Kanja estaba a punto de darse por vencida. Pensaba que, si en esta ocasión no era capaz de encontrarlo, si estaba de nuevo sobre otra pista falsa, no tendría más remedio que reconocer que había fracasado estrepitosamente. Pero el fracaso no era realmente lo que más le dolía; de verdad necesitaba encontrarlo. Si se lo hubiesen contado la primera vez que lo conoció, no hubiera llegado a creérselo porque en aquel momento confiaba demasiado en ser capaz de controlar sus emociones. Sin embargo, todo lo que había pasado desde entonces había hecho de ella una mujer diferente: sus puntos de vista, sus convicciones, sus aspiraciones en la vida, habían cambiado totalmente, como si un huracán hubiera removido todo su interior.
Se acercó a un edificio bajo, que hacía las funciones de recepción, y se dirigió a un modesto mostrador donde había una joven desnuda, con pinta de estar tremendamente aburrida, que estaba leyendo una revista.
–Buenos días –dijo la chica con una sonrisa radiante, que le pareció falsa por ser probablemente impuesta, para agradar a la clientela–, puede dejar su ropa en esa taquilla y luego tomo nota de sus datos.
–Disculpe, pero no he venido como cliente.
La mujer torció el gesto, aunque seguía luciendo una sonrisa de circunstancias.
–No sé, es una situación a la que no estoy acostumbrada… Mi jefe no me permite atender a nadie que esté vestido…
Kanja se dio cuenta de que la muchacha no tenía demasiadas luces, pero no quería entretenerse con tonterías en ese momento, a pesar de que no le costaría demasiado complacerla porque, en el clima en el que estaban, ya llevaba poca ropa de por sí.
–¿Sabe si este hombre está inscrito en esta colonia? –dijo, tendiéndole una fotografía.
–A ver… –la observó un poco por encima, con la intención evidente de quitarse rápido de encima a la desagradable visitante que había alterado su rutina habitual–. No, aquí no hay nadie así.
–¿Está segura? –preguntó Kanja desanimada.
–Completamente. Conozco a todos los que viven en la colonia y nadie es como este hombre.
–¿Y, por la identidad? ¿No le suena el nombre de Kare Osjin?
Aquella era una bala al aire porque probablemente en esos lugares casi nadie daba el nombre auténtico, pero tenía que intentarlo todo.
–Bueno… –la joven dudó–. No llevo demasiado tiempo, pero ese nombre no me suena desde que comencé aquí.
–¿Y no tienen un registro histórico donde podría buscar?
–No sé… Mi jefe a lo mejor no quiere que dé información sobre nuestros clientes… Es muy cuidadoso con la privacidad de ellos, compréndalo; en un sitio como éste hay gente que no quiere que se conozca su identidad.
–Ya, me hago cargo –Kanja veía cómo el asunto se le estaba complicando innecesariamente y no quería tener que acudir a forzar las mentes de quienes obstaculizaban sus objetivos–. ¿Podría hablar con su jefe?
–No está en este momento. Se ha marchado de viaje y creo que tardará en volver una semana por lo menos.
“Vaya,”, pensó Kanja, “tenía que pasarme esto ahora. Tendré que armarme de paciencia”.
–¿Puedo echar un vistazo por la colonia?
–Bueno, así como va usted no, por supuesto… Tendrá que desnudarse e inscribirse en el registro.
–Está bien –suspiró Kanja–, si no queda otro remedio…
Al final tendría que dar su brazo a torcer, porque ya era el último cartucho que le quedaba y tenía que aferrarse a la desesperada a lo que fuese. Se fue desnudando, con una mezcla de resignación y disgusto, y se apuntó con un nombre falso en la ficha que hizo la muchacha.
La colonia nudista era un lugar espectacularmente bello pero ella no estaba de demasiado humor para apreciarlo. Desde luego, como escondite, era el lugar perfecto para Kare. Era el último sitio donde, a nadie que lo hubiera conocido, se le ocurriría buscar pero, tal vez por esa misma circunstancia, las esperanzas de Kanja no se habían desvanecido completamente. La razón le decía que era harto improbable que aquella pista la llevase a un final exitoso de la búsqueda, pero había algo que no sabía explicar que le hacía sentir que esta vez tenía que lograrlo. Tal vez solo fuera la desesperación porque, después de cerca de cinco años en los que había peinado casi todo el planeta, no quedaban demasiados sitios donde buscar. Entonces, recordó aquella triste temporada, cuando ella lo había echado de su apartamento, en la que él se esfumó también sin dejar ni rastro y había aparecido en el poblado de los bastardos, en el último lugar donde se hubiese esperado que se escondiera. Kare era así, tenía un don para hacer lo más increíble que pudieras imaginar, y era demasiado difícil escrutar sus procesos mentales, aunque su apariencia fuese de lo más inofensiva.
Se sintió molesta al sentir las miradas escrutadoras de algunos de los clientes de la colonia. A ella nunca le había importado mostrarse desnuda en público pero, en la era en la que estaba en este instante, sabía que la sociedad se regía por otras costumbres y, aunque en casi todas las colonias nudistas la mentalidad de sus habitantes era bastante natural y sana, siempre había un cierto porcentaje de individuos que estaban por lo que estaban. Además, ella era consciente de que su físico, creado con sumo cuidado como Aspirante que había sido, era muy llamativo. Decidió no prestar demasiada atención a esos detalles y fue centrándose en la posibilidad de identificar a su objetivo.
Después de recorrer hasta el último rincón de la colonia, se sintió desfallecer. Tampoco estaba allí; era otro callejón sin salida. Entonces, escuchó cómo alguien le chistaba para atraer su atención. Se volvió y vio a una mujer, de una edad considerable en comparación con lo que era habitual por allí, que le hacía gestos con la mano para que se acercase. Aquella mujer llevaba un aparatoso sombrero y unas gafas de sol bastante horteras, y estaba sentada en un sillón bajo de mimbre, mientras sostenía un cocktail en la mano.
–Eres nueva por aquí, ¿verdad? –dijo la mujer, sonriendo agradablemente–. Por supuesto que lo eres; siendo tan bonita, me habría dado cuenta si te hubiera visto antes.
¿Acaso querría ligar con ella? La perspectiva no le pareció demasiado agradable, porque estaba acostumbrada a los cuerpos perfectos de los Aspirantes y a esta mujer le colgaba demasiada piel de una forma que a ella no le pareció precisamente de su gusto. Sin embargo, algo le hizo reconsiderar su intención inicial de escabullirse en cuanto pudiese y reflexionó que aquella podría ser una fuente de información valiosa.
–Estoy solo de paso –dijo sin demasiados rodeos y fue directamente al punto que le interesaba–, estoy buscando a una persona.
–¡Vaya! –respondió la otra mujer, sin disimular su decepción–. Tal vez yo sepa algo, porque llevo muchos años aquí y he conocido a todas las personas que han pasado por este pequeño paraíso. Aunque, si ha estado poco tiempo, tal vez me haya olvidado. Pero tengo buena memoria para las caras, ¿sabes?
Kanja decidió que no tenía nada que perder y le mostró la foto que llevaba de Kare. La mujer, inicialmente torció el gesto y daba la impresión de que tampoco iba a tener éxito esa pesquisa.
–No me suena del todo… Pero, claro, con tanta ropa como lleva en la foto… –hizo una pausa y frunció las cejas–. Espera, si le ponemos barba… ¿Puedo pintarle barba al hombre de la foto?
A Kanja no le hacía gracia estropear la foto de Kare pintándole encima, le pareció un poco como burlarse de él pero, si le podía servir de ayuda, tenía que intentar lo que fuese.
–Está bien –concedió resignada.
–Por supuesto, no llevas un boli, ¿verdad? –sugirió la mujer a modo de chanza–. Espera, vamos a ver si encontramos uno. Ven conmigo, guapa.
Se levantó con ciertas dificultades de su asiento y dejó su copa en una mesita. Inicialmente, Kanja supuso que se dirigirían a la caseta de la recepción pero, a medio camino, se desviaron en otra dirección, lo que hizo que su sentido de alerta se fuera activando. Pasaron frente a dos hombres, con gafas de sol oscuras, que estaban tumbados en el suelo, boca abajo, y que no se perdían nada de lo que circulaba por la zona. Cuando pasaron las dos mujeres frente a ellos, hicieron algunos comentarios sobre el contraste entre las fisionomías de las dos paseantes, y la mujer de más edad les hizo un gesto con la mano, enseñándoles el dedo corazón a los dos mirones. Kanja se tuvo que contener para no reírse de la curiosa situación y se sintió más a gusto en compañía de aquella extraña mujer.
Por fin, llegaron a una fila de cabañas, donde debían residir los clientes que se quedaban por allí y entraron en una que tenía un aspecto muy cuidado y bastante lujoso, como si la ocupante estuviera pagando una cuota bastante generosa. Kanja no las tenía todas consigo; temió que aquello fuese un intento de encerrona, por lo que preparó su dispositivo de control mental para cualquier eventualidad. Pero entonces, se dio cuenta de que, aunque en la mente de la mujer sí aparecía una fuerte atracción por ella, las intenciones que se adivinaban no eran sucias. La mujer mayor le indicó que se pusiera cómoda mientras buscaba algo para escribir y desapareció en un cuarto que, desde fuera y a primera vista, parecía un dormitorio. Al rato, apareció de nuevo y se puso a pintar la foto, lo que a Kanja le produjo un pequeño disgusto, pero era lo que había en ese momento. Después, alejó un poco la foto, pareció reflexionar un momento y luego se iluminó su mirada.
–¡Ya decía yo! ¡Claro que sé quién es! Es el tipo al que echaron de aquí después de aquella tremenda bronca que se montó. Es que, como está tan cambiado en la foto, no lo había conocido…
–¿Está segura? –preguntó Kanja muy nerviosa, pero tremendamente ilusionada–. Y, ¿sabe dónde podría encontrarse ahora?
–No me trates de usted, preciosa. Parece que me echas más años de los que tengo.
Kanja tuvo que aguantarse la risa, pero accedió a la petición.
–Está bien. Pero te preguntaba si sabrías decirme cómo lo puedo encontrar.
–Pues, realmente no estoy segura, porque es un tipo un tanto extraño. Tengo entendido que, desde aquel incidente tan desagradable, se fue a vivir al otro lado de la isla, a un sitio donde no suelen llegar los turistas, porque el acceso es bastante difícil.
–Pero, ¿me puedes indicar, aunque sea a grandes rasgos, en qué zona puede estar?
–Bueno –dijo, encogiéndose de hombros–, voy a buscar un mapa, pero no sé qué interés puedes tener en ese hombre. Es un tipo tan raro…
Volvió al mismo cuarto donde había estado antes y esta vez tardó un poco más. Finalmente le indicó la zona y cómo podía llegar, aunque le recomendó que alquilase una barca y fuera por la costa, porque por tierra era bastante dificultoso. Kanja estaba tan contenta con la nueva pista que decidió recompensar un poco a la mujer y le dio un breve beso en la boca.
–¡Oh, querida! Hacía tiempo que no probaba algo tan rico. Muchas gracias.
La sensación que Kanja percibía en su mente era de una alegría radiante y, solamente por eso, se sintió aún más satisfecha.
–No –respondió–, soy yo quien tiene que darte las gracias.
–Disculpa si me meto en donde no me llaman, pero no sé qué quieres de ese tipo raro. ¿Estás buscando a tu padre o algo así?
Kanja se alertó muchísimo al oír aquello. ¿Acaso se trataba de un error y no era Kare a quien aquella mujer había reconocido?
–Es una historia muy larga –intentó escabullirse–, si me disculpas, ahora tengo que marcharme.
–Bueno, es una pena que tu visita haya sido tan corta. Pero si vuelves por aquí, estaré encantada de volverte a ver.
***
Hacía una mañana radiante, una más desde que había llegado allí, casi un año antes. Estaba ya un poco cansado de aquello, a pesar de que, cuando llegó, le pareció un sitio ideal para el retiro. Bueno, la verdad es que realmente ya estaba cansado de todo. Se dijo a sí mismo que el problema era que esa mañana se había levantado de bastante mal humor y que, cuando tenía un día de esos, era mejor dejar que pasase, intentando que no le dejara demasiada huella, por lo que tendría que hacer lo menos posible, para intentar prestarle la menor atención. Estaba afanado en naderías en un risco, cuando divisó una barca que se aproximaba a la playa que tenía frente a su vivienda. “Lo que faltaba”, pensó, “precisamente hoy tenían que aparecer los malditos intrusos”. Bajó sin demasiadas prisas hacia la playa, de muy mal humor, pensando en la manera de echar a aquellos puñeteros turistas que no hacían más que importunarlo de vez en cuando. Y estaba en ello cuando divisó a una mujer, con un cuerpo escultural, que se bajaba de la embarcación y despedía al que manejaba el bote. La mujer llevaba pantalones cortos, camiseta de hombreras y un sombrero de ala ancha que no permitía distinguirla demasiado bien desde lejos, y la observó dudar acerca de la dirección que debía tomar. Luego, ella se dirigió hacia su cabaña y eso lo hizo enfadarse más aún.
Cuando llegó a su casa, estaba casi sin resuello y la vio de espaldas, mirando hacia la modesta vivienda, como dudando sobre sus próximos pasos.
–¿No se ha dado cuenta usted de que ésta es una propiedad privada y que no se permite el acceso? –gritó indignado–. He puesto carteles por todos lados; y no me diga que no los ha visto, que ya me sé la canción.
La mujer se dio la vuelta, muy sorprendida, y una ráfaga de viento le arrebató el sombrero, que desveló un pelo largo y de un color rojo intenso. Ella no se molestó en recoger el sombrero, que se fue alejando con el viento, y se lo quedó mirando con la boca abierta, como si estuviera viendo un fantasma.
–¡Kare!, pero ¿qué te ha pasado? –dijo con voz temblorosa.
Él se sorprendió de aquellas palabras. Al parecer lo conocía, aunque no sabía de quién se podía tratar. Sin embargo, se quedó sin palabras ante la belleza de aquella visitante. Cuando llegó a la altura de la hermosa mujer, detectó que los ojos de ella estaban empezando a empañarse de lágrimas. Sacudió la cabeza, intentando alejar el bloqueo mental y entornó ligeramente los ojos, con la sensación de que la había visto en alguna parte.
–¿Nos conocemos? –preguntó con inseguridad.
–¿No me conoces? ¡Soy Kanja!
–¡No conozco a ninguna Kanja! –gruñó él.
Ella se quedó petrificada. No se había esperado ni mucho menos que el momento en el que se volviesen a reunir fuera de aquella manera. Parecía que le habían echado treinta años encima y estaba extremadamente delgado, casi en los huesos, consumido. Tenía el pelo largo, despeinado y con bastantes canas, la barba por mitad del pecho y la piel, muy castigada por el sol y el viento, estaba arrugada y parecía casi como el cuero. Pero lo que más le sorprendió fue que él estaba completamente desnudo, sin importarle que lo viera así, cuando siempre había sido muy remilgado respecto a ese tema.
Sin pararse a pensar, se abalanzó sobre él y lo abrazó muy fuerte, mientras dejaba que la tensión que tenía acumulada encima se desatase y lloró con desesperación. Kare se quedó muy sorprendido por aquella reacción y se quedó como una estatua pero, al sentir la congoja de aquella muchacha, algo lo obligó a responder, abrazándola tiernamente e intentó que ella fuese desahogándose de lo que quisiera que le pasase. Durante aquel abrazo, él tuvo una extraña sensación de familiaridad con ella, la conocía de algo y sabía de alguna forma que anteriormente había tenido una importancia grande en su vida. Pero no era capaz de rememorarlo de ninguna manera. “¿Es que ya estoy empezando a perder el control de mi mente? ¿Me llega ya el final?”, se preguntó.
Kanja se separó de él una vez se hubo calmado un poco. Lo miró con intensidad pero vio que él estaba también muy cambiado en el interior. El Kare que ella conocía habría mostrado claramente que estaba loco por ella y probablemente, en una situación similar, en ese momento tendría una erección que le produciría mucho sonrojo. Sin embargo, él la miraba sin dar muestras de interés aparente; solo la veía como una extraña chalada que lo estaba importunando con su mera presencia. Y se sorprendió mucho más con la siguiente reacción inesperada del hombre.
–Si quiere seguir por aquí, tendrá que quitarse la ropa. No quiero que se crea que me quiero aprovechar de usted, pero en este lugar son mis normas y, si no le parece bien, ya sabe por dónde puede marcharse.
Ella se quedó boquiabierta y muy dolida ante la frialdad con la que la estaba tratando. Sin embargo, no dudó ni un solo instante y se desnudó sin pensárselo dos veces.
–¡Vaya! El rojo es natural –dijo él cuando la vio completamente desnuda.
–¿Cómo dices?
Kare frunció el ceño, como si no comprendiera del todo lo que acababa de expresar.
–Disculpe, no sé de dónde pudo venirme esa asociación de ideas. Creo que he sido incorrecto con usted, pero no lo tenga demasiado en cuenta, la cabeza está empezando a fallarme, ¿sabe?
–Kare, por favor, no me llames de usted. ¿Es que no recuerdas nada de mí?
–La cosa es que hay algo en usted… perdón, tú me suenas de algo.
Ella lo miró con tristeza. ¿Qué le había ocurrido? ¿Era cierto lo que decía sobre que le fallaba la cabeza? Luego, él pareció rememorar algo en lo más profundo de su memoria.
–¿Puede ser del trabajo? Ya, creo que me acuerdo. Nos presentaron el día que me marché de la empresa, ¿no? Pero no hablamos más que unos pocos minutos. ¿Por qué me has estado buscando, si realmente no me conoces de nada más?
Kanja decidió que no tenía sentido andarse con rodeos y tenía que intentar que él comprendiera todo de una vez, aunque resultase demasiado brusco, especialmente para una mente aparentemente tan dañada como parecía estar la suya. Sin embargo, recordaba que él era demasiado testarudo y, si le contaba la cruda verdad de un tirón, seguramente la mandaría a paseo. Aun así, decidió intentarlo sin edulcorarlo demasiado.
–Sé que te va a sonar muy extraño y que te puedes enfadar conmigo porque te creas que me burlo de ti, pero te aseguro que todo lo que te voy a contar es la pura verdad.
Él ni se inmutó ante estas palabras; hasta parecía que estuviese ausente y que solamente esperaba que la mujer fuera soltando carrete hasta cansarse y lo volviera a dejar tranquilo en su mundo, con sus pequeñas cosas. Kanja podría haber usado su dispositivo para leer sus sentimientos, pero recordaba que a él le molestaba mucho aquello, y que creía que era una violación de su intimidad, por lo que decidió ir a ciegas, solo con la información que observase de su comportamiento.
–Nos conocimos antes de lo que tú recuerdas –prosiguió ella–. Bueno, en realidad fue el mismo momento, pero en otras circunstancias…
Notó que se estaba liando y que iba a ser muy complicado explicarle algo tan enrevesado antes de que él perdiese la paciencia. Sin embargo, parecía tranquilo, como si le importara poco lo que le estaban contando.
–Imagino que no recuerdas nada de lo que ocurrió, porque alguien debe haber borrado de tu memoria los recuerdos de lo que vivimos juntos. Suena muy extraño, lo sé, pero te pido que confíes en mí y me dejes terminar de explicarte todo este lio…
–Sí, sí, sí, sí, señorita –interrumpió él–. Pero creo que eso que quiere contarme tiene pinta de ser bastante largo y no tengo ganas de seguir aquí, con este solazo. ¿Quiere pasar a mi casa y desayunamos algo?
Kanja sonrió y asintió con la cabeza. Aunque le estaba costando hilar su exposición, por lo menos él no se había mostrado muy negativo ante el inicio tan torpe por parte de ella. Caminaron hacia una cabaña bastante desmañada, cuya denominación de casa era muy atrevida. No llegaron a entrar dentro, sino que él le ofreció un tocón de un árbol como asiento mientras entraba en el cuchitril en busca de un humilde refrigerio, que tampoco podía pretender ser llamado desayuno.
–Por lo menos, a la sombra se está mejor, ¿no, señorita? –dijo él, sentándose frente a ella.
–Por favor, llámame Kanja y trátame de tú.
–Bueno, lo intentaré, pero me va a costar un poco, porque tengo la cabeza muy dura, ¿sabes?
Kanja se rio, conocedora de ese aspecto que él reconocía.
–Tienes una risa muy bonita. Bueno, en realidad toda tú eres muy hermosa…
–Muchas gracias –dijo ella, poniéndose inusualmente colorada.
–Pero, perdona, estabas contándome no sé qué sobre que me habías conocido y que alguien me lo había borrado de la memoria. ¡Menudo hijoputa el que lo hizo! –dijo riendo.
A Kanja se le volvieron a saltar las lágrimas. ¿Qué le había pasado? Estaba irreconocible en todos los aspectos. Intentó sobreponerse a la congoja y continuó.
–Verás, yo fui enviada en una misión para contactar contigo para que nos ayudases a desvelar cómo era posible construir una máquina del tiempo…
En ese momento se temió que la reacción del hombre se desatase y la mandara al cuerno. Pero él solo asintió, sin alterarse aparentemente. Entonces decidió proseguir, tentando a la suerte, para ver hasta dónde se podía estirar la cuerda.
–Estábamos informados de que habías pertenecido a un grupo de estudiosos de la ciencia que estaba relacionada con los relatos de ciencia-ficción y que os dedicasteis a explorar cómo hacer posibles los viajes en el tiempo.
–Sí, fue una época interesante –rememoró, sonriendo–. Y fue una pena que todo eso se acabase.
–Entonces –continuó, extrañada de la paciencia que él mostraba–, me fuiste enseñando poco a poco las matemáticas que habíais ido desarrollando, hasta que todo se fue complicando cuando te enamoraste de mí…
–¿De verdad? ¡Vaya un tipo con buen gusto!
Parecía que estaba hablando de otra persona y que el asunto no iba con él. Aquello era muy preocupante pero, al menos le daba tiempo a terminar de explicarle ese tema tan enrevesado.
–Entonces, cuando te propuse que nos ayudaras a desarrollar una máquina, te negaste porque no creías en la posibilidad física del viaje.
Entonces, esperó que él le dijese rotundamente que el viaje era imposible, pero se mantuvo callado.
–Por eso –continuó ella–, me vi obligada a llevarte a que conocieras una máquina que ya estaba desarrollada, pero que tenía un problema que no permitía usarla indefinidamente, porque se necesitaba un recurso muy escaso que podía acabarse y la limitaba considerablemente…
–Iridio 192… –dijo él sin alterarse.
El corazón de Kanja dio un vuelco al oír aquello.
–Entonces, ¿te acuerdas de todo? –interrogó con ansia.
–¿Perdón? –respondió él–. Se me ha ido el santo al cielo. ¿Decías…?
–Has dicho que el recurso que se necesitaba era el Iridio 192. Eso significa que sabes algo…
–¿He dicho eso? –interrumpió, frunciendo el ceño con extrañeza–. No lo recuerdo…
–¡Pero si lo acabas de decir ahora mismo!
–Disculpe, señorita, pero mi cabeza está empezando a fallar, ¿sabe? No haga demasiado caso de lo que le diga.
Kanja se echó las manos a la cara y se puso a llorar desconsoladamente. Kare se sintió muy triste, contagiado de la pena de la muchacha, y se acercó tímidamente, sentándose junto a ella, le pasó el brazo por encima de los hombros y la besó en la cabeza. Ella se cogió a su cuerpo y lloró sobre su hombro.
–Tranquila, mi niña –dijo él con dulzura–. ¿Te ha hecho daño alguien?
Ante estas palabras, Kanja arreció en su llanto. Estaba sumamente triste al comprobar que su querido Kare había perdido completamente el juicio. Entonces, un sentimiento de rebeldía la decidió a intentar obligarlo a que volviera con ella al futuro para ver si era posible, con la tecnología avanzada de su era, hacerle recuperar la razón y la memoria. Se separó de su abrazo y lo miró con determinación.
–Tienes que volver conmigo.
–¿Volver? ¿Adónde? –preguntó muy extrañado.
–A mi época. Allí podremos hacer algo por ti.
–No hay nada que puedas hacer por mí. Estoy acabado.
–¡No digas eso! ¡Qué vas a estar acabado!
–Sí, bonita. Lo sé desde hace más de un año…
–Pero, ¿qué dices? –ella estaba muy confundida por sus palabras.
–Antes de venir a esta isla me detectaron un tumor que no tiene operación ni cura. Estoy enfermo terminal y me queda muy poco. Es mejor que me dejes y no te involucres conmigo.
–Pero…
–Pero nada, querida. Déjame con lo poco que me queda y olvídate de mí. Lo mejor es que cualquier día me encuentren muerto, o incluso que los cangrejos se alimenten de mis restos. Por lo menos serviría para algo bueno…
–¿Es que te has vuelto loco? –gritó Kanja, aunque se arrepintió inmediatamente de haberlo dicho.
–Sí, preciosa. Mi enfermedad también afecta mi cordura. Pero no te preocupes, en mi situación es casi peor vivirlo estando cuerdo.
–Pero, si vienes conmigo, podremos curarte –dijo esperanzada–; en mi tiempo tenemos tecnología que…
–¡¡¡Que no!!! –en esta ocasión fue él quien gritó, y lo hizo desaforadamente–. ¡No quiero curarme! ¡Quiero morirme de una maldita vez! ¿Es que no lo entiendes?
Kanja se asustó muchísimo con aquella reacción violenta y se quedó absolutamente paralizada. Entonces, él se fue donde estaba la ropa de ella y la recogió con rabia.
–¡Márchate! ¡No quiero volver a verte nunca más!
Hizo una pausa y le arrojó con fuerza su ropa.
–¡Y llévate todas tus mierdas!
She approached to a small building that worked as a reception and went to a modest desk where a young naked woman, who seemed to be terribly bored, was reading a magazine.
“Good morning”, said the girl with a radiant smile that seemed fake to Kanja as it was possibly forced to please the clients, “You can leave your clothes in that locker and then I’ll check you in”.
“I’m sorry but I’m not here as a client”.
The woman showed contempt in her face, although she kept smiling forcedly.
“I don’t know, this situation is unusual… My boss doesn’t allow me to deal with someone who’s dressed…”.
Kanja realized that the girl was not too savvy, but she did not want to lose time with nonsense in that moment, although it would not be very difficult to please her because with that hot and humid weather she was wearing few enough clothes.
“Can you tell me if this man is registered in this colony?”, Kanja told, showing a picture.
“Let me see…”, she overlooked at it, with the clear intention to get rid quickly that annoying visitor who was altering her usual routine. “No, there’s no one here like that”.
“Are you sure?”, Kanja asked downhearted.
“Absolutely. I know everyone who’s living in the colony and nobody’s like that man”.
“And by his name? Does the name Kare Osjin ring you a bell?”.
That was a blind stab because, in places like that, hardly anybody revealed their real names, but she had to try everything.
“Well…”, the young woman hesitated, “I’m not here for very long now, but that name isn’t familiar to me since I began here”.
“Don’t you have a record where I could look up?”.
“I don’t know… My boss may not want to give away information about our clients… He’s very cautious about their privacy, you know? In a place like this there are people who don’t want their identities to be revealed”.
“I understand”, Kanja felt that the matter was getting harder and harder without need and did not want to resort to force the minds of those who made difficult her goals. “May I talk to your boss?”
“He isn’t here right now. He’s gone on a travel and I think it’ll take him at least a week to get back”.
‘Oh, dear’, Kanja thought, ‘this had to happen to me right now. I’ll have to gather a lot of patience’.
“May I have a look at the colony?”.
“Well, not in the way you are now, of course… You’ll have to undress and check in”.
“All right”, Kanja sighed, “if there’s no other way…”
Finally she would have to give in because it was her last resort and had no other chance. She was getting naked with a mix of resignation and disappointment and registered with a false name in the record the girl made of her.
The nudist colony was a spectacular beautiful place but she was not in the mood to appreciate it. Of course, as a hiding corner, it was the perfect place for Kare. It was the last site where anyone who had known him would have thought of looking for him but, precisely because of that, Kanja’s hopes had not completely vanished.
Reason told her that it was quite improbable that clue would lead her to a success in the search or the man, but there was something she could not explain that made her feel this time she had to make it. Maybe it was only desperation because, after almost five years going across all the planet, there were few more places to look for. Then, she remembered those sad days, when she had kicked him out of her apartment, when he vanished as well without any trace and afterwards he had appeared in the bastards’ village, the last place where nobody would think he could hide. Kare was that way, he was able to do the most incredible thing you could imagine and his mental processes were too difficult to scrutinize, although he could look completely inoffensive.
She felt quite uneasy feeling the gazes of some of the clients of the colony. It never mattered to her to show herself nude in public but, in the era she was in that moment, she knew that the society was ruled by other standards and although in almost all the nudist colonies the behavior of their inhabitants was rather natural, there was some individuals that were there for other reasons. Moreover, she was aware that her appearance, created with great care as the Aspirant she had been, was very notorious. She decided not to pay too much attention to those details and focused in the possibility of identifying her target.
After walking to the last corner of the colony, she felt disheartened. He wasn't there either; it was another dead end. Then she heard someone whistling at her to get her attention. She turned around and saw a woman, of considerable age compared to what was usual around there, waving her hand for Kanja to come closer. The woman was wearing a large hat and some rather tacky sunglasses, and was sitting in a low wicker chair, holding a cocktail in her hand.
“You’re new around here, aren’t you?” the woman said, smiling pleasantly. “Of course you are; being so pretty, I would have noticed if I’d seen you before.”
Would she want to flirt with her? The prospect didn't seem too pleasant, because she was used to the perfect bodies of the Aspirants and this woman had too much skin hanging in a way that she didn't exactly like. However, something made her reconsider her initial intention of slipping away as soon as she could and reflected that this could be a valuable source of information.
“Oh, well!” the other woman replied, not hiding her disappointment. “Maybe I know something, because I’ve been here for many years and I’ve met all the people who have passed through this little paradise. Although, if he or she has only been here a short time, I might have forgotten. But I have a good memory for faces, you know.”
Kanja decided that she had nothing to lose and showed her the photo she had of Kare. The woman initially frowned and gave the impression that the inquest would not be successful either.
“It doesn’t quite ring a bell… But, of course, with all the clothes he’s wearing in the photo…” She paused and frowned.
“Wait, if he had a beard… Can I draw a beard on the man in the photo?”
Kanja didn't like ruining Kare's photo by painting over it, it seemed like making fun of him, but if it could serve to help, she had to try whatever it took.
“Okay,” she agreed, resigned.
“Of course, you don’t have a pen, do you?” the woman suggested jokingly. “Wait, let’s see if we can find one. Come with me, darling.”
She struggled out of her seat and left her glass down on a small table. Initially, Kanja assumed they were heading for the reception booth, but halfway there, they veered off in another direction, which made her sense of alertness start to kick in. They walked past two men, wearing dark sunglasses, who were lying face down on the ground, paying attention to everything that was going on in the area. As the two women passed them, they made a few comments about the contrast in the two passers-by's physiognomies, and the older woman showed her hand at the two onlookers, giving them her middle finger. Kanja had to restrain herself from laughing at the curious situation and felt more comfortable in the company of that strange woman.
Finally, they came to a row of cabins, where the guests who stayed there must have resided, and they entered one that had a very well-kept and rather luxurious appearance, as if the occupant was paying a rather generous fee. Kanja was not entirely sure; she feared that this was an attempt to trap her, so she prepared her mind control device for any eventuality. But then, she realized that, although there was a strong attraction for her in the woman's mind, her intentions were not dirty. The older woman told her to make herself comfortable while she looked for something to write on and disappeared into a room that, from the outside and at first glance, looked like a bedroom. After a while, she appeared again and began painting the photo, which made Kanja a little upset, but she could not help it at the time. Then, she moved the photo away a little, seemed to think for a moment, and right away her eyes lit up.
“I thought so! Of course I know who he is! He's the guy who was thrown out of here after that huge fight he had. It's just that, since he looks so different in the photo, I didn't recognize him…”
“Are you sure, ma'am?” Kanja asked, very nervous but extremely excited. “And do you know where he might be now?”
“Don’t call me that, darling. It may seem I'm older than I really am.”
Kanja had to hold back her laughter, but agreed to the request.
“Okay. But I was wondering if you could tell me how I could find him.”
“Well, I'm not really sure, because he's a bit of a strange guy. I think that, after that unpleasant incident, he went to live on the other side of the island, to a place where tourists don't usually go, because access is quite difficult.”
“But can you tell me, even in general terms, in what area he might be?”
“Well,” she said, shrugging her shoulders “I'll look for a map, but I don't know what interest you could have in that man. He's such a strange guy…”
She returned to the same room she had been in before and this time it took a little longer. Finally the woman showed her the area and how she could get there, although she recommended Kanja to rent a boat and go along the coast, because it was quite difficult by land. Kanja was so happy with the new clue that she decided to reward the woman a little and gave her a brief kiss on the mouth.
“Oh, darling! It's been a long time since I've tasted something so delicious. Thank you very much.”
The feeling Kanja perceived in her mind was one of radiant joy, and for that reason alone, she felt even more satisfied.
"No," she replied, "I'm the one who has to thank you."
"Sorry if I'm butting in, but I don't know what you want from that weird guy. Are you looking for your father or something?"
Kanja was greatly alarmed when she heard this. Had it been a mistake and had not Kare been the one the woman had recognized?
"It's a long story," she tried to slip away, "if you'll excuse me, I have to go now."
"Well, it's a shame your visit was so short. But if you come back here, I'll be delighted to see you again."
It was a shiny morning, one more since he had arrived there, almost a year before. He was already a little tired of it, even though, when he arrived, it had seemed like an ideal place for retirement. Well, the truth is that he was really tired of everything. He told himself that the problem was that he had woken up in a rather bad mood that morning and that when he had a day like that, it was better to let it go, trying not to let it leave too much of a mark on him, so he would have to do as little as possible, to try to pay as little attention to it as possible. He was busy doing some trifles on a cliff when he saw a boat approaching the beach in front of his house. “This is the last straw,” he thought, “the damned intruders had to show up today.” He walked slowly down to the beach, in a very bad mood, thinking of a way to get rid of those annoying tourists who did nothing but bother him from time to time. And he was doing so when he saw a woman with a statuesque body getting off the boat and waving goodbye to the man driving the boat. The woman was wearing shorts, a shoulder top and a wide-brimmed hat that did not allow her to be distinguished very well from afar, and he watched her doubt about the direction she should take. Then she went to his cabin and that made him even angrier.
When he got home, he was almost breathless and saw her from behind, looking towards the modest house, as if doubting about her next steps.
“Haven't you noticed that this is private property and that no one is allowed?” He shouted indignantly, “I've put up posters everywhere; and don't tell me that you haven't seen them, I know the same old story.”
The woman turned around in surprise, and a gust of wind snatched her hat, which revealed a long hair of a deep red color. She didn't bother to pick up the hat, which drifted away in the wind, and stared at him with her mouth open, as if she were seeing a ghost.
“Kare! What happened to you?” She said in a trembling voice.
He was surprised by those words. Apparently she knew him, although he did not know who she could be. However, he was speechless at the beauty of that visitor. When he reached the beautiful woman, he noticed that her eyes were beginning to mist with tears. He shook his head, trying to get rid of the mental block and narrowed his eyes slightly, feeling as if he had seen her somewhere.
“Do we know each other?” he asked uncertainly.
“You don’t know me? I’m Kanja!”
“I don’t know any Kanja!” he growled.
She dazed. She had not expected that the moment they would meet again would be like this. He looked like he had grown thirty years older and was extremely thin, almost to the bones, wasted away. His hair was long, disheveled and quite gray, a beard down to the middle of his chest and his skin, badly damaged by the sun and wind, was wrinkled and looked almost like leather. But what surprised her most was that he was completely naked, not caring that she saw him that way, when he had always been very prudish about that subject.
Without stopping to think, she rushed at him and hugged him tightly, letting the tension she had built up inside her out and crying desperately. Kare was very surprised by that reaction and stood there like a statue, but, feeling the woman's anguish, something forced him to respond, hugging her tenderly and trying to make her vent out whatever was happening to her. During that embrace, he had a strange feeling of familiarity with her, he knew her from somewhere and he knew somehow that she had previously been of great importance in his life. But I was not able to remember it in any way. "Am I already starting to lose control of my mind? Is the end coming to me yet?" he asked himself.
Kanja pulled away from him once she had calmed down a bit. She looked at him intently but realized that he was also very changed inside. The Kare she knew would have clearly shown that he was crazy about her and probably, in a similar situation, he would have an erection that would make him blush a lot. However, he looked at her without any apparent interest; he only saw her as a strange lunatic who was bothering him with her mere presence. And she was even more surprised by the man's next unexpected reaction.
"If you want to stay here, you'll have to take off your clothes. I don't want you to think I'm trying to take advantage of you, but these are my rules here and if you don't like it, you know where you can go.”
She was speechless and very hurt at the coldness with which he was treating her. However, she did not hesitate for a single moment and undressed without thinking twice.
“Wow! That red is natural," he said when he saw her completely naked.
“Excuse me?”
Kare frowned, as if he didn't quite understand what he had just said.
“I beg you pardon, ma’am, I don't know where that association of ideas could have come from. I think I was rude with you, but don't hold it against me, my head is starting to fail, you know?”
“Kare, please don't call me ‘ma’am.’ Don't you remember anything about me?”
“The thing is, there's something about you, ma’am... sorry, I mean you seem familiar to me.”
She looked at him sadly. What had happened to him? Was it true what he said about his mind failing? Then he seemed to recall something deep in his memory.
“Can it be from work? Yes, I think I remember. They introduced us the day I left the company, right? But we only talked for a few minutes. Why have you been looking for me, if you don't really know me from anything else?”
Kanja decided that there was no point in beating around the bush and she had to try to make him understand everything at once, even if it was too abrupt, especially for a mind as apparently damaged as his seemed to be. However, she remembered that he was too stubborn and if she told him the harsh truth in one go, he would surely send her packing. Still, she decided to try without sugarcoating it too much.
“I know this is going to sound very strange to you and that you might get angry with me for thinking I'm making fun of you, but I assure you that everything I'm going to tell you is the plain truth.”
He didn't even flinch at these words; he even seemed absent-minded and was just waiting for the woman to go on and on until she got tired and leave him alone in his world, with his little things. Kanja could have used her device to read his feelings, but she remembered that it bothered him a lot, and that he believed it was a violation of his privacy, so she decided to go blindly, only with the information she observed about his behavior.
“We met earlier than you remember,” she continued. “Well, actually it was the same time, but under different circumstances…”
She could tell her exposition was confusing and that it was going to be very difficult to explain something so complicated to him before he lost his patience. However, he seemed calm, as if he cared little about what she was telling him.
"I guess you don't remember anything that happened, because someone must have erased from your mind the memories of what we lived together. It sounds very strange, I know, but I ask you to trust me and let me finish explaining all this mess...”
"Yeah, yeah, yeah, yeah, miss," he interrupted. "But I think that what you want to tell me seems to be quite long and I don't feel like staying here in this blazing sun. Would you like to come over to my house and have some breakfast?"
Kanja smiled and nodded. Although she was having a hard time getting her point across, at least he had not been too negative about her clumsy start. They walked towards a rather shabby cabin, which was rather daringly to name it "house." They did not go inside, but he offered her a tree stump as a seat as he entered the hovel in search of a humble snack, which could not pretend to be called breakfast either.
“At least it's better in the shade, isn't it, miss?” He said, sitting down opposite her.
“Please, call me Kanja and address me informally.”
“Well, I'll try, but it's going to be a bit difficult, because I have a very hard head, you know?”
Kanja laughed, knowing that aspect that he acknowledged.
"You have a very nice laugh. Well, actually you are very beautiful all over…”
"Thank you very much," she said, unusually blushing.
"But, excuse me, you were telling me I don't know what about how you had met me and that someone had erased it from my memory. What a motherfucker who did that!” He said laughing.
Kanja was almost brought to tears again. What had happened to him? He was unrecognizable in every way. She tried to overcome her grief and continued.
“You see, I was sent on a mission to contact you so that you could help us figure out how it was possible to build a time machine…”
At that moment, she feared that the man's reaction would be unleashed and he would send her to hell. But he only nodded, apparently unperturbed. Then she decided to continue, to see how far her luck could be stretched.
“We were informed that you had belonged to a group of enthusiasts of the science that was related to science-fiction stories and that you dedicated yourselves to exploring how to make time travel possible.”
“Yes, it was an interesting time.” he recalled, smiling. “And it was a shame that it all ended.”
“So,” she continued, surprised by the patience he showed, “you were slowly teaching me the mathematics that you had been developing, until everything got complicated when you fell in love with me…”
“Really? What a guy with good taste!”
It seemed like he was talking about someone else and that the matter had nothing to do with him. That was very worrying, but at least it gave her time to finish explaining this very convoluted issue to him.
“So, when I proposed that you help us develop a machine, you refused because you didn’t believe in the physical possibility of the travel.”
Then, she expected him to tell her flatly that the travel was impossible, but he kept quiet.
"That's why," she continued, "I was forced to take you to see a machine that was already developed, but that had a problem that didn’t allow it to be used indefinitely, because it needed a very scarce resource that could run out and limited it considerably...”
"Iridium 192..." he said without getting unsettled.
Kanja's heart skipped a beat at that.
"So, you remember everything?" she asked anxiously.
"Excuse me?" he replied. "I drew a blank. What were you saying…?"
"You said that the resource needed was Iridium 192. That means you know something…"
"Did I say so?" he interrupted, frowning in surprise. "I don't remember…"
"But you just said it right now!"
"Excuse me, Miss, but I’m beginning to lose my mind, you know? Don't pay too much attention to what I say."
Kanja put her hands on her face and began to cry inconsolably. Kare felt very sad, infected with the girl's grief, and he shyly approached, sitting next to her, put his arm over her shoulders and kissed her on the head. She clung to his body and cried over his shoulder.
"Don't worry, my child," he said sweetly. “Did someone hurt you?”
At these words, Kanja’s crying intensified. She was extremely sad to see that her beloved Kare had completely lost his mind. Then, a feeling of rebellion decided her to try to force him to return with her to the future to see if it was possible, with the advanced technology of her era, to make him regain his reason and memory. She separated from his embrace and looked at him with determination.
“You have to come back with me.”
“Come back? Where?” He asked, very surprised.
“To my time. There, we can do something for you.”
“There’s nothing you can do for me. I’m finished.”
“Don't say that! You can’t be finished!”
“Yes, darling. I’ve known for more than a year…”
“But… What are you saying?” She was very confused by his words.
“Before coming to this island, I was diagnosed with a tumor that has no operation or cure. I’m terminally ill and I have very little time left. It’s better that you leave me and not get involved with me.”
“But…”
“But nothing, dear. Leave me the little time I’ve got left and forget about me. The best thing is that one day they find me dead, or even that the crabs feed on my remains. At least I would serve for something good…”
“Have you gone mad?“ Kanja shouted, though she immediately regretted having said so.
“Yes, darling. My illness also affects my sanity. But don't worry, in my situation it's worse to live it being sane.”
"But if you come with me, we can cure you." She said hopefully. “In my time we have technology that...”
“I said no!!!” This time it was he who shouted, and he did so wildly. “I don't want to be cured! I want to die once and for all! Don't you understand?”
Kanja was extremely frightened by this violent reaction and was absolutely paralyzed. Then, he went to where her clothes were and picked them up angrily.
“Go away! I never want to see you again!”
He paused and threw her clothes at her violently.
“And take all your shit with you!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario