Capítulo 24Chapter 24

   Se los llevaron por separado del poblado en aquellos vehículos negros, del tamaño de furgonetas. Debía haber allí como una docena de ellos. En el que iba Kare encerrado, solo estaba acompañado por dos de sus captores, que lo flanqueaban en silencio, todavía con sus garras sujetándolo fuertemente por los brazos. No supo en ningún momento dónde lo llevaban ni el camino que estaban siguiendo, porque no había ventanas que mostrasen el exterior. Al principio supuso que no irían demasiado lejos y que lo llevarían a algún lugar dentro de la ciudad pero, por el tiempo que llevaban en marcha, parecía que debían ir más lejos. Luego confirmó que su destino era mucho más lejano, cuando sintió que su peso disminuía considerablemente dentro del vehículo. Eso quería decir que estaban circulando por un gravitúnel, por lo que podían aparecer en cualquier parte del planeta en el mismo tiempo que les hubiera llevado llegar a cualquier otro, aproximadamente tres cuartos de hora. Pero eso era irrelevante para él. Aunque había pasado por situaciones muy penosas en los últimos tiempos, ahora sentía que había tocado definitivamente el fondo. Se sentía terriblemente culpable por haber involucrado a Werimu en algo tan horrible. Su vida había sido muy difícil desde que se quedase embarazada de Ishvin, pero ahora, por culpa de él, ella se enfrentaba a un futuro mucho más incierto, seguramente peor que lo que había pasado nunca hasta entonces. Kare no paraba de preguntarse qué podrían hacer con ella y también qué sería de aquellos pobres niños en adelante: ¿quién cuidaría de ellos ahora?

  Aunque le costaba ser consciente del paso del tiempo, aproximadamente cuando estimaba que debían salir del gravitúnel, empezó a sentir de nuevo restaurado el peso de su cuerpo, lo que no resultó tampoco muy reconfortante, porque el peso hacía que le doliesen más aun los golpes que había recibido. Un rato después, notó que el vehículo se detenía y la entrada se abría. Sintió cómo el calor lo golpeaba, un calor húmedo y asfixiante. Salieron y el paisaje a su alrededor le reveló que debían estar en una zona tropical, muy cerca de la costa. Por la altura del sol en el cielo, debían haber viajado hacia el oeste, porque parecía una hora más temprana que en el lugar que habían dejado. Y lo que vio a continuación lo dejó boquiabierto. Le costaba un esfuerzo enorme y doloroso mirar hacia arriba, pero se obligó a ver dónde acababa aquello que tenía delante. Partía de un edificio y se elevaba hacia arriba sin que él fuera capaz de ver el final. ¡Era un ascensor espacial! Así que lo iban a llevar fuera de la Tierra, pero sin saber dónde exactamente. Estaba absolutamente seguro de que aquello tenía que proceder forzosamente del 24. ¡Qué pena que no lo hubiesen llevado a aquella época, en lugar de ese mundo miserable en el que había desembocado!

  Solo habían llegado hasta allí dos vehículos de los que habían asaltado el poblado: el que lo transportaba a él y el que llevaba a Niilja, que era de menor volumen, pero igualmente de color negro. Esa situación inquietó un poco más a Kare porque no sabía, ni dónde estaría Werimu, ni qué le podría estar pasando aunque, pensándolo bien, no era demasiado importante que lo supiera o no, porque tampoco podía hacer nada para ayudarla.

  En la entrada del edificio que parecía hacer las funciones de terminal del ascensor, había una actividad enorme. Una cola de vehículos esperaba su turno para subir sus cargas, o sus viajeros hacia el espacio. Sin embargo, ellos no tuvieron que esperar; parecía que la prioridad de aquella misión era absoluta. Por lo que dedujo, debía salir una cabina cada pocos minutos y había varias de ellas subiendo y bajando al mismo tiempo, como si se tratase de una noria: las ascendentes circulaban por uno de los lados y las que bajaban por el contrario. A él lo llevaban prácticamente en volandas, con los pies arrastrando por el suelo, ya que no tenía fuerzas ni para levantarlos. Aunque en el momento de llegar estaban introduciendo una voluminosa carga en la siguiente cabina que debía subir, alguien decidió que la prioridad no era ésa, y los robots que estaban en medio de aquella operación, enseguida vaciaron el gran espacio de la cabina y les franquearon el paso. Kare pensó que era muy extraño que dieran prioridad a alguien tan insignificante como él y que desaprovecharan tanto espacio para subir casi sin carga. En aquel turno solo iban Niilja, los dos tipos que hacían las funciones de soportes de su destrozado cuerpo y lo que quedaba de él.

  Antes de entrar en la cabina, observó que era de forma aproximadamente esférica en su exterior, pero su interior era un prisma rectangular convencional. Tenía grandes ventanales que permitirían ver la subida, lo que le agradó un poco, a pesar de que no estaba de demasiado humor para andar apreciando el paisaje. Cuando se cerró la cabina, de enormes dimensiones pero casi vacía, con sus solitarios cuatro pasajeros sujetos en las paredes del habitáculo, Kare vio que se elevaba inicialmente a una velocidad que le pareció bastante lenta. No sentía un incremento del peso debido a la aceleración. Si no hubiese tenido ventanas, tal vez ni se habría dado cuenta de que se estaban moviendo. Pero, poco a poco, la velocidad se fue incrementando visiblemente. Era impresionante que no se notase ningún tipo de vibración ni aceleraciones de ningún tipo, sintiendo exclusivamente el peso familiar debido a la gravedad. Pero se dio cuenta de que, según se iban alejando de la superficie terrestre, debería empezar a notar una reducción del peso que percibía. La única explicación que encontraba era que estaban acelerando gradualmente para que en todo momento el peso fuera aproximadamente el mismo. Pero, al llegar a una determinada altura, notó visualmente que la cabina comenzaba a girarse progresivamente, mirando hacia abajo y que también rotaba lateralmente, de forma que la fuerza centrífuga siempre actuase hacia los pies de los ocupantes. Entonces, las ventanas se oscurecieron para que no se viera el exterior, pero Kare supuso que conocía el motivo, un motivo, por cierto, muy inteligente. La idea de ese cambio de orientación y giro no tenía otra misión que mantener la sensación interna de gravedad aproximadamente constante para los pasajeros y los cargamentos dentro de las cabinas. Cuando habían llegado a una velocidad “de crucero” y no iban a acelerar más, la cabina giraba hasta ponerse en posición perpendicular al eje del ascensor y giraba respecto a ese eje, para que se sintiera aún una sensación de peso casi idéntica a la de la gravedad normal. Y se mantendría así hasta que se requiriese un frenado de la cabina, momento en el cual volvería a girar para colocarse “cabeza abajo” respecto de la Tierra, para que la deceleración hiciese que se tuviera de nuevo una sensación de peso constante. Así debían funcionar más o menos todos los sistemas en los que se había desplazado hasta entonces en aquella época, en los que no había notado ninguna aceleración apreciable, desde los ascensores convencionales hasta las lanzaderas en el sistema de transporte de la ciudad que él identificaba como pasillo de transporte, aunque en mucha menor medida. Y sus sospechas se confirmaron en el momento que comenzaron a decelerar, porque las ventanas volvieron a hacerse transparentes y observó que la Tierra estaba ahora encima de sus cabezas. Si los ventanales no hubieran sido transparentes en ningún momento, no habría notado nada de velocidad ni de aceleración durante el trayecto a la órbita. Solo parecería una espera en un cuarto aparentemente inmóvil hasta que hubiesen estado cerca de su destino. Pero, de aquella manera, la espera no se hacía tediosa y el paisaje a través de los ventanales era impresionantemente bello, por lo menos para él, que no estaba acostumbrado a este tipo de viajes.

  Pero, al llegar al destino, inevitablemente tuvieron que parar y comenzó a sentirse ingrávido, lo que le produjo dos efectos algo contradictorios: En primer lugar, al no sentir el peso, los dolores que sentía por la paliza fueron disminuyendo un poco, pero la contrapartida fue que, al no haber gravedad, comenzó a marearse fuertemente. Giró la cabeza hacia sus pies y cerró los ojos, intentando evitar las náuseas. En ese momento, Niilja se acercó hasta él y, al ver que había inclinado la cabeza hacia “abajo”, lo cogió bruscamente por la barbilla, obligándolo a que la mirara a la cara. Aquello fue lo peor que podía haber hecho, porque Kare no pudo soportar el cambio brusco en la posición de su cabeza y la vomitó en el pecho, sobre el generoso escote que lucía. Entonces ella, con una cara de asco tremenda, reaccionó instintivamente y le soltó una bofetada muy fuerte y dolorosa, pero aquello tampoco había sido una buena idea porque, al no estar sujeta a ninguna parte y no haber gravedad, la acción de su mano contra la cara de Kare hizo que sufriera una reacción de igual magnitud y sentido contrario que la hizo girar violentamente y sin control hasta llegar a la pared más cercana en la dirección de su movimiento, y experimentó algo que también ocurre donde no existe gravedad. La masa inercial coincide con la masa gravitatoria, pero en órbita, no hay efectos gravitatorios sobre esa masa, aunque los efectos inerciales se conservan íntegramente y el golpe que se dio contra la pared debió ser bastante doloroso. Si Kare hubiera estado en una situación normal, hasta se habría podido reír pero, en un momento tan penoso, la risa era lo último que le apetecía. Niilja consiguió controlar su posición y movimientos en el espacio con la cara roja de ira y, antes de que pudiese reaccionar, se aproximaron a ella unos pequeños robots de limpieza (éstos sí que lo eran) que intentaban quitar las manchas de vómito sobre su pecho. Pero, al verse acosada por los robots, intentó quitárselos violentamente de encima, con bastante dificultad. Y cuando lo logró, que no fue antes de que hubiesen terminado, se acercó a Kare de nuevo, esta vez con precaución. Entonces, con cara de odio intenso, lo agarró fuerte por los hombros.

–¡Mira lo que has hecho, hijo de puta! –dijo con voz torva.

  Y, sin pensárselo dos veces, le dio un rodillazo en los testículos que terminó de doblarlo.

 

  El pequeño grupo salió de la cabina y esperó en una antesala a que les dieran permiso para continuar. Kare comenzó a sentir frío, pero a la vez estaba sudando. Supo que le estaba empezando a dar fiebre por el maltrato recibido. Unos segundos después, apareció una mujer con cara de pocos amigos. Tenía una estatura enorme, cerca de los dos metros, aunque sus medidas eran proporcionadas, y exhibía rasgos asiáticos, con los pómulos altos y los ojos rasgados. Por la belleza física que poseía, Kare dio por supuesto que debía ser una Aspirante.

–¿Quién demonios sois vosotros para alterar el orden de los transportes del ascensor? –dijo la mujer, dirigiéndose a Niilja.

–Llevamos un prisionero a Lïmpa para ser interrogado por los Elegidos. Tenemos prioridad absoluta.

–Y, ¿quién ha establecido esa prioridad? ¿Por qué no se me ha comunicado?

–Ése no es mi problema –dijo Niilja con suficiencia–. Estoy autorizada y no tengo que darte explicaciones.

  La mujer decidió que no merecía la pena continuar con la discusión y se acercó a Kare para ver a quién le habían traído. Lo observó de cerca y puso mala cara al ver el estado penoso en el que estaba.

–¿Y esto? Este hombre está muy mal. Es intolerable que venga en este estado. ¿Qué habéis hecho con él?

–Ya te he dicho que es un prisionero y que no tengo que darte ningún tipo de explicaciones. Nuestros métodos son solo asunto nuestro.

–Todo lo que entre y salga de esta estación es asunto mío. Tal vez no tenga derecho a explicaciones por tu parte, pero haré un informe detallado de este tema. Y mientras esté aquí, la jurisdicción sobre este hombre pasa a ser mía.

  Niilja intentó replicar pero la mujer se puso delante de ella y su corpulencia y su mirada la intimidaron de tal manera que no se atrevió a continuar. Los guardianes tampoco se atrevieron a mover un solo músculo, ni a favor ni en contra de ninguna de las dos contendientes.

–Vamos –dijo la mujer grande, dirigiéndose a Kare y cogiéndolo delicadamente por un brazo–, acompáñame.

  Kare se dejó llevar y, cuando estaban a punto de salir de la sala, escucharon la voz enfurecida de Niilja.

–Yo también haré un informe de esta actitud inaceptable. Veremos quién tiene más influencia. Vas a acabar en un puesto de rango veinte después de esto.

  Cuando salieron, tomaron un pasillo largo y avanzaron flotando con extremo cuidado. Kare no sabía si era una delicadeza de aquella mujer o que no les convenía embalarse en gravedad cero para no sufrir los efectos de la masa inercial, de la misma manera que los había sufrido Niilja anteriormente. Entraron en un habitáculo reducido y la mujer ayudó a Kare a sujetarse a una de las paredes. Luego fue observándole la cabeza, llena de heridas e hinchazones y después agarró los bajos de la túnica.

–No te asustes –le dijo suavemente–, tengo que quitarte la ropa para ver el resto de las heridas.

  Tiró de la túnica hacia la cabeza y él quedó desnudo. Al hacerlo, se le enganchó la ropa en la sangre coagulada de alguna de las heridas sangrantes, que se había pegado, y él puso un rictus de dolor, pero sin decir nada.

–Perdona –dijo ella–, no me di cuenta. Tendré más cuidado.

  Si él hubiese sido capaz, habría sonreído agradecido, pero la hinchazón de los labios habría hecho que las heridas en la boca se hubieran vuelto a abrir dolorosamente. Luego, ella le quitó el calzado, que habría sido un grave problema para él si lo hubiera tenido que hacer por sí mismo. Después, le dio la vuelta, fácilmente en ausencia de peso, y lo observó por todos los lados. Y, cuando volvieron a quedar frente a frente, ella puso un gesto de extrañeza.

–¿Qué coño está pasando aquí? Aunque estás machacado no detecto dolor en tus patrones mentales.

  Kare se dio cuenta de que eso se debía a que tenía el aparato que le había proporcionado Lashkii y que todavía no sabía cómo usar correctamente. Intentó desactivarlo como mejor se le ocurrió, pero suponía que era demasiado tarde. Aquella mujer ya debía haber descubierto que él llevaba algo que distorsionaba la lectura de la mente.

–¡Ah, ya veo!  –dijo ella, confirmando las sospechas–. Llevas un inhibidor… No te preocupes, no te voy a delatar. No me importan los motivos por los que te llevan a Lïmpa, pero nadie se merece este trato inhumano.

–Te agradezco las atenciones que estás teniendo conmigo –dijo Kare con un hilo de voz.

–Todavía no he hecho nada por ti. Dime, ¿cómo te llamas?

–Kare, Kare Osjin.

–Me gustaría decirte que estoy encantada, Kare, pero en estas circunstancias no puedo estarlo. Yo me llamo Issanka Krott. Voy a curarte esta masacre que han hecho contigo, pero antes deberías entrar en la cámara de desinfección.

  Salieron del cuarto en el que estaban y fueron hasta otra cámara en la que recibió la acostumbrada radiación. Aquello ya fue por sí solo muy agradable, aliviándo ligeramente el sufrimiento que estaba padeciendo. Regresaron al cuarto en el que Issanka lo había examinado y buscó un extraño aparato que fue pasando a escasa distancia del maltrecho cuerpo del hombre. Mientras iba cubriendo la superficie, él fue notando increíblemente que los dolores desaparecían. Aquello era maravilloso, parecía magia, pero debía ser otra de las maravillas del 24.

–Te estoy infinitamente agradecido, Issanka –dijo cuando ella terminó–. No me conoces de nada y me has aliviado el sufrimiento, enfrentándote además a Niilja. Espero que no te cause ningún problema.

  Ella dibujó en el rostro una sonrisa encantadora y negó levemente con la cabeza.

–No te preocupes, todos los cuervos son iguales, se creen que tienen derecho a hacer lo que les venga en gana, pero en este puesto estoy inmunizada contra ellos.

–¿Los cuervos? –preguntó Kare.

–No es su nombre, claro, pero todo el mundo los llama así. Pero…, eso ya deberías saberlo. ¿De dónde te han sacado?

–Es una historia muy larga y complicada, que tampoco creerías de todas formas. ¿Me harías otro favor?

–Dime qué necesitas y veré si puedo hacerlo –dijo ella con cierto recelo.

–¿Me podrías devolver la ropa? Estoy incómodo así, aunque en los últimos tiempos me veo en esta situación demasiado a menudo.

–Me temo que no porque, de todas formas, al coger el transbordador a Lïmpa no puedes llevarla. Pero no te preocupes, te pondré una tira de ropa.

  Buscó en un estante y se la colocó sobre la piel. Pero no sucedió nada. Ella lo miró con el ceño fruncido, como si no comprendiese.

–¿Qué pasa aquí? –dijo ella muy extrañada–. La tira no funciona, ¿de dónde sales? ¿No tienes conexión? ¿Eres un bastardo?

–Realmente no, pero se puede decir que es a lo que más me acerco. Por lo menos, me capturaron cuando estaba en un poblado de ellos.

–Pero estas ropas… Son de Elegido. ¿Cómo las conseguiste?

–Ya te dije que mi historia es muy complicada. Las ropas me las prestaron dos amigas Aspirantes y, cuando perdí mi conexión, era la única cosa que tenía para ponerme.

–¡Vaya! Pues sí que es una historia extraña…

–Pues solo te he contado una mínima parte. Lamentablemente, no te puedo contar a fondo el asunto completo.

–De acuerdo, no te voy a obligar, pero tienes que seguir desnudo hasta que decidan en Lïmpa qué hacer contigo.

–Y, ¿cuánto tiempo  tiene que ser eso? –preguntó Kare desolado.

–Tenemos que esperar a que las órbitas de la Estación y la Luna estén en la posición adecuada para que pueda salir el transbordador. Lo estarán en unas dos horas… Lo único que puedo hacer por ti es que te quedes aquí hasta entonces, pero durante el viaje ya no podrás usar la ropa. Lo siento.

–Pero, ¿no me la puedo poner mientras esperamos?

–¡Ni hablar! Esa ropa apesta –su expresión se volvió pícara–. Y, además, eres muy atractivo y me gusta verte así…

–Pero, ¿qué os pasa a todas? ¿No se suponía que tendríais que ser homosexuales?

–¡Bah!, eso es solo la teoría, casi nadie se toma las cosas con tanto puritanismo. ¿Qué pasa, has tenido una vida social intensa? ¿Te lo has pasado bien últimamente? –dijo, soltando una risotada.

–Yo no lo llamaría así, es solo que me he encontrado con chicas que les gusta hacerme pasar malos ratos.

–Y tú… ¿Sí eres socialmente correcto? –volvió a sonreír con malicia.

  Él no comprendió inmediatamente el concepto y se quedó un rato callado.

–¿Quieres decir que si soy homosexual? ¡No, no, ni hablar!

Ella volvió a reírse con ganas.

–Entonces, ¿qué problema tienes?

–¿Yo?... Pues ninguno, es solo que en el sitio del que vengo las cosas son bastante diferentes.

–Y, ¿de dónde vienes?, si puede saberse…

  Kare se sintió atrapado y decidió usar la misma estrategia que la última vez que se vio en esa situación.

–Si te dijera que vengo de una colonia de Ganimedes, ¿me creerías?

–De ninguna manera. El incidente de Ganimedes ya quedó muy atrás. Pero…, de verdad, ¿de dónde coño te han sacado? Se supone que tendrías que saber muchas cosas que aparentemente ignoras. No me cuadra nada respecto a ti.

–¿Qué es el incidente de Ganimedes? –ya tenía ganas de saber qué pasaba con aquella historia que nadie creía.

–¿En serio no lo sabes? –preguntó ella, mostrando incredulidad.

Él solo negó con la cabeza.

–La colonia de Ganimedes se rebeló hace unos doscientos años, quisieron independizarse y la cosa acabó muy mal. Los que no quisieron volver a la Tierra se quedaron allí sin suministros, por lo que se supone que debieron morir hace mucho…

  Se quedó un rato pensativa y luego abrió mucho los ojos.

–¿Es que lograron sobrevivir y realmente vienes de allí?

–No, no, tengo que reconocer que era una trola, pero pensé que sería más creíble que la verdad.

–¿Más creíble dices? No puedo creer que pretendas que tu historia sea más increíble que eso…

  Kare reflexionó que no era conveniente contarle su pasado a toda la gente que conocía, pero también le fastidiaba mentir a la gente que lo ayudaba por las buenas, y tampoco sabía qué mentira podría ser más fácil de creer en una sociedad de la que desconocía casi todo.

–Te advierto que no te lo vas a creer, luego no digas que no te he avisado. Vengo del pasado, del mundo de los Antiguos y quieren que les desvele el secreto del viaje en el tiempo.

  Issanka soltó una carcajada.

–¡Qué gracioso eres! ¡Guapo y gracioso! ¡Vaya imaginación! Pero no es justo que no me quieras contar la verdad.

Kare se quedó callado, muy serio, mirándola fijamente. La sonrisa de ella se congeló.

–No querrás hacerme creer esa bola, ¿no? –dijo, con la duda pintada en la cara.

–No es ninguna bola. Pero ya te dije que no me creerías.

  Ella se quedó un buen rato reflexionando, pero sacudió la cabeza, intentando sacarse la idea sobre la plausibilidad de lo que le estaba contando.

–Bueno, como quieras, no me lo cuentes. Ya me buscaré los medios para acabar enterándome. Yo tengo muchos informadores, ¿sabes?

  Kare se encogió de hombros y sonrió; sabía que, cualesquiera que fuesen sus informadores, solo podían suceder dos cosas: o bien no sabían nada, o lo que sabían era la pura verdad, pero no tenía mucha confianza en que sus contactos llegaran tan alto para eso. Luego, Issanka le dio algo de comer, porque desde que había empezado su captura no había probado bocado.

  El tiempo necesario para que la estación estuviese en el lugar adecuado para que saliera el transbordador a la Luna pasó bastante rápido para Kare. Issanka era una grata compañía y disfrutaron bastante hablando de naderías y tuvo que aguantar muchos ratos de indirectas por parte de ella con doble sentido, para ver la reacción de él. Era como si le estuviera tirando los tejos, de una manera divertida, aunque los dos sabían que aquello iba a quedar en nada.  Pero, al final, ella se puso seria y le indicó que no podían alargarlo más y que debían ir al transbordador para que él se enfrentase a su destino. Issanka le dijo que lo que más temía era tener que dejarlo otra vez en manos de Niilja, más que lo que pudieran decidir en Lïmpa.

–No te preocupes –dijo Kare, intentando calmarla–, tuve que sufrir a Niilja dos años que vivimos juntos. Ya estoy acostumbrado a ella, aunque tengo que reconocer que ahora tiene más poder para hacerme daño físico.

–¿Estuviste dos años con ella? –respondió Issanka extrañada–. ¿Cómo es eso?

–No tenemos tiempo para que te lo explique –y, tras una pausa estudiada–, y además no me ibas a creer…

  Los dos rieron la ocurrencia y, justo antes de franquear el paso a la sala donde esperaban Niilja y los matones, Issanka se paró y le puso las manos a Kare en los hombros.

–Que tengas mucha suerte, Kare. Espero volver a verte en buen estado. Si sales bien de ésta, ven a hacerme una visita –y lo besó en la cara.

–Te estoy inmensamente agradecido. Si pudiera compensarte en lo que fuera no lo dudaría, aunque fuera a costa de mi bienestar.

  Entonces, se abrió el acceso, donde vieron  que Niilja estaba casi morada del disgusto. Cuando vio que Kare llegaba sin marcas de maltrato y desnudo, lo miró de arriba abajo.

–Que sepas que esto también figurará en mi informe –le dijo a Issanka con rabia, pero ésta se encogió de hombros, mostrándole su indiferencia hacia lo que pudiese hacer.

They were taken separately from the village in those black vehicles, the size of vans. There must have been about a dozen of them there. In the one where Kare was prisoner, he was only accompanied by two of his captors, who flanked him in silence, still with their claws holding him tightly by the arms. He never knew where they were taking him or which way they were going, because there were no windows to show the outside. At first he assumed that they would not go too far and that they would take him somewhere within the city but, from the time they had been going, it seemed that they should go further. He then confirmed that his destination was much farther away when he felt his weight decrease considerably inside the vehicle. That meant they were circulating through a gravitunnel, so they could appear anywhere on the planet in the same time it would have taken them to reach any other, approximately three quarters of an hour. But that was irrelevant to him. Although he had gone through very painful situations in recent times, he now felt that he had definitely hit rock bottom. Kare felt terribly guilty for having involved Werimu in such a horrible thing. Her life had been very hard since she became pregnant with Ishvin, but now, because of him, she faced a much more uncertain future, surely worse than what had ever happened to her before. Kare kept wondering what they could do with her and also what would become of those poor children from now on: who would take care of them now?

Although it was difficult for him to be aware of the passage of time, approximately when he estimated that they should leave the gravitunnel, he began to feel the weight of his body restored again, which was not very comforting either, because the weight made the blows he had received hurt even more. A while later he noticed that the vehicle stopped and the entrance opened. He felt the heat hitting him, a moist and suffocating heat. They got out of the vehicle and the landscape around them revealed to Kare that they must be in a tropical area, very close to the coast. From the height of the sun in the sky, they must have traveled west, because it seemed earlier than in the place they had departed from. And what he saw next left him open-mouthed. It took him an enormous and painful effort to look up, but he forced himself to see where what he had in front of him ended. It started from a building and rose upwards without him being able to see the end. It was a space elevator! So they were going to take him off Earth, but he did not know where exactly. He was absolutely sure that this had to come from the 24th. What a pity that they had not taken him to that time, instead of that petty world into which he had ended!

Only two vehicles which assaulted the village had arrived there: the one that transported him and the one that carried Niilja, which was smaller but also black. That situation made Kare a little more uneasy because he did not know, nor where Werimu would be, nor what might be happening to her although, thinking about it, it was not too important that he knew or not, because he could not do anything to help her either.

At the entrance to the building that seemed to do the functions of the elevator terminal, there was a great activity. A queue of vehicles waited their turn to load their cargo, or their travelers to space. However, they did not have to wait; it seemed that the priority of that mission was absolute. He deduced that a car had to leave every few minutes and there were several of them going up and down at the same time, as if it were a Ferris wheel: the ascendants circulated on one side and those that went down, on the contrary. Kare was carried practically suspended in the air, with his feet dragging on the ground, since he did not even have the strength to lift them. Although, when they arrived, a bulky load in the next car that had to go up was in progress, someone decided that the priority was not that, and the robots that were in the middle of that operation, immediately emptied the large space of the car and let them go in. Kare thought it was very strange that they would give priority to someone as insignificant as him and wasted so much space to go up almost without a load. In that shift only Niilja went, the two bullies who did the functions of supports of his shattered body and what was left of him.

Before entering the elevator car he noted that it was roughly spherical in shape on the outside, but its interior was a conventional rectangular prism. It had large windows that would let to see the climb, which pleased him a little, even though he was not too in much of a mood to appreciate the landscape. As the car, huge but almost empty, was closed, with its lone four passengers attached to the walls, Kare saw that it was initially rising at a speed that seemed rather slow to him. He did not feel an increase in weight due to acceleration. Had it not had windows, he might not even realized they were moving. But little by little, the speed was visibly increasing. It was impressive that no vibration or acceleration of any kind was noticed, feeling exclusively the familiar weight due to gravity. But he realized that, as they moved away from the Earth's surface, he should begin to notice a reduction in the weight he perceived. The only explanation Kare found was that they were gradually accelerating so that at all times the weight was approximately the same. But, when they reached a certain height, he noticed visually that the car began to rotate progressively, facing downwards and that it also rotated laterally, so that the centrifugal force always acted towards the feet of the passengers. Then the windows darkened so that the outside would not be seen, but Kare assumed that he knew the reason, a very clever reason indeed. The idea of that change of orientation and rotation had no other mission than to keep the internal feeling of gravity roughly constant for passengers and cargo inside the elevator cars. When they reached a ‘cruising’ speed and were not going to accelerate any further, the car rotated until it was perpendicular to the axis of the elevator and rotated with respect to that axis, so that a feeling of weight almost identical to that of normal gravity could still be felt. And it would remain so until a braking of the car was required, at which point it would turn again to be placed ‘upside down’ with respect to the Earth, so that the deceleration would once again produce a feeling of constant weight. This is how all the systems in which he had been traveling until then at that era might work, in which he had not noticed any appreciable acceleration, from conventional elevators to shuttles in the city transport system that he called ‘transport corridor’, although to a much lesser extent. And his suspicions were confirmed the moment they began to decelerate, because the windows became transparent again and he observed that the Earth was now overhead. If the windows had not been transparent at any time, he would not have noticed any speed or acceleration on the way to orbit. It would only seem like a wait in a seemingly motionless room until they had been close to their destination. But, in this way, the wait was not tedious and the landscape through the windows was impressively beautiful, at least for him, who was not used to this kind of trip.

But when they arrived at the destination, they inevitably had to stop and Kare began to feel weightless, which had two somewhat contradictory effects: First, by not feeling his weight, the pain he felt from the beating gradually eased, but the counterpart was that, since there was no gravity, he began to get very dizzy. He turned his head to his feet and closed his eyes trying to avoid nausea. At that moment Niilja approached him and, seeing that he had tilted his head ‘down’, she grabbed him sharply by his chin, forcing him to look at her face. That was the worst thing she could have done, because Kare could not withstand the sudden change in the position of his head and vomited on her chest, over the plunging neckline she wore. Then she, pulling a face of repugnance, reacted instinctively and gave him a very strong and painful slap, but that was not a great idea either because, as she was not attached anywhere and without gravity, the action of her hand against Kare's face caused in her a reaction of equal magnitude and opposite direction that made her spin violently and without control until she reached the nearest wall in the direction of her movement, and experienced something that also happens where there is no gravity. The inertial mass matches with the gravitational mass, but in orbit, there are no gravitational effects on that mass, although the inertial effects are fully preserved and the hit against the wall must have been quite painful. If Kare had been in a normal situation, he might have even laughed but, in such a painful moment, laughter was the last thing he wanted. Niilja managed to control her position and movements in space, incandescent with rage, and before she could react, she was approached by small cleaning robots (these really were) that tried to remove the vomit stains on her chest. But, finding herself harassed by the robots, she tried to violently shake them off, with quite difficulty. And when she succeeded, which was not before they were done, she approached Kare again, this time with caution. Then, with a face of intense hatred, she grabbed him tightly by his shoulders.

“Look what you've done, son of a bitch!” She said with a baleful voice.

And, without a second thought, she kneed him in the testicles that made him bend.

The small group left the elevator car and waited in an anteroom for permission to continue. Kare began to feel cold, but at the same time he was sweating. He knew that he was starting to get a fever due to the mistreatment he received. A few seconds later a woman with a grim face appeared. She had an enormous height, close to two meters, although her measurements were proportionate, and exhibited Asian features, with high cheekbones and slanted eyes. Because of the physical beauty she possessed, Kare assumed that she must be an Aspirant.

“Who the hell are you to alter the order of the elevator transports?” The woman said, addressing Niilja.
“We’re taking a prisoner to Lïmpa to be questioned by the Chosen Ones. We have absolute priority.”
“And who has set that priority? Why haven't I been told?”
“That's not my problem” Niilja said smugly. “I’m authorized and I don’t have to give you any explanations.”

The woman decided there was no point in continuing the argument and went over to Kare to see who had been brought to her. She watched him closely and pulled her face seeing the sorry state he was in.

“What’s this? This man is in a very bad condition. It’s intolerable for him to come in this state. What have you done with him?”
“I’ve already told you that he’s a prisoner and that I don’t have to give you any explanations. Our methods are our business.”
“Everything that comes in and out of this station is my business. I may not be entitled to receive explanations from you, but I’ll make a detailed report on this subject. And as long as he’s here, the jurisdiction over this man becomes mine.”

Niilja tried to reply, but the woman stepped in front of her and her corpulence and gaze intimidated Niilja in such a way that she did not dare to continue. The guardians also did not dare to move a single muscle, neither for nor against either of the two contenders. 

“Let’s go.” Said the big woman, addressing Kare and gently grabbing him by the arm. “Come with me.”

Kare got carried away, and as they were about to leave the room, they heard Niilja's enraged voice.

“I will also make a report of this unacceptable attitude. We'll see who has the most influence. You're going to end up in a rank twenty position after this.”



When they went out, they took a long corridor and floated forward with extreme care. Kare did not know if it was a gentleness of that woman or that it was not convenient for them to pick up speed in zero gravity so as not to suffer the effects of the inertial mass, in the same way that Niilja had suffered them previously. They entered a cramped room and the woman helped Kare hold on to one of the walls. Then she checked his head, full of wounds and swellings and then grabbed the underside of the tunic.

“Don't be scared." She said softly. “I have to take off your clothes to see the rest of the wounds.”

She pulled the tunic over his head and he was naked. In doing so, his clothes caught on the clotted blood from one of the bleeding wounds, which had glued, and he winced but said nothing.

“Sorry." She said. “I didn't realize. I’ll be more careful.”

Had he been able, he would have smiled gratefully, but the swelling of his lips would have caused the wounds in his mouth to reopen painfully. She then took off his sandals, which would have been a serious problem for him if he had to do it by himself. Then she turned him around, easily in the absence of weight, and watched him from all sides. And when they were face to face again, she made a gesture of surprise.

“What the hell’s going on here? Although you’re crushed I don’t detect pain in your mental patterns.”

Kare realized that was because he had the device that Lashkii had given him and that he still did not know how to use correctly. He tried to turn it off as best he could, but guessed it was too late. That woman must have already discovered that he was carrying something that distorted the reading of the mind.

“Oh, I see!” She said, confirming his suspicions. “You carry an inhibitor... Don't worry, I'm not going to give you away. I don't care why you’re taken to Lïmpa, but no one deserves this inhumane treatment.”
“I thank you for the attention you’re giving me.” Kare said in a whisper.
“I haven't done anything for you yet. Tell me, what's your name?”
“Kare, Kare Osjin.”
“I’d like to tell you that I’m pleased to meet you, Kare, but in these circumstances I can’t be. My name’s Issanka Krott. I'm going to cure you of this massacre they've done with you, but first you should go into the disinfection chamber.”

They left the room they were in and went to another chamber where he received the usual radiation. That was already very pleasant on its own, slightly relieving the suffering he was enduring. They returned to the room where Issanka had examined him and she looked for a strange device that passed a short distance from the man's battered body. As she covered the surface, he noticed incredibly that the pains disappeared. That was wonderful, it seemed like magic, but it must be another of the wonders of the 24th.

“I'm infinitely grateful to you, Issanka.” He said when she finished. “You don't know me at all and you’ve relieved my suffering, also facing Niilja. I hope it doesn't cause you any trouble.”

She put a charming smile on her face and shook her head slightly.

“Don't worry, all the ravens are the same, they believe they have the right to do whatever they want, but in this position I’m immune against them.”
“The ravens?" Kare asked.
“It isn’t their name, of course, but everyone calls them that. But..., you should already know that. Where did they get you from?”
“It's a very long and complicated story, which you wouldn't believe anyway. Would you please do me another favor?”
“Tell me what you need and I'll see if I can do it.“ She said suspiciously.
“Could you give me back my clothes? I feel ill at ease this way, although lately I find myself in this situation too often.”
“I'm afraid not because, anyway, when you take the shuttle to Lïmpa you can't wear it. But don't worry, I'll put a clothing strip on you.”

Issanka looked for a strip in a shelf and placed it on his skin. But nothing happened. She looked at Kare with a frown, as if she did not understand.

“What's going on here?” She said very surprised. “The strip doesn’t work, where do you come from? Don’t you have a link? Are you a Bastard?”
“Not really, but you can say that's what I’m closest to. At least, they captured me when I was in a Bastards' village.”
“But these clothes... They’re like the garments the Chosen Ones use. How did you get them?”
“I already told you that my story’s very complicated. The clothes were lent to me by two Aspirant friends and, when I lost my link, it was the only thing I had to wear.”
“Wow! Yeah, it's a weird story...”
“Well, I've only told you a small part. Unfortunately, I can't tell you the whole thing in depth.”
“Okay, I'm not going to force you, but you have to stay naked until they decide in Lïmpa what to do with you.”
“And how long does that have to be?” Kare asked sadly.
“We have to wait until the orbits of the Station and the Moon are in the right position so that the shuttle can leave. They’ll be in about two hours... The only thing I can do for you for you is that you stay here until then, but during the trip you’ll no longer be able to wear the clothes. I’m sorry.”
“But can't I put them on while we wait?”
“No way! Those clothes stink!” Her expression turned mischievous. “And besides, you're very attractive and I like to see you like this...”
“What happens to all of you? Weren't you supposed to be homosexual?”
“Bah! That's just the theory, hardly anyone takes things with so much puritanism. What's the matter, have you had an intense social life? Did you have a good time lately?” She said, letting out a laugh.
“I wouldn't tell it that way, it's just that I've met girls who like to give me a hard time.”
“And you... Are you socially correct?" Issanka smiled mischievously again.

Kare did not immediately grasp the concept and was silent for a while.

“Do you mean if I'm homosexual? No, no, no way!”

She laughed heartily again.

“So what’s your problem?”
“Me...? Well, none, it's just that where I come from things are quite different.”
“And where do you come from? If I may ask...”

Kare felt trapped and decided to use the same strategy as the last time he was in that situation.

“If I told you that I come from a colony in Ganymede, would you believe me?”
“No way. The Ganymede incident is long gone. But..., really, where the hell did they get you from? You're supposed to know a lot of things that you seemingly ignore. Nothing makes sense to me about you.”
“What’s the Ganymede incident?” He wanted to know what was going on with that story that nobody believed.
“You seriously don't know?” She asked, showing disbelief.

Kare just shook his head.

“The colony of Ganymede rebelled about two hundred years ago, they wanted to become independent and things ended very badly. Those who didn’t want to return to Earth were left there without supplies, so they’re supposed to have died long ago...”

Issanka thought for a while, and then opened her eyes wide.

“Did they manage to survive and you really come from there?”
“No, no, I have to admit that it was a fib, but I thought it’d be more credible than the truth.”
“More credible you say? I can't believe you claim that your story can be more incredible than that...”

Kare reflected that it was not advisable to tell his past to all the people he knew, but it also annoyed him lying to the people who helped him willingly, and he also did not know what lie could be easier to believe in a society of which he knew almost nothing about.

“I warn you that you won’t believe it, then don’t say that I haven’t warned you. I come from the past, from the world of the Ancients and they want me to reveal the secret of time travel.”

Issanka let out a laugh.

“How funny you are! Handsome and funny! What an imagination! But it isn’t fair that you don't want to tell me the truth.”

He was quiet, very serious, staring at her. Her smile froze.

“You don't want to make me believe that whopper, do you?” She said with a hesitant gaze.
“It isn’t a whopper. But I already told you that you wouldn’t believe me.”

Issanka reflected for a while, but shook her head, trying to dismiss the idea about the plausibility of what Kare was telling her.

“Well, whatever you want, don't tell me. I’ll figure out the means to end up finding out. I’ve got a lot of informers, you know?”

Kare shrugged and smiled; He knew that, whoever her informants were, only two things could happen: either they did not know anything, or what they knew was the plain truth, but he did not have much confidence that her connections would reach so high for that. Then Issanka gave him something to eat, because since his capture he had not eaten anything.



The time it took the station to be in the right place for the shuttle to go to the Moon passed pretty quickly for Kare. Issanka was a pleasant company and they enjoyed talking about trivialities and he had to put up with many innuendos by her with double meaning, to see his reaction. It was as if she was flirting with him, in a funny way, although the two knew that it would come to nothing. But, in the end, she got serious and told him that they could not delay it any longer and that they should go to the shuttle so that he would face his fate. Issanka told him that what she feared the most was having to leave him back in Niilja's hands, more than what they could decide in Lïmpa.

“Don't worry,” Kare said, trying to calm her down, “I had to put up with Niilja for two years that we lived together. I'm already used to her, although I have to admit that she now has more power to hurt me physically.”
“Were you with her for two years?” Issanka replied in surprise. “How's that?”
“We don't have time for me to explain it to you.” And, after a studied pause. “And besides you weren't going to believe me...”

The two laughed at the quip, and just before making their way to the room where Niilja and the thugs were waiting, Issanka stopped and put her hands on Kare’s shoulders.

“Good luck, Kare. I hope to see you again in good condition. If you come out of it well, come pay me a visit.” And she kissed him on the face.
“I’m immensely grateful to you. If I could compensate you in any way I wouldn’t hesitate, even if it was at the expense of my well-being.”

Then the entrance was opened, where they saw that Niilja was embittered. When she saw that Kare arrived without marks of abuse and naked, she looked him up and down.

“For your information, this will also be included in my report.” Niilja told angrily, but Issanka shrugged, showing her indifference to what she could do.