Capítulo 23Chapter 23

  Desde entonces, todo fue distinto para Kare. La visión de la cruda realidad lo hizo obsesionarse con el estado lamentable del poblado. Se dedicó a la limpieza de basuras, a perseguir ratas e intentar tenderles trampas, pero aquellos animales tenían una inteligencia superior a la suya; siempre conseguían burlar aquellas torpes intentonas de capturarlas y parecían mofarse de sus esfuerzos. También se obsesionó en perseguir a los niños, que a su vez querían jugar a sus acostumbradas persecuciones de los supuestos robots limpiadores. Estaba desquiciado por lo que les pudiera pasar a aquellos traviesos si las ratas les hacían frente. Hasta que un día Werimu fue a donde él se afanaba en la limpieza de un foco especialmente infecto de basuras.

–¿Me quieres decir qué te pasa en los últimos días? –preguntó ella con la cara muy seria.

–Esto hay que adecentarlo. No podemos continuar de este modo.

–¿Adecentarlo? ¿Qué dices?

–No puedo darte más detalles, pero no puedes darte cuenta de lo que pasa. Y es mejor para ti que no lo veas como yo.

–No entiendo qué te ocurre, pero no puedes seguir así. Te pasas todo el día llevando piedras de un lado a otro para nada; y los niños echan de menos al tipo encantador que los hacía reír y aprender cosas nuevas.

–No son… –se interrumpió. Iba a decir que no eran piedras, pero prefirió que ella no supiese que aquello era un maldito vertedero–. No importa. Supongo que tienes razón y que tengo que dosificarme. Vale, dedicaré todos los días un rato a los niños y a ti, pero tengo muchas otras cosas que hacer.

  Werimu sonrió, pero fue aquella sonrisa triste que siempre había vestido hasta que él llegó allí. Kare se dio cuenta de que ella debía estar pensando que él estaba perdiendo la razón. Y tal vez fuera así, pero sentía que tenía que hacer lo posible para que aquel sitio se fuera convirtiendo en un lugar mínimamente decente antes de averiguar el modo de despertar a sus habitantes a la realidad. Aquello era auténticamente una tarea propia de titanes.

  Por eso, tuvo que hacer una planificación de sus actividades para intentar cubrir todos los frentes. Se levantaría muy pronto, lucharía contra la mugre más escandalosa, luego se iría a dar un baño y después dedicaría tiempo a los niños.

  Una mañana, cuando había terminado su sesión con los pequeños y les habían dado rienda suelta para que se esparciesen un poco, mientras hablaba con Werimu, vio a lo lejos a Moerig venir en su dirección, y no estaba solo. Venía acompañado de dos mujeres cogidas de la mano y mirando a todas partes con cara de miedo, sintiendo las miradas penetrantes y evaluadoras de los hombres de la colonia. No le costó ningún esfuerzo distinguirlas, porque eran inconfundibles allá donde fueran; una mujer rubia y una de color, increíblemente hermosas, y que claramente tenían que ser Aspirantes: Kalima y Siluna. Y, cuando ellas reconocieron a Kare, echaron a correr hacia él. Se le abrazaron las dos a la vez con fuerza, mientras Kare observaba la cara de Werimu, frente a él, que sonreía ante la presunta suerte que tenía aquel Casanova. Él las notó bastante asustadas y propuso que fuesen hacia su refugio para que las mujeres se sintieran a salvo de las miradas de aquella población llena de curiosidad. Una vez allí, cerró la puerta y ellas volvieron a abrazarse a él, como si algo grave hubiera sucedido.

–¿Cómo habéis averiguado dónde encontrarme?

–Ese chico, Moerig, fue el que nos proporcionó todo para preparar la fiesta en la que estuviste –explicó Kalima–. Nos dijo que había conocido a un hombre que llevaba parte de la ropa que él nos consiguió,  y pensamos que solo podías ser tú. Entonces, le pedimos que nos trajese y, aunque al principio no quería, al final logramos convencerlo.

–Y bueno, chicas, ¿qué os trae por aquí? –preguntó él.

–Estábamos muy asustadas cuando desapareciste –comenzó Kalima.

–Nos extrañó mucho que ni tú ni Kanja dierais señales de vida después de aquella fiesta, y fuimos a preguntarle a ella, pero no quiso abrirnos la entrada –continuó Siluna.

–¿Le ha pasado algo a Kanja? –preguntó él, súbitamente preocupado.

–Realmente no –respondió Siluna–, pero está irreconocible. No quiere salir de casa, no quiere hablar con nadie, y tiene un aspecto preocupante.

–Está siempre despeinada, parece que no se asea y tiene unas ojeras que nunca había visto en ella –completó Kalima.

–¿Y no os ha dicho el motivo de su estado?

–No hemos podido sacarle mucha información, porque siempre intenta que nos vayamos y la dejemos sola. Pero estamos seguras que tú tienes que ser la causa: todo esto ha pasado desde que desapareciste.

  Kare reflexionó sobre esta aseveración de Kalima. Sabía que él era la causa en general, pero no estaba seguro de si estaba con ese bajón por su ausencia o, más bien, por el motivo por el que ella lo había echado de su lado.

–Pero tú… –preguntó Siluna, visiblemente preocupada–, ¿estás bien? ¿Cómo has venido a parar a este horrible lugar?

–Bueno, no se está tan mal ahora –respondió, encogiéndose de hombros–. Yo vengo de un sitio muy diferente de lo que conocéis y soy capaz de adaptarme a muchas cosas que tal vez vosotras consideraríais inaceptables.

–Pero lo que no entendemos es que, si estabas bien con Kanja, ¿por qué te fuiste de allí?

  Kare dudó de la cantidad de información que era recomendable darles a las dos mujeres, pero decidió que no tenía nada que ocultarles, salvo lo obvio.

–Yo no me fui, Kanja me echó.

–No puede ser verdad –dijo Kalima muy segura–. De Kanja no me lo creo.

–Puedes preguntárselo a ella… Si es que quiere contártelo.

–Pero, ¿por qué? –preguntó Siluna–. ¿le hiciste algo malo?

–No... No lo sé… Es complicado de entender, pero supongo que tendría sus motivos, aunque yo tampoco los entienda muy bien. Si hice algo incorrecto no fue a propósito, pero ahora eso no importa. Lo pasado, pasado está.

  Una mirada veloz se cruzó entre las dos mujeres. Kare se dio cuenta de que se entendían con solo mirarse.

–Vente a vivir con nosotras –propuso Kalima–. Por lo menos una temporada, hasta que encuentres algo mejor, pero no podemos dejarte en este sitio.

–Sí, por favor –insistió Siluna, cogiéndolo de la mano–, estaríamos muy contentas de que te quedases con nosotras.

–Y nos contarás esas historias tan maravillosas que sabes, y muchas más cosas –Kalima l cogió de la otra mano–. Ya verás qué bien lo vamos a pasar.

–Os lo agradezco mucho, chicas, pero no puedo quedarme con vosotras.

–¿Por qué? –dijeron a coro, poniendo la cara de dos niñas a las que se niega cualquier capricho.

–Nos portaremos bien –aseguró Siluna, dando un tirón de su mano–, iremos vestidas en casa, no nos desnudaremos cuando estés delante… Y no nos burlaremos de ti.

–No es por eso –explicó él–. Hay muchos motivos por los que no debo hacerlo, aunque sea muy tentador estar con vosotras. Tal vez ése sea precisamente el primer motivo: sois muy hermosas para que yo pueda estar cómodo viviendo juntos. En segundo lugar, no le podría hacer eso a Kanja, no estaría  bien…

–Pero ella fue la que te echó –Interrumpió Siluna–, le estaría bien empleado que te viese con nosotras y se pusiera verde de envidia. Se lo tiene merecido.

–No es eso, no quiero vengarme de ella. Es una situación demasiado complicada para que la entendáis en una explicación de unos minutos.

–¡Por eso! –dijo Kalima con una gran excitación– Si te vienes con nosotras, tendrás todo el tiempo que quieras para explicárnoslo.

  Kare sonrió ante la aparente candidez de las muchachas.

–Buen intento, pero no cuela –respondió–. Veréis, preciosas, os agradezco mucho lo que me estáis proponiendo, pero cada uno estamos en el lugar que tenemos que estar, por un motivo u otro. Tenéis que volver a vuestro lugar y no os preocupéis por mí. Me irá bien.

  Las cogió por la cintura y las besó en la cabeza.

–Pero Kanja… –dijo Siluna–, aunque te haya hecho daño, está tan triste… No sabemos cómo hacer para consolarla.

  Desde luego, aunque encantadoras, eran unas magníficas manipuladoras; eran capaces de ofrecer la venganza como argumento y unos segundos después aferrarse a la compasión de él, sin dejar ningún tipo de transición entre las dos.

–Bueno –concedió él–, tal vez me pase por allí algún día de éstos para ver si desea hablar conmigo, pero no os puedo asegurar que sea eso lo que ella necesita.

  Realmente era su plan inicial desde que llegó a la colonia de los bastardos, lo que pasaba era que no pensaba que esa fase se fuera a prolongar tanto y tampoco habría llegado nunca a creer que consideraría la posibilidad de abandonar todo, su mundo real, a Kanja, y todo lo que había apreciado antes, para quedarse en ese infecto lugar.

  Las abrazó para despedirse de ellas y repentinamente, una tras otra, lo cogieron con las dos manos de los lados de la cara y lo besaron en los labios. Luego salieron, dejando una extraña sensación en la confundida mente de Kare.

  Las acompañó hasta la casa de Moerig, que se encargaría de volver con ellas hasta un lugar donde pudiesen sentirse seguras y a salvo, y se quedó observándolas hasta que se perdieron de su vista entre los arbolillos de la entrada del poblado. Se quedó un rato reflexionando. Le preocupaba lo que le habían contado de Kanja y se empezó a arrepentir de no haberlas acompañado de vuelta y haber intentado solucionar algo. Pero tampoco tenía que precipitarse, todavía quedaban muchas cosas que hacer en el poblado. Y entonces, una mala sensación acudió a su mente. No sabía por qué, pero comenzó a sentir que, si ellas habían llegado hasta allí, la localización de su escondrijo podría verse descubierta. Estaba casi seguro de que se relacionaría la salida de las dos Aspirantes para llegar a ese poblado de bastardos con la pista de él. Se empezó a poner muy nervioso y volvió corriendo a su refugio para planificar sus próximos movimientos.

  Se metió en el cuartucho y pensó que tenía que marcharse cuanto antes de allí, olía el peligro. Le daba una pena enorme dejar aquel lugar sin despedirse de Werimu y de los niños, pero tuvo la clara sensación de que no se podía permitir ninguna demora. No tenía ni idea de dónde podía ir, pero estaba claro que allí no podía quedarse más.

  Revisó visualmente lo que lo rodeaba y se dio cuenta de que no había llevado nada allí, salvo la túnica, las sandalias que llevaba puestas y un montón de papeles que ya no tenía. Ahora solo le quedaba la otra túnica que le había proporcionado Moerig y la falsa demostración de la imposibilidad de viajar en el tiempo. Así que no necesitaba recoger ningún equipaje, salvo la túnica de repuesto. Y, en ese momento, cuando iba a salir precipitadamente, vio que en la puerta había una silueta recortada a contraluz. La reconoció enseguida: iba vestida de negro, con ropa, o simulación, muy ceñida y acentuando su figura, ya sensual de por sí.

–¿Qué haces tú aquí? –preguntó Kare.

  Pensó que sería una solemne tontería preguntar cómo lo había localizado. Por lo visto, en los últimos tiempos su pista se había vuelto muy fácil de seguir.

–¿Tienes prisa? ¿Ibas a algún sitio? –contestó la mujer.

–¿Qué coño quieres de mí, Niilja?

–¿Ya no soy Neila para ti?

–Neila se quedó muy atrás, en un pasado muy remoto y muy desagradable.

–Vamos, no seas tan melodramático. He venido en son de paz.

–Viniendo de ti, solo me puedo esperar lo peor.

–Escucha, amor mío, solo quiero saber cómo estás y me gustaría saber qué te pasó con Kanja, para poder ayudarla. Está muy decaída, ¿sabes?, y no quiere hablar conmigo.

  Kare percibió claramente el peligro en sus palabras falsas, pero no tenía que precipitarse y mostrar sus cartas hasta que supiese cuáles eran las verdaderas intenciones de aquella serpiente.

–No hace falta que te esfuerces en llamarme "amor mío"; sé que no me soportas y que nunca lo has hecho, desde el primer momento en que nos conocimos.

–¿Cómo puedes decir eso? Yo te quise muchísimo. Es más, todavía despiertas sentimientos muy profundos en mí. Lo que vivimos juntos ha dejado una huella que ya no se puede borrar, aunque hayamos pasado nuestros momentos de crisis.

–¿Quieres ir al grano, Niilja? –Kare no sabía cuánto podría aguantar aquella sarta de mentiras antes de saltar.

–Solo quiero que mis dos grandes amores estén bien y no me gusta que sufráis. No sé qué te pasó con Kanja, pero ella está fatal y tú estás en este agujero inmundo sin que sepa el porqué, y me da la sensación de que las dos cosas tienen que tener relación.

  Kare se estaba dando cuenta de que Niilja solo estaba ganando tiempo y enseguida cayó en la cuenta de cuál era el motivo. Ella estaba intentando usar el dispositivo para leer su mente y para que él hiciera su voluntad, pero no lograba dominarlo y estaba confundida.

–Tú sabes perfectamente lo que me pasó con Kanja, y quieres sacar tajada de alguna manera. No me has respetado nunca y no la respetarías a ella si te vieras beneficiada con ello.

–¡Eso no es cierto! –Niilja empezaba a perder el inmenso control que siempre tenía sobre sí misma–. Tienes razón en que sé que te la tiraste, y que ella se asustó con aquello, pensando que no podría llegar a convertirse en una de los Elegidos, pero yo solo quiero ayudarla; su destino y el mío están ligados desde el nacimiento y lo es todo para mí.

  Entonces, Kare observó que ella ya se había dado cuenta de que la táctica que estaba empleando estaba fracasando estrepitosamente y que tenía que cambiarla. Se le acercó contoneándose, le puso el dedo índice en el pecho y fue bajando lentamente.

–Kanja me dijo que estuviste muy bien, y eso me ha puesto muy celosa.

–¿De quién, de ella o de mí?

–De los dos, tonto. A mí se me escapó una vez decirle que eras muy bueno en la cama y se ve que ella quiso comprobarlo. La verdad es que, cuando lo supe, me sentí algo dolida, es como si me hubierais engañado… Los dos.

  “¿Cómo puede ser tan retorcida?”, pensó Kare para sí. Estaba llegando a un punto en el que la caldera que llevaba dentro estaba a punto de estallar.

–De la misma manera que tú me pusiste los cuernos con Ofjaei, ¿no?

–¿Ese gilipollas? ¡Vaya un sosaina! No vale para nada, ni en la cama ni como persona. Aquello solo fue un tema… de trabajo, se podría decir.

–Sí, como me trabajaste a mí, pero sin que te sirviera de nada.

–No te equivoques, amor, al principio sí que fui con una misión, pero luego me enamoré de ti y no me sentí con fuerzas para manipularte; no quería hacerte daño y me vi obligada a intentar sacarle a él con engaños el secreto del viaje. Pero me dolía serte infiel y creí que sería mejor que no te enterases de la verdad. Luego, decidieron que me quitase de en medio y mandaron a Kanja, para ver si tenía más suerte, aprovechando tu momento de debilidad emocional después de que lo nuestro fracasara.

  Aquella sarta de mentiras era superior a lo que él podía soportar.

–Sí, me querías mucho, está clarísimo –respondió con tono irónico–. Por eso tuviste esa cara de odio hacia mí desde que llegué aquí.

–¿Es que no lo entiendes? Yo estaba muy celosa. Celosa de ti, por estar con Kanja, y celosa de ella, por estar contigo. Tenía un miedo inmenso a que me hicierais de lado y me quedase sin ninguno de los dos, y eso no lo soportaría.

  Y, entonces, hizo algo que cogió desprevenido a Kare. Le echó los brazos por encima de los hombros y lo besó en la boca de manera intensa. Él se quedó bloqueado, sin saber en qué podía acabar aquello.

–No sabes cuánto he echado de menos tu cuerpo –le susurró jadeando al oído–. Y saber que Kanja ha estado contigo después de mí me hace desearte más. ¿Sabes que tampoco me ha dejado tocarla después de que la dejases?

  Le fue levantando la túnica poco a poco mientras lo seguía besando. Kare se sentía incapacitado para reaccionar. Entonces, ella se puso de rodillas y se llevó el pene erecto a la boca y le comenzó a hacer una felación. Él solo era capaz de pensar que, cuando habían estado casados, a ella nunca se le hubiese pasado por la cabeza hacer nada de eso. El sexo con ella siempre había sido demasiado plano y convencional y él siempre había dejado que ella dirigiera sus relaciones. Pero por fin consiguió eliminar su bloqueo mental y decidió terminar con aquella aberrante manipulación. La agarró de los dos hombros y la empujó con fuerza, tirándola al suelo.

–Pero, ¿qué haces, hijo de puta? –gritó ella desde el suelo con la ira pintada en su cara–. ¿Quién cojones te has creído que eres?

  Entonces, ella chascó los dedos e inmediatamente aparecieron por la puerta cuatro gorilas, de los del uniforme negro, y, mientras dos lo sujetaron por los brazos, los otros dos le dieron una sarta de puñetazos y patadas, hasta dejarlo hecho un ovillo en el suelo. El dolor era lacerante y parecía que aquella paliza no iba a terminar nunca. Kare pensó que ahí iban a acabar sus días, pero los tipos estaban bien entrenados para hacer el mayor daño posible sin matar a su víctima y sin que llegara a perder el conocimiento, para prolongar el sufrimiento. Cuando pararon por fin, lo pusieron en pie y lo sujetaron para que no se cayese. Entonces, entre el pequeño espacio que quedaba entre sus párpados inflamados, vio a Niilja mirando un papel. Era la demostración falsa de Lashkii. Por supuesto, ella no tenía ni idea de qué podía tratarse eso e hizo un gesto a uno de los guardias, que salió y volvió unos segundos después con otro hombre. A Kare le costó un poco darse cuenta de la identidad del nuevo personaje en la escena pero, cuando vio que Niilja le tendía el papel, se percató de que era Ofjaei, que leyó atentamente las páginas con cara preocupada. Todos se quedaron esperando la reacción del hombre, que volvía adelante y atrás y se rascaba la cabeza, intentando buscar algún error en aquello.

–¿Y bien? –inquirió Niilja con impaciencia–. ¿De qué se trata?

–¡No es posible! –balbuceó Ofjaei–. ¡No hay ningún error!, pero… ¡No es posible! –repitió.

–¿Me quieres decir de una vez qué cojones es eso, imbécil? –le gritó Niilja.

  Si hubiese sido capaz, Kare habría sonreído ante la situación, pero estaba demasiado dolorido y deprimido para tal despilfarro de humor.

–¡Aquí se demuestra inequívocamente que el viaje en el tiempo es imposible!

–¿De qué hablas, inútil? –le ladró ella.

–Ya sé, ya sé que la máquina es un hecho, pero lo que pone aquí es absolutamente indiscutible. No comprendo nada.

  La cara de Ofjaei era un primor. Estaba desesperado, ante un callejón sin salida. Además, si alguna vez llegara a descubrir el error en la demostración, tendría que reconocer que había cometido anteriormente un error de principiante con la demostración del cuarto teorema, y era demasiado vanidoso para hacerlo alguna vez. Lashkii había jugado sus cartas con increíble maestría y Ofjaei estaba entre la espada y la pared.

–No importa, desgraciado. Ya se lo sacaremos a éste, sea como sea. Y ahora, desaparece de mi vista.

–Pero Neila, cariño… –la actitud servil de Ofjaei le pareció patética a Kare.

–¡Que te vayas de aquí! –le gritó ella, fuera de sí–, ¡o haré que te saquen éstos a patadas!

  Ofjaei se marchó cabizbajo y hundido, con los papeles en la mano, que temblaba visiblemente. Entonces, los gorilas sacaron a Kare colgando como un trapo, con Niilja cerrando la comitiva.

  Al salir, la luz del día hizo daño en los ojos de Kare. Le dolía todo el cuerpo y estaba terriblemente triste por haber sido capturado de esa manera tan tonta. Lashkii le había advertido que lo podían encontrar y él se había entretenido demasiado en aquel lugar, estimando demasiado su buena suerte o la torpeza de sus perseguidores, pero ahora se sentía inútil. Sin embargo, ese decaimiento no fue nada cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando en el poblado en esos instantes. Vio que estaba tomado por completo por los hombres de negro. Los habitantes se habían visto obligados por la fuerza a tirarse al suelo boca abajo y no les dejaban ni levantar la cabeza. Giró la cabeza con muchos dolores, buscando el lugar donde vivía Werimu con los niños y el alma se le vino a los pies. Vio cómo aquellos desaprensivos llevaban a la pobre mujer a la fuerza, agarrada por los brazos, mientras los niños se abrazaban unos a otros con caras de pánico. Por suerte, parecía que a ella no la habían pegado todavía, pero el susto que había en su mirada dolía a Kare más que sus propias heridas y humillaciones. Entonces, intentó sacar fuerzas de donde no las había y se revolvió entre la garra de sus captores.

–¡Dejadla en paz, hijos de puta! –gritó con desesperación– ¡Ella no tiene nada que ver en esta mierda! ¡Ya me tenéis a mí! ¡Soltadla!

  Aquel arrebato solo le sirvió para recibir un puñetazo en la boca del estómago que lo dobló entre arcadas, intentando que el aire llenara sus pulmones sin éxito. Su vista no era capaz de levantarse del suelo y vio los pies de Niilja, que se acercaba a él.

–No, mi amor, ella no está detenida por tu causa. ¡Está arrestada por asesinato!

 

From then on, everything was different for Kare. The vision of the harsh reality made him obsess with the sorry state of the village. He dedicated himself to cleaning up garbage, chasing rats and trying to set traps for them, but those animals had an intelligence superior to his own; they always managed to elude those clumsy attempts to capture them and seemed to scoff at Kare’s efforts. He also became obsessed with chasing children, who in turn wanted to play their usual chasing games after the supposed cleaning robots. He was unhinged by what might happen to those mischievous kids if the rats stood up to them. Until one day Werimu went to where he was busy cleaning a particularly foul source of garbage.

“Can you tell me what's wrong with you in the last few days?” She asked with a very serious face.
“This needs to be cleaned up. We can’t go on this way.”
“Clean it up? What are you saying?”
“I can't give you more details, but you can't figure out what's going on. And it's better for you that you don't see it the way I do.”
“I don't understand what's wrong with you, but you can't go on like this. You spend all day carrying stones back and forth for nothing; and the children miss the lovely guy who made them laugh and learn new things.”
“They aren’t...” He interrupted. He was going to say they were not stones, but preferred that she did not know that the place was a damn dump. “Never mind. I guess you're right and I have to take it easy. Okay, I'll spend some time every day with the kids and you, but I have a lot of other things to do.”

Werimu smiled, but it was that sad smile she had always worn until he got there. Kare realized that she must be thinking that he was losing his mind. And maybe he was, but he felt that he had to do everything possible to make that place become a minimally decent place before figuring out how to awaken its inhabitants to reality. That was truly a Herculean task.

Therefore, he had to plan his activities to try to cover all fronts. He would get up very early, cope with the most prominent grime, go for a bath after that, and then devote time to the children.



One morning, when Kare had finished his session with the little ones and they had been let free to wander a bit, while talking to Werimu, he saw Moerig coming in their direction in the distance, and he was not alone. He was accompanied by two women holding hands and looking everywhere with a fearful face, feeling the piercing and appraising glances from the men of the colony. It took him no effort to distinguish them, because they were unmistakable wherever they went; a blonde woman and one of color, both incredibly beautiful, and who clearly had to be Aspirants: Kalima and Siluna. And when they recognized Kare, they ran towards him. The two of them hugged him tightly at the same time, while Kare watched Werimu's face, in front of him, who smiled at the supposed luck of that ‘Casanova’. He noticed that they were quite frightened and suggested that they go to his shelter so that the women would feel safe from the eyes of that neighborhood full of curiosity. Once there, he closed the door and they hugged him again, as if something concerning had happened.

“How did you figure out where to find me?”
“That boy, Moerig, was the one who provided us with everything to prepare for the party you were at,” Kalima explained, “and he told us that he had met a man who was wearing some of the clothes he got us, and we thought it could only be you. Then we asked him to bring us and, although at first he didn’t want to, in the end we managed to convince him.”
“Well, girls, what brings you around here?” He asked.
“We were very scared when you disappeared.” Kalima began.
“We were very surprised that neither you nor Kanja showed signs of life after that party, and we went to ask her, but she didn’t want to open her entrance for us.” Siluna continued.
“Has anything happened to Kanja?” Kare asked, suddenly worried.
“Not really,” replied Siluna, “but she's unrecognizable. She doesn't want to leave home, she doesn't want to talk to anyone, and she has a worrying appearance.”
“She’s always disheveled, it seems that she doesn’t clean herself and has dark circles that I’d never seen in her.” Kalima added.
“And hasn't she told you the reason for her condition?”
“We haven't been able to get much information out of her, because she always tries to make us go away and leave her alone. But we’re sure that you must be the cause: all this has happened since you disappeared.”

Kare reflected on this assertion of Kalima. He knew he was in general the cause, but he was not sure if she was down because of his absence or, rather, for the reason she had kicked him out of her side.

“But you,” asked Siluna, visibly concerned, “are you okay? How did you end up in this horrible place?”
“Well, it's not too bad now,” he replied, shrugging. “I come from a very different place from what you know and I’m able to adapt to many things that perhaps you’d consider unacceptable.”
“But what we don't understand is that, if you were fine with Kanja, why did you leave there?”

Kare doubted how much information it was advisable to give the two women, but decided he had nothing to hide, except the obvious.

“I didn't leave, Kanja kicked me out.”
“It can't be true.” Kalima said very confidently. “I don't believe that of Kanja.”
“You can ask her... If she wants to tell you.”
“But why?” Siluna asked. “Did you do anything bad to her?”
"No... I don't know... It's hard to understand, but I guess she had her reasons, even though I don't understand them very well either. If I did something wrong it wasn't on purpose, but now that doesn't matter. What happened is in the past.”

The two women exchanged glances quickly. Kare realized that they could know what the other one was thinking just by looking at each other.

“Come live with us." Kalima suggested. “At least for a while, until you find something better, but we can't leave you on this place.”
"Yes, please.” Siluna insisted, taking his hand. “We’d be very happy if you stay with us.”
“And you’ll tell us those wonderful stories that you know, and many more things.” Kalima took his other hand. “You'll see how much fun it‘ll be.”
“I appreciate it very much, girls, but I can't stay with you.”
“Why?” They said in chorus, putting on the faces of two little girls who are denied any whim.
“We’ll behave well," Siluna said, pulling his hand, “we’ll be dressed at home and won’t undress when you’re in front of us... and we won’t make fun of you.”
“That's not why.” He explained. “There are many reasons why I shouldn’t do it, as tempting as it is to be with you two. Perhaps that’s precisely the first reason: both of you are too beautiful for me to feel at ease living with you. In second place, I couldn't do that to Kanja, it wouldn't be right...”
“But she was the one who kicked you out.” Siluna interrupted. “It’d serve her right to see you with us and make her green with envy. She deserves it.”
“It's not that either, I don't want to take revenge on her. It’s a situation too complicated for you to understand in a few minutes explanation.”
“That's it!” Said Kalima with great excitement. “If you come with us, you’ll have as much time as you want to explain it to us.”

Kare smiled at the apparent naivety of the girls.

“Good try, but it won’t wash." He replied. “You see, beauties, I thank you very much for what you’re proposing, but each one of us is in the place we have to be, for one reason or another. You have to go back to your place and don't worry about me. I'll do well.”

He grabbed the ladies by the waist and kissed them on the head.

“But Kanja...,” Siluna said, “even though she hurt you, she’s so sad... We don't know how to comfort her.”

Certainly, while charming, they were magnificent manipulators; they were capable to offer revenge as an argument and a few seconds later cling to his pity, leaving no transition between the two.

“Well,” he conceded, “maybe I'll stop by one day to see if she wants to talk to me, but I can't assure you that's what she needs.”

It was really his initial plan since he arrived at the Bastards’ colony, what happened was that he did not think that this phase was going to last so long and he would never have come to believe that he would consider the possibility of leaving everything, his real world, Kanja, and everything he had cherished before, to stay in that foul place.

He hugged the girls to say goodbye to them and suddenly, one after another, they took him with both hands from the sides of his face and kissed him on the lips. Then they walked out, leaving a strange feeling in Kare's confused mind.


Kare accompanied them to Moerig’s hut, who would be in charge of returning with them to a place where they could feel safe and secure, and watched them until they were out of sight among the trees at the entrance of the village. He was pondering for a while. He was worried about what they told him about Kanja and began to regret not having accompanied them back and trying to solve something. But he did not have to rush either, there were still plenty of things to do in the village. And then, a bad feeling came to his mind. He did not know why, but he began to feel that if the girls had gotten there, the location of his hiding place might be discovered. He was almost certain that the departure of the two Aspirants to reach that Bastards’ village would be related to his trail. He began to get very nervous and ran back to his shelter, to plan his next moves.

He got into the shack and thought he had to leave as soon as possible, he could smell the danger. He was very sorry to leave that place without saying goodbye to Werimu and the children, but he had the distinct feeling that he could not afford any delay. He had no idea where he could go, but it was clear that he could not stay there anymore.

Kare checked visually his surroundings and realized that he had not brought anything there except the tunic, the sandals he was wearing and a bunch of papers he no longer had. Now he only had the other tunic that Moerig had provided him and the false proof of the impossibility of traveling in time. So he did not need to collect any luggage except for the spare tunic. And at that moment, when he was going to rush out, he saw that on the door there was a silhouette outlined against the light. He recognized her immediately: she was dressed in black, with clothes, or simulation, very tight and accentuating her already sensual figure.

“What are you doing here?” Kare asked.

He thought it would be nonsense to ask how she had located him. As it seemed, lately his track had become very easy to follow.

“Are you in a hurry? Were you going somewhere?” The woman replied.
“What the fuck do you want from me, Niilja?”
“Am I no longer Neila to you?”
“Neila was left far behind, in a very remote and very unpleasant past.”
“Come on, don't be so melodramatic. I’ve come in peace.”
“Coming from you, I can only expect the worst.”
“Listen, my love, I just want to know how you are doing and I’d like to know what happened to you with Kanja, so I can help her. She's really down, you know, and she doesn't want to talk to me.”

Kare clearly sensed the danger in her false words, but he did not want to rush in and show his hand until he knew what that snake's true intentions were.

“You don't need to make an effort to call me ‘my love’; I know you can't stand me and you never have, from the first moment we met.”
“How can you say that? I loved you very much. What's more, you still arouse very deep feelings in me. What we lived together has left a mark that can no longer be erased, even though we’ve passed through our moments of crisis.”
“Will you get to the point, Niilja?” Kare did not know how much he could put up with that pack of lies before losing his temper.
“I just want my two great loves to be okay and I don't like neither of you to suffer. I don't know what happened to you with Kanja, but she's so sad and you're in this filthy hole without me knowing why, and I get the feeling that the two things have to be related.”

Kare realized that Niilja was only buying time and soon he knew why. She was trying to use the device to read his mind and get him to do her will, but she was not able to overpower him and was confused.

“You know perfectly well what happened to me with Kanja, and you want to take advantage somehow. You’ve never respected me and you wouldn’t respect her if you benefited from it.”
“That's not true!” Niilja was beginning to lose the immense self-control she always had. “You’re right that I know that you fucked her, and that she was frightened by that, thinking that she couldn’t become one of the Chosen Ones, but I just want to help her. Her fate and mine are linked from birth and she’s everything to me.”

Then Kare observed that she had already realized that the tactic she was using was failing and that she had to change it. She approached him swaying her hips, put her index finger on his chest, and slowly went down.

“Kanja told me that you were very good on the bed with her, and that’s made me very jealous.”
“Jealous of her, or of me?”
“Of the two, you fool. Once I let it slip out that you were very good in bed and it looks like she wanted to check it out. The truth’s that, when I found out, I felt a little hurt, it's as if you had cheated on me... Both of you.”

‘How can she be so twisted-minded?’ Kare thought to himself. He was reaching a point where the boiler inside him was about to burst.

“In the same way that you cheated on me with Ofjaei, didn't you?”
“That asshole? What a dull guy! He’s worth nothing, neither in bed nor as a person. That was just a matter... of work, you might say.”
“Yes, just as you worked me, without it being of any use to you.”
“Don’t get it wrong, love, at first I did go on a mission, but then I fell in love with you and I didn't feel strong enough to manipulate you; I didn't want to hurt you and I was forced to try to trick the secret of the travel out of him. But it hurt me to be unfaithful to you and I thought it’d be better if you didn't find out the truth.But then they decided to get me out of the way and sent Kanja, to see if she was luckier, taking advantage of your moment of emotional weakness after our relationship failed.”

That pack of lies was more than he could bear.

“Yes, you loved me very much, that's clear as day." He replied with an ironic tone. “That's why you had that face of hatred towards me since I got here.”
“Don’t you understand? I was very jealous. Jealous of you, for being with Kanja and jealous of her for being with you. I was terribly afraid that you two would ignore me and I’d be left without either of you, and I couldn't stand that.”

And then she did something that caught Kare off guard. She threw her arms over his shoulders and kissed him hard on the mouth. He was at a loss, not knowing how that could end.

“You don't know how much I've missed your body.” She whispered, panting in his ear. “And knowing that Kanja’s been with you after me makes me wish you more. Do you know that she hasn't let me touch her either after you left her?”

She lifted his tunic little by little while she continued to kiss him. Kare felt unable to react. Then she got down on her knees and put his erect penis in her mouth and started giving him fellatio. He was only able to think that when they had been married it would never have crossed her mind to do any of that. Sex with her had always been too dull and conventional and he had always let her run their relationship. But he finally managed to remove his mental block and decided to end that aberrant manipulation. He grabbed her by both shoulders and pushed her hard, throwing her to the ground.

“What are you doing, son of a bitch?” She yelled from the ground with an angry face. “Who the fuck do you think you are?”

Then Niilja snapped her fingers and immediately four gorillas appeared through the door, the ones in black uniforms and, while two of them held Kare by the arms, the other two punched and kicked him, until he was curled up on the floor. The pain was stabbing and it seemed that the beating would never end. Kare believed that it was the end of his life, but the guys were well trained to do as much damage as possible without killing or making their victim to lose consciousness, to prolong the suffering. When they finally stopped, they put Kare on his feet and held him so he would not fall. Then, among the small gap between his swollen eyelids, he saw Niilja looking at a paper. It was Lashkii's false proof. Of course, Niilja had no idea what that could be about and gestured to one of the guards, who left and came back a few seconds later with another man. It took a while for Kare to realize the identity of the new character in stage but, when he saw that Niilja handed the papers to him, he realized that it was Ofjaei, who perused the pages with a worried face. Everyone was waiting for the reaction of the man, who went back and forth and scratched his head, trying to look for some mistake in that.

“Well?” Niilja asked impatiently. “What’s it about?”
“It's not possible!” Ofjaei babbled. “There’s no mistake! But... It’s not possible!” He repeated.
“Are you going to tell me once and for all what the fuck that is, you asshole?” Niilja yelled at him.

If he had been able, Kare would have smiled at the situation, but he was too sore and depressed for such a waste of humor.

“Here it is unequivocally proven that time travel is impossible!”
“What are you talking about, you moron?” She barked at him.
“I know, I know that the machine’s a fact, but what it’s written here is absolutely indisputable. I don't understand anything.”

Ofjaei was puzzled. He was desperate, facing a dead end. Furthermore, if he were ever to discover the failure in the proof, he would have to admit that he had previously made a beginner's mistake with the proof of the fourth theorem, but he was too vain to ever do so. Lashkii had played his hand with incredible mastery and Ofjaei was between a rock and a hard place.

“Never mind, stupid. We'll get it out from this dickhead, no matter how. And now get out of my sight.”
“But Neila, honey...” Ofjaei's servile attitude seemed pathetic to Kare.
“Get out of here!” She yelled at him out of her wits. “Or I'll have them kick you out!”

Ofjaei left crestfallen and sunken, with the papers in his hand, which was visibly trembling. Then the bruisers pulled Kare out hanging like a rag, with Niilja at the end of the group.

As they stepped outside, the daylight hurt Kare's eyes. He ached all over his body and was terribly sad to have been captured in such a foolish way. Lashkii had warned him that he could be found but he had spent too long in that place, overestimating his good luck or the clumsiness of his pursuers, but now he felt useless. However, that dejection was nothing, when he realized what was happening in the village at that moment. He saw that it was completely taken over by the men in black. The inhabitants had been forced to lie face down on the ground and were not even allowed to raise their heads. He turned his head with great pain, looking for the place where Werimu lived with the children, and his soul sank. He saw how those unscrupulous carried the poor woman by force, clutched by the arms, while the children hugged each other panic stricken. Fortunately, it seemed that she had not been hit yet, but the fright in her gaze hurt Kare more than his own injuries and humiliations. Then he tried to draw strength from where there was none and struggled among the grip of his captors.

“Leave her alone, damn bastards! She has nothing to do with all this shit! You already have me! Let her go!”

That outburst only served him to receive a punch in the pit of the stomach that bent him, retching, trying to get the air to fill his lungs without success. His sight was not able to rise from the ground and he saw the feet of Niilja, who was approaching him.

”No, my love, she’s not detained because of you. She’s under arrest for murder!”