Capítulo 25Chapter 25

   El trayecto en el transbordador no fue precisamente un viaje de placer para Kare. El espacio en la nave no estaba muy sobrado; la mayor parte estaba destinada a bodega de carga, con todo tipo de productos para Lïmpa, mientras que los pasajeros disponían de relativamente poco espacio, que intentaba ser optimizado, llenando las plazas a tope para asegurar la eficiencia del viaje. Y, para colmo, él tenía que estar a la vista de aquellos pasajeros, completamente desnudo, y no podía siquiera taparse los genitales porque sus guardianes lo tenían cogido por los brazos y no le permitían ningún tipo de movimiento voluntario. Sentía las miradas de aquella gente, a los que también se notaba incómodos; no sabía muy bien si era porque estaba desnudo, o porque era claramente un prisionero y no sabían si podía suponer un peligro para ellos.

  Con aquella eficiencia propia de los aparatos del 24, el trayecto fue suave, sin notar aceleraciones, solo fue como un tiempo muerto en una sala de espera, hasta que se abrieron los accesos y los pasajeros fueron saliendo. Esta vez, con buen criterio para variar, Niilja hizo un gesto a los guardianes para que se esperasen a que la cabina de pasajeros se vaciara del todo antes de salir. Luego, antes de que les diese tiempo a hacer nada, apareció alguien en la sala de entrada de la estación de destino, cuya apariencia extrañó muchísimo a Kare. Era una copia exacta de Issanka, porque no creía que pudiera ser que ella misma hubiese viajado también en el transbordador.

–¡Alto ahí!  –ordenó la enorme mujer– ¡Identificaos!

–¡No tengo por qué darte ninguna identificación, muchacha! –respondió Niilja con rabia.

  La mujer repitió el gesto, claramente intimidatorio que había visto a Issanka, aprovechando su enorme estatura y corpulencia.

–Para ti, soy la comandante Milenka Krott –le dijo entre dientes–, y si te digo que te tienes que identificar, te identificas sin rechistar.

  La gama de colores por las que iba pasando la cara de Niilja era todo un espectáculo. Se quedaron un rato paradas sin hacer nada que Kare pudiese comprender.

–Este permiso que me has enseñado es insuficiente. –Kare supuso que lo había hecho a través de conexión mental–. Tú puedes pasar, pero esos dos no tienen acceso y se tendrán que dar la vuelta en el siguiente transbordador a la Tierra. Y, respecto a este prisionero, tiene que esperar aquí hasta que mis superiores confirmen la orden para permitirle que baje a Lïmpa. Entretanto, yo me hago responsable de su custodia.

–¡Pero eso no es posible! –gritó Niilja–. ¡Tenemos prioridad absoluta! ¡Y las órdenes son que se baje al prisionero inmediatamente!

–Eso se lo dices a quien tengas que decírselo. Aquí las órdenes las imparto yo. Y, tú –dijo señalando a Kare–, ven conmigo.

  Kare se separó de sus inmóviles guardianes y se fue tras Milenka, que le guiñó un ojo cuando él estaba entre las dos mujeres y Niilja no la podía ver. Pero, antes de que abandonaran la sala, Niilja dijo:

–No sé qué os traéis entre manos tú y tu gemela, pero os aseguro que esto no va a quedar así…

–Ocúpate de los permisos y del resto ya se verá –respondió Milenka con tranquilidad.

  Cuando salieron de allí, Milenka se llevó a Kare por un pasillo muy parecido al que habían dejado en la base del extremo del ascensor de la Tierra. Él se dio cuenta de que el diseño de aquel lugar era idéntico al de la otra estación y pensó que debía ser otro ascensor espacial, pero situado en el punto de Lagrange L1 del sistema Tierra-Luna⁷ . Entraron en una habitación igual que a la que había estado con Issanka y le produjo una extraña sensación de déjà vu, aunque la lógica le decía que era simplemente una copia.

–Issanka ha contactado conmigo y me ha contado tu caso; me ha dicho que te trate lo mejor que pueda y que incordie a ese cuervo. Parece que le has causado una gran impresión, cosa extraña en ella pero, si has estado todo el tiempo así como vienes, tal vez tenga que pedirte que hagas lo mismo por mí que por ella…

–No ha pasado con ella nada de lo que sugieres –respondió él con precaución.

–Tranquilo –dijo ella, riéndose con ganas–, estaba de broma. Me ha contado ciertas peculiaridades de tu personalidad y me sugirió que te tomase un poco el pelo con temas relacionados con el sexo.

–¡Muy graciosas! –refunfuñó él.

  La situación con Milenka era casi calcada a la de su contrapartida en el ascensor de la Tierra. Kare averiguó que eran una pareja creada a propósito, como lo eran Kanja y Niilja, o Kalima y Siluna, con la peculiaridad que, en este caso, alguien tuvo la idea de hacerlas exactamente iguales. Más que gemelas, eran un clon una de otra. También confirmó su sospecha de que la costumbre entre estas parejas de Aspirantes era que sus nombres tuvieran un gran parecido.

  En esta ocasión no tuvo tanto tiempo para disfrutar de la compañía de la mujer que lo estaba protegiendo, porque la orden para que descendiesen a Lïmpa no tardó mucho en llegar. Kare dedujo que los escasos minutos que había estado allí habían sido empleados por Niilja en una actividad frenética para conseguir que le permitieran salirse con la suya. Milenka lo condujo resignada hacia una antesala del elevador y le indicó que tenía que pasar por el proceso de desinfección y de eliminación de todo el pelo de su cuerpo; todas las personas, sin excepción, que bajasen por el ascensor debían pasar por este proceso. Era igual que lo que había experimentado al usar la máquina del tiempo. Luego, como no podía disponer de guardianes que aseguraran la inmovilidad del prisionero, Niilja recibió permiso para usar un dispositivo que impedía los movimientos de Kare en los brazos, que quedaban a la espalda, y limitaba considerablemente los de las piernas. De esta manera, no podía agredir a nadie ni huir corriendo. Desde el exterior no se apreciaba nada, pero se notaba que sus movimientos eran limitados.

  Luego, Niilja tuvo que pasar también por el proceso de desinfección y Kare tuvo un pequeño momento de placer perverso al ver que ella tenía que bajar también en el ascensor sin un solo pelo.

–Borra esa estúpida sonrisa de tu cara, capullo –le dijo una vez durante el trayecto–, tú estás peor que yo; al menos yo voy vestida.

  Durante el descenso, que hicieron en una cabina usada únicamente por personas, al contrario que cuando subieron en una de carga, él volvió a sentir la vergüenza de verse expuesto a las miradas de los otros pasajeros, pero se tuvo que resignar a ser el motivo de exhibicionismo inintencionado al que tan frecuentemente se veía sometido. Cuando llegaron abajo, pasaron por un lugar donde se podían usar las tiras que hacían volver a crecer el pelo. Pero, al igual que le ocurría con las tiras de simulación de ropa, éstas tampoco hacían efecto en él. Era lo que faltaba, tenía que ir por toda la Luna en pelotas y sin solo un pelo en el cuerpo.

***

 

  Lïmpa era muy diferente a lo que había visto en la Tierra. Casi todo lo que se veía sin conexión en la Tierra era de un color uniformemente blanco y sin texturas. En Lïmpa, sin embargo, los colores y las texturas eran alegres y de un aspecto muy lujoso, sin caer en lo hortera. Se había diseñado aquel lugar con buen gusto, al menos bajo la perspectiva de Kare.

  Se sintió algo extraño al caminar por la gravedad reducida de la Luna. En órbita había sido muy diferente, se había hecho más fácilmente a la idea de desplazarse flotando, porque lo notaba más natural que esto. En el espacio se sentía, en cierto modo, como cuando había hecho buceo en su época y, tal vez por eso, no le había parecido tan extraño. Pero ahora, a cada paso que daba, le daba la sensación de que iba a tropezarse e irse de cabeza al suelo. Además, la restricción de sus movimientos no lo ayudaba en nada a sentirse más a gusto. Miró a Niilja discretamente y vio en su cara una expresión de satisfacción y triunfo: debía estar disfrutando mucho al verlo humillado de esa manera y ejerciendo un poder casi ilimitado sobre la suerte de su odiado exmarido.

  El bochorno que fue sintiendo iba en aumento al recorrer aquellos pasillos que, poco a poco, se iban llenando de gente. Eran todos jóvenes y muy altos, pasando del metro noventa los más bajos. Además, se dio cuenta de que sus ropas eran muy similares a las que él había llevado hasta hacía unas horas. Si no hubiera sido por las diferencias notables en la decoración, la altura de sus habitantes y la gracilidad de sus movimientos en la gravedad reducida, podría haber pensado que estaba en cualquier ciudad de la antigua Grecia o de Roma. Tal vez fuera solo una sensación suya, pero sentía que todas las miradas estaban clavadas en aquel tipo desnudo y calvo, y se sentía muy mal por ello. Pero lo que vino a continuación colmó el vaso de su sentido del ridículo. Cuando pasaron por una plazoleta, delante de él se pararon dos críos, niño y niña, de unos ocho o nueve años y lo miraron con mucha curiosidad. No sabía dónde meterse, ¿es que nadie podía decirles a esos niños que no mirasen a aquel hombre desnudo?

–¿Y a éste qué le pasa? –preguntó la niña–. ¿No tiene pelo?

Kare se sorprendió mucho de que fuera solo el pelo lo que le llamase la atención.

–¿No lo ves? –respondió el niño–. ¡Es un sucio bastardo al que van a ejecutar! Pero primero le sacarán una confesión torturándolo.

  Soltó una carcajada horrible y luego, al pasar a su lado, le puso la zancadilla a Kare. Con la travesura, las dificultades que le habían puesto para moverse y la torpeza normal en una gravedad reducida, Kare no pudo mantener el equilibrio y se fue de cabeza contra un banco de un material parecido al mármol. Y, al tener inmovilizadas las manos, vio, como a cámara lenta, cómo le llegaba el golpe a la cara sin poder hacer nada. En el último instante procuró mover la cabeza para no golpearse de lleno en la nariz, pero no pudo evitar el impacto en el pómulo y acabó rodando por el suelo con un dolor horrible en la cara. Instintivamente, Niilja se acercó a toda prisa y se arrodilló a su lado. Por un instante, Kare pensó que había en ella un sentimiento de compasión por él, pero esa sensación no le duró mucho. Ella le dio la vuelta, ya que había quedado boca abajo, y vio que el golpe había abierto una brecha que sangraba abundantemente. Entonces, ella se levantó como un resorte y se alejó un par de pasos.

–¡Maldito monstruo! –dijo al niño, que desapareció corriendo con su pequeña acompañante.

  Entonces, Kare notó que la expresión de Niilja cambiaba, como cuando pillan a alguien diciendo algo indebido. Vio que todas las personas en las cercanías le echaban miradas censuradoras. Y ella reaccionó volviendo hacia Kare y le dio una patada con todas sus fuerzas en el costado.

–¿Has visto lo que has hecho, desgraciado? ¡Lo estás poniendo todo perdido con tu sucia sangre! ¡Vamos! ¡Levántate de una vez, maldito bastardo!

  Kare no comprendía nada, pero tampoco estaba demasiado preocupado por ello, porque el dolor del costado lo estaba matando, eclipsando incluso al de la cara. Creyó que tenía una costilla rota y le costaba respirar. Se levantó con dificultad, debido a las manos imposibilitadas, y la humillación adicional ya empezaba a pasarle factura. Pero pensó que seguramente tendría que atravesar por cosas peores aun en un futuro no demasiado lejano y se fue mentalizando para ello. Siguieron su camino, dejando un reguero de gotas de sangre detrás, y Niilja se puso por delante de él sin querer mirarlo a la cara.

  Pero los procesos mentales tan peculiares de Kare le hacían preguntarse cómo era posible que allí hubiese niños. ¿No se suponía que los Elegidos no debían reproducirse para no acabar superpoblando la colonia? ¿Acaso algunos Aspirantes eran promocionados en la infancia? ¿O sería que se llevaban a algunos niños de los Ciudadanos para que vivieran con ellos? Le extrañaba mucho. Era una cosa más que añadir a la larga lista de cosas que no comprendía en aquel abominable mundo. Pero más tarde descubriría que era peor que lo que podía llegar a imaginar, aunque esa parte se relatará más adelante.

  Kare tuvo la sensación de que estaban dando demasiadas vueltas, más de las necesarias para llegar a su destino, cualquiera que fuese éste, como si la retorcida tendencia de Niilja para hacerle daño quisiera exhibirlo lo más posible, con el fin de humillarlo aún más. Viniendo de ella todo era posible, pero tampoco podría asegurarlo, ni le importaba demasiado debido a las molestias que estaba pasando por los últimos golpes, que le llegaron a dar incluso sensación de mareo. Y, al fin, vio un lugar que destacaba sobre todo lo que había visto desde que llegó. Aquello sí que era una auténtica horterada. Era un espacio enorme, una cámara de grandes dimensiones. Dedujo que debían de estar en un cráter, con una gran cúpula cubriéndolo. Y, en el centro de aquel espacio, había una escalinata muy alta que terminaba en un edificio con altas y gruesas columnas, rematado en la parte superior con un frontón como el de los templos clásicos. Pero la parte superior no se distinguía bien desde abajo, porque habían generado una especie de niebla que daba al lugar un aspecto lúgubre y supuso que su intención era inspirar en la gente que se acercaba por allí un sentimiento de sobrecogimiento y reverencia. Entendió que pretendía representar la residencia de los dioses superiores, el centro neurálgico donde se cocían los destinos de aquella panda de chalados.

  Aquella subida hasta lo alto se le hizo larga a Kare y, a pesar de que la gravedad no le tenía que provocar el mismo cansancio que si hubiese estado en la Tierra, el dolor y la dificultad para respirar le estaban pesando como si le hubieran echado encima un fardo de cien kilos. Y para colmo, parecía que Niilja tenía unas súbitas prisas, que no había mostrado mientras lo exhibía por todo el recorrido anterior. Cuando llegaron por fin a lo alto, estaba sudando y no le entraba casi aire en los pulmones. Se introdujeron en aquel edificio, que era realmente mucho más grande de lo que le había parecido visto desde abajo, sin que nadie los detuviera ni les hiciese ninguna pregunta.

 

  Las salas por las que iban pasando eran de dimensiones ciclópeas, con una decoración demasiado recargada para su gusto. Al contrario que el resto de Lïmpa, que le había causado una buena impresión, aquel lugar le parecía desmesurado en todos los sentidos. La inspiración también era clásica pero estaba mezclado con algo que le recordó vagamente al rococó, aunque de peor gusto. Y, cuando iba recorriendo estancias repletas de estatuas y fuentes, vio corriendo y jugando a varios niños de diferentes edades, completamente desnudos. Aquello era muy extraño, pero no tenía demasiados ánimos para buscarle nuevas explicaciones. Solo deseaba llegar pronto dondequiera que lo llevasen y no tener ningún otro tropiezo con ningún monstruito como el que le había provocado la mala experiencia reciente. Esta vez tuvo más suerte, aunque se dio cuenta de que, según pasaban, eran espiados por algunos de los pequeños, pero sin que llegaran a sentir suficiente curiosidad como para acercarse a ellos.

  Por fin, llegaron a la entrada de una sala que tenía una gran puerta cerrada y Niilja se detuvo. Estuvo un momento inmóvil y Kare supuso que ella estaría usando la conexión mental para que los dejasen entrar. Unos segundos después, se abrió la titánica puerta y  entraron en una estancia que le pareció demasiado pequeña para la grandiosidad de la entrada. No es que fuera una habitación pequeña, es que los techos eran tan altos que la planta parecía reducida en comparación. Al fondo de aquel lugar había varias personas recostadas en divanes, como si hubiese retrocedido en el tiempo, en lugar de ir al futuro. Sus ropajes eran como los de las imágenes de estatuas y obras de arte que representaban las mitologías clásicas occidentales, con ropas muy holgadas y enseñando mucha más piel desnuda de lo que tenía que resultar cómodo. Se fueron acercando al grupo, que charlaban entre risas, y se detuvieron a unos metros de ellos. Alguien hizo un gesto a un individuo que estaba de espaldas a los recién llegados y éste rodó sobre su cuerpo entre cojines a mirarlos con una sonrisa burlona. Se quedó un rato quieto y luego se dignó a levantarse, acercándose a ellos. Sus andares se revelaron muy amanerados y, cuando llegó a su altura, sin decir nada, pareció que pasaba de largo, pero sólo dio una vuelta alrededor de Kare, comiéndoselo con los ojos.

–Vamos a ver qué me has traído… –dijo con voz afeminada–. ¡Hummm! No está nada mal. Es bajito, claro, pero tiene un hermoso cuerpo. Y dime, ¿por qué no tiene pelo? No es que no me guste, pero queda raro.

–No tiene conexión mental, y las tiras de pelo y de ropa no hacen efecto en él. Por si no te acuerdas, este individuo es el objetivo de las incursiones en la Antigüedad, el que se pensó que podía ayudar a resolver el problema con el viaje.

–¡Aaah, estupendo! –y añadió en tono de burla– Discúlpame que no haya tenido la deferencia de presentarme. No quiero que alguien tan notable piense que no tenemos educación. Me llamo Gennmid.

  Se acercó y le puso la mano en los genitales, manoseándoselos sin pudor, mientras las risas estallaron entre los presentes. Kare estaba indignado y le dio un asco tremendo. Si no hubiera tenido las manos imposibilitadas, le habría costado reprimir las ganas de golpearlo.

–¡Oooh! ¡Qué bueno! –continuó–. Pero, ¿cómo es que no me devuelves el saludo? ¿es que no me consideras de tu agrado?

–Hemos tenido que usar un bloqueo, para que no cause peligros – intervino Niilja.

–¿Peligroso? –la miró fingiendo sorpresa. Luego, se dirigió a él–. ¿De verdad eres agresivo? No lo pareces, pero ¿tú me harías daño?

  Mientras decía esto, le fue pasando las manos por donde le apeteció, sobándolo a placer. Kare no dijo palabra alguna; la única señal que daba era una tremenda tensión en las mandíbulas, apretadas con fuerza.

–Viene de una época en la que la violencia era demasiado común para que podamos arriesgarnos a dejarlo suelto –explicó Niilja–. Con estos individuos nunca se sabe si pueden reaccionar de manera violenta, aunque no medie ninguna provocación.

  Kare añadió esta mentira que ella había dicho a la indignación que estaba acumulando en su interior.

–Y, ¿esta sangre? –preguntó Gennmid, apretando con un dedo en el pómulo, lo que hizo que el dolor, que se había calmado un poco, volviera a recrudecerse.

–Tuvo un estúpido tropezón cuando veníamos y se golpeó.

  Gennmid le hizo un gesto nervioso con las manos a Niilja.

–¡Bueno, bueno! ¡Pero déjalo hablar a él, muchacha! ¿O es que no tiene voz? Dime, guapo, ¿cómo te llamas?

  Kare no dijo nada y Niilja le dio una bofetada.

–¡Contesta cuando te pregunte un Elegido, bastardo!

–¡Oig, muchacha! ¡No seas brusca! –intervino Gennmid–. Así no vas a conseguir que hable. Es mejor usar modales más suaves, ¿verdad, hermoso? Y ahora, dime, ¿cómo te llamas?

–Kare Osjin –contestó secamente.

–¿Ves, muchacha?, se consigue más con buenos modales que con esa brusquedad vuestra.

  Kare conocía bien a Niilja y estaba seguro de que le estaba molestando muchísimo que aquel mequetrefe la llamara muchacha, por lo que se sintió reconfortado con la muy probable incomodidad de ella. Pero también sabía que, en contrapartida, ella estaría disfrutando con la humillación que él estaba sufriendo a su vez.

–Y, ¿vas a colaborar con nosotros, Kare Osjin? ¿Vas a contarnos esos secretos que parece que solo sabes tú?

–No hay ningún secreto que os pueda revelar. Yo no sé nada y, aunque lo supiese, me pensaría mucho el decir nada.

–Tch, tch, tch –Gennmid fue chasqueando la lengua mientras negaba con la cabeza–. Esa no es una actitud razonable y aquí nos gusta a todos ser muy razonables, ¿verdad, muchacha?

–No te preocupes –intervino Niilja presta–, nos podemos encargar de extraer de su mente todo lo que sabe, quiera o no.

–No sé, no sé –respondió Gennmid–. Sois demasiado bruscos y, si me fio de vuestros métodos, igual estropeáis este hermoso espécimen. Creo que esa decisión se escapa de mis competencias. Tal vez sea mejor que sea Azëna quien tenga que decidir.

  Kare notó que Niilja palidecía al oír esta propuesta del afeminado. No le causó muy buena sensación que alguien como Niilja se asustase con solo escuchar un nombre; le dio la impresión de que no presagiaba nada bueno para él. Gennmid agitó una mano para que se quitaran de en medio, parecía que la entrevista había terminado; se dieron la vuelta y se dirigieron a la entrada.

–Si no acabáis con él, me lo puedes enviar de nuevo esta noche para ver de qué está hecho este hombretón salvaje –les gritó Gennmid cuando estaban ya cerca de la puerta, mientras se oía una carcajada de los allí reunidos.

  Kare se sentía indignado tras esta última situación, pero parecía que ese sentimiento palidecía en comparación con el enfado que rezumaba Niilja en todos sus ademanes. Ella anduvo a grandes zancadas por aquel lugar enorme y a Kare le costaba mucho seguir su ritmo. Llegaron a otra entrada similar a la que habían estado en la ocasión anterior y se repitió el procedimiento de detenerse para que ella solicitara permiso con la conexión mental. El portalón se abrió también automáticamente y se encontraron en una estancia mayor que la anterior. Estaba casi vacía, lo que extrañó bastante a Kare, aunque se podía esperar cualquier cosa en ese loco lugar. Divisó a lo lejos una especie de trono o algo parecido, que estaba ocupado por una mujer que estaba recostada sobre el respaldo mirando hacia arriba, como si tuviese la mirada perdida. Él supuso que estaba conectada y su mente no percibía lo que pasaba delante de ella en ese momento, pero estaba equivocado. Avanzaron por el lugar sin prisas y, cuando estaban a unos cuatro o cinco metros, la mujer los fulminó con la mirada, una mirada extraña e intimidante, como si echase fuego por los ojos. La impresión los hizo detenerse en seco. Aquella mujer se puso en pie y Kare se quedó verdaderamente impresionado, debía superar los dos metros veinte, y su figura era como la representación del ideal de belleza. También llevaba muy poca ropa y muy suelta, y Kare empezó a tener un súbito miedo de que en, su situación de desnudez, los efectos de la visión de aquella mujer se hicieran notables y le costara un verdadero disgusto, porque lo que tenía claro era que no convenía enfadar a semejante ejemplar.

–¿Qué significa esto? –dijo aquella gigante, mostrando indignación.

  Niilja no parecía estar segura de saber a qué se refería con aquella pregunta y guardó silencio, luchando por no decir algo que enfadase más a la malhumorada mujer.

–¿Por qué está este hombre en ese estado?

–Se golpeó accidentalmente mientras veníamos… –balbuceó Niilja.

–Y, ¿por qué está desnudo y no tiene pelo?

–No está conectado, la tecnología no funciona con él.

–Pero el castigo de ignominia está reservado a los condenados a muerte y, por lo que sé, éste no es el caso, ¿no? 

  Niilja se quedó sin palabras. Kare no sabía a qué podía referirse con lo del castigo de ignominia, pero no hacía falta ser muy espabilado para darse cuenta de que su ex se había aprovechado de una artimaña de dudosa legalidad para castigarlo.

–¿Y no has tenido la mínima intención de procurarle una conexión temporal? –prosiguió Azëna– ¡No quiero veros hasta que esté presentable!

–Pero… –Niilja dudó de si debía importunarla con menudencias–, solo necesitamos saber qué se nos permite hacer para obligar a este Antiguo para que colabore y…

–Ya, ya, ya lo sé. Me avisó Gennmid. Primero haz que se ponga presentable, luego prueba con un sondeo superficial, pero no fuerces su mente, ¿me entiendes? Y, si no conseguís nada, ya nos encargaremos con otros métodos, pero no toméis decisiones antes de ser autorizados. Y ahora, fuera de aquí.

  A Niilja no le hizo falta que se lo dijera dos veces, agarró del brazo a Kare y se dio la vuelta inmediatamente, caminando aprisa.

 

  Una vez fuera, se dirigieron donde se encontraba la entrada principal, por donde habían accedido al inmenso edificio, y Kare creyó que iban a salir de allí, lo que le produjo cierto alivio. Pero realmente no se marchaban, sólo se dirigían a una de las esquinas del edificio. Por el camino volvió a ver a aquellos niños espiando disimuladamente, aunque no tenían demasiado éxito al intentar ocultarse. Sentía la curiosidad habitual en él y le hubiera gustado hacer un montón de preguntas, pero su guía no era la persona más adecuada para sacarlo de dudas. No le apetecía el intercambio de información con ella y la conocía demasiado bien para saber que ella no le daría ninguna respuesta de su gusto. Llegaron a lo que debía ser un elevador y supuso que bajarían a algún sótano. Se metieron por una serie de pasillos estrechos, que parecían un laberinto, con los techos bajos en comparación con los del resto del lugar. Finalmente, se introdujeron en un cuarto no demasiado grande, donde se encontraba un hombre de estatura más parecida a la de la gente normal. Miró a Kare de arriba abajo y se quedó algo extrañado.

–¿Quién es éste? –preguntó a Niilja.

–Tenemos que conseguirle una conexión temporal y adecentarlo un poco por orden de Azëna. También quiere un sondeo superficial antes de volver a llevarlo a su presencia.

–¿Y, qué buscamos? –preguntó el tipo.

–Eso no te incumbe de momento –dijo ella en tono avinagrado–, no quieras saber demasiado.

–Si no sé lo que buscamos, no puedo dirigir el sondeo…

–¡Pues lo dirigiré yo, imbécil! –gritó Niilja.

–No creo que eso le guste a Azëna –dijo el hombre, mostrando mucho autocontrol.

–Ya me preocuparé yo de eso cuando llegue el momento, ¿vale?

  El otro se encogió de hombros e hizo un gesto con las dos manos, como indicando que la dejaba hacer lo que le pareciese.

–Pero, antes de conectarlo –siguió Niilja–, hay que asegurarse de que no tiene ningún inhibidor,  tengo sospechas de que oculta algo.

–¿Inhibidores? No son nada frecuentes en los últimos tiempos. Dudo que tenga alguno. ¿Por qué sospechas?

–Haces demasiadas preguntas, Kolje. No fui capaz de dominarlo cuando lo iba a arrestar y me vi obligada a usar la fuerza.

–Tal vez es que tenga un bloqueo natural de la personalidad. Sabes que hay individuos que lo tienen y cuesta más controlarlos.

–Éste no, lo conozco bien. Y deja de hacer preguntas y busca el inhibidor de una maldita vez, ¿quieres?

  Kare tuvo miedo de que se lo descubrieran y lo desconectó momentáneamente por instinto, aunque no sabía todavía cómo controlarlo completamente. Aquel tipo, Kolje, le pasó un aparato en forma de barra alargada por todo el cuerpo, a pocos centímetros de la piel.

–No hay nada, ¿ves? –dijo.

–No te fíes. Tal vez no lo localizas porque lo haya desconectado temporalmente.

–Estás un poco paranoica, ¿no?

–¡Deja de discutirme las órdenes! –le gritó–. Es mejor que busquemos visualmente.

  Kolje se volvió a encoger de hombros y lo empezó a revisar por todos los lados. Comenzó por la cabeza y Kare intentó dominar los nervios cuando llegó a la parte posterior de las orejas, donde tenía el dispositivo.

–¡Ya está, lo he encontrado! –dijo el hombre.

  Kare pensó que estaba perdido, había sido infantil creer que no lo iban a detectar con facilidad. Niilja se acercó donde Kolje estaba buscando y miró con atención.

–¡Estúpido! ¡Eso no es el inhibidor!

–¡Ah!, ¿no? Y, entonces, ¿qué es, si se puede saber?

–Es un traductor automático de lenguaje. Este hombre procede de un lugar donde no hablan el idioma universal y no seríamos capaces de comunicarnos con él si se lo quitas. Si tenemos que interrogarlo, más te vale que lo conserve.

–¿No habla el idioma? ¿De dónde habéis sacado a este tío?

–¡Te he dicho que no preguntes más, joder! Sigue buscando y deja de cuestionar todo lo que te diga.

  Continuaron buscando concienzudamente, de arriba abajo, por cuello, hombros, pecho, axilas, brazos, entre los dedos de las manos, espalda, cintura, caderas, piernas, pies y también entre los dedos de éstos. Dejaron las ingles, genitales y glúteos para el final, donde pusieron mucha más atención por ser un lugar donde sería más probable que ocultase algo.

  Finalmente, dejaron que Kare se pusiese en pie y Niilja se quedó mirándolo fijamente e intentando comprender el truco que se guardaba su ex marido en la manga (es un decir, claro).

–Te dije que no tenía nada, desconfiada –dijo Kolje.

–No me fío. Hay que profundizar más…

–¿Qué dices? Ahora tenemos que curarlo y darle una conexión, si no, Azëna nos servirá en la comida, con una manzana en la boca.

–Azëna no tiene por qué enterarse de nada, porque tú no le vas a contar nada, ¿verdad?

–Ya te he dicho que no quiero verme envuelto en ninguno de tus desmanes. Si dijese algo, seguro que acabaría salpicándome, cosa que no tengo ninguna intención de permitir que pase. Pero no me gustan tus métodos y nunca me han gustado. Además, veo que en este caso tienes un especial interés por extralimitarte, aunque prefiero no saber qué te ha hecho este tipo extraño para que le tengas tanta inquina.

–Eso es asunto mío y del bastardo éste. Trae el intensificador.

–¿El intensificador? ¡Eso es lo contrario de lo que ha ordenado Azëna!

–¡Hazme caso de una puta vez! ¡Si te digo que me traigas el intensificador, me lo traes sin rechistar!

  El tipo fue a buscar algo, rezongando por lo bajo. Kare no sabía qué podía ser aquello, pero empezaba a temerse que no iba a suponer una experiencia agradable para él, y estaba en lo cierto.

Le pusieron algo parecido a un casco en la cabeza y Niilja hizo alguna operación sobre el aparato.

–¡Está demasiado alto! –protestó Kolje–. ¿Es que quieres matarlo, o dejarlo lisiado? Azëna nos va a despellejar. Yo me marcho de aquí, no quiero verme implicado en esto.

–¡Sí, anda!, ¡márchate, rata asquerosa! No tienes lo que hay que tener para este puesto.

El individuo se marchó y Niilja miró a Kare con una sonrisa torcida.

–Bueno, por fin solos, mi amor. Verás qué cosa más placentera tengo guardada para ti.

–¿Placentera, para quién? Para ti, supongo.

–Siempre creí que eras algo estúpido para el lío que han montado contigo. Pero veo que te he subestimado y eres más listo de lo que pensaba. Es una lástima para ti que no me hubiera dado cuenta de ello antes de que te empezase a odiar tanto…

  Le acercó la mano a la cara y a él le pareció que le ponían un hierro al rojo donde ella había rozado su piel.

–¡Qué cojones haces! –dijo Kare, echándose instintivamente atrás.

–¡Magnífico invento! –dijo ella, riéndose–. No deja huellas y tiene todo lo mejor de las torturas clásicas. Ahora veremos si tienes un inhibidor de verdad. Si lo activas, lo detectaré inmediatamente cuando intentes acallar el sufrimiento; y si no lo haces, te veré retorcerte de dolor. Salgo ganando siempre. Pero tranquilo,  nadie lo aguanta mucho tiempo. No tendría que decirte que estás a tiempo de darme tu inhibidor, porque te ahorraría el sufrimiento y me privaría de la diversión, pero me siento generosa contigo por todo lo que hemos compartido.

–¡Eres una maldita víbora! –le soltó Kare indignado.

–Yo también te quiero, amor mío –replicó ella.

  Ella fue tocando distintas zonas de su piel y, a cada ocasión, le parecía que se la estaban arrancando. Él no gritó en ningún momento, aguantando el dolor estoicamente. La respiración se volvió muy agitada, agravada por la dificultad que ya tenía por la patada en las costillas, y comenzó a sudar copiosamente. Se daba cuenta de que Niilja estaba disfrutando torturándolo, pero también que ella no comprendía muy bien por qué no gritaba ni le suplicaba que parase. Empezó a notársele el enfado y pasó a actuar sobre la herida del pómulo, que hizo que las lágrimas se acumularan en sus ojos, pero no consiguió arrancarle una queja.

–¡Maldito hijo de puta! –dijo ella con rabia–. ¿Quieres claudicar de una vez?

  Entonces, se acordó del costado dolorido y le colocó la mano con fuerza sobre la costilla, probablemente fracturada, y Kare sintió que estaba a punto de perder el sentido por el inmenso dolor que sentía. Comenzó a resoplar a una frecuencia altísima, con peligro de llegar a la hiperventilación, pero no dijo absolutamente nada. La notó casi desesperada y, cuando él llegó a recuperar una mínima presencia de ánimo, sonrió burlonamente ante la frustración de ella. Era lo peor que podía hacer, y debería haberlo sabido por experiencia: lo que peor toleraba Niilja era que se burlasen de ella. Entonces, sin pensárselo dos veces, le echó la mano a los genitales y apretó con fuerza que, con la ayuda del intensificador, hizo que el límite del aguante físico de Kare se viera desbordado y perdió la consciencia, aunque sin llegar a soltar nada más que un sordo gruñido.

  Cuando volvió en sí, Kare no sabía dónde estaba. Tenía el cuerpo muy dolorido, le parecía que le ardía toda la piel, probablemente tenía fiebre, veía borroso y le costaba respirar bien. Recordó la sesión de tortura a manos de Niilja y supuso que no andaría muy lejos de allí. Era la segunda paliza que le habían dado en las últimas horas y no tenía muy claro si sería capaz de soportar mucho tiempo si aquello continuaba. Estaba tumbado sobre algo similar a una camilla y vio borrosamente que alguien se acercaba a él. Entre brumas, reconoció a Kolje, el tipo que había mostrado escrúpulos ante aquella tortura y se congratuló porque no fuese Niilja.

–Ya despierta –dijo Kolje–. Da gracias a que no te lo has cargado. Esto nos podría haber costado muy caro a los dos. Eres una salvaje y no estoy dispuesto a que juegues con mi futuro por culpa de tus problemas personales con este fulano.

–Tú no tienes que ver con esto –respondió Niilja–. No tienes que tener tanto miedo.

–Todo lo que pase en este sitio se considerará mi responsabilidad y si pasa algo me harían tan culpable como a ti. Si quieres joder a este tío, búscate otro sitio para hacerlo. Por mi parte, nos han ordenado que lo curemos y que le proporcionemos una conexión mental y eso es exactamente lo que voy a hacer, y no me importa que te guste o no.

  Niilja resopló y se marchó del lugar de muy malas maneras.

–Gracias por tu ayuda –dijo Kare con un hilo de voz.

–No te equivoques. A mí no me importas una mierda. Solo quiero que este sucio tema no me perjudique. No sé lo que le has hecho a esa loca pero, sea lo que sea, no me incumbe.

  Trajo un aparato como el que había usado Issanka en la estación del ascensor terrestre y Kare notó un rápido alivio de todas las lesiones que le habían provocado las últimas experiencias. Luego, Kolje lo llevó a una esquina, donde recibió la reconfortante radiación desinfectante y se sintió mucho mejor. Notó que el nerviosismo de aquel tipo iba calmándose y le dedicó una sonrisa de agradecimiento, a la que el otro respondió con una torpe mueca, que intentaba también parecer una sonrisa. Un poco después, notó que algo pasaba a su alrededor, vio algo flotando en el aire, dándose cuenta de que ya disponía de conexión mental. Por el momento no hizo nada, pero le intrigaba qué sería aquello que parecía flotar. Entonces, Kolje le dio una tira y se la colocó, notando el picor que sintió la primera vez que se puso una de aquellas tiritas que hacían crecer el pelo. Se sintió bastante aliviado por ello, pero fue mucho mejor cuando recibió una de simulación de ropa. Nunca hubiera creído que las llegase a echar de menos alguna vez, pero tras las experiencias por las que había pasado, ahora le parecían una bendición.

–No me atrevo a darte algo para que te arregles ese pelo y te quites la barba –se excusó Kolje–. No quiero que Niilja te vea demasiado bien arreglado, porque no me fio de cómo puede reaccionar esa chalada.

–No te preocupes, ya has hecho suficiente por mí, aunque digas que solo sigues órdenes, pero te vuelvo a reiterar mi agradecimiento.

–Bueno, la verdad es que el hecho de que ella te haya tratado de manera tan brutal me ha hecho sentir muy incómodo –y dudó antes de seguir–. Dime, ¿por qué te odia tanto?

–Es difícil que lo entiendas. Estuvimos viviendo dos años juntos…

–¿Con ella? –interrumpió Kolje–. ¡Entonces sí que tienes que haber hecho algo muy gordo para tener que aguantar ese castigo! Solo por eso casi despiertas mis simpatías. Pero que no se entere Niilja.

  No les dio tiempo a continuar hablando porque en ese momento apareció ella por la entrada. Puso cara avinagrada al ver el buen aspecto de Kare, al que miró despectivamente. Y, en un momento en el que los otros dos se distrajeron, Kare actuó mentalmente sobre aquel objeto flotante. Entonces, se dio cuenta para qué servía: era lo que activaba el control del inhibidor y percibió de una manera extraña la mente de los otros dos. No sabía cómo lo hacía, pero sentía el terrible disgusto de Niilja, con una sensación de frustración porque se le había escapado la oportunidad de hundirlo. También percibió la aprensión de Kolje por estar junto a ella, cosa que no le extrañaba nada; comprendía muy bien a aquel tipo, por experiencia.

7.  Los puntos de Lagrange son aquellos en los que la gravedad de dos cuerpos se equilibra, es decir, la fuerza que atrae hacia uno de los cuerpos es la misma que la que atrae hacia el otro. Existen cinco de estos puntos de equilibrio, siendo el punto L1 el que se encuentra alineado con los centros de gravedad de los dos cuerpos y se sitúa entre ellos. En estos puntos se pueden situar satélites que aparentemente no se mueven respecto de los dos cuerpos.

The journey on the shuttle was not exactly a pleasure trip for Kare. The space in the ship was not very large; most of it was destined for cargo hold, with all kinds of products for Lïmpa, while the passengers had relatively little space, which tried to be optimized, filling the seats to the fullest to ensure the efficiency of the trip. And to top it off, he had to be in full view of those passengers, completely naked, and he could not even cover his genitals because his guards had him held by the arms and did not allow him any kind of voluntary movement. He felt the looks of those people, who were also uncomfortable; he did not quite know if it was because he was naked, or because he was clearly a prisoner and they did not know if he could pose a danger to them.

With that efficiency typical of the 24th devices, the journey was smooth, without noticing accelerations, it was only like a dead time in a waiting room, until the entrances were opened and the passengers left. This time, wisely for a change, Niilja gestured to the guardians to wait for the passenger cabin to be completely emptied before going out. Then, before they had time to do anything, someone appeared in the entrance hall of the destination station, whose guise surprised Kare greatly. It was an exact copy of Issanka, because he did not think it could be that Issanka herself had also traveled on the shuttle.

“Stop there!” Ordered the huge woman. “Identify yourselves!”
“I don't have to give you any identification, lass!” Niilja replied angrily.

The woman repeated the clearly intimidating gesture that Kare had seen Issanka, taking advantage of her enormous stature and corpulence.

“To you, I'm Commander Milenka Krott,” she grumbled, "and if I tell you that you have to identify yourself, you identify yourself without question.”

The range of colors that Niilja's face was going through was quite a sight. They stood for a while without doing anything that Kare could understand.

“This pass that you’ve showed me isn’t enough.” Kare assumed that Niilja had done it through mental link. "You can go through, but those two don’t have access and they’ll have to turn back on the next shuttle to Earth. And regarding this prisoner, he has to wait here until my superiors confirm the order to allow him to go down to Lïmpa. In the meantime, I take responsibility for his custody.”
“But that's not possible!” Niilja shouted. “We have absolute priority! And the orders are to take the prisoner down immediately!”
“Tell that to whoever you have to. Here the orders are given by me. And you," she said, pointing to Kare, “come with me.”

Kare separated from his motionless guards and went after Milenka, who winked at him when he was between the two women and Niilja could not see her. But before they left the room, Niilja said:

“I don't know what you and your twin are up to, but I assure you that this won't end here...”
“Take care of the permits and the rest will be seen.” Milenka replied calmly.

When they left, Milenka led Kare down a hallway much like the one they had left at the base of the Earth’s elevator end. He realized that the design of that place was identical to that of the other station and thought it must be another space elevator, but located at the Lagrange point L1 of the Earth–Moon system⁸ . They entered a room just like the one he had been with Issanka and he had a weird feeling of déjà vu, although logic told him that it was just a copy.

“Issanka has contacted me and told me your case; she’s told me to treat you as best I can and to disturb that raven. It seems that you’ve made a great impression on her, a strange thing in her but, if you’ve been all the time there as you are now, maybe I have to ask you to do the same for me as for her...”
“Nothing you’re suggesting has happened with her.” Kare replied cautiously.
“Don’t worry.” She said, laughing heartily. “I’m joking. She’s told me certain quirks of your personality and suggested that I tease you with topics related to sex.”
“Very funny!” He grumbled.

The situation with Milenka was almost identical to that of her counterpart in the Earth elevator. Kare found out that they were a couple created on purpose, as were Kanja and Niilja, or Kalima and Siluna, with the peculiarity that, in this case, someone had the idea of making them exactly the same. More than twins, they were a clone of each other. He also confirmed his suspicion that the custom among these couples of Aspirants was for their names to bear a close resemblance.

On this occasion he did not have so much time to enjoy the company of the woman who was protecting him, because the order for them to descend to Lïmpa did not take long to arrive. Kare deduced that the few minutes he had been there had been spent by Niilja in a frantic activity to be allowed to get away with it. Milenka resignedly led him to an elevator anteroom and told him that he had to go through the process of disinfection and removal of all the hair on his body; everyone, without exception, going down the elevator had to go through this process. It was just like what he had experienced when using the time machine. Then, as no guards were allowed to ensure the prisoner's immobility, Niilja was given permission to use a device that prevented Kare's movements in his arms, which were behind his back, and considerably limited those of his legs. In this way he could not attack anyone or run away. From the outside nothing could be appreciated, but it was noticeable that his movements were limited.

Then Niilja also had to go through the disinfection process and Kare had a small moment of perverse pleasure to see that she had to go down in the elevator without a hair.

“Wipe that stupid smile off your face, dickhead.” She told him once during the way down. “You're worse off than me; at least I'm dressed.”

During the descent, which they did in an elevator car used only by people, unlike when they went up in a cargo car, he again felt the shame of being exposed to the sight of the other passengers, but he had to resign himself to being the reason for unintentional exhibitionism to which he was so often subjected lately. When they got to the elevator base, they passed by a place where the strips that made the hair grow back could be used. But, as with the clothing simulation strips, they had no effect on him either. That was all he needed, he had to go all over the Moon naked and without a hair on his body.

***

Lïmpa was very different from what he had seen on Earth. Almost everything that Kare saw while he was unlinked on Earth was uniformly white in color and without textures. At Lïmpa, however, the colors and textures were cheerful and very luxurious looking, without being tacky. That place had been designed with good taste, at least from Kare's perspective.

He felt somewhat weird as he walked in the Moon's reduced gravity. In orbit it had been very different, it had been easier for him to move by floating around, because he felt it more natural than now. In space he felt, in a way, like when he had gone diving in his era and, perhaps because of that, he had not felt so strange. But now, with every step he took, he felt as if he was going to stumble and hit the ground. In addition, the restriction of his movements did not help him at all to feel more at ease. He looked at Niilja discreetly and saw on her face an expression of satisfaction and triumph: she must have been enjoying seeing him humiliated in that way and exercising almost unlimited power over the fate of her hated ex-husband.

The embarrassment that he felt was increasing as he walked through those corridors, which little by little were crowding. They were all young and very tall, the shortest being over six feet tall. He also realized that their clothes were very similar to the ones he had been wearing until a few hours ago. Had not it been for the noticeable differences in decoration, the height of its inhabitants, and the gracefulness of their movements in reduced gravity, Kare might have thought he was in any city in ancient Greece or Rome. Maybe it was just a feeling of his, but he felt that all gazes were fixed on that naked and bald guy, and he felt very bad about it. But what came next broke the camel's back with his feeling of embarrassment. When they passed by a small square, two children, a boy and a girl, about eight or nine years old, stopped in front of him and looked at him with great curiosity. He did not know where to get, could no one tell those children not to look at that naked man?

“What's wrong with this one?” Asked the girl. “Doesn't he have hair?”

Kare was very surprised that it was only the hair that caught her attention.

“Don't you see?” The boy replied. “He's a dirty bastard who’s going to be executed! But first they’ll get a confession out of him by torturing him.”

The boy let out a horrible laugh, and then, he tripped Kare when passing by. With the child’s mischief, the difficulties he had to move and the normal clumsiness in a reduced gravity, Kare could not keep his balance and went headlong into a bench of a marble-like material. And having his hands immobilized, he saw, as if in slow motion, how the blow came to his face without being able to do anything. At the last moment he tried to move his head so as not to hit fully in the nose, but he could not avoid the impact on the cheekbone and ended up rolling on the ground with a horrible pain in his face. Instinctively, Niilja rushed over and knelt beside him. For an instant, Kare thought there was a feeling of pity for him in her, but that feeling did not last long. She turned him over, as he had been face down, and saw that the blow had opened a wound that was bleeding profusely. Then she leaped back and walked away a couple of steps.

“Damn monster!” She said to the boy, who fled away with his little companion.

Then, Kare noticed Niilja's expression changing, like when someone is caught saying something improper. He saw that all the people around gave her disapproving glances. And she reacted by going back to Kare and kicked him with all her strength into his side.

“Can you see what you’ve done, wretch? You're fouling everything with your dirty blood! Come on! Get up at once, you fucking bastard!”

Kare did not understand anything, but he was not too worried about it either, because the pain on his side was killing him, dwarfing even the pain on his face. He believed he had a broken rib and had trouble breathing. He struggled to his feet, due to the handicapped hands, and the additional humiliation was beginning to take its toll on him. But he thought that he would surely have to go through even worse things in the not too distant future and he psyched himself up for it. They went on their way, leaving a trail of drops of blood behind, and Niilja stepped in front of him not wanting to look him in the face.

But Kare's peculiar thought processes made him wonder how there could be children there. Were not the Chosen Ones supposed to not be allowed to reproduce so they would not end up overpopulating the colony? Were some Aspirants promoted in childhood? Or could it be that they took some of the Citizens’ children to live with them? He doubted it a lot. It was one more issue to add to the long list of things he did not understand in that abominable world. But he would later discover that it was worse than he could ever imagine, although that part will be told later.

Kare had the feeling that they were going around too much, more than necessary to reach their destination, wherever it was, as if Niilja's twisted tendency to hurt him wanted to display him as much as possible, in order to humiliate him even more. Coming from her everything was possible, but he could not say for sure either, nor did he care too much due to the ache he was going through from the last blows, which even made him feel dizzy.

And, at last, he saw a place that stood out above everything he had seen since he arrived. That was really tacky. It was a huge space, a large chamber. He deduced that they must be in a crater, with a large dome covering it. And in the center of that space, there was a very high stairway, which ended in a building with tall and thick columns, topped at the top with a pediment like that of Greco-Roman temples. But the upper part was not well visible from below, because they had generated a kind of mist that gave the place a gloomy appearance and he guessed that their intention was to inspire in the people who approached there a feeling of awe and reverence. He understood that it was intended to represent the abode of the higher gods, the nerve center where the destinies of that bunch of crazy people were plotted.

That climb to the top was long for Kare and, although gravity did not have to cause him the same fatigue as if he had been on Earth, the pain and difficulty in breathing were weighing him down as if they had thrown a ton of rocks on him. And to top it off, it seemed that Niilja was in a sudden hurry, which she had not shown while exhibiting him throughout all the previous route. By the time they finally reached the top, he was sweating and had almost no air in his lungs. They entered that building, which was actually much larger than it had seem to him from below, without being stopped or questioned.

The halls they were passing through were gargantuan in size, too ornately decorated for his liking. Unlike the rest of Lïmpa, which had made a good impression on him, that place seemed excessive in every way. The inspiration was also classical but mixed with something vaguely reminiscent of Rococo, albeit in worse taste. And, when he was going through rooms full of statues and fountains, he saw running and playing several children of different ages completely naked. That was very strange, but he was not too much in a mood to wonder for new explanations. He just wanted to get to wherever they were taking him soon and not come across any other little monster like the one that had caused him the recent bad experience. This time he was luckier, although he realized that, as they passed, they were spied on by some of the little ones, but without being curious enough to approach them.

They finally reached the entrance to a room that had a large closed door and Niilja stopped. She stood motionless for a moment and Kare assumed that she would be using the mental link to get them in. A few seconds later the titanic door opened and they entered a room that seemed too small for the grandeur of the entrance. It was not that it was a small room, it was that the ceilings were so high that the floor plan seemed reduced in comparison. At the back of that place there were several people lying on divans, as if they had gone back in time, instead of going to the future. Their clothing were like those of the images of statues and artworks depicting western classical mythologies, with very loose clothes and showing much more bare skin than it had to be comfortable. They approached the group, who were chatting with laughter, and stopped a few meters from them. Someone gestured to a man who had his back to the newcomers and rolled on his body between cushions to look at them with a mocking smile. He stood still for a while and then deigned to get up, approaching them. His way of walking was revealed to be very effeminate and when he came up to Kare, without saying anything, it seemed that he passed by, but he only circled around Kare, ogling him.

“Let's see what you've brought me.” He said in an effeminate voice. “Hmmm! Not bad at all. He’s short, of course, but he has a nice body. And tell me, why doesn't he have hair? Not that I don't like it, but it looks weird.”
“He has no mental link, and hair and clothing strips have no effect on him. In case you don't remember, this guy’s the target of forays on Antiquity, the one who was thought to help solve the problem with the ‘travel’.”
“Aaah, great!” And added in a mocking tone “Excuse me for not having the deference to introduce myself. I don't want someone so remarkable to think that we don’t have good manners. My name’s Gennmid.”

He walked over and put his hand on Kare’s genitals, groping them shamelessly, while laughter broke out among those present. Kare was outraged and grossed out. Had he not had his hands handicapped, he would have had a hard time repressing the urge to hit that guy.

“Oooh! Excellent!” He continued. “But, how come you don't greet me back? Don’t you consider me to your liking?”
“We had to use a lock, so that he doesn’t cause danger.” Niilja intervened.
“Dangerous?” Gennmid looked at Kare feigning surprise. Then turned to him. “Are you really aggressive? You don't look like it, but would you hurt me?”

As Gennmid said this, he touched where he pleased, fondling Kare at will. Kare did not say a word; the only sign he showed was a tremendous strain on the jaws, clenched tightly.

“He comes from a time when violence was too common for us to risk letting him loose.” Niilja explained. “With these people you never know if they can react violently, even if there isn’t provocation.”

Kare added this lie she had told to the outrage that was building inside him.

“And this blood?” Gennmid asked, pressing a finger against Kare’s cheekbone, which caused the pain, which had calmed down a little, flare up again.
“He had a stupid stumble when we were coming and he hit himself.”

Gennmid waved his hands nervously at Niilja.

“Well, well! Let him speak, lass! Or is it that he has no voice? Tell me, handsome, what's your name?”

Kare did not say anything, and Niilja slapped him hard.

“Answer when asked by a Chosen One, bastard!”
“Hey, lass! Don't be rough!” Gennmid intervened. “That way you won’t get him to talk. It's better to use softer manners, isn’t it, handsome? And now tell me, what's your name?”
“Kare Osjin.” He replied drily.
“See, lass? There’s more to good manners than to that roughness of yours.”

Kare knew Niilja well and was sure that she was terribly annoyed at being called a lass, so he was comforted by her very likely discomfort. But he also knew that, on the other hand, she would be enjoying the humiliation he was suffering in turn.

“And are you going to collaborate with us, Kare Osjin? Are you going to tell us those secrets that only you seem to know?”
“There’s no secret that I can reveal to you. I don't know anything, and even if I knew, I’d think twice before saying anything.”
“Tsk, tsk, tsk.” Gennmid tutted while shaking his head. “That isn’t a reasonable attitude, and here we all like to be very reasonable, don’t we, lass?”
“Don't worry,” Niilja intervened quickly, “we can take care of extracting from his mind everything he knows, whether he wants to or not.”
“I don't know, I don't know.” Gennmid replied. “You’re too rough and, if I trust your methods, you may spoil this fine specimen. I think that decision’s beyond my powers. Perhaps it's better that Azëna be the one to decide.”

Kare noticed that Niilja paled at that proposal from the effeminate. It did not look good that someone like Niilja would be scared just by hearing a name; he had the impression that it did not bode well for him. Gennmid waved a hand to get them out of the way, it seemed that the interview was over; they turned around and headed to the entrance.

“If you don't finish him off, you can send him back to me tonight to see what this wild man is made of.” Gennmid shouted at them as they were near the door, while a laugh could be heard from those gathered there.



Kare was outraged after this last situation, but it seemed that this feeling paled in comparison to the anger that Niilja gave off in all her gestures. She strode through that huge place and Kare had a hard time keeping up with her. They arrived at another entrance similar to the one they had been on the previous occasion and the procedure of stopping for her to request permission with the mental link was repeated. The gate was also opened automatically and they found themselves in a larger room than the previous one. It was almost empty, which surprised Kare quite a bit, although anything could be expected in that crazy place. He spotted in the distance a kind of throne or something similar, which was occupied by a woman who was lying on the back looking upwards, as if she had a blank stare. Kare assumed that she was linked and her mind was not aware of what was going on in front of her at that time, but he was wrong. They walked slowly through the place and, when they were about four or five meters away, the woman glared at them with a strange and intimidating gaze, as if throwing fire through her eyes. The shock made them stop dead. That woman stood up and Kare was truly impressed, she had to exceed seven and a half feet, and her figure was like the representation of the ideal of beauty. She also wore very few clothes and very loose, and Kare began to have a sudden fear that in his situation of nudity, the effects of that woman's vision would become noticeable and cost him a great trouble, because what was clear was that it was not advisable to annoy such an individual.

“What does this mean?” Said that giant, showing indignation.

Niilja did not seem to be sure what she meant by that question and kept silent, struggling not to say anything that would make the sulky woman angrier.

“Why’s this man in such a state?”
“He accidentally hit himself as we were coming...” Niilja babbled.
“And why’s he naked and hairless?”
“He isn't linked. Technology doesn't work with him.”
“But the punishment of dishonor is reserved for those sentenced to death and, as far as I know, this isn’t the case, is it?”

Niilja was speechless. Kare did not know what Azëna could mean by ‘punishment of dishonor’, but it did not take much skill to realize that his ex-wife had taken advantage of a ruse of questionable legality to punish him.

“And haven't you had the slightest intention of providing him with a temporary link?” Azëna continued. “I don't want to see you two again until he's presentable!”
“But...” Niilja doubted whether she should bother her with trifles. “We just need to know what we’re allowed to do to force this Ancient to collaborate and...”
“Yes, yes, I know. Gennmid warned me. First make him presentable, then try a cursory probe, but don't force his mind, you get it? And, if you don’t get anything, we’ll come up with other methods, but don’t make decisions before being authorized. And now, get out of here.”

Niilja did not need to be told twice, she grabbed Kare's arm and turned around immediately, walking quickly.



Once outside, they headed for the main entrance, where they had entered the immense building, and Kare believed that they were going to leave there, becoming somewhat relieved. But they did not really leave, they were just going to one of the corners of the building. Along the way he saw again those children spying surreptitiously, although they were not very successful in trying to hide. Kare felt the usual curiosity in him and would have liked to ask about a lot of matters but his guide was not the best person to answer his questions. He did not feel like exchanging information with her and knew her too well to know that she would not give him any answer to his liking. They got to what was supposed to be an elevator and he assumed they would go down to some basement. They went through a series of narrow, maze-like corridors, with low ceilings compared to those of the rest of the place. Finally they entered a not too big room, where there was a man of height more similar to that of normal people. He looked at Kare up and down and was somewhat surprised.

“Who’s this?” He asked Niilja.
“We have to get him a temporary link and tidy him up a bit on Azëna’s orders. She also wants a cursory probing before bringing him back into her presence.”
“What are we looking for?” The guy asked.
“That's not your business at the moment.” She said in a sour tone. “Don't want to know too much.”
“If I don't know what we're looking for, I can't run the probing...”
"Then, I'll run it, you dickhead!” Niilja yelled.
“I don't think Azëna would like that.” Said the man, showing a lot of self-control.
“I'll worry about that when the time comes, okay?”

The guy shrugged and waved both hands as if to indicate that he was letting her do as she pleased.

“But before linking him,” Niilja continued, “make sure he doesn't carry any inhibitors, I suspect he's hiding something.”
“Inhibitors? They aren’t at all frequent in recent times. I doubt he’s got any. Why do you suspect?”
“You ask too many questions, Kolje. I wasn't able to control him when I was going to arrest him and I required to use force.”
“He may have a natural personality block. You know that there are some people who have it and it’s more difficult to control them.”
“Not this one, I know him well. And stop asking questions and find the bloody inhibitor at once, will you?”

Kare was afraid of being exposed and momentarily turned it off instinctively, although he did not yet know how to control it completely. Kolje, passed him a device all over his body, a few centimeters from the skin.

“There's nothing, you see?” He said.
“Don't trust. Maybe you can't detect it because he's disconnected it temporarily.”
“You're a little paranoid, aren't you?”
“Stop discussing my orders!” She yelled at him. “It’s better that we search visually.”

Kolje shrugged again and began to check on him all over. He started from the head and Kare tried to control his nerves when the guy reached the back of Kare’s ears, where he had the device.

“Here it is, I've found it!” The man said.

Kare thought he was done, it had been childish to believe that they would not detect it easily. Niilja walked over where Kolje was looking and watched carefully.

“You stupid! That's not the inhibitor!”
“Oh, isn’t it? And then what’s it, if I may ask?”
“It’s an automatic language translator. This man comes from a place where they don't speak the universal language and we wouldn't be able to communicate with him if you take that thing away. If we have to interrogate him, you’d better keep it.”
“Doesn't he speak the language? Where did you get this guy from?”
“I told you not to ask anymore, fuck! Keep looking and stop questioning everything I tell you.”

They continued to search thoroughly, from top to bottom, through the neck, shoulders, chest, armpits, arms, between the fingers, back, waist, hips, legs, feet and also between the toes. They left the groin, genitals and buttocks for the end, where they paid much more attention for being a place where something would be more likely to be hidden.

Finally they let Kare stand up and Niilja stared at him trying to figure out the trick that her ex-husband kept up his sleeve (that's just a saying, of course).

“I told you he had nothing, you disbeliever." Kolje said.
“I don't trust him. We must go deeper...”
“What are you saying? Now we have to heal him and provide a link, otherwise Azëna will serve us at the meal, with an apple in our mouths.”
“Azëna doesn't need to know about it, because you're not going to tell her anything, right?”
“I’ve already told you that I don’t want to be involved in any of your excesses. If I said something, I'm sure I'd end up tainted, which I haven’t intention to let it happen. But I don't like your methods and I never have. Besides, I see that in this case you have a special interest to cross the line, though I’d rather not to know what this weirdo’s done to you so that you feel so much hostility for him.”
“That's my business and the bastard's. Bring me the intensifier.”
“The intensifier? That’s the opposite of what Azëna has ordered!”
“Listen to me once and for all! If I tell you to bring me the intensifier, you bring it to me without question!”

The guy went to get something, grumbling. Kare did not know what that could be, but he was beginning to fear that it was not going to be a pleasant experience for him, and he was right.

Something resembling a helmet was put on his head and Niilja performed some operation on the device.

“It's too high!” Kolje protested. “Do you want to kill or cripple him? Azëna’s going to skin us. I'm leaving here, I don't want to be involved in this.”
“Yeah, come on, go away, disgusting rat! You don't have what it takes for this position.”

The guy left, and Niilja looked at Kare with a crooked smile.

“Well, my love, alone at last! You’ll see what a pleasant thing I’ve got for you.”
“Pleasant, for whom? For you, I guess.”
“I always thought you were a little stupid for the fuss they've set about you. But I see that I’ve underestimated you and you’re smarter than I thought. It's a shame that I didn't realize it before I started hating you so much...”

Niilja put her hand to his face and it seemed to him that she put a red hot iron where she brushed his skin.

“What the fuck are you doing?” Kare said instinctively backing away.
“Magnificent invention!” Niilja said laughing.  “It leaves no traces and has all the best of classic tortures. Now we'll see if you actually have an inhibitor. If you activate it, I’ll detect it immediately when you try to silence the suffering; and if you don't, I'll see you writhe in pain. I always win. But don't worry, no one endures it for long. I shouldn't tell you that you’re still in time to give me your inhibitor, because it would save you the suffering and deprive me of the fun, but I feel kindhearted with you for all that we’ve shared.”
“You're a damn viper!” Kare grumbled indignantly.
“I love you too, my dear.” She replied.

She touched different areas of his skin and, each time, it seemed to him that he was being skinned. He did not scream at any time, enduring the pain stoically. His breath became much labored, worsen by the difficulty he was already having from the kick in his ribs, and he began to sweat profusely. He realized that Niilja was enjoying torturing him, but also that she did not quite understand why he did not scream or beg her to stop. Her anger began to be noticed and she went on to act on the wound on his cheekbone, which caused tears to accumulate in his eyes, but she could not get a complaint out of him.

“Damn son of a bitch!” She said angrily. “Will you give in once and for all?”

Then Niilja remembered his aching side and placed her hand tightly on his rib, probably fractured, and Kare felt that he was about to pass out because of the immense pain he felt. He began to snort at a very high frequency, with danger of reaching hyperventilation, but said absolutely nothing. He noticed her almost desperate, and when he came to regain a minimal presence of mind, he smirked at her frustration. It was the worst thing he could do, and he should have known from experience: what Niilja tolerated worst was being made fun of. Then, without a second thought, she put her hand to his genitals and squeezed hard, which with the help of the intensifier, made the limit of Kare's physical endurance to be overwhelmed and he fainted, although without letting out anything but a dull growl.



When he came to his senses, Kare did not know where he was. His body was very sore, it seemed to him that his whole skin was burning, he probably had a fever, his vision was blurry and he had trouble breathing. He remembered the torture session at the hands of Niilja and guessed that she would not be far away. It was the second time he was beaten up in the last few hours and he was not sure if he would be able to endure for a long time if that continued. He was lying on something similar to a stretcher and saw blurrily someone approaching him. Through the mist, he recognized Kolje, the guy who had shown scruples about that torture, and Kare was glad it was not Niilja.

“He’s waking up.” Kolje said. “Be thankful that you didn’t kill him. That would’ve cost us both dearly. You’re a beast and I’m not willing for you to play with my future because of your personal matters with this guy.”
“You have nothing to do with this.” Niilja replied. “You don't need to be so afraid.”
“Everything that happens on this place will be considered my responsibility and if something happens I’d be found as guilty as you. If you want to fuck up this guy, find somewhere else to do it. For my part, we've been ordered to heal him and provide him with a link and that's exactly what I'm going to do, and I don't care if you like it or not.”

Niilja seethed and left the place in a very rude manner.

“Thank you for your help.” Kare said with a tiny voice.
“Don’t be fooled. I don't give a damn about you. I just want this dirty business not to harm me. I don't know what you've done to that crazy bitch, but whatever it is, it's none of my business.”

Kolje brought a device like the one Issanka had used at the Earth’s space elevator station and Kare noticed quick relief from all the injuries caused by the recent experiences. Kolje then took him to a corner, where he received the comforting disinfectant radiation and felt much better. He noticed that the guy’s nervousness was calming down and gave him a grateful smile, to which the man reacted with an awkward grimace, which also pretended to look like a smile. A little later Kare noticed that something was happening around him, he saw something floating in the air, realizing that he already had a mental link. For the moment he did nothing, but was intrigued by what could be that seemingly floating thing. Then Kolje handed Kare a strip and he put it on, noticing the itching he felt the first time he put on one of those strips that made his hair grow. He felt quite relieved by it, but felt much better when he received a clothing simulation strip. He would never have believed that he would ever miss them, but after the experiences he had gone through, they now seemed like a blessing to him.

“I dare not give you something to fix your hair and remove your beard.” Kolje apologized. ”I don't want Niilja to see you too well-groomed, because I don't trust how that loonie can react.”
“Don't worry, you've done enough for me, even if you say you only follow orders, but I thank you again.”
“Well, the truth’s that when she treated you so brutally has made me feel very uneasy.” And he hesitated to continue. “Tell me, why does she hate you so much?”
“It's hard for you to understand. We lived together for two years...”
“Two years living with her?” Kolje interrupted. “So yes, you must have done something very wrong to have to endure that punishment! For that only you almost inspire my affection. But don't let Niilja know.”

They did not have time to continue talking because at that moment Niilja appeared at the entrance. She made a sour face at the sight of Kare's good looks, who she looked at contemptuously. And at a time when the other two were distracted, Kare acted mentally on that floating object. Then he realized what it was for: it was what activated the control of the inhibitor and sensed in a strange way the minds of the other two. He did not know how was it, but he felt Niilja's terrible disappointment, with a sense of frustration that she had missed the opportunity to sink him. He also sensed Kolje's apprehension at being with her, which did not surprise him at all; Kare understood that guy very well, from his own experience.

8. The Lagrange points are those in which the gravity of two bodies is balanced, that is, the force that attracts one of the bodies is the same as the one that attracts the other. There are five of these balance points, being the point L1 the one that is aligned with the centers of gravity of the two bodies and located between them. Satellites that apparently do not move with respect to the two bodies can be located at these points.