes a nadie. No quiero perjudicar al pobre muchacho.
–No te preocupes, no voy a perjudicar a nadie, ni tampoco a ti –y sintió que tenía que improvisar –. La verdad es que te traigo para que veas a Niilja, que me dijo que tenía ganas de verte y, como yo tenía que venir, quise darte una sorpresa.
–¿De verdad? ¿Niilja está aquí? ¡Cómo me voy a alegrar de verla! –y, haciendo una pausa–. Pero, ¡pobrecita!, ¿qué ha hecho para que la manden aquí?
–No pasa nada, es que está coordinando la colonia, pero ella está bien…
La idea original de Kanja era que Kalima viese lo que le podía suceder si de dedicaba alegremente a tener relaciones íntimas con varones aunque, al no funcionar la primera impresión, ahora se había convertido más en una pequeña molestia que en una ayuda. Pero su mente maquinó algo que también le podía servir para sus propósitos.
–Antes de llegar, te tengo que pedir un pequeño favor –pidió Kanja.
–Lo que quieras, cariño.
–No le hables a Niilja de Kare, porque no se llevan demasiado bien y no quiero que ella se moleste, ¿vale?
–¡Qué raro!, con lo majos que son los dos y que no se lleven bien, ¿no?
–Son cosas de una situación difícil que vivieron en el pasado, pero me has entendido, ¿verdad?
–Sí, que no le hable de Kare, lo he entendido. Espero que no se me escape sin querer.
“Más me vale…”, pensó Kanja para sí.
Llegaron hasta el final del poblado y se pararon frente a la puerta de la vivienda de Niilja. Ésta, se había dado cuenta de que había llegado alguien a quien no esperaba y salió a ver de qué se trataba.
–¿Otra vez aquí? –preguntó, extrañada al ver salir a Kanja.
–Te he traído una visita –respondió ésta, improvisando.
–¡Kalima, cielo! –dijo Niilja al ver a la chica, con un sentimiento sincero–. ¡Qué alegría que vengas a verme!
Sin embargo, mientras se encaminaba a abrazar a la muchacha, dirigió a Kanja una mirada escrutadora, porque no tenía claras sus intenciones con esta jugada inadvertida.
–He pensado que las dos estáis pasando un momento de bajón y sería bueno que hablaseis un poco…
–Sí, claro, pasad dentro –ofreció Niilja.
–Perdonad pero, antes de entrar tengo que hacer algo –se disculpó Kanja–. Id pasando y os ponéis al día. Yo espero no tardar mucho.
Niilja la miró con desconfianza; sabía que estaba tramando algo y no era capaz de intuir de qué se trataba, pero no dijo nada. Ya hablarían a solas y arreglarían las cuentas. Kanja era consciente de que la inteligencia y la perspicacia de Niilja eran muy grandes y luego tendría que pensar cómo salir de ese aprieto, porque se daba cuenta de que estaba haciendo demasiados equilibrios peligrosos. Pero las reacciones de Kare eran lo que la estaba llevando a esa situación y tenía que desenredar la madeja, sin salir dañada de aquel complicado asunto.
Escrutó el lugar con la mirada para ver dónde se podía colocar, de forma que no la viera Kare cuando llegase y se comportara de manera natural. Se imaginaba que su pretensión sería ir a ver a Werimu, por algún motivo en su desquiciada mente, porque casi podía descartar que se le hubiera metido en la cabeza volver con Niilja, creyendo que todavía estaba casado con ella. Aunque, con el follón que tenía en el coco, se podría esperar cualquier cosa de él. Y, al ir buscando una buena posición, observó las miradas “curiosas” de parte de la población masculina de la colonia. No debía ser habitual para ellos que los visitaran tantas mujeres Aspirantes a la vez, a pesar de que había mejorado el panorama allí, al haber cambiado la supervisión, de un tipo desagradable como era Akheio, por una figura hermosa como Niilja. Aun así, decidió moverse rápido y quitarse cuanto antes de la vista de aquellos desocupados para que no causasen ningún inconveniente imprevisto. Observó también que la mayoría de los niños bastardos estaban en la terraza superior, jugando a algo extraño, dando patadas a una pelota hecha de trapos. Aquello le sorprendió muchísimo; era como aquello que encendía tantas pasiones entre los Antiguos y que ella vio cuando estuvo viviendo en aquella era, aunque nunca entendió por qué era tan popular. ¿Cómo lo llamaban?... Sí, fútbol, eso era. Y, entonces, se dio cuenta de que no debía ser algo casual, sino que adivinaba la mano de Kare en la implantación de ese extraño juego entre los pequeños. Se dirigió hacia aquella zona alta del poblado y escogió un lugar donde podía ver, pasando a la vez desapercibida. Una vez allí, se dio cuenta de que no había visto a Werimu por ninguna parte, con lo que supuso que estaría dentro de alguna de las miserables casuchas. Y no le dio tiempo a reflexionar más porque, a lo lejos, divisó la figura de Kare que avanzaba deprisa, saliendo del grupo de arbolillos que había en la entrada de la colonia. Se lo veía caminar decidido pero, al llegar a la altura de las primeras casas, pareció dudar. De pronto, se quedó parado y miró alrededor, como si se encontrase súbitamente perdido, sin reconocer lo que lo rodeaba. Era muy extraño aquel cambio tan brusco en su comportamiento, pero ya había visto esos giros inesperados desde que se había vuelto a reencontrar con él. Kanja dudó si acercarse a él o seguir observando, pero le dio mucho miedo de que él reaccionara negativamente por la bofetada que le había dado poco antes. Entonces, él caminó muy despacio por la terraza del medio y se quedó parado un rato mirando una de aquellas cabañas. Entonces, decidió entrar dentro y Kanja maldijo su suerte al estar en una posición desde la que no podía ver qué estaría haciendo. ¿Habría alguien en esa casita que él recordase de la etapa en la que estuvo viviendo allí? Pero, tras debatirse febrilmente sobre qué debía hacer, cuando estaba a punto de salir de su escondrijo para averiguar los movimientos de él, lo vio salir de nuevo algo confuso. Entonces, miró en la dirección de la casa donde vivía Niilja y se dio la vuelta, caminando en dirección opuesta, hacia la salida del poblado. ¿Qué iba a hacer? ¿Es que se marchaba de nuevo? Entonces, ¿para qué demonios había ido allí? La verdad es que se podía esperar cualquier cosa en su estado lamentable. Pero no se marchaba; simplemente estaba rodeando las primeras casas para dirigirse a la terraza superior, donde también se encontraba ella. Caminó despacio y con aspecto de seguir dudando. Y, en ese instante, uno de los niños dio una patada fuerte a la pelota y rodó hasta parar justo a los pies de un confundido Kare. Miró la pelota y se agachó para cogerla con las manos. Entonces, un mocoso, de unos cinco años fue corriendo hacia él.
–¡Eh! –dijo el pequeño–. ¡Que no se puede coger la pelota con las manos si no eres el portero!
Kare lo miró, sin terminar de comprender, pero parecía muy concentrado en algo. Entonces sucedió algo que ella no se esperaba. El resto de los niños miró hacia donde estaba él y se levantó un griterío ensordecedor, mientras todos corrían en su dirección.
–¡¡¡Kare!!! –gritaron todos entre risas, agrupándose a su alrededor.
Inicialmente, él no supo reaccionar pero, al verse rodeado de niños, que se empujaban por abrazarlo, comenzó a sonreír y a acariciar sus cabezas, pasando su mirada de unos a otros. Kanja lo notó feliz, como nunca lo había visto antes. Y, con aquel alboroto, vio que salía Werimu de una de las casas, una edificación más ancha que el resto y que tenía ventanas, a diferencia del resto, salvo la de Niilja.
–¡Condenados mocosos! –se quejó Werimu sin comprender–. ¿Por qué estáis armando tanto alboroto…?
Y, entonces, la mujer se percató de lo que estaba pasando y se echó a correr también hacia él.
–¡Kare! ¡Querido mío! ¡Has vuelto!
Kare la miró con una sonrisa espléndida y, con cuidado, despejó el camino de niños para abrazarse a la mujer con fuerza.
–¡Werimu! –dijo en voz baja y con las lágrimas asomándose a sus ojos–. ¡Cuánto te he echado de menos!
Ambos lloraron de alegría un rato, mientras los críos saltaban, reían y gritaban a su alrededor. Kanja se emocionó con la escena y le costó no echar también unas lágrimas. Tuvo ganas de sumarse al abrazo, pero le dio reparo meterse en aquel reencuentro, sin contar con que no las tenía todas consigo después de que hacía muy poco, en su última interacción, él le había dicho que la odiaba. Pero tenía cierta esperanza de que lo había dicho en unas condiciones mentales que no eran las de ahora. Como había predicho Kolje, solo era necesario que Kare encontrase un punto de referencia, un ancla que pusiera todas las cosas en su sitio en la cabeza del hombre, y ella se daba cuenta que había encontrado por fin ese punto en la colonia y en aquella mujer a la que apreciaba tanto. Por un instante, tuvo unos celos espantosos; de manera que ella había luchado tanto para que él se recuperase, había recorrido el mundo en dos eras distintas buscándolo sin descanso, se había jugado el futuro, arriesgándose a perder la categoría de Elegida, que tanto le había costado conseguir, por ocultar su regreso al Consejo, y él tenía como referencia mental un grupo de bastardos y una mujer mayor… Pero enseguida se dio cuenta de lo injusta e interesada que estaba volviendo a ser; era preocupante verse a sí misma de esa manera, porque no sabía si se trataba de una reacción debida a la tensión que soportaba desde hace tanto o que realmente era una egoísta sin remedio. Sintiendo que no pintaba nada allí y, creyendo que no la detectarían, intentó escabullirse de su lugar de observación discretamente pero, de alguna manera, Kare se dio cuenta de su presencia y, cuando ella ya estaba de espaldas a él, sintió su voz.
–¡Kanja! –la llamó el hombre–. ¡Espera!
Ella se quedó quieta, sin saber qué esperar de aquello, porque no podía ver su expresión. Se dio la vuelta lentamente y se enfrentó a él, que venía caminando despacio en su dirección. Entonces, sin más palabras, se abrazó también a ella, lo que hizo que se sintiera confundida pero feliz. Werimu llamó a la tropa de niños e hizo que se introdujesen en el edificio del que ella había salido, ante las protestas de los pequeños y algún que otro coscorrón para que obedecieran sin rechistar más.
–Creo que te debo muchas disculpas –dijo él–, te lo he hecho pasar muy mal en los últimos tiempos, a pesar de todo lo que has hecho por mí.
–No tienes que disculparte, no estabas en tus cabales.
Pero no pudo decir nada más, porque a su espalda escuchó una voz que, en ese momento era la última que deseaba oír.
–¿Qué significa esto?
Se separó del abrazo de Kare y se dio la vuelta, viendo que allí estaban Niilja y Kalima, observando la escena. La cara de enfado de su mitad era apoteósica, mientras a Kalima se la veía algo acobardada porque intuía que aquella situación no presagiaba nada bueno.
–¿Cómo estás, Niilja? –dijo Kare muy tranquilo–. Ya ves; a pesar de todos tus esfuerzos, aquí estoy de nuevo.
–Kanja –dijo ella, sin hacer caso de las palabras del hombre–, creo que tenemos que hablar, ¿no?
Ella no sabía qué decir; se sentía atrapada entre la espada y la pared, pero tenía claro que no deseaba una escena en medio de aquel lugar. Se dirigió hacia Niilja y la cogió por el brazo, marchándose hacia la casa de esta última. Fueron en un silencio espeso, sin atreverse a mirarla a la cara por el momento, y pensaba que el hecho de dejar a Kare y Kalima juntos no la hacía tampoco demasiado feliz, después de lo que había visto hacía unas pocas horas, pero confiaba en que no se atreverían a nada en aquel lugar; confiaba en que la presencia de Werimu y los niños harían que Kare viera las cosas de otra manera; confiaba en que el susto que se habían llevado cuando ella los descubrió haría que se lo pensasen mejor antes de hacer alguna tontería; confiaba en la cordura recuperada de Kare… Es decir, confiaba en demasiadas cosas.
***
Cuando entraron en la casa de Niilja, se tuvo que enfrentar con una mirada que ella había visto antes dedicada a muchas otras personas, pero nunca a ella.
–¿Qué está pasando aquí? –dijo Niilja muy seria–. ¿Se puede saber qué hace aquí ese hijo de perra?
–Vamos, Niilja, no…
–¡Cómo que vamos! –le gritó–. ¿No se supone que debería estar prisionero?
Nunca antes le había gritado y se sintió algo acobardada.
–No me grites y déjame que te explique –respondió, intentando controlar sus nervios–. Te conté que había tenido que irme a una misión altamente secreta sin poder avisarte, ¿recuerdas? Pues estaba relacionada con Kare. Se supone que no puedo contarte nada de esto, pero no quiero que lo nuestro se estropee por las malditas órdenes.
Niilja seguía con cara de vinagre, aunque no dijo nada.
–Resulta que nadie sabe realmente cómo lo hizo –prosiguió Kanja–, pero Kare logró escapar de una celda de aislamiento total y, en un abrir y cerrar de ojos, hizo un salto en el tiempo para volver a su era. Y, cuando yo estaba volviendo a la Tierra, me llamaron urgentemente para comparecer ante el Consejo, donde me ordenaron que fuera a buscarlo, dondequiera que estuviese, y lo trajera de nuevo.
–Vaya, resulta que ahora eres una chica importante que se codea con el Consejo…
Aquel tono ácido con el que lo dijo, no le gustó demasiado a Kanja, pero prefirió pasarlo por alto.
–El asunto era muy grave –continuó explicando–, porque regresó a un momento anterior a la primera vez que lo conocí y, tras borrarle la memoria de lo que había vivido en esta era, de alguna forma, indujeron en él un cambio en sus actos, haciendo que alterase la línea temporal, introduciendo una disociación de nuestra realidad que podía haber puesto en peligro nuestra propia existencia. ¡Incluso hubo una instancia de mí misma que no logró que Kare viajase como yo lo había hecho! ¡Tuve que llegar a contactar conmigo misma y arreglarlo todo!
Niilja se rio estruendosamente.
–Querida, ¿cómo pretendes que me crea una sola palabra de lo que me estás diciendo? Yo pensé que entre tú y yo nunca podríamos hacernos daño de esta manera.
–Sabes muy bien que nunca te diría una mentira. Puedo haberme guardado este tema hasta ahora, porque estaba bajo alto secreto, pero absolutamente todo lo que te he contado es cierto.
–¿Te das cuenta de que eres muy mala inventándote excusas? Pero esto es llegar demasiado lejos. ¿Cómo se puede haber escapado ese inútil, viajar en el tiempo burlando toda la seguridad y hacer cambios en la línea temporal? Te recuerdo que conozco a ese imbécil mucho mejor que tú y no le creo capaz de hacer nada de eso.
–Has pasado algo por alto… Te acabo de decir que alguien le borró la memoria y le hizo cambiar gravemente el curso de sus actos. No lo hizo solo, han jugado con él… y con todos nosotros.
–¿Quieres decir que alguien lo ayudó? –siguió con aquel tono incrédulo–. Y, ¿quién iba a querer hacerlo? Tendría que ser demasiado poderoso para lograr todo eso.
–Efectivamente, demasiado poderoso. Escucha, no puede salir nada de esto de nosotras. El que lo ayudó fue Züs.
–¿Otra vez quieres que me crea algo tan absurdo? ¿Es que me has tomado por idiota? Yo creí que me querías por encima de todas las cosas…
Kanja estaba muy deprimida. ¿Por qué tenía que enfrentarse una y otra vez con la incredulidad de todas las personas a las que quería? Cerró los ojos e intentó poner sus ideas en orden para ver cómo podía hacerle entender que no la mentía.
–Hay algo que no comprendíamos hasta ahora y hace que todo encaje. Te acordarás de Lashkii, ¿verdad?
–¿Qué tiene que ver ese mamón en toda esta farsa?
–Primero, no es una farsa, y segundo, la habilidad infernal que tiene ese hombre para burlar una y otra vez nuestros esfuerzos no es casualidad. Según me contaron cuando estuve con el Consejo, la verdadera personalidad de Laskii es la del mismo Züs.
Aquello sí que hizo cambiar la expresión de Niilja. Se quedó pensativa y en silencio, evaluando la plausibilidad de todo aquello.
–Y, según tu precioso cuento, ¿cuánto tiempo te costó encontrarle?
–Casi cinco años.
–¿Has estado cinco años alejada de mí?
–Sí, y no sabes lo que me ha costado…
Kanja se empezó a dar cuenta de que la estaba empezando a creer y sentía que tenía que aprovechar la oportunidad para terminar de convencerla completamente.
–Puede que sea difícil para ti aceptarlo –continuó–, pero tú también estuviste viviendo en el pasado dos años, te casaste con él y no me contaste nada.
Aquel era un golpe que la otra no esperaba. Y, antes de que se recuperase, decidió tirarle otro sin darle tiempo a reaccionar.
–Y me he enterado de otras cosas, como el trato que le diste a Kare antes del juicio de esa mujer, Werimu.
La reacción instintiva en la cara de Niilja confirmaba lo que antes no había querido creer.
–¿Vas a hacer caso a ese malnacido? ¿No te das cuenta de que me odia tanto o más que yo a él?
–No ha sido él. Hasta hace un rato, la mente de Kare no era de fiar. Había perdido el juicio completamente y había enfermado alarmantemente.
–Así que no ha sido él, ¿eh? –respondió Niilja reflexivamente–. Entonces, solo puedes haber oído ese chisme de otra persona. Ya arreglaré cuentas con él.
–No te ciegues. Han sido un montón de evidencias las que me han llevado a saber lo que ocurrió, y no hace falta que quieras negarlo. Esta misma mañana me habías dicho que entre nosotras no tenía que haber secretos y, ya ves, la sinceridad no ha sido lo más fuerte en nuestra relación.
Niilja decidió dar marcha atrás para ganar tiempo. Eran demasiadas las cosas que no había esperado venir procedentes de Kanja y no le interesaba que la situación se le fuera de las manos.
–Está bien, supongo que tenemos que aclarar todo lo que nos ha pasado muy despacio, pero no podemos arreglarlo ahora. Creo que será mejor que reflexionemos, nos veamos otro día y pongamos todas las cartas sobre la mesa.
–¿Terapia de pareja? –dijo Kanja sonriendo, intentando quitarle hierro al asunto.
–Sí, algo parecido…
Niilja no se sintió con ganas de salir de la casa sabiendo que su exmarido estaba por allí y Kanja se sintió aliviada por aquella decisión. Al salir, estaba empezando a oscurecer y no tenía ni idea de lo que estarían haciendo Kare y Kalima; estaba un poco preocupada por haberlos dejado sin supervisión. Pensó en conectar mentalmente con Kalima para averiguar más fácilmente dónde estaban, pero observó que había luz en el edificio donde los había dejado y salía algo de alboroto, y tuvo el presentimiento de que no debían estar muy lejos de allí. Se acercó al lugar, deseando no equivocarse, y se asomó a la puerta con curiosidad. No se podía creer lo que estaba viendo; allí estaban los dos, montando un espectáculo para entretener a todos aquellos niños, que los observaban con la boca abierta y sin pestañear. En ese momento se sintió feliz, a pesar de la mala situación que atravesaba con Niilja. Pero ver a Kare completamente cuerdo, después de todo lo que había pasado desde que lo encontró, la hizo liberarse de aquel peso enorme que venía soportando desde entonces. Werimu, que estaba divirtiéndose también de lo lindo, se dio cuenta de la presencia de Kanja en la entrada y se acercó sigilosamente hacia ella. Salieron fuera y la mujer, con una sonrisa sin fin, la abrazó cariñosamente.
–Gracias por traerlo de nuevo.
–En realidad, yo no lo he hecho. Vino él por su propia iniciativa.
–No importa. Sé que eres una gran influencia para él y también que lo quieres.
–Es un buen hombre…
–No –la interrumpió, riendo–, quiero decir que de verdad lo amas.
Kanja se sonrojó y miró al suelo.
–¿Se me nota tanto? Ya sabes que eso no es lo correcto…
–Aunque no esté bien visto, amar a alguien no puede ser nunca malo, y menos como lo haces tú –hizo una pequeña pausa, como si no comprendiera algo–. Por cierto, he notado que está algo diferente, y está más delgado. ¿Le ha pasado algo?
–Bueno, no estoy autorizada a contarte nada, pero le han pasado muchas cosas desde la última vez que lo viste. Literalmente.
–No te comprendo…
–Es demasiado largo de explicar y demasiado increíble, además del carácter secreto del tema; solo te diré que lo que ha experimentado no entra en la mente de nadie normal.
Werimu reflexionó un rato y, después la miró asombrada.
–¿No me querrás decir que de verdad es un Antiguo? Creí que era un cuento de él para escabullirse de mis preguntas.
–¿Te contó eso?
–Sí, al poco tiempo de llegar…
–Bueno, yo no te puedo contar nada, pero si él te lo ha dicho…
No hacían falta más palabras; con esa evasiva, la mujer sabía que implícitamente le estaba dando una respuesta afirmativa.
Como se estaba haciendo ya muy tarde, Werimu decidió acabar con el espectáculo y hacer que los menores se fueran a dormir. Aquello fue un pequeño caos de protestas, pero se notaba la mano que tenía para dominar aquellas dificultades. Kare y Kalima salieron a la calle y se reunieron con Kanja.
–Bueno –dijo ésta–, supongo que tenemos que volver a casa, ¿no?
–Yo ya estoy en casa –respondió Kare tranquilo.
Aquello sorprendió a las dos mujeres pero, especialmente para Kanja, fue como un mazazo.
–¿Es que te quieres quedar aquí? –preguntó Kalima con incredulidad.
–Este es mi sitio, lo descubrí hace tiempo. Hay muchas cosas que hacer aquí y esta gente me necesita.
–Pero puedes venir con nosotras y mañana… –siguió la muchacha.
–No, eso no es posible –interrumpió él–. Aparte de hacerme perder tiempo, mi obligación es estar cerca de ellos en cada momento, no ser un simple visitante que viene a distraerse y a distraerlos un rato.
–Pero Niilja está también aquí, ¿no tendréis problemas? Kanja me dijo que tenéis unas diferencias muy grandes.
Kare se encogió de hombros.
–Supongo que nos acostumbraremos. Hemos pasado muchos ratos juntos sin llevarnos bien y tendremos que soportarlo algo más. Y tú, Kanja, ¿no dices nada?
Kanja no podía hablar y una lágrima corría por su cara. Él acercó la mano a la cara y se la limpió.
–No te preocupes –dijo él–. Al final todo volverá a su sitio, ya lo verás. Después de todo, yo ya lo he hecho y era más difícil que todo esto, ¿no?
Se acercó a Kalima y le dio un beso en la mejilla. Luego fue hasta Kanja y la besó brevemente en la boca. Y, sin decir más, Kanja cogió la mano de su amiga y se dirigieron de vuelta al vehículo para volver a casa.
***
Durante el regreso, Kanja tuvo que escuchar el tremendo entusiasmo que tenía Kalima después de haber vivido aquella inusual experiencia. En ese momento no estaba de demasiado humor para la excitación de la muchacha, pero la dejó que expresase su ilusión libremente.
–Yo no lo sabía –comentó Kalima–, pero hoy me he dado cuenta de que me gustan mucho los niños.
Kanja se alarmó al escuchar eso; la miró con los ojos muy abiertos y la chica se rio ante aquella expresión.
–No quiero decir que quiera tener algún hijo, sólo que no me importaría hacer algo como lo que hace Werimu.
–Y, ¿cómo sabes lo que significa tener un hijo? Hace unos días le dijiste a Kare que no sabías lo que eran los padres.
–Sí, es que en aquella ocasión me llamó la atención lo que decía y me he informado sobre el tema.
“Estupendo”, pensó Kanja, “me la llevo para que se asuste de la vida que llevan los bastardos y a ella le gustan los niños”.
–Tómatelo con calma –recomendó Kanja–, solo has visto un rato lo divertido de los niños, pero también tienen muchas cosas desagradables y frustrantes. Aguantarlos de seguido puede acabar con tus nervios, sobre todo a alguien como tú, que nunca has tenido experiencias de ese tipo.
–Y, ¿cómo sabes tú tantas cosas? –preguntó curiosa.
–He visto cosas que no creerías…
Cuando llegaron a casa, Kanja tenía ganas de quedarse sola para rumiar lo mal que se sentía por todo lo sucedido aquel día. Era cierto que por fin Kare parecía haber recuperado la salud física y mental definitivamente, después de todo lo que había tenido que padecer ella para conseguirlo pero, en lugar de acabar todas las cosas yendo a su lugar, ahora se encontraba con que él prefería vivir en una desastrosa aldea de bastardos y que Niilja y ella estaban en el peor punto de su relación en toda su vida. Y, para colmo, a Kalima se le ocurrió terminar de complicarle los planes.
–Kanja, cielo –dijo con cara un poco mustia–, ¿te importaría que pasara la noche contigo?
–¿Y eso? –respondió, intentando que no se le notase el fastidio.
–Es que hoy ha sido un día muy intenso y llevo tanto tiempo sola, desde que se marchó Siluna que, si paso la noche otra vez a solas, me voy a sentir muy triste. Y, aunque no hubiera pasado lo que ha pasado hoy con Kare, te lo habría pedido de todas formas si hubieses llegado sin él.
–Pero seguramente Siluna llegará en muy pocos días, no tienes que preocuparte –le dijo, con la intención de que la dejara en paz; ella sí que deseaba quedarse sola.
–¿Es que estás todavía enfadada por lo que me pillaste haciendo con Kare?
–No, no es eso, es que…
–Andaaa –interrumpió Kalima–, solo esta noche, te lo prometo.
Kanja suspiró y se resignó a que nada le saliese como deseaba.
–Está bien; anda, pasa –indicó, señalando la entrada abierta a su apartamento.
Aunque estaba muy desanimada, procuró no exteriorizarlo, para que su amiga no se sintiese mal. Cenaron con el interminable monólogo de Kalima y la emoción por sus nuevas experiencias y, tras otro buen rato de lo mismo después, llegó la hora de irse a dormir. Kanja le ofreció su cama, diciendo que ella dormiría en el sofá.
–Pero yo pensé que dormiríamos juntas… –dijo la vecina.
–Creo que hoy no sería lo mejor.
–Lo siento tanto, ya te pedí perdón por aquello, yo no sabía lo que estaba pasando…
–Que no, Kalima –respondió al límite de su paciencia–, que no sigo enfadada por lo de Kare.
–Anda, duerme conmigo, que no me siento con fuerzas para dormir sola. Si eso no es nada malo, ¿no?
Le dieron ganas de decir que tampoco era nada bueno pero, ya que continuaba la tendencia a que se le torciera todo lo que deseaba, volvió a ceder una vez más.
Y, una vez en la cama, con Kalima abrazada a su cintura, empezó a sentir una sensación ya familiar que la alertó. Ante la sorpresa de la otra, se levantó como una exhalación y salió al pasillo corriendo, para ver si veía a alguien que se temía que andaba rondando por allí, aunque no encontró a nadie.
–Maldita Venus, ¿qué demonios pretende? –dijo en voz alta en la soledad del pasillo.
Entonces, vio a Kalima en la entrada, que no comprendía qué estaba pasando.
–Pero, ¿qué haces? ¿A quién le dices eso? ¿Quién es esa Venis?
–Venus –corrigió Kanja–. No importa. Anda, volvamos a la cama.
Volvieron a acostarse y siguió con esa sensación de la que no podía desembarazarse. “¡Al demonio!”, pensó, “Solo espero que a esa maldita no se le ocurra darse un paseo por la colonia de bastardos”. Y, entonces, se entregó a esas sensaciones que compartía con su hermosa acompañante.
***
Al despertar, se encontró a Kalima observándola con una sonrisa en la boca.
–Hola, preciosa –dijo ésta–, ¿estás hoy más animada?
–Todavía es un poco pronto para decidirlo.
–Anoche estuviste increíble. ¡Qué suerte tiene Niilja!
–Escucha, cielo –dijo algo molesta, pero sin querer desilusionarla–, lo de anoche no debió ocurrir…
–¿Por qué? No está prohibido, ni mal visto, ¿no? Entiendo que lo que me pasó con Kare…
–No es eso –interrumpió Kanja, que no deseaba que continuase por ese camino–, tienes que pensar en Siluna, como yo tengo que hacerlo en Niilja.
–Pero estando Siluna y Niilja ya lo habíamos hecho las cuatro. ¿Te acuerdas de aquella fiesta…?
–Eso fue diferente –volvió a cortar–. Lo que tienes que comprender es que no se trata de que tengamos sexo entre mujeres sino que, al tener una mitad, tienes que pensar que a ella tal vez no le guste que estés acostándote con otra que no es ella, ¿entiendes?
–No.
Kanja decidió que era mejor aparcar ese tema, porque la muchacha no daba para más en ese tipo de cosas. Se levantó, dispuesta a asearse y vestirse, cuando recibió una petición de contacto. “¿Por qué me tienen que pillar siempre desnuda cuando quieren algo de mí?”, pensó, mientras se apuraba en ir a coger una tira de ropa.
Atendió la comunicación y resultó ser algo que sabía que tenía que acabar ocurriendo; tenía órdenes para comparecer inmediatamente ante el Consejo. Eso significaba que tenía que dejar absolutamente todo lo que estuviera haciendo y acudir sin perder un solo segundo.
–Kalima, querida, tengo que marcharme enseguida. Hay algo muy urgente que me obliga a dejarte ahora. ¿Estarás bien?
–Perfectamente. Hoy veo las cosas de otra manera –respondió, guiñándole un ojo.
Mientras se dirigía al ascensor espacial, tenía demasiadas cosas en las que reflexionar. Lo más grave, por supuesto, era esa llamada del Consejo; ya se olía el motivo y el tono con el que la iban a recibir y tenía que pensar mucho en la versión que tenía que presentar. Además, estaba la confusa situación en la que la estaba metiendo Kalima, la que se temía que también se acabaría complicando innecesariamente; pensó que tenía que haberse ido al sofá después de que Venus, supuestamente, hubiese pasado por allí con sus indeseables influencias, aunque Kalima hubiera tenido que pasar toda la noche llorando y que cada una se hubiese dedicado a acallar sus calores individualmente. En tercer lugar, tenía que pensar en cómo arreglar su complicada relación con Niilja; nunca se había visto en tan mala situación con ella y no tenía ni idea de cómo se podían reconciliar, habiendo tantas cosas que tenían que aclarar y reparar. Y, por último, estaba Kare; no podía asimilar que, después de todo lo que había tenido que pasar durante cinco años, especialmente el último mes, él la rechazara después de haber recuperado completamente su personalidad.
"Kanja, will you tell me where you're taking me?" Kalima asked, frightened.
"Don't worry, I just want you to help me find Kare," she lied halfway.
"But how can I help you?"
"You'll see." She replied enigmatically.
Kare had a considerable advantage because of the delays Kanja had endured, having to apply for the hassle of permits, but she calculated that, if she did not make a mistake, they would arrive before him and she would even have time to observe his behavior before coming up to him. And as they progressed, she monitored the man's trajectory, confirming step by step that her premonition had not been wrong. The car left the underground area, with little time left to reach it, and, as she suspected, Kare still had a long way to go on foot, which gave Kanja an advantage she had to exploit.
"Why did you bring me here? This place scares me. Are you going to leave me here because I slept with Kare?"
"Do you know this place?" Kanja asked, puzzled.
"Yes, I was here with Siluna once, when you kicked Kare out of your house, and since you were so sad, we wanted to talk to him about getting him back with you and things back to normal..."
"But how the hell did you get here?"
"We found out Kare was here because a guy who lives here, Moerig, told us. He was the one who got us the dresses for that party and the liquor we drank back then, but please don't tell anyone. I don't want to get the poor boy in trouble."
"Don't worry, I'm not going to get anyone in trouble, not even you," and she felt she had to improvise. "The truth is, I'm bringing you so you can see Niilja. She told me she was looking forward to seeing you, and since I had to come, I wanted to surprise you."
"Really? Niilja's here? How glad I am to see her!" And, pausing, "But, poor thing! What did she do to be sent here?"
Kanja's original idea was for Kalima to see what could happen to her if she indulged in sexual relations with men, but since the initial impression did not work out, she had now become more of a nuisance than a help. But Kanja’s mind plotted something that could also serve her purposes.
"Before we get there, I have a small favor to ask you," Kanja said.
"Whatever you want, honey."
"Don't tell Niilja about Kare, because they don't get along very well and I don't want her to get upset, okay?"
"That's weird! They're both so nice, and yet they don't get along, right?"
"These are things from a difficult situation they experienced in the past, but you understand me, right?"
"Yes, I understand that I shouldn't tell her about Kare. I hope I don't accidentally blurt it out."
"I better..." Kanja thought to herself.
"Here again?" she asked, surprised to see Kanja get out of the car.
"I brought you a visitor," Kanja replied, improvising.
"Kalima, darling!" Niilja said, with a sincere feeling, when she saw the girl. "I'm so glad you came to see me!"
However, as Niilja walked over to hug the girl, she gave Kanja a scrutinizing look, unsure of her intentions behind this unexpected move.
"I thought you two were having a bit of a down moment and it would be good if you could talk a little..."
"Yes, of course, come inside," Niilja offered.
"Excuse me, but before we go in, I have something to do," Kanja apologized. "Go in and catch up. I hope it won't take long."
Niilja looked at her suspiciously; she knew Kanja was up to something and could not figure out what it was, but she did not say anything. They would talk privately later and iron things over. Kanja knew Niilja's intelligence and insight were very great, and then she would have to figure out how to get out of this tight spot, because she realized she was doing too many dangerous balances. But Kare's reactions were what was leading her to this situation, and she had to sort out the mess without getting hurt in this complicated matter.
She scanned the place to see where she could position herself so that Kare would not see her when he arrived and he could behave naturally. She imagined his intention was to go see Werimu, for some reason in his deranged mind, because she could almost rule out the possibility that he had gotten it into his head to go back to Niilja, believing he was still married to her. Although, with the mess he had in the noggin, anything could be expected of him. And, as she was looking for a good position, she noticed the curious glances from some of the colony's male population. It must not have been common for them to be visited by so many female Aspirants at once, even though the panorama there had improved, having changed the supervision, from a nasty guy like Akheio, to a beautiful figure like Niilja’s. Even so, she decided to move quickly and get out of the sight of those unoccupied people as soon as possible so they would not cause any unforeseen inconvenience. She also noticed that most of the bastard children were on the upper terrace, playing some strange game, kicking a ball made of rags. That surprised her greatly; it was like the thing that ignited so much passion among the Ancients, something she had seen when she had lived in that era, though she had never understood why it was so popular. What did they call it? Yes, soccer, that’s what it was. And then she realized it could not be a coincidence, but that she sensed Kare's hand in introducing this strange game to the children. She headed toward the higher part of the village and chose a spot where she could see, yet remain unnoticed. Once there, she realized she had not seen Werimu anywhere, so she assumed he was somewhere in one of the miserable shacks. She did not have time to think about it further because, in the distance, she saw Kare's figure moving quickly, emerging from the clump of small trees at the entrance to the settlement. He seemed to be walking purposefully, but when he reached the first houses, he seemed to hesitate. Suddenly, he stopped and looked around, as if suddenly lost, unable to recognize his surroundings. This abrupt change in his behavior was very strange, but she had seen these unexpected twists and turns since she had met him again. Kanja hesitated whether to approach him or continue watching, but she was terribly afraid he would react negatively to the slap she had given him earlier. Then, he walked very slowly along the middle terrace and stood for a while looking at one of the huts. So, he decided to go inside, and Kanja cursed her luck at being in a position where she could not see what he was doing. Was there someone in that little house he remembered from his time living there? But after feverishly debating what she should do, she was about to leave her hiding place to find out his movements when she saw him come out again, somewhat confused. Then, he looked in the direction of Niilja's house and turned around, walking in the opposite direction, toward the village exit. What was he going to do? Was he leaving again? Then why the hell had he gone there? To say the truth, anything could have happened in his sorry state. But he was not leaving; he was simply skirting the first few houses toward the upper terrace, where she was also standing. He walked slowly, still looking hesitant. And at that moment, one of the children kicked the ball hard, and it rolled to a stop right at the feet of a confused Kare. He looked down at the ball and bent down to pick it up. Then, a brat, about five years old, ran up to him.
"Hey!" said the little boy. "You can't take the ball with your hands if you're not the goalkeeper!"
Kare looked at him, not quite understanding, but he seemed very focused on something. Then something happened Kanja had not expected. The rest of the children looked over to where he was, and a deafening roar arose as they all ran in his direction.
"Kare!!!" they all shouted, laughing, gathering around him.
At first, Kare did not know how to react, but when he saw himself surrounded by children pushing and shoving each other to hug him, he began to smile and stroke their heads, looking from one to the other. Kanja noticed he was happy, like she had never seen him before. And, in the commotion, she saw Werimu coming out of one of the houses, a building wider than the rest and, unlike the rest, except for Niilja's, with windows.
"Damn rascals!" Werimu complained, uncomprehending. "Why are you making such a fuss?"
And then the woman realized what was happening and ran toward him as well.
"Kare! My dear! You're back!"
Kare looked at her with a splendid smile and carefully cleared the path of children to hug the woman tightly.
"Werimu!" she said softly, tears welling in his eyes. "I've missed you so much!"
They both cried with joy for a while, while the children jumped, laughed, and shouted around them. Kanja was moved by the scene and found it hard not to shed a few tears as well. She wanted to join in the hug, but she was hesitant to jump into that reunion, as she was not entirely confident after the fact that, just a short while ago, during their last interaction, he had told her he hated her. But she had some hope that he had said it in a state of mind that was not what he was currently in. As Kolje had predicted, all that was needed was for Kare to find a point of reference, an anchor that would put everything in its place in the man's head, and she realized he had finally found that point in the colony and in that woman he cared so much for. For a moment, she was terribly jealous; so she had fought so hard to bring him back, traveled the world in two different eras tirelessly searching for him, risked losing her hard-earned Chosen One status by hiding her return to the Council, and he had a group of bastards and an old woman as his mental reference point... But she quickly realized how unfair and self-serving she was becoming again; it was worrying to see herself that way, because she did not know if it was a reaction to the stress she had been under for so long or if she was truly hopelessly selfish. Feeling that she had no place there and believing she would not be detected, she tried to discreetly slip away from their observation post, but somehow, Kare noticed her presence, and when she had her back to him, she heard his voice.
"Kanja!" the man called. "Wait!"
She stood still, not knowing what to expect from this, because she could not see his expression. She turned slowly and faced him, who was walking slowly in her direction. Then, without further ado, he hugged her too, which made her feel confused but happy. Werimu called the bunch of children and had them go into the building she had come from, despite the children's protests and the occasional smack to get them to obey without further question.
"I think I owe you a lot of apologies," he said. "I've made you feel very bad lately, despite everything you've done for me."
"You don't have to apologize; you weren't in your right mind."
But she could not say anything else, because behind her, she heard a voice that, at that moment, was the last one she wanted to hear.
"What does this mean?"
She broke away from Kare's embrace and turned around, seeing Niilja and Kalima standing there, watching the scene. Her half's expression was incredibly angry, while Kalima looked somewhat cowed, sensing that this situation did not bode well.
"How are you, Niilja?" Kare said calmly. "You see, despite all your efforts, here I am again."
"Kanja," she said, ignoring the man's words, "I think we need to talk, don't you?"
Kanja did not know what to say; she felt trapped between a rock and a hard place, but she knew she did not want a scene in the middle of that place. She walked over to Niilja and took her arm, walking towards the latter's house. They went in a thick silence, not daring to look at her face for the moment, and she thought that leaving Kare and Kalima together did not make her too happy either, after what she had seen a few hours ago, but she trusted that they would not dare to do anything in that place; she trusted that the presence of Werimu and the children would make Kare see things differently; she trusted that the shock they had had when she discovered them would make them think twice before doing anything foolish; she trusted in Kare's restored sanity... In other words, she trusted in too many things.
"What's going on here?" Niilja said, very seriously. "What the hell is that son of a bitch doing here?"
"Come on, Niilja, don’t..."
"Come on?" Niilja yelled. "Isn't he supposed to be a prisoner?"
Niilja had never shouted at her before, and she felt a little intimidated.
"Don't yell at me, and let me explain," Kanja replied, trying to control her nerves. "I told you I had to go on a top-secret mission without being able to tell you, remember? Well, it had to do with Kare. I'm not supposed to tell you any of this, but I don't want our relationship to get ruined by the damn orders."
Niilja still looked sour, though she did not say anything.
"Turns out no one really knows how he did it," Kanja continued, "but Kare managed to escape from a total isolation room and, in the blink of an eye, time-jumped back to his own era. And, as I was returning to Earth, I was urgently summoned to appear before the Council, where I was ordered to find him, wherever he was, and bring him back."
"Well, turns out you're now some important girl who rubs shoulders with the Council..."
That acidic tone with which Niilja said it did not please Kanja too much, but she chose to ignore it.
"The matter was very serious," she continued, "because he returned to a time before the first time I met him, and after erasing his memory of what he had experienced in this era, they somehow induced a change in his actions, causing him to alter the timeline, introducing a dissociation from our reality that could have endangered our very existence. There was even an instance of me being unable to get Kare to travel the way I had! I had to get in touch with myself and fix everything!"
Niilja laughed boisterously.
"My dear, how do you expect me to believe a single word you're telling me? I thought you and I could never hurt each other like this."
"You know very well that I would never tell you a lie. I may have kept this subject to myself until now, because it was top secret, but absolutely everything I've told you is true."
"Do you realize you're terrible at making excuses? But this is going too far. How could that good-for-nothing have escaped, traveled back in time, bypassed all security, and made changes to the timeline? I remind you, I know that moron much better than you do, and I don't believe he's capable of any of that."
"You've missed something... I just told you that someone erased his memory and made him seriously change his course of actions. He didn't do it alone; they played with him... and with all of us."
"You mean someone helped him?" she continued in that incredulous tone. "And who would want to do that? They'd have to be too powerful to pull off all that."
"Indeed, too powerful. Listen, nothing can come of this from us. The one who helped him was Züs."
"Are you expecting me to believe something so absurd again? Have you taken me for an idiot? I thought you loved me above all else..."
Kanja was very depressed. Why did she have to face the disbelief of everyone she loved over and over again? She closed her eyes and tried to gather her thoughts to see how she could make Niilja understand that she was not lying.
"There's something we didn't understand until now, and it makes it all fit together. You remember Lashkii, right?"
"What does that jerk have to do with this whole farce?"
"First, it's not a farce, and second, that man's infernal ability to repeatedly thwart our efforts is no coincidence. According to what I was told when I met the Council, Laskii's true identity is that of Züs himself."
That really changed Niilja's expression. She remained thoughtful and silent, evaluating the plausibility of it all.
"And, according to your lovely story, how long did it take you to find him?"
"Almost five years."
"You've been away from me for five years?"
"Yes, and you don't know how hard it was for me..."
Kanja began to realize Niilja was starting to believe her, and she felt she had to seize this opportunity to fully convince her.
"It may be difficult for you to accept," Kanja continued, "but you, too, lived with him for two years in the past, married him, and didn't tell me anything."
That was a blow the other woman had not expected. And before she could recover, Kanja decided to throw another one at Niilja, not giving her time to react.
"And I've found out other things, like the way you treated Kare before that woman's trial, Werimu."
The instinctive reaction on Niilja's face confirmed what Kanja had not wanted to believe before.
"Are you going to listen to that scumbag? Don't you realize he hates me as much, if not more, than I hate him?"
"It wasn't him. Until a little while ago, Kare's mind was unreliable. He had completely lost his mind and had become alarmingly ill.”
“So it wasn't him, huh?” Niilja replied thoughtfully. “Then you could only have heard that gossip from someone else. I'll tighten the screws on him.”
“Don't blind yourself. There was a mountain of evidence that led me to know what happened, and you don't have to deny it. Just this morning you told me there shouldn't be any secrets between us, and, as you can see, honesty hasn't been the strongest point in our relationship.”
"Okay, I guess we need to sort out slowly everything that's been happening to us, but we can't fix it now. I think it's best if we reflect, meet another day, and lay all our cards on the table."
"Couples therapy?" Kanja said, smiling, trying to make light of the situation.
"Yeah, something like that..."
"Thank you for bringing him back."
"Actually, I didn't do it. He came on his own initiative."
"It doesn't matter. I know you're a big influence on him, and that you love him."
"He's a good man..."
"No," Werimu interrupted, laughing, "I mean you really love him."
Kanja blushed and looked at the floor.
"Is it that obvious? You know that's not the right thing..."
"Even if it isn’t approved, loving someone can never be a bad thing, especially not the way you do it." Werimu paused briefly, as if she did not understand something. "By the way, I've noticed he’s a little different, and he’s thinner. Has something happened to him?"
"Well, I'm not allowed to tell you anything, but a lot has happened to him since you last saw him. Literally."
"I don't understand..."
"It's too long to explain and too unbelievable, not to mention the secret nature of the subject. I'll just tell you that what he's experienced is beyond the reach of any normal person."
Werimu thought for a moment, then looked at Kanja in astonishment.
"You don't mean to tell me he's really an Ancient? I thought it was just a story he told me to avoid my questions."
"He told you that?"
"Yes, shortly after he arrived..."
"Well, I can't tell you anything, but if he told you so..."
No more words were needed; with that evasive response, the woman knew Kanja was implicitly giving her an affirmative answer.
"Well," Kanja said, "I guess we have to go home, right?"
"I'm already home," Kare replied calmly.
That surprised the two women, but for Kanja in particular, it felt like a blow.
"So you want to stay here?" Kalima asked incredulously.
"This is my place, I discovered it a long time ago. There's so much to do here, and these people need me."
"But you can come with us, and tomorrow..." the girl continued.
"No, that's not possible," he interrupted. "Aside from wasting my time, my obligation is to be close to them at all times, not to be a simple visitor who comes to amuse himself and entertain them for a while."
"But Niilja is here too, won't you have any problems? Kanja told me you have some very serious differences."
Kare shrugged.
"I guess we'll get used to it. We've spent a lot of time together not getting along, and we'll have to put up with it for a while longer. And you, Kanja, aren't you saying anything?"
Kanja could not speak, and a tear was running down her face. He brought his hand up to her face and wiped it away.
"Don't worry," he said. "Everything will fall back into place eventually, you'll see. After all, I've already done it, and it was harder than all of this, wasn't it?"
He approached Kalima and kissed her on the cheek. Then he went to Kanja and kissed her briefly on the mouth. And without another word, Kanja took her friend's hand, and they headed back to the vehicle to return home.
"I didn't know it," Kalima said, "but today I realized that I really like children."
"I don't mean I want to have children, just that I wouldn't mind doing something like what Werimu does."
"So, how do you know what having a child means? A few days ago, you told Kare that you didn't know what parents were."
"Yes, it's just that what he said caught my attention that time, and I've done some research on the subject."
‘Great,’ Kanja thought, ‘I’ll take her so she’ll be scared of the life bastards lead, and she likes children.’
“Take it easy,” Kanja recommended. “You’ve only seen a glimpse of the fun side of children, but there are also many unpleasant and frustrating things about them. Putting up with them all the time can get on your nerves, especially for someone like you, who’s never had any experiences like that.”
“So how do you know so much?” she asked curiously.
“I’ve seen things you wouldn’t believe…”
“Kanja, honey,” she said, her face a little grim, “would you mind if I spent the night with you?”
“How come?” Kanja replied, trying not to let her annoyance show.
“It’s just that today has been such a busy day, and I’ve been alone for so long, ever since Siluna left, that if I spend the night alone again, I’m going to feel really sad. And even if what happened today with Kare hadn’t happened, I would have asked you anyway if you had arrived without him.”
"But Siluna will probably arrive in a few days, you don't have to worry," Kanja said, wanting Kalima to leave her alone; Kanja really wanted to be alone.
"Are you still mad about what you caught me doing with Kare?"
"No, it's not that, it's just..."
"Come on," Kalima interrupted, "just tonight, I promise."
Kanja sighed and resigned herself to the fact that nothing would go her way.
"Okay, come in," she said, pointing to the open entrance to her apartment.
Although Kanja was very discouraged, she tried not to let it show, so that her friend would not feel bad. They had dinner, accompanied by Kalima's endless monologue and the excitement of her new experiences, and after another good while of the same thing, it was time to go to sleep. Kanja offered Kalima her bed, saying she would sleep on the couch.
"But I thought we'd sleep together," the neighbor said.
"I don't think today would be the best thing."
"I'm so sorry. I already apologized for that. I didn't know what was going on..."
"No, Kalima," she replied at the end of her patience, "I'm not still mad about Kare’s matter."
"Come on, sleep with me. I don't feel up to sleeping alone. That's not wrong, is it?"
She felt like saying it was not any good either, but since the tendency to go wrong continued, she gave in once more.
And once in bed, with Kalima wrapped around her waist, she began to feel a familiar sensation that alerted her. To the other's surprise, she jumped up quickly and ran out into the hallway to see if she saw anyone she feared was lurking around there, but she did not find anyone.
“Damn Venus, what the hell is she up to?” Kanja said aloud in the solitude of the hallway.
“Venus,” Kanja corrected. “It doesn’t matter. Come on, let’s go back to bed.”
They went back to bed, and Kanja continued with that feeling she could not shake. ‘To hell!’ she thought. ‘I just hope that damn woman doesn't decide to take a stroll through the bastards’ village." And so, she gave in to those sensations she shared with her beautiful companion.
"It's still a little early to decide."
"You were amazing last night. How lucky Niilja is!"
"Listen, darling," she said, a little annoyed, but not wanting to disappoint her, "what happened last night shouldn't have happened..."
"Why? It's not forbidden, nor frowned upon, right? I understand that what happened to me with Kare..."
"It's not that," Kanja interrupted, not wanting her to continue down that path. "You have to think about Siluna, just like I have to think about Niilja."
"But when Siluna and Niilja were here, the four of us had already done it. Do you remember that party...?"
"That was different," she interrupted again. "What you have to understand is that it's not about us having sex between women, but rather, when you have a half, you have to consider that she might not like you sleeping with someone who isn't her, do you understand?"
"No."
Kanja answered the call, and it turned out to be something she knew had to happen; she had orders to appear before the Council immediately. That meant she had to drop everything she was doing and arrive without missing a beat.
"Kalima, my dear, I have to leave right away. There's something very urgent that requires me to leave you now. Will you be all right?"
"Perfectly. I see things differently today," Kalima replied, winking at her.
As Kanja headed toward the space elevator, she had too many things to think about. The most serious, of course, was that call from the Council; she could already sense the reason and the tone with which she would be received, and she had to think hard about the version she had to present. Then there was the confusing situation Kalima was putting her in, which she feared would also become unnecessarily complicated; She thought she should have gone to the couch after Venus had supposedly come by with her unwelcome influences, even though Kalima would have had to spend the whole night crying and each of them would have had to deal alone with their individual feelings. Thirdly, she had to think about how to fix her complicated relationship with Niilja; she had never been in such a bad situation with Niilja before, and she had no idea how they could reconcile, with so many things they needed to sort out and repair. And finally, there was Kare; Kanja could not accept that, after everything she had been through for five years, especially in the last month, he had rejected her after he had completely recovered his personality.
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