Después de desalojar a Ofjaei de la sala, al cual dejaron al cuidado de Niilja, se quedaron a solas Azëna, Kanja y Kare.
–Bueno, muchachos –dijo Azëna inusualmente relajada–. Tengo que reconocer que hacía tiempo que no disfrutaba tanto cuando tengo que dedicar mi tiempo a asuntos de esta clase. Ahora hay algunas decisiones que tengo que contaros.
»Empezaré por ti, pelirroja… Kanja, ¿no? Este hallazgo tuyo es digno de premio; no entiendo nada de todo ese asunto que habéis estado discutiendo, pero estoy convencida de que desde ahora se podrá avanzar mucho en nuestro objetivo. Por eso, voy a proponer al Consejo que seas promocionada al rango de Elegida y dirigirás los esfuerzos para el desarrollo de una nueva máquina.
La explosión de júbilo interior de Kanja hizo que Kare tuviese que desconectar su lectura de la mente o hubiera podido deslumbrarse.
–Pero vamos a tener que alterar ciertas costumbres –continuó Azëna–. Lo habitual es que, cuando se promociona a un Aspirante, su pareja también se beneficie de la promoción, para continuar con la estabilidad emocional de ambos. Sin embargo, sé que tu pareja es esa Niilja, que me ha hecho irritar con su comportamiento irregular. Creo que tendrá que seguir el ejemplo de lo que sucedió hace tiempo con aquel maldito Akheio que, por sus graves faltas descendió de rango, desde Elegido a coordinar ese poblado de bastardos. Mi decisión es que, ahora que Akheio no está ya para ejercer esa función, Niilja sea enviada para ocupar ese puesto, y será vigilada especialmente para que no se vuelva a desmandar y, sobre todo para que la mujer recién juzgada, Werimu, no se vea perjudicada con su actuación.
»En cuanto a ti, Kare Osjin, me caes bien, ya lo he dicho, pero estoy segura de que eras plenamente consciente de que aquella demostración tenía algún fallo y lo has estado ocultando, lo cual se puede considerar como un intento deliberado de negarnos tu colaboración. Me veo obligada a hacerte encerrar, sin que puedas ver ni hablar con nadie durante un tiempo, hasta que en el Consejo decidamos qué hacer definitivamente contigo.
La anterior alegría de Kanja se ensombreció con esa decisión. Entonces, Azëna se llevó la mano al mentón, en actitud reflexiva.
–Pero tal vez podamos agilizar el asunto, si me acompañas un momento. Tú espera ahí fuera, Kanja, luego te entregaré a este muchacho para que lo lleves a su encierro. Y tú –señaló a Kare con sequedad–, ven conmigo.
Kare miró a Kanja y notó que su rostro mostraba preocupación. Ella había recibido la mejor noticia que podía esperar y por la que había se había esforzado enormemente desde hacía mucho tiempo pero, al ver que el destino de Kare era incierto, se sintió culpable por haberlo metido en un problema tan grande.
Él siguió los pasos de aquella mujer enorme y pasaron por una puerta que había detrás de los dos tronos principales. Kare estaba algo acomplejado con el recuerdo de la proposición que le había hecho Azëna anteriormente, temiendo que aquello no hubiese sido solo una chanza. Salieron a un pasillo, no demasiado largo y que parecía estrecho, por contraste con la altura de los techos. Al final había otra puerta que franquearon, encontrándose en una nueva sala que tenía muy poca luz, siendo ésta de un tono verde oscuro. Allí vio que había otra mujer con muy poca ropa, recostada sobre cojines, y que los contempló fijamente sin decir nada. Con tan poca luz era difícil distinguir bien las características de esta mujer, pero parecía bastante similar a Azëna. Kare dedujo de alguna manera que debía tratarse de otra supuesta diosa con la que lidiar. No sabía muy bien cómo acabaría esa nueva situación, pero ya se temía que fuera inevitable que acabase desnudo, humillado públicamente o vete a saber lo que se les podía ocurrir a esa panda de chalados para hacérselo pasar mal.
–Aquí lo tienes, Hiira –dijo Azëna, recostándose junto a ella–. Es un individuo muy peculiar.
Aquella Hiira tenía una mirada tan intimidatoria como la de Azëna, si no más. En un principio no dijo nada y solo lo observó con una media sonrisa inquietante.
–Vaya, vaya –dijo por fin–, así que eres el Antiguo que ha levantado tanto revuelo últimamente, ¿no?
Kare no sabía a qué revuelo se podía referir y prefirió no pronunciarse al respecto. Y, de pronto, la mujer dio un giro que él no se esperaba en absoluto.
–Por lo que me cuenta Azëna, no te has mostrado muy dispuesto a colaborar, y eso no podemos pasarlo por alto. Sin embargo, hemos decidido darte una oportunidad de redimirte. He sabido que hace poco te propusieron que eligieses entre tres Aspirantes para que decidieras cuál de las tres era la más bella. Y resulta que esa misma duda nos ha surgido aquí y, dada tu experiencia, nos gustaría que nos la resolvieses. Espera, que ahora viene alguien más.
De verdad, aquello tenía que ser una broma de mal gusto. Él no era capaz de comprender el sentido del humor de esa gente o definitivamente se había vuelto majareta.
–¿Cómo te has enterado de aquello? –preguntó tímidamente.
Entonces Hiira echó su cuerpo adelante, mirándolo de esa manera tan dura y especial y, al hacerlo, se le salió un hermoso pecho de la holgada ropa.
–Quiero que sepas que yo me entero de todo lo que pasa –dijo ella en tono serio–. Absolutamente todo.
Kare estaba acobardado. No sabía realmente cómo reaccionar; aquella mujer lo intimidaba demasiado y él no era capaz de sostener mucho tiempo su mirada, pero tampoco podía pretender mirar a otro sitio, por miedo de que su vista se fuera inevitablemente a sus pechos. Lo salvó de la incómoda situación la aparición de otra espectacular mujer, del mismo corte que las anteriores, aunque esta parecía aún más sensual en algo, no sabría decir en qué, y que iba peinada de la misma manera que Kanja y Niilja, con una gruesa y larga trenza, colgando por delante de los hombros. La recién llegada también se recostó junto a las otras dos y lo miró de la misma manera inquietante. Se veía que debía ser la marca de la casa. Al ver aquellas tres bellezas, con tan poca ropa, y con esa luz, le resultaba muy perturbador, casi más que si estuvieran completamente desnudas y a Kare solo se le ocurrió pensar que si, en lugar de verde, la luz hubiera sido roja, le habría parecido que estaba en un prostíbulo de lujo.
–Bueno, ya estamos las tres contendientes aquí –dijo Hiira–. Ahora, Antiguo, tienes que decirnos quién de las tres, según tu parecer, es la más hermosa.
–Esto es una coña, ¿no? –balbuceó Kare.
–¿Te parece que estamos de broma? –respondió Azëna con su habitual tono severo.
–Esperad, ni yo soy Paris, ni sé de dónde ha podido salir la Discordia con su manzana para meterme en este embolado.
Las tres rieron la ocurrencia, dejando a Kare más perplejo, si podía estarlo aún más.
–Si necesitas un criterio más objetivo –dijo la que había llegado en último lugar, que no hacía falta que le explicasen que se trataba de Freditt–, podemos enseñarte bien lo que poseemos cada una para que hagas una buena elección.
Y, antes de que Kare comprendiera a dónde quería llegar a parar, las tres se levantaron y dejaron caer la poca ropa que llevaban, mostrándose completamente desnudas ante él. Kare pensó que aquello solo podía ser un sueño erótico y que en cualquier momento se despertaría, pero no era así. La visión de aquellas figuras de proporciones perfectas, lo hizo sentirse muy acobardado y no fue capaz de reaccionar. Por suerte, gracias a la simulación de ropa que él llevaba, no se hicieron visibles los efectos de la erección que le estaba comenzando a resultar casi dolorosa. Y, como él no se atrevía a decidirse, lo fueron acosando con nuevas proposiciones.
–Si me eliges a mí –dijo Hiira, volviendo a recostarse, pero sin tapar su desnudez–, serás inmortal, podrás entrar en el círculo de los Elegidos y tendrás la dirección de Seguridad que haría que fueras el supervisor de tu antigua mujer, Niilja, y de tu otra amada, Kanja.
Las otras dos se miraron asintiendo, como si considerasen que era una gran oferta, difícil de igualar. Imitaron a Hiira y se recostaron también.
–Si me eliges a mí –replicó Azëna–, podrás dirigir el desarrollo y construcción de la nueva máquina, trabajando con tu pelirroja Kanja y, si lo deseas, como aprecias tanto el desarrollo tecnológico del primer siglo de la Nueva Luz, podrás ir a ese tiempo y vivir en primera persona la excitación de los inventos de aquella época que admiras tanto.
Kare se sintió intimidado con el conocimiento absoluto que tenían de su vida y su forma de pensar y de sentir. No se les podía ocultar nada, aunque tuviese el inhibidor.
–Y si me eliges a mí –dijo finalmente Freditt–, tendrás el amor de Kanja y se hará contigo una excepción entre los Elegidos y podréis tener relaciones heterosexuales.
A él le daba vueltas la cabeza; aquello no podía ser real, debía ser una alucinación, ya que un sueño le parecía haber sido descartado. Pero entonces le dio un miedo atroz no responder a las demandas de aquellos seres que podían estrujarlo como a un mosquito con solo desearlo. El problema era que no podía inclinarse por ninguna de las tres, porque estaba seguro de que se enajenaría la animadversión de las dos que no fuesen elegidas. Necesitaba una respuesta rápida y diplomática, aunque no era capaz de encontrar nada que no indignara a alguna de las tres, o a todas a la vez. Por eso, se decidió por lo más peligroso: permanecer neutral.
–Esta pregunta es como si me pidieseis que decidiera cuál de los lados de un hermoso triángulo es el más bello, aunque me digáis que uno apunta al este y ve siempre el amanecer, otro al sur y recibe un calor confortable y otro al oeste, con unas puestas de sol inigualables 9. Las tres sois lo más hermoso que he podido contemplar en mi miserable vida, pero estáis muy por encima de la capacidad de este ser insignificante para decidir solo una entre las tres.
–¡Eres un maldito cobarde! –exclamó Azëna, alzándose rápidamente sobre las rodillas– ¡Como no elijas a una de las tres, te voy a arrancar la cabeza de encima de los hombros!
Kare creyó que iba a cometer una violación de la higiene ante esa violenta reacción. Pero, por fortuna, intervino Hiira cogiendo con la mano el antebrazo de Azëna y haciendo que se volviese a recostar.
–No me asustes a este pobre Antiguo –dijo con una sonrisa condescendiente–. Déjale que siga hablando, me gusta su manera de expresarse.
Él se sintió como un ratoncillo acorralado por un gato que le tira zarpazos sin dañarlo, pero demorando su destino fatal únicamente por alargar la diversión.
–Es muy difícil para un simple mortal, ignorante de las peculiaridades de este mundo, dar una respuesta que inevitablemente causará el enojo de las partes que no sean favorecidas. Y no solo es eso, porque podría tener la suerte de ser defendido por la que fuese elegida, pero supongo que, en ese caso, también molestaría a los varones con quien estéis relacionadas, realmente no sé quiénes… ¿Ars o Fextus, Öpplo… Züs?
–¡A ése ni lo menciones! –esta vez fue Hiira quien pareció perder los estribos–. Has ido a elegir la peor respuesta que podías elegir, ¡maldito gusano!
Se estaba metiendo del todo en el barro y dudó de la posibilidad de salir de allí con la cabeza encima de los hombros. Lo lamentó sobre todo por no poder volver a ver a Kanja, o a Werimu. Pero la suerte le sonrió al provocar la hilaridad de Freditt, que comenzó a reírse a carcajadas. Las otras dos se la quedaron mirando sin comprender, pero luego se contagiaron y las tres acabaron rodando sobre los cojines y unas encima de otras con una risa incontrolable. Aquellos movimientos de esos cuerpos rozándose no lograron que Kare recuperara la comodidad y pudiese relajar su rigidez, y tampoco se sentía seguro por el hecho de no saber si esas risas eran buena o mala señal para él.
–Eres verdaderamente escurridizo –dijo Freditt cuando acabaron las risas–. Parece que te metes en un problema más profundo, pero logras eludir siempre la respuesta que te puede resultar verdaderamente fatal. Te advierto que no deberías hacer funambulismos encima de una charca llena de cocodrilos. ¿No os recuerda la habilidad de este mortal a la de Züs?
Hiira se limitó a gruñir, aunque no se pronunció. Se veía que la relación no era demasiado fluida entre ellos.
–No has debido mencionar a los varones, mi querido Kare –explicó Azëna–, especialmente a Züs. Puedes hacer perder el control a Hiira, y te advierto que eso es lo que menos te conviene.
–Estoy en una desventaja total –replicó él–. Sabéis que desconozco todo sobre este mundo y solo puedo extrapolar por lo que conozco de otras historias que me resultan vagamente familiares a vuestras circunstancias, pero ya se sabe que las extrapolaciones que se llevan demasiado lejos, corren el peligro de alejar a uno de la realidad.
Las tres lo contemplaron en silencio y Kare no supo si era por su verborrea, que él desconocía que pudiera ejercer tanta influencia sobre aquellos temibles seres.
–Está bien –reconoció Hiira–, hemos sido injustas con este pequeño. No podemos enfadarnos porque tenga miedo de las consecuencias de elegir erróneamente y, sea cual sea su elección, será equivocada para alguien y se lo haría pagar caro.
–Como sabréis –él se atrevió irreflexivamente a intervenir de nuevo–, en aquella ocasión en la que sucedió algo semejante a este episodio, la elección del pobre Paris llevó a una guerra cruenta que acabó con todo lo que él quería, y causó más desgracias que beneficios para mucha gente. No puedo atreverme a repetir un resultado tan desastroso. Prefiero arriesgar mi integridad personal antes que ver envueltas en desastres a otras personas inocentes.
–Anda –dijo Freditt–, te prometemos que no vas a sufrir las consecuencias de tu respuesta, ¿verdad? –las otras dos asintieron de mala gana–. Dinos cuál es tu elección.
–La más hermosa de las tres lo sabe interiormente y no hace falta que lo exprese en voz alta, haciendo que las otras se desilusionen.
–Escurridizo como una anguila –dijo Freditt, riéndose– este Antiguo es adorable.
–Está bien, chicas –dijo Hiira–, ya hemos torturado bastante a este pequeño. La verdad es que me gusta la manera de pensar de estos Antiguos, aunque son bastante impertinentes, como dices tú, mi querida Azëna. Dejadnos un rato a solas, quiero tener una charla con él.
–Pero no acabes muy rápido con él, ¿eh, Hiira? –dijo Azëna–. Tal vez también queramos luego divertirnos un rato con este guapo muchacho.
Esas proposiciones veladas de Azëna siempre tenían la capacidad de inquietar enormemente a Kare. Se marcharon las dos, haciéndole cada una un gesto antes de marchar: Azëna le guiñó un ojo y Freditt le lanzó un beso disimulado al aire. Supuso que con su respuesta ambigua, las tres habían creído que eran realmente las elegidas, una carambola increíblemente afortunada, pero también muy peligrosa.
9. Sirva este pasaje como pequeño homenaje a la novela “Planilandia: Una novela de muchas dimensiones” – Edwin A. Abbott (1888)
“Well, guys,” said Azëna unusually relaxed, “I have to admit that it’s been a long time since I enjoyed so much when I have to devote my time to this kind of matters. Now there are some decisions that I have to tell you.
»I’ll start with you, redhead… Kanja, aren’t you? This find of yours is worthy a prize; I don’t understand a word about the whole issue that you’ve been discussing, but I’m convinced that from now on we can make a lot of progress in our objective. So I’m going to propose the Council that you be promoted to the rank of the Chosen Ones and lead the efforts for the development a new machine.”
Kanja's burst of inner joy made Kare to turn off his mind reader or he would have been dazzled.
“But we’re going to alter certain habits.” Azëna continued. “Usuallly, when Aspirants are promoted, their partners benefit from that promotion as well, to continue with their emotional stability. However, I know that your partner is that Niilja, who has irritated me with her irregular behavior. I think that she’ll have to follow the example of what happened long ago with that damn Akheio, who, due to his serious faults, was demoted from his rank of Chosen One, to coordinate that village of bastards. My decision is that, now that Akheio is no longer here to perform that function, Niilja will be sent there to occupy that position, and she’ll be specially watched so that she doesn’t get out of control again, and above all, to avoid that the recently accused woman, Werimu, isn’t harmed by her actions.”
»Regarding you, Kare, I like you, I’ve already said that, but I’m sure that you were fully aware that there was something wrong with that proof and you’ve been hiding it, which can be considered as a deliberate attempt to deny us your collaboration. I’m forced to lock you up, without you being allowed to see or talk to anybody until we decide in the Council what to do definitively with you.“
Kanja’s previous joy faded with that decision. Then, Azëna put her hand to her chin reflectively.
“But we may speed up the matter if you come with me for a moment. You wait out there, Kanja, later I’ll hand you over this lad to take him to his confinement. And you,” she pointed out to Kare drily, “come with me.”
Kare looked at Kanja and noticed that her face showed concern. She had just received the best news she could hope, for which she had worked so hard for a long time, but seeing that Kare’s fate was uncertain, she felt guilty for getting him into such a big trouble.
Kare followed in the footsteps of that huge woman and they passed through a door behind the two main thrones. He was somewhat cowed about the memory of Azena`s previous proposal, fearing that it had not been just a joke. They went out into a corridor, not very long, that seemed narrow in contrast to the height of the ceilings. At the end there was another door that they crossed, finding themselves in a new room that had very little light, this being a dark green tone. There he saw another woman with very little clothing, laying on cushions, who stared at them without saying anything. In such dim light, it was difficult to make out this woman's features well, but she seemed rather similar to Azëna. Kare somehow deduced that she must be another supposed goddess to deal with. He did not know how this new situation would end, but he was afraid that it would be inevitable that he would end up naked, publicly humiliated, or who knows what that bunch of crazy people would come up with to give him a hard time.
“Here you have him, Hiira.” Said Azëna laying down next to her. “He’s a very peculiar man.”
That Hiira had a look as intimidating as Azëna’s, if not more so. She did not say anything at first and only watched him with an unsettling half smile.
“Well, well, well,” she said at last, “so you’re the Ancient who’s been making so much stir lately, aren’t you?”
Kare did not know what stir she could refer and preferred not to comment on it. And suddenly, the woman took a turn he did not expect at all.
“From what Azëna tells me, you haven’t been very willing to collaborate and we can´t ignore that. However we’ve decided to give you a chance to redeem yourself. I’ve learned that recently you were proposed to choose among three Aspirants to decide which of the three was the most beautiful. And it turns out that the same doubt has arisen right here and, given your experience, we’d like you to solve it for us. But, wait, now someone else is coming.”
Really, that had to be a joke in bad taste. Kare was not able to understand the sense of humor of those people or he definitely had gone crazy.
“How did you find out about that?” He asked timidly.
Then Hiira leaned her body forward looking at him in that special hard way and, in doing so, a beautiful breast came out of her loose clothes.
“I want you to know that I know everything that happens.” She said sternly. “Absolutely everything.”
Kare was cowed. He did not really know how to react; that woman intimidated him too much and he was not able to hold her gaze for long, but nor could he pretend to look elsewhere for fear that his gaze would inevitably go to her breasts. He was saved from that awkward situation by the appearance of another spectacular woman, of the same style as the previous ones, although this one seemed even more sensual in something, he could not say what, and who had her hair styled in the same way as Kanja and Niilja, with a thick and long braid, hanging down in front of her shoulder. The newcomer also lay down next to the other two women and looked at Kare in the same unsettling way. It seemed the brand of those people. Seeing those three beauties, with so few clothes and in that dim light, was very disturbing for him, almost more than if they were completely naked and Kare only thought that, had the light been red instead of green, it would have seem to him that he was in a luxury brothel.
“Well, here we’re all three contenders.” Hiira said. “Now, Ancient, you have to tell us which of the three is the most beautiful, in your opinion.”
“You’re kidding me, right?” babbled Kare.
“Do you think we’re kidding?” Azëna replied with her usual stern tone.
“Wait, neither I’m Paris, nor do I know where the Discord has come from throwing her golden apple to get me into this mess.”
The three women laughed at the quip, leaving Kare even more perplexed, if he could be even more so.
“If you need a more objective yardstick,” said the last one to arrive, who was not necessary to be told that it was Freditt, “we can show you what we each have so that you can make a good choice.”
And, before Kare understood what she was meaning, the three of them stood up and dropped the few clothes they were wearing, showing themselves completely naked before him. Kare thought that this could only be an erotic dream and that in any moment he would wake up, but it was not so. The vision of those perfectly proportioned figures, made him feel very cowed and he was not able to react. Luckily, thanks to the clothing simulation he was wearing, the effect of the almost painful erection were not visible. And, as he did not dare to decide, they harassed him with new proposals.
“If you choose me,” Hiira said, lying down again but not covering her nakedness yet, “you’ll be immortal, you’ll be allowed to enter the circle of the Chosen Ones and you’ll have the command of the Security Service that would make you the supervisor of your former wife and of your beloved Kanja.”
The other two women looked at each other nodding as acknowledging it was a great offer, difficult to match. They imitated Hiira and lay down as well.
“If you choose me,” Azëna replied, “you’ll lead the development and construction of the new machine, working with your redhead Kanja and, if you wish, since you appreciate so much the technological development of the first century of the New Light Era, you’ll be allowed to go to that time and live first-hand the excitement of the inventions of that period you admire so much.”
Kare felt intimidated with the absolute knowledge they had of his life and his way of thinking and feeling. Nothing could be hidden from them, even having the inhibitor.
“And if you choose me,” Freditt finally said, “you’ll have Kanja’s love and an exception would be made with you among the Chosen Ones and you two will be allowed to have heterosexual relations.”
His head was spinning; that could not be real, it must be a hallucination, since a dream seemed to be discarded. But then, he was terribly afraid of not responding the demands of those beings who could easily crush him like a mosquito just by wishing. The problem was that he could not lean towards any of the three because he was sure that he would cause against him the animosity of the two who were not chosen. He needed a quick and diplomatic answer, although he was not able to find anything that would not infuriate any of the three or even all of them at once. Therefore, he decided on the most dangerous thing: to remain neutral.
“This question is as if you asked me to decide which of the sides of a nice triangle is the most beautiful, even if you tell me that one is facing to the east and from there the sunrise can always be seen, another to the south and receives a comfortable heat and another to the west with unparalleled sunsets10. The three of you are the most beautiful thing I've ever been able to contemplate in my miserable life, but you're far above the capacity of this insignificant being to choose only one among the three."
“You’re a damn coward!” Exclaimed Azëna, rising quickly on her knees, “If you don’t choose one of the three, I’m going to rip your head off your shoulders!”
Kare was scared shitless after that violent reaction. But, fortunately, Hiira intervened, taking Azëna’s forearm, making her lie down again.
"Don't scare this poor Ancient." Said Hiira with a condescending smile. "Let him keep talking, I like his way of expressing himself."
Kare felt like a little mouse cornered by a cat that throws claws without harming him, but delaying his fatal fate just to extend the fun.
“It’s very difficult for a mere mortal, ignorant of the peculiarities of this world, to give an answer that will inevitably cause the anger of the ones who won’t be favored. And not only that, because I might be lucky enough to be defended by the one who was elected, but I guess in that case I’d also annoy the males with whom you’re related, I really don’t know who… Ars or Fextus, Öpplo… Züs?”
“Don’t even mention that one!” This time it was Hiira who lost her temper. “You’ve chosen the worst answer you could, damn worm!”
Kare was more and more putting his foot in it and he doubted about the possibility of getting out of there with his head over his shoulders. He regretted it above all for not seeing Kanja or Werimu again. But he had again a stroke of luck provoking Freditt’s hilarity. The other two women stared blankly at her, but then they began to laugh too and ended up rolling on the cushions, and on top of each other with uncontrollable laughter. The movements of those bodies rubbing against each other didn't make Kare feel at ease and relax his stiffness again, and he did not feel safe because he did not know if those laughs were a good or a bad sign for him.
“You’re really slippery.” Said Freditt when the laughter had died down. “It seems that you get into a deeper problem but you always manage to avoid the answer that can be truly fatal. I warn you that you shouldn’t walk on a tightrope on top of a pool full of crocodiles. Doesn’t this mortal’s ability remind you that of Züs?”
Hiira simply growled, although she did not speak. It was clear that her relationship with Züs was not really friendly.
“You shouldn’t have mentioned the males, my dear Kare,” explained Azëna, ”especially Züs. You can make Hiira lose control and I warn you that it isn’t in your interest.”
“I’m in complete disadvantage.“ He replied. “You know that I know nothing about this world and I can only extrapolate from what I know from other stories that are vaguely familiar to your circumstances, but it’s known that if you extrapolate too far, you run the risk of being taken away from reality.”
The three women watched him quietly and Kare did not know if it was due to his jive talk, which he did not know it could exert so much influence over those fearsome beings.
“Okay,” Hiira acknowledged, “we’ve been unfair with this little guy. We can’t get angry because he’s afraid of the consequences of making the wrong choice, and whatever he chooses, it’ll be wrong for someone and it would cost him dearly.”
“As you may know,” he dared to talk again without thinking, “on that occasion in which something similar to this episode happened, the election of poor Paris led to a bloody war that ended with everything he loved and caused more misfortune than benefits for many people. I can’t dare to repeat such a disastrous outcome. I’d rather risk my well-being than see other innocent people involved in disaster.”
“Come on,” said Freditt, “we promise you won’t suffer the consequences of your answer, right?” The other two nodded reluctantly. “Tell us what your choice is.”
“The most beautiful of the three knows it inside and there’s no need to make me express it aloud, causing the others to feel disappointed.”
“Elusive as an eel.” Said Freditt with a laugh. “This Ancient’s lovely.”
“All right, girls,” said Hiira, “we've tortured this little guy enough. The truth is that I like the way of thinking of these Ancients, although they’re quite insolent, as you say, my dear Azëna. Leave us alone for a while, I want to have a chat with him.”
“But don’t finish him off too quickly, huh, Hiira?” Azëna said. “Maybe we can later have some fun with this handsome lad.”
Those veiled propositions of Azëna had always the ability to unsettle Kare greatly. The two women left, each gesturing to him before leaving: Azëna winked at him and Freditt blew him a kiss discreetly. Kare guessed that with his ambiguous answer, the three of them had believed that they were really the chosen ones, an incredible fluke, but very dangerous as well.
10. Let this passage serve as a small tribute to the novel "Flatland: A Novel of Many Dimensions" – Edwin A. Abbott (1888)
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