Capítulo 26Chapter 26

  Volvieron a tomar el elevador a la planta principal y se dirigieron hacia el fondo del edificio, que parecía tener un aspecto más noble según se iban internando. Por el camino, Kare estuvo experimentando con las posibilidades que le ofrecía su aparato de control mental con la intensificación adicional de sus funciones, puesto que contaba con la conexión a la Comunidad de Mentes. Ahora entendía mucho mejor cómo manejarlo y sentía el control absoluto de lo que los demás podían descubrir en su mente, y se sentía incluso capaz de modificar los pensamientos de otros. Detectó que Niilja tenía un dispositivo parecido al suyo, pero se daba cuenta de que era muy inferior al que él llevaba, en cuanto a potencia y prestaciones. Si lo hubiese deseado, ahora podría haberla manejado como a un pelele, pero no le parecía justo ese tipo de ventajismo, a pesar de todo el daño que le había infligido, y que ella tampoco dudaría en ningún momento en usar una ventaja de ese tipo; pero se dijo que él no era como ella. Aun así, no se podía llegar a todas las partes de la mente de los demás. De alguna forma sabía que Niilja todavía se guardaba un as en la manga y no fue capaz de averiguar de qué se trataba.

  Llegaron a una de esas puertas colosales y él distinguió claramente la comunicación mental de Niilja para solicitar permiso para entrar. Les franquearon el paso sin demora y se encontraron en una antesala, con otra puerta a pocos metros, donde debía hallarse la estancia principal, fuera lo que fuese que ocurriera allí. Esperaron en aquel lugar, en el que no había ninguna persona más. Él notaba claramente la sensación de triunfo en Niilja, pero tuvo miedo de profundizar en su mente para no revelar su nuevo poder, al no tener experiencia y no conocer los efectos de ir demasiado lejos. No pasó mucho tiempo cuando detectó que alguien quería entrar también en la sala. Solo supo que eran tres pero, antes de que le diera tiempo a averiguar algo sobre los recién llegados, la puerta se abrió, desvelando a tres viejos conocidos.

  Su mirada se fue directamente a Kanja, con su impresionante pelo rojo recogido en una trenza parecida a la que lucía Niilja y, al igual que ésta, iba vestida con el mismo uniforme negro, muy ceñido y muy sensual. Estaba claro que también pertenecía a aquel servicio al que informal y despectivamente llamaban cuervos. Kanja mostraba ojeras profundas y la notó bastante pálida y decaída pero, en el mismo momento que reconoció la presencia de Kare, él detectó un cambio impresionante en su estado de ánimo. Descubrió que era cierto lo que ella le había dicho cuando lo echó de su apartamento: estaba enamorada de él. Pero no se detuvo a analizar aquel descubrimiento, porque enseguida su atención se fue a una de las personas que acompañaban a Kanja.

–¡Werimu! –exclamó él, intentando acercarse al pequeño grupo.

  Pero de pronto se vio bloqueado en sus movimientos. Se dio cuenta de que Niilja era quien le impedía avanzar. Para él ahora habría sido extremadamente fácil deshacerse de aquel bloqueo, pero decidió que no sería inteligente mostrar que era capaz de hacerlo. Se moría de ganas de abrazar a aquella pobre y asustada mujer, pero tendría que resistir sus impulsos.

  Werimu estaba cabizbaja y se la veía muy triste pero, al oír su nombre, levantó la cabeza, con cierto despiste. Lo miró sin comprender y tardó un poco en reconocer a su amigo, porque nunca lo había visto con la barba tan larga.

–¡Kare! ¡Querido mío! –dijo ella con una amplia sonrisa feliz.

–¡Silencio! –gritó Niilja secamente, mientras Kanja torcía el semblante ante el desconsiderado gesto de su pareja.

  Se hizo el silencio y Kare observó al tercer personaje del grupo. Era Ofjaei, que no sabía muy bien qué partido tomar. Miraba a Niilja intensamente, pero Kare detectó que ella le producía dos sensaciones algo contradictorias: por un lado, estaba intimidado por el carácter de la mujer aunque, a la vez, estaba ansioso por reunirse con ella. Kare se percató de que ella lo tenía cogido por los huevos, como Kanja había hecho con él mismo. El silencio se acomodó en la sala, como un ocupante más, un silencio espeso y tenso. Kanja y Werimu estaban pendientes de Kare, y Ofjaei solo tenía ojos para Niilja, la cual estaba inquieta ante la larga espera y no prestaba atención a nadie que no fuera ella misma. Kare sondeó a distancia la mente de Werimu y descubrió que el trato que había recibido de Kanja debía haber sido amistoso, porque no detectaba ninguna animadversión contra ella. Entonces, Kanja se acercó a Niilja, mirándolo a él con intensidad mientras se aproximaba. Agarró a su amiga por el brazo y se alejaron a una distancia suficiente para que no se escuchase lo que hablaban. Sin embargo, no contaban con la capacidad de Kare de detectar lo que pensaban y decían, que llegaba a él con claridad.

–¿Qué está pasando aquí? –preguntó Kanja–. ¿Para qué me has hecho traer a esos dos?

–Vamos a asistir a un juicio contra la mujer –respondió Niilja.

–¿Un juicio? ¿Acusada de qué?

–¿No te lo ha contado mientras venías? Me da la sensación de que te aprecia mucho.

–No seas así –replicó Kanja algo molesta–. Le pregunté, pero no quiso hablar; estaba muy triste y no quise ahondar.

–Eres una blanda. Nunca llegarás a nada con esa actitud. También fuiste blanda con este otro imbécil.

–¿Con Kare? No sé por qué le tienes tanta manía. Es un buen hombre.

–Eso es porque no has tenido que aguantarlo tanto tiempo como yo. Es verdaderamente insoportable.

–Por cierto, ¿qué pinta él aquí?

–Es testigo de lo que ocurrió, ayudará a que condenen a la mujer.

–¿Condenarla? ¿Por qué? No me has dicho todavía de qué se la acusa.

–Asesinó a sangre fría a un hombre por defender a tu amigo. Probablemente, con lo que les saquemos a los dos de la mente, conseguiré que la ejecuten.

  Kare no pudo evitar que le diera un vuelco el corazón. Ahora se daba cuenta de que ésa era la baza que se guardaba aquella serpiente. Iba a atacar a la persona que él más quería para hundirlo definitivamente; pero él no lo consentiría. Ahora tenía que pensar deprisa para estropearle los planes y darle la vuelta a toda la situación.

  La conversación entre las dos Aspirantes continuó, con la atención extrema de Kare para ver si podía sacar ventaja de la información que ellas compartían.

–Y, ¿quién es el otro tipo? –preguntó Kanja.

–Es otro estúpido Antiguo. Es más patético todavía, pero sería capaz de cualquier cosa por tenerme y por verse adulado. Tiene un ego inmenso.

–¿Como el tuyo? –Kanja le tiró un dardo que no le sentó nada bien a la otra.

–¿Cómo eres capaz de decirme eso, querida? No me esperaba esto de ti.

–Perdona –retrocedió Kanja–, es que no termino de comprender qué pretendes sacar de todo esto.

–Vale, vale, no pasa nada –mintió Niilja–. Las dos estamos sometidas a mucha tensión. El otro tipo, Ofjaei, me puede servir para detectar las mentiras que nos pueda contar tu querido Kare. Aunque me parece que de momento ese idiota no me sirve de mucho.

  Y, en ese momento, Kare detectó en la mente de Niilja que alguien se comunicaba con ella, requiriéndola para un asunto urgente.

“–Os he dicho que no me molestéis hasta nueva orden”, se expresó ella mediante la conexión mental, “estoy a punto de entrar en un proceso capital y no se me puede contactar cuando esté dentro”.

“–Pero es que ha ocurrido algo muy grave…”, contestó un hombre al otro lado, “los prisioneros han escapado”.

–¿Qué? –gritó Niilja en voz alta, asustando a todos los presentes, salvo a Kare.

  Ella se dio cuenta demasiado tarde de su error e intentó cubrirlo, saliendo precipitadamente de la antesala. Kanja intentó interrogarla para conocer el motivo de ese grito, pero Niilja se la quitó de encima de un manotazo. Kanja se sintió bastante molesta, herida por el desplante, pero decidió dejarla hacer: la conocía bien. Entonces, Kare se enfrentó a una situación complicada, porque sabía que era el momento de actuar con diligencia, aprovechando la ausencia de Niilja y, a la vez, tenía que continuar pendiente de la conversación de ella con su lacayo, para enterarse bien de lo que estaba pasando. Se arriesgó a moverse deprisa y pasó junto a Kanja que lo miró, creyendo que aquel movimiento de él se debía a ella, pero se sintió decepcionada cuando él pasó de largo y se fue a abrazar a Werimu.

  Mientras tanto, Kare se enteró de que la huida de los prisioneros había cogido a todo el mundo desprevenido. Los guardianes que estaban con ellos en el poblado de bastardos no conseguían recordar qué había pasado, salvo que se despertaron en el suelo de la cabaña, como si hubieran sido fulminados, y los prisioneros ya no estaban allí. Niilja ordenó enfurecida que revolviesen hasta el último rincón de la ciudad y se pusieran en contacto con otros grupos en toda la red, dando una alerta general para encontrarlos dondequiera que estuviesen.

  A la vez, Kare aprovechó aquel abrazo con Werimu para sondear su mente con cuidado y consiguió acceder a la parte de su memoria donde se almacenaban los recuerdos del nefasto incidente de la muerte de Akheio, logrando alterarlos, un poco a la desesperada, para ver si podía servir para librarla de su fatal destino. Después, percibiendo que Niilja no iba a tardar en volver a aparecer, volvió corriendo al lado de Kanja, que lo miró sorprendida. Entonces, aprovechó el último instante y le dio un beso rápido en la boca, separándose de ella justo a tiempo para que no los descubriese Niilja.

  Pero Niilja no era tonta y supo que allí había pasado algo al ver que, tanto Kanja como Werimu, lucían una enigmática sonrisa. Se quedó mirando a unos y otros, con aspecto desconfiado, pero finalmente tuvo que rendirse. Kare se dio cuenta de que ella intentaba indagar en su mente, pero solo percibía el ruido de estática, indicando que, aparentemente, él no estaba metido en nada raro. No dio tiempo a nada más. La puerta delante del grupo se abrió y daba comienzo la función principal.

***

  La sala en la que entraron era de dimensiones impresionantes. Estaba rodeada de columnas y entre ellas había una serie de tronos elevados, con nombres inscritos encima de ellos. En el centro, vio dos que sobresalían entre los demás, con los nombres Züs y Hiira. “¿Qué coño…?”, pensó Kare, “No me digas que…”. Todo iba cuadrando: estaban completamente locos. Confirmó su sospecha cuando revisó el resto de nombres: Azëna, a la que ya conocía, Ars, Freditt, Öpplo, Artims, Fextus ⁸ … Para qué seguir, aquellos lunáticos auténticamente se creían que eran los dioses del Olimpo. Eran la casta superior dentro de los Elegidos, eran prácticamente inmortales, según le habían explicado, tenían mucho poder sobre todos los demás seres de la Tierra y la Luna pero, de ahí a pretender que eran dioses, le pareció que era llegar demasiado lejos.

  De todos esos tronos, el único que estaba ocupado en ese momento era el de Azëna, que era aparentemente quien iba a presidir aquel proceso contra Werimu. Él desconocía completamente los mecanismos que usaban para tales casos, pero esperaba poder manejar la situación para que no acabara mal. Azëna tenía expresión aburrida, como si aquello fuese demasiado insignificante para su categoría.

–A ver –dijo con tono de fastidio–. ¿Qué me habéis traído? Rapidito.

–Esta mujer, Werimu Oieru, está acusada de asesinato del coordinador de una colonia de bastardos, Akheio Silkin –explicó Niilja, que parecía que iba a ejercer el papel de acusadora.

–¿Ese hijo de puta está muerto? –preguntó Azëna sorprendida–. Solo por eso, esta mujer merecería ser absuelta.

  Parecía que el juicio empezaba mal para Niilja. Kare no sabía cuál sería la relación de Akheio con los Elegidos, pero estaba claro que no había contado con las simpatías de Azëna. También se dio cuenta de que la solemnidad de estos juicios no parecía demasiado estricta, aunque tenía que andar con pies de plomo para no irritar a aquella enorme mujer de temperamento fácilmente irascible.

–Pero no se puede permitir que se asesine a alguien, solo porque la víctima sea impopular –intentó justificarse Niilja–. Si Akheio Silkin hizo cosas irregulares, debería habérsele juzgado por sus faltas y castigarlo proporcionadamente…

–No hace falta que me enseñes ética, muchacha –respondió Azëna malhumorada–. Aunque reconozco que en esta situación tienes razón; pero en lo sucesivo procura no enmendar mis comentarios.

  Niilja bajó levemente la cabeza en señal de sumisión, pero Kare detectó que el rapapolvo y la denominación de muchacha no le habían sentado muy bien.

–Y, ¿qué pruebas hay en contra de esta mujer? –siguió Azëna, bostezando.

–Hemos extraído de su mente la secuencia del hecho y demuestra claramente que la acusada asesinó a sangre fría a la víctima.

Werimu bajó la cabeza y Kare vio que una lágrima corría por su mejilla.

–Bueno, veamos esa secuencia, a ver qué ocurrió –dijo Azëna, claramente aburrida.

  Niilja hizo una llamada mental y se abrieron las puertas por las que apareció un acobardado Kolje, portando un aparato no muy grande, que colocó en el suelo, en un lateral de la sala. Situó una mano por encima del instrumento y todo lo que se veía alrededor cambió radicalmente. La representación era asombrosamente fiel, parecía que estuvieran realmente en aquel sitio. Kare reconoció enseguida el lugar: era donde estaba la pared de pizarra y donde también ocurrió el lamentable incidente con Akheio. Le dio una vergüenza tremenda cuando vio que él estaba en medio de la escena, desnudo, atado de manos y pies, y con la posición idónea para que aquel tipo, justo detrás de él, lo violase. Kare volvía a verse una vez más como el objeto de exhibición de sus vergüenzas en público. No sabía bien dónde mirar; primero buscó a Kanja con la mirada y la encontró boquiabierta, luego vio que Azëna le dirigió una mirada con una sonrisa burlona, mientras se llevaba una mano a un seno, acariciándolo. Lo había reconocido y le debió parecer divertida y excitante aquella situación. Werimu miraba al suelo, inmensamente triste al revivir aquel nefasto momento. Buscó luego a Ofjaei y se dio cuenta de que lo que ocurría en el centro de la escena no tenía demasiado interés para él y su atención estaba dirigida hacia la pared de pizarra: estaba perplejo ante las ecuaciones que había desarrollado Kare con la tiza y las revisaba febrilmente. Por último, vio que Niilja estaba disfrutando enormemente con todo aquello. Por fin era testigo de una de las mayores humillaciones a las que podían haber sometido a Kare y se relamía ante su sufrimiento.

  Entonces, se vio a Akheio acercarse a decirle algo al oído, aunque no se percibía ningún sonido. Kare se dio cuenta de que Werimu no había podido escuchar nada desde donde estaba y por eso no se sabía en qué podía consistir lo que aquel guarro estaba diciendo. Luego, se separó y se empezó a bajar los pantalones, con el pene ya en erección. Se acercó al indefenso hombre amarrado y le comenzó a frotar su miembro contra las nalgas. Luego, se vio cómo separaba éstas para facilitar la penetración. Mientras tanto, apareció Werimu que, con cara de desesperación, buscó por los alrededores y vio una enorme rama tirada en el suelo detrás de los dos hombres. La cogió con dificultad y, cerrando los ojos, la levantó y golpeó a Akheio con violencia en la cabeza, quebrando la rama y salpicando sangre por todos lados.

–Está muy claro que esta mujer asesinó a ese hombre sin ningún motivo y merece ser condenada a muerte por ello –dijo Niilja triunfante.

  En las caras, tanto de Kanja como de Ofjaei, apareció una expresión de desagrado intenso ante la violencia de la escena y Werimu, tapándose la cara con las manos, lloraba desconsoladamente. Azëna solo se limitó a enarcar una ceja y se quedó un rato reflexionando.

–Bueno –dijo ésta por fin–, la prueba que nos has mostrado es bastante descriptiva, pero veo que ese hombre, ese Antiguo de ahí, también fue testigo del hecho, aunque en una posición más forzada. ¿Tienes algo que añadir?

–¡No puede añadir nada! –dijo Niilja precipitadamente–. Todo lo que podría añadir sería una confirmación de lo que acabamos de ver.

–¡Muchacha! –gritó Azëna enfadada–. Tú ya has enseñado lo que tenías. Ahora deja a ese Antiguo que se exprese. Si lo que sucedió es como dices, no podrá objetar nada y no deberías ponerte tan nerviosa.

  Kare tomó aire y sintió que no debía permitir que la presión hiciera que desaprovechase la única oportunidad que tenía de enmendar aquel desastre.

–Yo discrepo de esa versión –dijo, aparentando una tranquilidad que no tenía–. Los hechos no sucedieron así…

–¡Eso es imposible! ¡Ha quedado muy claro qué fue lo que pasó! ¡No puede alterarse el registro mental! –rebatió Niilja muy nerviosa.

–¡No quiero que vuelvas a interrumpir, muchacha! –advirtió Azëna con aquella mirada verdaderamente intimidatoria que parecía arrojar fuego–. Ya has tenido tu turno para hacer tu acusación. Ahora deja que este testigo exponga lo que tenga que decir.

–Aunque no estoy familiarizado con vuestra tecnología –comenzó Kare–, estoy convencido de que el registro de la mente de esta mujer ha sido alterado. Me ofrezco para que indaguéis en mi mente ahora mismo, para que se vea lo que sucedió desde mi perspectiva, y luego se vuelva a recoger aquí mismo el interior de la mente de Werimu sin adulterar y confrontemos ambas visiones para que se establezca la veracidad de los hechos.

–¡Esto es una pérdida de tiempo! –dijo Niilja desesperada, pero no prosiguió ante la mirada censuradora de Azëna.

–¿Se tarda mucho en preparar eso? –dijo Azëna, dirigiéndose a Kolje.

–No, se… se… se pu… puede ha… ha… hacer en… enseguida –tartamudeó Kolje, acobardado por dirigirse a alguien tan poderoso como Azëna.

–De acuerdo, prepáralo todo, pero creo que es mejor que la mujer no sea testigo de la versión del Antiguo, para que no influya en lo que luego se obtenga de ella. A ver, tú, la muchacha pelirroja, llévatela fuera un rato.

  Kanja cogió suavemente a Werimu de un brazo y salieron de la sala. Entonces, Kolje le hizo un gesto a Kare para que se acercase, mientras miraba de reojo a Niilja, cuyo rostro había adquirido un tono verdoso que no presagiaba nada bueno. Kare se aproximó y el otro le colocó un casco parecido al que había usado Niilja para torturarlo, lo que le produjo cierta aprensión momentánea. Kolje fue buscando el instante que quería reproducir y, cuando lo consiguió, volvió a verse la misma situación inicial que habían visto solo hacía unos minutos. Entonces, se repitió la escena en la que Akheio se acercaba al oído de Kare pero, en esta ocasión, se escuchó perfectamente lo que decía aquel desgraciado:

“–Ahora te enterarás de que a mí no se me tiene que hacer esperar cuando quiero algo y no ha sido nada bueno para ti hacerme enfadar. Te voy a reventar ese culo bonito hasta que no puedas más y luego, tal vez te haga un favor y te mate. O, mejor, te puedo dejar vivir, para que recuerdes esto el resto de tu asquerosa vida. Pero no te puedo dejar en plenitud de facultades, claro; decidiré si te saco los ojos, o te rompo las rodillas, o… No sé, seguro que se me ocurrirá algo divertido y efectivo. Lo que te aseguro es que no te vas a olvidar de Akheio mientras vivas.”

–La verdad es que tienes un bonito culo –reconoció Azëna con sorna–, no me extraña que ese Akehio se obsesionara por él, tal vez tendrías que hacerme una visita privada después de que acabe todo esto.

  Niilja resoplaba, sin dar crédito a lo que estaba escuchando. Kare se puso muy colorado y le dio un pánico súbito por aquella proposición, que no sabía si tomarse en serio.

  Aquello continuó, con Akheio bajándose los pantalones y frotándose contra su víctima. Pero entonces, la escena que siguió fue muy diferente a la que habían visto con anterioridad. El tipo se echó un poco hacia atrás y Kare consiguió mover el pie lo suficiente para zancadillearlo y hacerle perder el equilibrio, cayendo bruscamente sobre las espaldas y su cabeza se chocó violentamente con la rama, que se partió y, a su vez, fracturó el cráneo de aquel indeseable, llenándolo todo de sangre.

–¡Ésta es una maldita treta! –gritó Niilja, histérica– ¡No sé cómo lo ha hecho, pero ha alterado la secuencia premeditadamente! ¡Estoy segura de que tiene un inhibidor en alguna parte!

  Azëna miró a Kolje y lo interrogó con la mirada sin decir nada.

–He… hemos bus… busca… cado y no heeemos en… encon… trado nada –dijo éste, muerto de miedo.

  Niilja se volvió bruscamente hacia él y lo fulminó con la mirada.

–¿Quieres que Kolje indague en mi mente, o en la suya si no te fías de mí, para ver cómo fue el proceso de búsqueda de mi supuesto inhibidor? –Kare se dirigió a Niilja, dándole jaque mate.

–¿Qué significa esto, muchacha? –dijo Azëna con las cejas fruncidas, mostrando que se le acababa la paciencia con ella.

  Niilja estaba entre la espada y la pared; si seguía empeñada en su teoría del inhibidor, se podía ver en un aprieto muy grave y, si no, se desmontaba toda su acusación. Resopló e hizo un gesto, negando con las manos.

–De acuerdo –dijo, con una mirada llena de rencor hacia Kare–, que entre la mujer.

  Volvieron Werimu y Kanja a la sala y se repitió el proceso de lectura mental de la mujer. Esta vez se repitió punto por punto la versión de Kare, vista desde otro ángulo, y sin poder escuchar las palabras de Akheio. Niilja se quedó pálida como el mármol, sin saber dónde meterse.

–No entiendo qué ha estado pasando, muchacha –dijo Azëna, malhumorada–, pero esto es bastante grave. No puedes demostrar la culpabilidad de esta mujer. Hay dos versiones distintas, pero no me queda más remedio que aceptar que las dos últimas recreaciones coinciden, y se han hecho en mi presencia, sin posibilidad de ser alteradas por vosotros. No sé cómo lo habréis hecho, pero más te vale que no ordene iniciar una investigación profunda de tus métodos.

  Kolje sintió que tenía que intervenir, antes de que se viera también envuelto en la caída de Niilja. Levantó un dedo tímidamente, como pidiendo permiso para decir algo.

–A ver, tú, ¿qué tienes que decir ahora? ¡Y no tartamudees! –ordenó Azëna.

–Yo… creo que puede haber otra explicación.

–A ver, ilumínanos con tu sabiduría –replicó la “diosa” con un tono de clara ironía.

–He estudiado muchas mentes y hay ocasiones en las que una experiencia muy traumática, como la que ha vivido la acusada, puede hacer que su recuerdo de los hechos se distorsione. Creo que, tal vez, cuando le hicimos el primer sondeo, estaba muy asustada y su mente hizo que reviviese los hechos de una forma diferente a como realmente los había vivido. Y, ahora, al volver a reunirse con el testigo, su trauma se ha liberado y ha rememorado los hechos con mayor fidelidad.

–¿Estás seguro? –Inquirió Azëna.

–Nnnnooo, pero es una explicación que me parece algo más probable.

–Bueno –expresó Azëna–, creo que este caso no merece más consideraciones. Declaro inocente a esta mujer, Werimu, y propongo incluso que se la compense por esta falsa acusación. Según he sido informada, fue expulsada de la Comunidad y se la envió a un poblado de bastardos. Lamentablemente no podrá recuperar el grado de Aspirante, pero se la incluirá en el rango de los Ciudadanos, abandonando aquel poblado y proporcionándole un lugar en la ciudad que elija.

  Werimu avanzó repentinamente hacia delante y se echó de rodillas en el suelo, con lágrimas en los ojos.

–Por favor, gran Azëna –dijo sollozando–, te agradezco inmensamente el favor que me otorgas, pero he dedicado muchos años a cuidar de los niños que son abandonados en el poblado en el que vivo y desearía poder volver con ellos y continuar con esa ocupación.

–Es muy noble eso que pides –respondió Azëna conmovida, aunque no diera señales externas de ello–, y no creo que las dos cosas sean incompatibles. Podrás tener la categoría de Ciudadana, y se permitirá que elijas dónde vivir y dedicarte a esos muchachos, si así lo deseas.

  Kanja se acercó a Werimu y la ayudó a levantarse. Al verla, la mujer no pudo evitar reaccionar con tanta alegría que le dio un abrazo. Kare la notó inmensamente feliz y casi no pudo controlar las ganas de reunirse con las dos y sumarse al abrazo.

–Bueno, podéis marcharos –dijo Azëna con ganas de salir de allí–. El asunto está resuelto.

Pero, en ese momento, Kanja se soltó suavemente del abrazo de Werimu.

–Disculpa mi insolencia, pero queda otro tema pendiente.

  Azëna, que ya había comenzado a retirarse, se dio la vuelta, mirando con aspecto de fastidio.

–¿Qué quieres ahora? –dijo con impaciencia.

–Todavía hay que considerar el asunto de los Antiguos.

–Es cierto, muchacha –reconoció sin ganas– Está bien, lo discutiremos ahora, pero creo que este tema no incumbe a esta mujer, por lo que tiene que marcharse ahora. A ver, la otra muchacha, llévate a la mujer… No, espera, que sea el otro hombrecillo. No me fio de ti.

  La cara de Niilja comenzaba a adquirir un color tal, que Kare casi temió que fuese a darle un ataque. Kolje no se hizo esperar y acompañó diligentemente a Werimu afuera. Se notaba que estaba deseando desaparecer de aquel lugar y de la proximidad, tanto de Azëna como de Niilja, de las cuales no se distinguía bien a quién de ellas tenía más miedo.

–Vamos a ver, ¿de qué se trata ahora? –dijo Azëna con tedio.

–Estos dos Antiguos son los que fueron seleccionados para traerlos a nuestra era, y que nos ayudasen a avanzar en el desarrollo de una nueva máquina del tiempo, para poder usarla sin los límites que tiene la que existe actualmente. Son dos de los teóricos que iniciaron el estudio matemático del problema y creemos que podrían encontrar la clave del bloqueo en el que nos encontramos.

–Ya veo… Y, ¿cómo vamos en ese tema?

–Estos dos inútiles no encuentran la manera de hacerlo –intervino Niilja con su característica acidez.

–¿Es eso cierto? –preguntó Azëna, frunciendo las cejas.

–Bueno… –dijo Ofjaei con una timidez no habitual en él– Hemos trabajado mucho en la solución del problema, pero nos encontramos con ciertas dificultades en la actualidad, que…

–Menos rodeos; al grano –interrumpió Azëna–. ¿Podéis o no podéis hacerlo?

–Necesitamos más tiempo, hay que retomar algunos puntos poco claros…

–¡Basta! –ordenó Azéna– No te enrolles. A ver, tú, el Antiguo guapo. ¿Qué tienes que decir?

–No se puede viajar en el tiempo, hay una demostración matemática de ello –mintió Kare.

  Azëna soltó una carcajada ante lo absurdo que acababa de oir.

–Eres muy gracioso… eras Kare nosequé, ¿verdad?

–Sí, Kare Osjin, y no es una broma, la demostración existe.

  Kare contactó sutilmente con la mente de Kanja, acentuando la incipiente curiosidad que ella ya mostraba.

–¿Podría ver yo esa demostración? –pidió–. Kare me enseñó los rudimentos de esas matemáticas y me gustaría tener la oportunidad de echar un vistazo.

–Eso es una tontería –dijo Ofjaei con una suficiencia rayando en lo insultante–. Son necesarios años para dominar esa rama de las matemáticas; no se puede aprender con unas clases de alguien que tampoco es una lumbrera en este tema.

  Kanja le dedicó a aquel pavo real una mirada de desprecio por su tremenda desconsideración.

–Eres un poco impertinente, ¿no? –dijo Azëna, también molesta–. Yo también quiero verla, aunque no entienda nada.

–Pero, ¿cómo lo vamos a ver ahora…? –respondió Ofjaei confuso.

–Podemos usar las herramientas virtuales de la conexión mental –propuso Kare.

–Está bien, hazlo tú mismo, parece que eres más espabilado que este fantoche.

  Ofjaei no encajó nada bien el comentario de Azëna. Kare buscó en la conexión la herramienta necesaria y comenzaron a verse flotando en el aire las ecuaciones de la presunta demostración. No le llevó mucho tiempo, porque la conocía absolutamente de memoria, y se llenó el espacio de la enorme sala con ella. Kanja la miró con atención y Kare se dio cuenta de sus dificultades para asimilar toda esa información, pero la estimuló mentalmente a distancia para que mantuviera la concentración.

–¿Tienes alguna objeción a lo que ha desarrollado tu colega? –preguntó Azëna, dirigiéndose a Ofjaei– ¿Ha cometido alguna equivocación?

–Ninguna, todo es correcto –admitió el hombre.

–Y, ¿qué consecuencias sacas de ello?

–Es una demostración irrefutable de la imposibilidad del viaje.

  Kare sonrió, mientras seguía sosteniendo mentalmente los esfuerzos de Kanja. A Azëna no se le escapó la expresión de Kare y se dio cuenta de que sabía más de lo que decía.

–Y tú, Kare Osjin, ¿qué tienes que decir de esto?

–Ya lo ha expresado él. Es toda una autoridad, sabe mucho más que yo, y dice que la demostración es irrefutable. Y si él lo dice…

–¿Por qué sois tan impertinentes los Antiguos? Me caes bien, Kare, no lo voy a negar a estas alturas, pero te advierto que no te conviene que cambie de opinión.

  Kare decidió jugarse el todo por el todo y envió un mensaje muy sutil a Kanja, haciéndole prestar atención a la parte en la que intervenía el cuarto teorema fundamental de los tensores de Lashkii. Entonces, ella frunció el ceño, como si no comprendiese algún punto.

–Tal vez esté equivocada –dijo en tono dubitativo–, pero esta demostración se basa en ciertos teoremas, cuya demostración no está explícitamente desarrollada aquí…

–¡Si tuviéramos que desarrollar todos los teoremas explícitamente en esta demostración, podríamos llenar un libro! –dijo Ofjaei con su habitual tono prepotente, llevándose la miradas de desprecio de los presentes, salvo de Niilja, que parecía ausente.

–No, pero hay algo en este paso –Kanja resaltó mentalmente el punto en cuestión–, que señala al cuarto teorema, que me resulta sospechoso.

–¡La veracidad del cuarto teorema está fuera de cualquier tipo de duda! –siguió Ofjaei enrocado.

–Bueno, yo siempre mostré mis dudas sobre este teorema desde la primera vez que lo vi… –intervino Kare.

–¡Porque siempre demostraste un nivel penoso en estos desarrollos! ¡Reconoce que esto te viene demasiado grande, Osjin!

–Es posible –dijo Kare, encogiéndose de hombros–, pero nadie quiere creerme cuando digo que no tengo la brillantez de otras mentes, como la tuya.

  Kare notó la poderosa mirada de Azëna escrutándolo y supo que ella se olía que había gato encerrado en sus irónicas declaraciones de modestia.

–A ver, si esta muchacha… Kanja, ¿no? –intervino Azëna–, quiere ver el desarrollo de esa cosa, quitad estos símbolos y poned lo que ella pide.

–Está bien –dijo Ofjaei, rojo de indignación–, pero es ridículo que perdamos el tiempo absurdamente con la torpeza de una principiante con pretensiones.

  Entonces, comenzó a llenar rápidamente de símbolos el aire del lugar, hasta terminar la demostración del teorema. Kare volvió a sonreír levemente pero, al sentir de nuevo la mirada inquisidora de Azëna, no se atrevió a guiar a Kanja y tuvo que confiar que ella se diera cuenta del fallo por sí misma. Kanja mostraba bastante esfuerzo, ante la longitud y la complejidad de aquellos conceptos sofisticados que eran difíciles de manejar con su escasa experiencia en el tema. Pero Kare se arriesgó a hacer algo casi temerario. Entró en la mente de Azëna y procuró aumentar la paciencia de la inestable mujer, aunque tampoco fue necesario esperar demasiado, para sorpresa del propio Kare. Observó que Kanja arrugaba la nariz, como si no entendiese algo y luego se iluminó su mirada.

–¿Qué significa esto? –dijo, remarcando el punto donde se caía la demostración.

  Hubo entonces unos segundos de silencio espeso, en los que Kare tuvo unas ganas inmensas de saltar sobre Kanja y besarla, aunque se controló, mostrando una falsa expresión de concentración intensa. También descubrió que Ofjaei había descubierto el fallo garrafal y comenzó a sudar por la frente.

–¡Ahí vaaaaa! –dijo Kare, fingiendo sorpresa–. ¿Cómo se nos puede haber pasado esto? ¡Es un fallo de principiante…! ¿No, Ofjaei?

  El rostro de este último se tornó de un color rozando el tono cereza, y empezó a sufrir temblores.

–¿Es eso cierto, señoría? –preguntó Azëna con sorna.

  Ofjaei no fue capaz de articular una respuesta. Empezó a caérsele la baba y cayó al suelo, desmayado.

8.  Los nombres eran claramente identificables con Zeus, Hera, Atenea, Ares, Afrodita, Apolo, Artemisa y Hefesto, algunos de los principales dioses del panteón olímpico, aunque no se mencionan todos.

They took an elevator back to the main floor and headed towards the back of the building, which seemed to look nobler the further they went inside. Along the way, Kare was experimenting with the possibilities offered by his mind control device with the enhanced intensification of its functions, since he had now the link to the Community of Minds. Now he understood much better how to use it and felt absolute control of what others could discover in his mind, and he even felt capable of modifying the thoughts of others. He detected that Niilja had a device similar to his, but he realized that it was much inferior to the one he was carrying, in terms of power and performance. If he had wanted to, he could now have handled Niilja like a puppet, but that kind of advantage did not seem fair to him, despite all the damage she had done to him, and that she would not hesitate at any time to use such an advantage; but Kare told himself that he was not like her. Even so, he could not reach every part of another's mind. Somehow he knew that Niilja still had an ace up her sleeve and was not able to figure out what it was.

They got to one of those colossal doors and Kare clearly distinguished Niilja's mental communication to request permission to enter. They were let through without delay and found themselves in an anteroom, with another door a few meters away, where the main room should be located, whatever was going to happen there. They waited in that place, where there was no other person. He clearly felt the sense of triumph in Niilja, but he was afraid to delve into her mind so as not to reveal his new power, having no experience and not knowing the effects of going too far. It was not long before he detected that someone wanted to enter the room as well. He only knew that there were three of them, but before he had time to find out anything about the newcomers, the door opened, revealing three old acquaintances.

His gaze went straight to Kanja, with her stunning red hair pulled back in a braid similar to the one Niilja wore and, and like Niilja, she was dressed in the same tight and very sexy black uniform. It was clear that she also belonged to that service which people informally and scornfully called ravens. Kanja had deep dark circles and he noticed her quite pale and downcast but, at the same moment she was aware of Kare's presence, he detected an impressive change in her mood. Kare found out that what she had told him when she kicked him out of her apartment was true: she was in love with him. But he did not stop to analyze that discovery, because immediately his attention went to one of the people who accompanied Kanja.

“Werimu!” He exclaimed, trying to approach the small group.

But suddenly he was locked in his movements. He realized that Niilja was the one holding him back. It would have been extremely easy for him now to get rid of that block, but he decided it would not be smart to show that he was capable of doing it. He was dying to hug that poor and frightened woman, but he would have to hold his impulses.

Werimu’s head was downcast and she looked very sad but, hearing her name, she raised her head, somewhat absentmindedly. She looked at Kare blankly and took a while to recognize her friend, because she had never seen him with such a long beard.

“Kare! My dear!” She said with a wide happy smile.
“Silence!” Niilja shouted dryly, while Kanja scowled at her partner's inconsiderate gesture.

Silence fell and Kare watched the third character in the group. It was Ofjaei, who did not quite know what side to take. He looked at Niilja intensely, but Kare detected that she produced two somewhat contradictory feelings in him: on the one hand, he was intimidated by the strong character of the woman while, at the same time, he was eager to meet her. Kare realized that she had him taken by the balls, as Kanja had done with himself. Silence settled in the room, like one more occupant, a thick and tense silence. Kanja and Werimu were watching Kare, and Ofjaei only had eyes for Niilja, who was uneasy by the long wait and did not pay attention to anyone but herself. Kare remotely probed Werimu's mind and found that the treatment she had received from Kanja must have been friendly, because he did not detect any ill will against her. Then, Kanja walked over to Niilja, staring at Kare intensely as she approached. She grabbed her friend by the arm and they walked away far enough away so that their talk could not be heard. However, they did not know Kare's ability to detect what they thought and said, which he discerned clearly.

“What's going on here?” Kanja asked. “Why have you made me bring those two?”
“We’re going to attend a trial against the woman.” Replied Niilja.
“A trial? Accused of what?”
“Didn't she tell you while you were coming? I get the feeling that she appreciates you very much.”
“It isn’t fair you’re like this.” Kanja replied somewhat annoyed. “I asked her, but she didn't want to speak; she was very sad and I didn't want to delve into it.”
“You're a softie. You’ll never get anywhere with that attitude. You were also soft on this other asshole.”
“With Kare? I don't know why you have it in for him. He's a good man.”
“That's because you haven't had to put up with him as long as I have. He’s truly unbearable.”
“By the way, what’s he doing here?”
“He’s a witness, and will help to condemn the woman.”
“Condemn her? Why? You haven't told me yet what she's accused of.”
“She murdered a man in cold blood to defend your friend. Probably, with what we can get the two of them out of their minds, I’ll get her executed.”

Kare could not help his heart from skipping a beat. Now he realized that this was the trump card that snake was keeping. She was going to attack the person he loved the most to sink him definitively; but he would not consent to it. Now he had to think quickly to spoil her plans and turn the whole situation around.

The conversation between the two Aspirants continued, with Kare's extreme attention to see if he could take advantage of the information they shared.

“And who’s the other guy?” Kanja asked.
“He's another stupid Ancient. He's even more pathetic, but he’d do anything to have me and to be flattered. He’s got a huge ego.”
“Like yours?“ Kanja’s remark came to Niilja as a curve ball and it did not go down well with her.
“How can you tell me that, my dear? I didn't expect this from you.”
“Sorry,” Kanja retreated, “but I don't quite understand what you intend to get out of all this.”
“Okay, okay, it doesn’t matter” Niilja lied. “We’re both under a lot of stress. The other guy, Ofjaei, can help me detect the lies that your dear Kare can tell us. Though it seems to me that at the moment that moron doesn’t help me much.”

And then, Kare detected in Niilja's mind that someone was communicating with her, requiring her for an urgent matter.

“I’ve told you not to disturb me until further notice.” She expressed through the mental link. “I’m about to enter a capital trial and I can’t be linked when I’m inside.”
“But something very serious has happened...,” replied one man on the other side, “the prisoners have escaped.”
“What?” Niilja shouted loudly, frightening everyone except Kare.

Niilja realized her mistake too late and tried to cover it by rushing out of the anteroom. Kanja tried to interrogate her to find out the reason for her scream, but Niilja swiped her hand away. Kanja felt quite upset, hurt by Niilja’s rudeness, but decided to let her do it: she knew her friend well. Then, Kare faced a complicated situation, because he knew it was time to act diligently, taking advantage of Niilja's absence, and at the same time she had to continue to monitor her conversation with her lackey, to find out what was going on. He risked moving quickly and passed by Kanja who looked at him, believing that his movement was due to her, but she was disappointed when he went past and ran to hug Werimu.

Meanwhile, Kare learned that the prisoners' escape had caught everyone off guard. The guards who were with them in the Bastards’ village could not remember what had happened, except that they woke up on the floor of the hut, as if they had been struck down, and the prisoners were no longer there. Niilja angrily ordered them to scour every corner of the city and make contact with other groups throughout the network, giving a general alert to find them wherever they were.

At the same time, Kare took advantage of that hug with Werimu to probe her mind carefully and managed to access the part of her memory where the memories of the disastrous incident of Akheio's death were stored, managing to alter them, a little desperately, to see if it could serve to free her from her fatal fate. Afterwards, sensing that Niilja was not going to take long to come back, he ran back to Kanja's side, who looked at him in surprise. Then, he took advantage of the last moment and gave her a quick kiss on the mouth, separating from her just in time so that Niilja would not discover them.

But Niilja was not stupid and she knew that something had happened there when she saw that both Kanja and Werimu showed an enigmatic smile. She stared at all of them suspiciously, but she finally had to give up. Kare realized that she was trying to probe his mind, but she only perceived the noise of static, indicating that, apparently, he was not involved in anything strange. There was not more time for anything else. The door in front of the group opened and the main performance began.

***

The room they entered was of impressive dimensions. It was surrounded by columns and between them were a series of raised thrones, with names inscribed above them. In the center, he saw two that stood out among the others, with the names Züs and Hiira. ‘What the fuck...?’ thought Kare. ‘They must be kidding, right?’ Everything was adding up: they were completely crazy. He confirmed his suspicion when he checked the rest of the names: Azëna, whom he already knew, Ars, Freditt, Öpplo, Artims, Fextus⁹; ... What else? Those lunatics genuinely believed they were the Olympian gods. Yes, they were the upper caste within the Chosen Ones, they were practically immortal, as he had been told, they had a lot of power over all the other beings of the Earth and the Moon, but from there to pretend that they were gods, it seemed to him that it was going too far.

Of all these thrones, the only one that was occupied at that moment was that of Azëna, who was apparently going to preside over that trial against Werimu. Kare was completely unaware of the mechanisms they used for such cases, but he hoped he could handle the situation so that it would not end badly. Azëna had a boring expression, as if that were too insignificant for her category.

“Let's see.” She said in an annoyed tone. “What have you brought me? Quick.”
“This woman, Werimu Oieru, is accused of murdering the coordinator of a colony of bastards, Akheio Silkin.” Explained Niilja, who seemed to be going to play the role of prosecutor.
“Is that son of a bitch dead?” Azëna asked in surprise. “Just because of that, this woman deserves to be acquitted.”

It seemed that the trial was off to a bad start for Niilja. Kare did not know what Akheio's relationship with the Chosen Ones would be, but it was clear that he had not had Azëna's affection. He also realized that the solemnity of these trials did not seem too strict, although he had to tread carefully so as not to irritate that huge short-tempered woman.

“But you can't allow someone to be murdered, just because the victim is unpopular.” Niilja tried to justify herself. “If Akheio Silkin did irregular things, he should have been judged for his faults and punished proportionately...”
“You don't have to teach me ethics, lass.” Replied Azëna sullenly. “Although I acknowledge that in this situation you’re right; but hereafter try not to amend my comments.”

Niilja lowered her head slightly in submission, but Kare detected that the scolding and the ‘lass’ appellation had not gone down well with her.

“And what evidence is there against this woman?” Azëna continued, yawning.
“We have extracted from her mind the sequence of the event and it clearly shows that the defendant murdered the victim in cold blood.”

Niilja made a mental call and the doors opened and a cowed Kolje appeared, carrying a not very large device, which he placed on the floor at one side of the room. He placed a hand above the instrument and everything around changed radically. The representation was amazingly faithful, it seemed that they were really in that place. Kare immediately recognized the place: it was where the slate wall was and where the unfortunate incident with Akheio also occurred. He was terribly embarrassed when he saw that he was in the middle of the scene, naked, bound hands and feet, and in the right position for that guy, just behind, to rape him. Kare saw himself once again as the object of display of his naughty bits in public. He did not quite know where to look; first he looked at Kanja and found her agape, then he saw that Azëna glance at him with a mocking smile as she took a hand to a breast, caressing it. She had recognized him and must have found the situation amusing and arousing. Werimu was looking at the ground, immensely sad to relive that disastrous moment. Kare then looked at Ofjaei and realized that what was happening in the center of the scene was not of much interest to him and his attention was focused on the slate wall: he was perplexed by the equations that Kare had developed with the chalk and was feverishly checking them. Finally, he saw that Niilja was thoroughly enjoying it all. She was finally witnessing one of the greatest humiliations to which Kare could have been subjected and she was gloating over his suffering.

Akheio was then seen approaching to say something in Kare’s ear, although no sound could be heard. Kare realized that Werimu had not been able to hear anything from where she was and that is why she did not know what that swine was saying. Then Akheio stepped back and began to lower his pants, his penis already in erection. He approached the defenseless tied man and began rubbing his male member against Kare’s buttocks. Then it was seen how Akheio separated them to facilitate penetration. Meanwhile, Werimu appeared who, looking desperate, looked around and saw a huge branch lying on the ground behind the two men. She caught it with difficulty and, closing her eyes, raised it and hit Akheio violently on the head, breaking the branch and splashing blood everywhere.

“It’s very clear that this woman murdered that man for no reason and she deserves to be sentenced to death for it.” Niilja said triumphantly.

An expression of intense disgust at the violence of the scene appeared on the faces of both Kanja and Ofjaei, and Werimu, covering her face with her hands, cried bitterly. Azëna just raised an eyebrow and thought for a while.

“Well,” she said at last, “the evidence you’ve shown us is pretty descriptive, but I see that man, that Ancient over there, also witnessed the event, though in a more forced position. Do you have anything to add?”
“He can't add anything!” Niilja said hastily. “All he could add would be a confirmation of what we just saw.”
“Lass!” Azëna shouted angrily. “You’ve already shown what you have. Now let that Ancient express himself. If what happened is as you say, he won't be able to object and you shouldn't be so nervous.”

Kare took a breath and felt that he should not let the pressure to cause him to miss the only chance he had to make amends for that mess.

“I disagree with that version.” Kare said, feigning a calm he did not have. “The events didn’t happen that way...”
“That's impossible! It’s proven very clearly what happened! The mental record can’t be altered!” Niilja replied nervously.
“I don't want you to interrupt again, lass!” Azëna warned with that truly intimidating gaze that seemed to throw fire. “You've already had your turn to make your accusation. Now let this witness expose what he has to say.”
“Although I’m not familiar with your technology,” Kare began, “I’m convinced that the record of this woman's mind has been altered. I offer that you look into my mind right now, to see what happened from my perspective, and then to pick up again right here the inside of Werimu's unadulterated mind and confront both visions so that the veracity of the facts can be established.”
“That’s a waste of time!” Niilja said desperately, but did not continue, realizing Azëna’s censorious gaze.
“Does it take a long time to prepare that?” Azëna said, addressing Kolje.
“No, I… I… I... huh... it can be... can be... huh... done... immediately.” Kolje stuttered, cowed for addressing someone as powerful as Azëna.
“Okay, prepare everything, but I think it’s better that the woman doesn’t witness the version of the Ancient, so that it doesn't influence on what’s then got from her. Let's see, you, the red-haired lass, take her out for a while.”

Kanja gently grabbed Werimu by the arm and they walked out of the room. Kolje then gestured to Kare to come closer, while stealing a glance at Niilja, whose face had acquired a greenish hue that did not bode well. Kare approached and Kolje put on him a helmet similar to the one Niilja had used to torture him, causing him some momentary uneasiness.

Kolje was looking up the scene he wanted to play and, when he got it, the same initial situation that they had seen only a few minutes ago was displayed again. Then the incident was repeated in which Akheio approached Kare's ear, but this time it was perfectly heard what that jerk said:

“Now you’ll learn that you don’t have to make me wait when I want something and it hasn’t been good for you to make me angry. I'm going to bust that pretty ass until you can't endure it anymore and then maybe I'll do you a favor and kill you. Or better yet I can let you live, so that you remember this for the rest of your fucking life. But I can’t leave you in fullness, of course; I'll decide whether to gouge out your eyes, or break your knees, or... I don't know, I'm sure I'll come up with something fun and effective. What I assure you is that you’ll not forget Akheio as long as you live.”

“The truth is that you have a nice ass,” Azëna acknowledged sarcastically, “I’m not surprised that Akehio became obsessed with it. Maybe you should pay me a private visit after this is all over.”

Niilja snorted, not believing what she was hearing. Kare blushed intensely and suddenly panicked at that proposal, which he did not know whether to take seriously.

That continued, with Akheio pulling down his pants and rubbing against his victim. But then, the scene that followed was very different from the one they had seen before. The guy leaned back a little and Kare managed to move his foot enough to trip him off balance, falling hard on his back and his head collided violently with the branch, which broke and in turn fractured the skull of that rotten, splashing everything with blood.

“This is a bloody trick!” Niilja shouted, hysterically. “I don't know how he did it, but he deliberately altered the sequence! I'm sure he has an inhibitor somewhere!”

Azëna looked at Kolje and questioned him with her gaze without saying anything.

"We... we hav… have sea... search... searched and we hav… haaaven’t fo... found... anything.” He said, scared to death.

Niilja turned sharply and looked daggers at Kolje.

“Do you want Kolje to investigate my mind, or his if you don't trust me, to see how the process of searching for my supposed inhibitor went?” Kare addressed Niilja, putting her in checkmate.

“What does this mean, lass?” Azëna said with her eyebrows furrowed, showing that her patience with Niilja was running out.

Niilja was between a rock and a hard place; if she insisted on her theory of the inhibitor, she could be in a very serious predicament and, if not, her entire accusation was dismantled. She snorted and made a denying gesture with her hands.

“Okay,” she said, with a look full of grudge at Kare, “let the woman in.”

Werimu and Kanja returned to the room and the woman's mind-reading process was repeated. This time Kare's version was repeated point by point, seen from another angle, and unable to hear Akheio's words from her. Niilja stood pale as marble, not knowing which way to turn.

“I don't understand what's been going on, lass,” Azëna said sullenly, "but this is quite serious. You can't prove this woman's guilt. There are two different versions, but I have no choice but to accept that the last two recreations coincide, and have been made in my presence, without the possibility of being altered by you. I don't know how you did it, but you'd better beg that I don´t order an in-depth investigation of your methods.”

Kolje felt he had to get a word in before he was also involved in Niilja's downfall. He raised a finger shyly, as if asking permission to say something.

“What do you have to say now? And don't stutter!” Ordered Azëna.
“I... I think there may be another explanation.”
“Let's see, enlighten us with your wisdom.” Replied the ‘goddess’ with a tone of clear irony.
“I’ve studied many minds and there are occasions when a very traumatic experience, such as the one the accused has lived, can cause the memory of the events to be distorted. I think that, perhaps, when we did the first probe, she was very scared and her mind made her relive the facts in a different way than she had actually experienced them. And now, upon meeting the witness again, her trauma has been released and she’s recalled the events more faithfully.”
“Are you sure?” Azëna inquired.
“Nnnnooo, but it’s an explanation that seems more likely to me.”
“Well,” said Azëna, “I think this case deserves no further consideration. I declare this woman, Werimu, innocent and even propose that she be compensated for this false accusation. As I’ve been informed, she was expelled from the Community and sent to a village of bastards. Unfortunately she won’t be able to recover the rank of Aspirant, but she’ll be included in the rank of Citizens, leaving that village and providing her with a place in the city of her choice.”

Werimu suddenly stepped forward and fell on her knees with tears in her eyes.

“Please, great Azëna,” she said sobbing, “I’m immensely grateful for the favor you grant me, but I’ve spent many years taking care of the children who are abandoned in the village where I live and I wish I could go back to them and continue with that occupation.”
“What you ask is very noble,” replied Azëna, moved, although she gave no external signs of it, “and I don’t think that the two things are incompatible. You’ll be able to have the category of Citizen, and you’ll be allowed to choose where to live and dedicate yourself to those children, if you wish.”

Kanja walked over to Werimu and helped her up. Seeing her, the woman could not help but react with such joy that she gave her a hug. Kare noticed Werimu immensely happy and could hardly control the desire to meet the two of them and join in the hug.

“Well, you can go.” Said Azëna, willing to get out of there. “The matter is settled.”

But at that moment, Kanja gently let go of Werimu's embrace.

“Excuse my insolence, but there’s another pending issue.”

Azëna, who had already begun to walk away, turned around, looking annoyed.

“What do you want now?” She said impatiently.
“The matter of the Ancients still needs to be considered.”
“That’s right, lass.” She acknowledged unwillingly. “Okay, we'll discuss it now, but I think this topic is none of this woman business, so she has to leave now. Let's see, the other lass, take the woman out... No, wait, let the other little man do it. I don't trust you.”

Niilja's face was beginning to take on such a color that Kare almost feared she was going to have a fit. Kolje did not wait and diligently escorted Werimu out. It was obvious that he was willing to disappear from that place and from the proximity of both Azëna and Niilja, of whom it was not clear which of them he was most afraid of.

“Let's see, what’s it about now?” Azëna said wearily.
“These two Ancients are the ones who were selected to bring them to our era, to help us advance in the development of a new time machine to be able to use it without the limits that the one that currently exists has. They’re two of the theorists who initiated the mathematical study of the problem and we believe that they could find the key to the dead end in which we’re now.”
“I see... And how are we doing on that topic?”
“These two useless ones can't find a way to do it.” Niilja interjected with her characteristic sourness.”
“Is that true?” Azëna asked, frowning.
“Well...,” said Ofjaei with an unusual shyness, “we’ve worked a lot on solving the problem, but we’re currently facing certain difficulties, that...”
“Stop beating around the bush; get to the point.” Azëna interrupted. “Can you or can't you do it?”
“We need more time, we have to return to some unclear points...”
“Enough!” Ordered Azëna. “Stop gabbling. Let's see, you, the handsome Ancient. What do you have to say?”
“You can't travel in time, there's a mathematical proof of it.” Kare lied.

Azëna laughed out loud at the absurdity she had just heard.

“You're very funny... you’re Kare Whatsyourname, right?”
“Yes, Kare Osjin, and it isn’t a joke, the proof exists.”

Kare subtly contacted Kanja's mind, accentuating the incipient curiosity she was already showing.

“May I see that proof?” She asked. “Kare taught me the basics of that math and I'd like to have a chance to take a look.”
“That's nonsense.” Ofjaei said with a smugness bordering on the insulting. “It takes years to master that branch of mathematics; you can’t learn with a few classes from someone who isn’t a whiz in this subject either.”

Kanja gave that peacock a look of contempt for his gross disregard.

“You're a bit insolent, aren't you?” Azëna said, also annoyed. “I want to see it too, even if I don't understand anything.”
“But how are we going to see it now...?" Ofjaei replied confusedly.
“We can use the virtual tools of mental link.” Kare suggested.
“Okay, do it yourself, it seems that you are more savvy than this braggart.”

Ofjaei did not take Azëna's comment well at all. Kare searched the link for the necessary tool and the equations of the alleged proof began to be seen floating in the air. It did not take him long, because he knew it absolutely by heart, and the space of the huge room was filled with it. Kanja looked at it intently and Kare realized her difficulty taking in all that information, but he mentally stimulated her at a distance keep her focused.

“Do you have any objections to what your colleague has developed?” Azëna asked, addressing Ofjaei. “Has he made any mistakes?”
“None, everything’s correct.” The man admitted.
“And what consequences do you draw from it?”
“It’s an irrefutable proof of the impossibility of the trip.”

Kare smiled, while still mentally sustaining Kanja's efforts. Azëna did not miss Kare's expression and she realized that he knew more than he said.

“And you, Kare Osjin, what do you have to say about this?”
“He’s already said it. He’s quite an authority, he knows much more than I do, and he says that the proof is irrefutable. And if he says so...”
“Why are you Ancients so insolent? I like you, Kare, I'm not going to deny it at this point, but I warn you that it isn't in your interest that I change my mind.”

Kare decided to go all in and sent a very subtle message to Kanja, making her pay attention to the part that involved the fourth fundamental theorem of Lashkii's tensors. Then, she frowned, as if she did not understand some point.

“Maybe I'm wrong,” she said hesitantly, "but this proof is based on certain theorems, the proof of which isn’t explicitly developed here...”
“If we were to develop all the theorems explicitly in this proof, we could fill a book!” Said Ofjaei with his usual haughty tone, taking the contemptuous looks of those present, except for Niilja, who seemed absent.
“Yes, but there’s something about this step,” Kanja mentally highlighted the point in question, “which refers to the fourth theorem, which I find suspicious.”
“The proof of the fourth theorem is beyond any doubt!” Ofjaei continued stubbornly.
“Well, I always doubted about this theorem from the first time I knew about it…” Kare intervened.
“Because you always showed a pathetic level in these developments! Admit this is too big for you, Osjin!”
“Perhaps it is,” Kare said shrugging, “but nobody wants to believe me when I say that I don’t have the sharpness of other minds like yours.”

Kare noticed Azëna’s powerful gaze, scrutinizing him and he knew that she suspected that there was something fishy in Kare’s wry statements of modesty.

“Let’s see, if this lass… Kanja, right?” Azëna intervened, “wants to check the development of that thing, take out those symbols and put there what she asks for.”
“Okay,” said Ofjaei, red with indignation, “but it’s ridiculous such an absurd waste of time because of the clumsiness of an pretentious beginner.”

Then he began to quickly fill the air of the place with symbols, until he finished the proof of the theorem. Kare smiled slightly but, feeling again Azëna’s inquisitive gaze, he did not dare to guide Kanja and had to trust that she would realize the mistake for herself. Kanja showed quite a bit of effort, given the length and complexity of those sophisticated concepts that were difficult to handle with her limited experience in the subject. But Kare risked doing something almost reckless. He entered Azëna’s mind and tried to increase the patience of the unstable woman, although he it was not necessary to wait too long, to Kare’s surprise. He watched Kanja wrinkle her nose, as if she did not understand something and then her gaze lit up.

“What does this mean?” She said, highlighting the step were the proof failed.

There were then a few seconds of tense silence, in which Kare had an immense desire to jump on Kanja to kiss her, although he refrained himself, showing a false expression of intense concentration. He also noticed that Ofjaei had discovered the blunder and began to sweat from his forehead.

“Oops!” Said Kare feigning surprise. “How could we overlook that? It’s a beginner’s mistake! Isn’t it, Ofjaei?”

Ofjaei’s face turned a color bordering on the cherry tone and he began to tremble.

“Is that true, your Honor?” Asked Azëna sarcastically.

Ofjaei was not able to reply. He began to drool and fell to the ground, fainting.

9. The names were clearly identifiable with Zeus, Hera, Athena, Ares, Aphrodite, Apollo, Artemis and Hephaestus, some of the main gods of the Olympian pantheon, although not all are mentioned.