Capítulo 16Chapter 16

  Cuando regresó al apartamento de Kanja se encontró con algo con lo que no había contado. Se hallaba delante de la entrada y no tenía ni idea de cómo se hacía para pasar. Estaba en la misma situación que cuando llegó a casa de Ianh, pero se dio cuenta de que esta vez no se abriría la puerta sola, apareciendo Kanja sonriente ante él. ¿Qué podía hacer? ¿Esperaba allí a que llegase? ¿Conectaba con ella? Lo más probable era que se sobresaltara innecesariamente si lo hacía. No estaba seguro de qué sería lo mejor; o más bien decir lo menos malo. Estaba reflexionando sobre esto cuando se abrió un acceso a otra vivienda por donde salió una mujer joven o, en otras palabras, una vecina. La muchacha era ciertamente muy hermosa, alta, con los ojos claros y el pelo rubio, liso y muy largo. Lo observó sin disimulo un rato sin decir nada y a él tampoco se le ocurría nada inteligente que decir, y no quería meter la pata. Por fin, la mujer le dedicó una bonita sonrisa y se acercó a él.

–¿Necesitas algo?

–Yo… Quiero entrar aquí y no sé cómo hacerlo.

   La vecina se mostró claramente sorprendida.

–¿Qué problema tienes?

–Que no sé cómo se abre…

–¿De dónde sales tú?

   Kare no sabía exactamente a qué podía referirse, si era porque no le cuadraba que él estuviera allí o porque no supiese abrir la puerta. Se decidió por lo que creyó menos comprometido.

–Yo estoy solo de paso. Soy un invitado de Kanja y vengo de muy lejos.

–¿Y en el sitio de donde vienes, no tenéis puertas? –dijo ella sonriendo y con tono burlón.

–No… Es que… El sistema es distinto… –improvisó.

   La chica se acercó al lateral de la puerta y le indicó que tenía que poner la mano frente a un punto iluminado tenuemente con un tono azulado. Kare hizo lo que le indicaba, pero la luz cambió a color rojo. Miró a la mujer algo desconcertado.

–¡Vaya! Parece que Kanja no te ha dado permiso para entrar –dijo ella.

   ¡Menudo problema! ¿Cómo no se le había ocurrido antes de salir que podía pasarle esto? No se podía imaginar que Kanja quisiera que él fuese su prisionero, o algo parecido. Claro, que tampoco habían hablado de la posibilidad de que él saliera solo. Se quedó como un tonto, sin saber qué hacer, hasta que la vecina se apiadó de él.

–Si quieres, puedes esperar dentro de mi casa.

–¿Dejarías que un extraño entre en tu casa?

–Bueno, has dicho que eres amigo de Kanja, ¿no?

–Sí, pero podría estar engañándote. Después de todo, no tengo acceso al apartamento de ella.

   La mujer frunció el ceño y se quedó unos segundos pensativa. Luego se encogió de hombros.

–Si te sientes mejor aquí fuera, tú verás. Si yo fuese tú, entraría.

   O era muy cándida, o la sociedad había cambiado mucho.

–No, no, está bien, estaré encantado de esperar en tu casa.

   Ella sonrió intensamente y le indicó con la mano para que entrase. Kare avanzó un poco tímidamente; dentro de cada lugar nuevo podía caer en otra situación desastrosa. Y en esta ocasión no se equivocaba. Al principio no se dio cuenta de la inminente catástrofe, porque estaba embobado mirando los detalles del apartamento, en lugar de mirar de donde le venían los disparos. Se encontró un lugar de dimensiones parecidas a la vivienda de Kanja, aunque la distribución y decoración eran diferentes. Era bonito, pero le gustaba más el otro. Y cuando llegó al centro de un saloncito, dejo de mirar a las alturas y se dio de frente con un sofá; un sofá ocupado por una mujer recostada, completamente desnuda. Ella dijo un “¡Hola!” jovial y él dio un salto de la impresión, echándose un poco hacia atrás y tropezando con la chica que lo había recibido.

 –¡Oh!, ¡Perdón, perdón! –dijo dos veces instintivamente, para pedirlo a la vez a las dos mujeres, aunque por motivos diferentes.

   Diferentes motivos solo en apariencia porque, cuando se volvió, vio que la otra muchacha también estaba desnuda. No sabía dónde poner la vista, ¿qué demonios estaba pasando allí? Entonces recordó que Kanja le había advertido el día que llegaron que allí la gente solía andar desnuda por casa, aunque en aquel momento había pensado que solo era una broma para hacerle pasar un mal rato. Pero el verdadero mal rato lo estaba sufriendo en ese mismísimo momento.

–Yo… Creo que sería mejor que esperase fuera… –dijo, colorado como un tomate.

–Pero, ¿cómo te vas a ir, si acabas de entrar? –dijo la mujer que lo había recibido– Además, todavía no nos hemos presentado.

   Kare empezó a sentir mucho, mucho calor, sabiendo cómo eran allí las presentaciones. Estaba acorralado y no sabía cómo salir del apuro.

–Bueno, yo… La verdad es que estaría más cómodo si antes de presentarnos os cubrierais algo…

–¿Por qué? –dijo la mujer rubia; rubia natural al parecer.

–Pues porque… –tenía que inventarse algo rápidamente–, en el sitio de donde vengo, las presentaciones se hacen cubiertos.

   En realidad no estaba diciendo ninguna mentira, reflexionó. Las dos mujeres se miraron mutuamente con cara de no comprender nada durante unos segundos y luego rompieron a reír. Kare aguantó como pudo el chaparrón mientras ellas se retorcían de risa. Luego, la mujer rubia se limpió un poco las lágrimas de hilaridad y dijo:

–Bueno, si te sientes más a gusto…

   Lanzó una mirada pícara a su compañera y ambas se pusieron un diseño que casi era peor que la desnudez total, haciendo que la imaginación castigase más aún al pobre hombre.

–Vamos, chicas, por favor, no seáis así… No me hagáis esto –rogó Kare.

   Tras un rato de nuevas risas, las mujeres hicieron caso, más o menos. La mujer rubia entonces se presentó.

–Mi nombre es  Kalima, ¿cómo te llamas tú?

–Yo soy Kare O… –a la mitad prefirió obviar el apellido para evitar malentendidos.

   Se acercó a Kalima y sus manos se dirigieron al lugar de costumbre. Pero al tocar, Kare echó la mano atrás, como si hubiera recibido un calambrazo. La mujer había decidido no ser del todo dócil y la sensación en las manos del hombre fue claramente de tocar pelo y piel. Él se echó la mano instintivamente detrás de la espalda, mientras volvía a explotar el alborozo en las traviesas muchachas.

–Ya vale, ¿no? –imploró–. ¿Qué os he hecho yo para que me tratéis así?

   Nunca había pasado más calor en su vida, ni más vergüenza. Las mujeres se volvieron a calmar y Kare se enfrentó a la segunda joven. Era una mujer de color, también muy hermosa y sensual.

–Sin trucos esta vez, ¿vale?

–Hola, Kare O, yo soy Siluna.

   Kare iba a sacarlas del error con su nombre, pero prefirió dejarlo pasar una vez más. Se acercó con mucha precaución a Siluna y, para su alivio, tocó sin mayores disgustos.

–Bueno, ahora que ya nos conocemos –dijo Kalima sonriendo–, ¿podemos volver a quitarnos…?

–¡No! –gritó Kare alarmado, en un volumen algo más alto que lo que era su intención.

   Las dos chicas se asustaron de esta reacción y él tuvo que suavizar un poco la situación.

–Bueno, quiero decir que me haríais un favor si estuvieseis un ratito así.

–Vale, vale, no queremos que te enfades –dijo Siluna–, ¿verdad Kali?

–No lo entiendo, pero si lo quiere nuestro invitado… –respondió  Kalima, encogiéndose de hombros.

–Pero, siéntate un poco –señaló Siluna el sofá–. Y cuéntanos, ¿de dónde vienes para ser tan gracioso?

   Kare se aguantó una contestación descortés y se acercó tímidamente al sofá mientras luchaba para inventarse alguna trola que se pudieran creer.  Se sentó con precaución y tiró una bala a ciegas.

–Pues verás… Vengo de una colonia de Ganimedes.

   Las mujeres se miraron intrigadas.

–Y, ¿dónde está eso? –preguntó Kalima, sentándose al lado de Kare.

–En Júpiter, ¿no lo sabías?

–¿Júpiter? –contraatacó Siluna, sentándose al otro lado–. Tampoco me suena.

   Kare no podía dar crédito a sus oídos.

–Pero, ¿qué os han enseñado en la escuela? –e instantáneamente se arrepintió de preguntar porque, ni sabía cómo se educaba a los niños en aquella época, ni sabía con certeza si los planetas y sus lunas habían sido colonizados.

–Bueno –dijo Kalima con voz sensual, acercándose y acariciando el antebrazo de Kare más próximo a ella–, tú nos puedes enseñar dónde están esos sitios.

   Y, antes de que pudiese reaccionar, Siluna la imitó por el otro flanco.

–Y, ¿qué es esto que llevas bajo el brazo? –preguntó curiosa, señalando el paquete de folios.

   Kare se puso nerviosísimo, aquello no iba nada bien y no tenía pinta de que fuera a mejorar. De pronto decidió que tenía que acabar con esta situación tan incómoda y se levantó de golpe, dejando a las chicas boquiabiertas.

–Perdonadme, pero me he acordado de que, antes de entrar en casa, tengo que hacer algo urgentemente. Lo siento un montón, pero ahora me tengo que ir.

   Ellas no dijeron nada mientras se acercaba velozmente a la salida. Pero, antes de llegar a la entrada, se dio la vuelta, intentando que su huida no se considerase demasiado descortés, pero le pareció que a ellas no les importaba demasiado cuando vio que se estaban besando apasionadamente.

  Salió al pasillo faltándole el aire y decidió que lo mejor era irse a dar una vuelta por el vecindario en lugar de esperar por allí hasta que llegase Kanja. No sabía con qué otros líos se podía encontrar allí. Salió a una calle ancha que estaba bastante concurrida y sintió que deseaba hacer su recorrido andando y no usar las pasarelas móviles. Y entonces se fijó en algo de lo que hasta entonces no se había percatado. Todas las personas que veía en aquella zona iban en parejas, y todas eran parejas jóvenes y del mismo sexo. Tuvo la clara impresión de que la homosexualidad fuera la norma en aquel lugar. Fue buscando alguna excepción pero no la encontró. Y, observando de esta manera, se encontró que en una pasarela a su izquierda venían en su dirección Kanja y Niilja, agarradas de la cintura. Las dos mujeres se dieron cuenta rápido y Kanja se soltó, acercándose más aprisa hacia él.

–Pero, ¿qué haces aquí? –preguntó preocupada.

   Pero la pasarela era demasiado rápida para que pudiesen mantener una conversación y Kanja tuvo que ir hasta donde la pasarela terminaba, para poder volver atrás. Kare se iba a dar la vuelta para reunirse con ella cuando se encontró con la mirada de desprecio de Niilja. Mientras se iba acercando a Kanja se dijo: “Verás, ahora seguro que vienen curvas”. Supuso que a ella no le habría gustado nada su escapada y se preparó para lo peor.

–¿Qué estás haciendo aquí? –repitió Kanja con cara seria cuando se reunieron.

–Yo… Tenía que salir, y al volver… No podía entrar –dijo un poco abochornado, sintiéndose como un niño travieso.

   Ella miró de reojo y, antes de que llegase Niilja, dijo:

–Bueno, ya me lo contarás luego. Anda, ahora vete a casa y podrás tener acceso cuando llegues, ¿vale? Yo no tardaré mucho, pero ahora tengo que acompañar a Niilja.

   Kare bajó la cabeza y obedeció sin decir palabra. Al llegar a la altura de Niilja la miró con cierta aprensión. Ella lo miró con una expresión de odio intenso, aunque no se dignó a decirle nada. Y, sólo después de que él hubiera pasado de largo, oyó claramente cómo la mujer decía “¡capullo!”. Kare palideció. Esa era una expresión muy típica de su exmujer cuando estaba enfadada con él. Aquello no podía se casual; eran demasiadas coincidencias, demasiadas.

  Se fue a casa muy pensativo. Ahora ya no tenía dudas; Niilja y Neila eran la misma persona. ¡Había estado casado con ella durante dos años y resultaba haber sido solo un montaje!  De hecho, ahora que sabía la verdad, todavía se sentía raro en su presencia, todavía sentía algo por Neila. ¿Cómo podía ella haber aguantado tanto tiempo, tomándose tantas molestias, si estaba claro que no lo soportaba? Pero, ¿había sido así siempre, desde el principio? ¿O simplemente las cosas se habían ido torciendo y había dejado de quererlo? Sacudió la cabeza y se preguntó cómo podía ser tan ingenuo. Ninguna de las dos mujeres lo había querido nunca; solo estaban interesadas en sacarle la información que necesitaban para luego dejarlo tirado. “¡Malditas rameras!”, se dijo. “¡Pero no se saldrán con la suya!”.

  Llegó al apartamento sin encontrarse con nadie más y entró sin mayores complicaciones. Allí se sintió hundido; pensó que estaba experimentando aquello demasiadas veces en los últimos tiempos. Las veces anteriores había sido porque creía que había perdido a Kanja, pero ahora la sensación de pérdida era distinta; la manipulación era tan flagrante que lo obligaría a dejar de quererla. Se quedó en blanco unos instantes y entonces, sacudiendo la cabeza, se dio cuenta de que su subconsciente rechazaba esa idea con todas sus fuerzas. Estaba atrapado, no podía confiar en ella pero tampoco podía dejar de quererla.

  Se mantuvo mucho rato dándole vueltas a ese tema obsesivamente, hasta que apareció Kanja. Había tardado más de lo que él habría pensado, pero también existía una explicación para eso. Ella se quedó en pie, mirándolo un rato sin decir absolutamente nada. Kare no sabía qué reacción mostraría ella: ¿Se habría enfadado por su escapada? ¿Haría como si ignorase el tema? No tenía ni idea. Y se encontró con la reacción que menos esperaba. Se fue hacia él y le dio un largo y fuerte abrazo. ¿A qué venía esto?, se preguntó. Cada vez lo tenía más y más desconcertado. Era cierto que Kare era de los que pensaban que era casi imposible entender a las mujeres, pero ésta se llevaba la palma. Cuando se separaron, ella lo miró un rato con dulzura y también con un toque de tristeza.

–¿Me perdonarás? –dijo Kanja.

–¿Perdonarte?, ¿yo a ti? ¿Por qué?

–No seas así, hombre, yo no me di cuenta…

–¡Para, para! –cortó Kare, dándose cuenta del malentendido–. Me refiero a que no sé qué tengo que perdonarte.

–Te he dejado solo estos días, sin hacerte caso, y ni siquiera pensé que tendrías necesidad de salir, de ver las cosas por ti mismo, pero es que me daba miedo de que te encontraras perdido ahí fuera, con todas las cosas tan diferentes a las que estás acostumbrado.

–Bueno… A decir verdad, yo tampoco te había dicho nada, Simplemente pensé que, si necesitaba salir, no tendría problemas para entrar de nuevo.

–Vale, ha sido un fallo tremendo, pero no volverás a tener problemas para entrar.

   Se quedó un momento pensativa y mostró una sonrisa traviesa.

–Lo que tenía que haber hecho era no dejarte salir, en vez de no dejarte entrar.

   Rieron un poco la broma y luego ella le preguntó:

–Tal vez no es de mi incumbencia pero, ¿para qué saliste?

–Necesitaba papel y algo para escribir.

–Y eso, ¿para qué? Tienes herramientas virtuales que te sirven igual… O mejor.

–No, yo pienso mejor con un bolígrafo en la mano y un trozo de papel.

–¡Mira que eres rarito! –sentenció ella sonriendo.

   Kare decidió que sería mejor si le contaba la verdad sobre todo el asunto del papel y se lo explicó con bastante detalle, aunque se guardó algunas cosas para sí mismo. Vio que ella mostraba algo de preocupación cuando le dijo a qué zona había acudido, pero no hizo ningún comentario. Entonces, él prefirió no mencionar sus dudas sobre los Aspirantes y sobre el sector Byta. Y, cuando le contó el regreso, también quiso pasar por alto su experiencia con las vecinas de al lado, porque le daba mucha vergüenza. Pero no se pudo librar del “castigo”; Kanja sonrió perversamente y le preguntó:

–Y, ¿eso es todo? Al ver que no podías entrar, ¿te fuiste a dar un paseo para hacer tiempo a que yo llegase?

   Kare se quedó sin aliento. ¿Es que volvía a leerle la mente con aquel maldito cacharro? Se puso otra vez muy colorado y ella se rio con ganas.

–Yo… ¿tú sabes algo…? –farfulló.

–Me lo ha dicho un pajarito. O mejor dicho, dos “pajaritas”. Antes de entrar me encontré con Kalima y me propuso pasar a hablar un rato con ellas.

–Y, ¿qué…, qué te han dicho? Espero que no se hayan burlado mucho de mí.

–¡Al contrario! ¡Les has parecido adorable! Me preguntaron de dónde había sacado yo a alguien tan divertido, aunque un poco raro, eso sí. ¡Vaya! No conocía tus dotes de Don Juan.

–¡Qué Don Juan, ni qué leches! –se empezaba a enfadar–. Esas dos pájaras me han hecho pasar un rato horrible. Tuve que huir precipitadamente o podía haber acabado como el macho de una mantis.

   Kanja no podía parar de reírse, lo que lo ponía aún más nervioso. Por fin, ella pudo contener la risa y le dijo:

–Tienes que aceptar que las normas sociales han cambiado muchísimo en un milenio y no ser tan pacato y remilgado, sobre todo con el sexo.

   Él solo gruñó, sin decir palabra, y Kanja le soltó otra bomba.

–Por cierto, no hagas muchos planes para mañana por la noche. Kalima y Siluna nos han invitado mañana a cenar con ellas en su apartamento.

–¿Qué? –gritó espantado–. Les habrás dicho que no, ¿verdad?

–Pero, ¿qué dices? ¿Cómo iba a negarme? Además son encantadoras, ya verás, y tú les gustas mucho. A lo mejor acabas triunfando más de lo que hubieras soñado en tus mejores sueños húmedos…

–¡Kanja! ¡Por favor! –gritó desesperado.

   La risa se desató en ella hasta hacerla llorar. Estaba desesperado, no era capaz de salir de ese papel mojigato, aunque en realidad era como se estaba comportando.

–A lo mejor teníamos que decirle a Niilja que también se apunte –siguió fustigando ella–. ¡Qué bien te lo ibas a pasar con cuatro mujeres para ti solo!

   Aquella fue la gota que colmó el vaso de Kare.

–¡¡¡No!!! –esta vez el grito fue tan furioso que Kanja se asustó.

–¿Qué te pasa? Solo era una broma…

–Prefiero que no menciones a Niilja ni de broma –dijo él, tratando de calmarse.

–¿Por qué? ¿No te cae bien?

–¡Vamos! Sabes muy bien que no me soporta… Ni yo a ella. Ya sé quién es realmente y no puedo pensar en ella sin que me den ganas de vomitar.

–¡Kare! No te entiendo. No sé qué quieres decir con que sabes quién es realmente. ¿Qué me he perdido?

–No me vengas con esa carita de inocente. Conozco vuestro juego y no me voy a prestar a él.

–¿De qué hablas? ¿Qué juego? Si no me dices qué se te ha metido en tu cabeza dura, creo que me voy a enfadar de verdad. Habla claro, no sé qué está pasando aquí.

–Cabeza dura, ¿eh? Quieres la verdad, ¿no? Muy bien, sé que Niilja se llamaba en mi tiempo Neila, y estuve dos años casado con ella. Ella fue la primera, o al menos eso espero, de los agentes que habéis enviado para sacarme el supuesto secreto de la máquina del tiempo. Como ella fracasó, porque en realidad yo no sé nada, y también porque es insoportable, te enviaron a ti a engatusarme para traerme a este mundo de mierda y, cuando os deis cuenta de que digo la verdad, a lo mejor acabáis conmigo de una vez.

   Se dio cuenta de que tenía que haberse guardado para sí todo lo que había dicho, pero la situación lo puso tan al límite, que necesitaba imperiosamente vaciar el saco de su enojo. Kanja lo contemplaba boquiabierta, sin saber cómo reaccionar ante tal revelación. Finalmente fue capaz de asimilarlo y sacudió la cabeza.

–¿Cómo puedes pensar algo así? Yo nunca permitiría que nadie te hiciera daño. No me puedo creer lo que dices de Niilja. La conozco desde que éramos niñas y no la creo capaz de hacer algo semejante.

–¡Ah!, ¿no? ¿Por qué no le preguntas a tu novia? No, no hace falta, porque ya sabrás todo con pelos y señales.

–¡No! –dijo desesperada–. Nunca te he dicho ninguna mentira…

–¡Más bien no me has dicho una maldita verdad! –no la dejó terminar.

–¡Escúchame! –esta vez fue Kanja quien gritó– ¡Déjame terminar! Siempre te he dicho la verdad, aunque algunas veces haya podido omitir cierta información. Pero, desde que te conté el motivo de mi viaje, no te he contado nada que no fuera verdad, aunque tú siempre te negaste a creerme. No sé qué coño os pasa a ti y a Niilja. Vale, tienes razón con lo de que no le caes demasiado bien, aunque ella tampoco me ha querido decir el motivo. Pero de ahí a que me digas que fue a tu tiempo a casarse contigo, va un mundo de distancia.

–No me digas que no la perdiste de vista durante dos años.

–¡No! Nunca hemos estado separadas tanto tiempo.

–No, claro –dijo él en voz baja y con tono pensativo–. Ella puede haber pasado allí dos años y haber vuelto como si el tiempo no hubiese pasado.

–No puede ser –rebatió Kanja–. Yo me habría dado cuenta. En dos años, aunque sea poco, la gente cambia de… –se quedó un segundo pensativa– comportamiento.

–¿Y esa pausa? –preguntó él. 

  Ella sacudió levemente la cabeza.

–No, te digo que no me lo creo. De Niilja no.

   Kare no contestó, solo reflexionaba. Ya no sabía qué creer. Siempre le había dado la impresión de que lo que le decía Kanja era cierto, pero se estaban acumulando tantas contradicciones, que le costaba creer que todo fuera solo fruto de su imaginación. Desde luego, estaba seguro que no estaba en un error con respecto a Neila, y no se tragaba que le hubiesen ocultado a Kanja lo que había estado haciendo en el pasado.

  Cenaron en silencio, los dos muy tristes y pensativos. Le recordó en cierto modo al día que llegó al futuro y no la creía. La cena en el refugio también fue deprimente, aunque aquella vez solo era Kanja la que estaba enfadada y ahora eran los dos. Bueno, tampoco sabía si ella lo estaría, porque no lo miraba. Solo se dedicaba a remover la comida sin probar bocado y daba la sensación de que meditaba también algo que no terminaba de encajar. A Kare le hacía daño ese silencio siempre que estaba junto a ella y no pudo soportarlo más. Rompió el silencio, aunque realmente no estaba en su mejor momento para hacerlo.

–Creo que me tengo que marchar de aquí. Solo soy motivo de problemas para ti.

   Kanja levantó la cabeza como un resorte. Lo miró incrédula y él se dio cuenta de que en sus ojos las lágrimas pugnaban por salir.  

–No empieces otra vez, por favor –dijo ella intentando mostrar calma.

–Es que no comprendo para qué me quieres aquí. Si quieres que siga intentando llegar a diseñar otra máquina, no tienes que preocuparte. Pero lo puedo hacer en otro sitio, de verdad, …

–Te he dicho que no empieces –por fin las primeras lágrimas conseguían liberarse de su control y corrían por su hermoso rostro.

   Kare se levantó, rodeó la mesa donde hacían que cenaban y se plantó delante de ella. La cogió suavemente del brazo e hizo que se levantase. La abrazó y dejó que rompiera a llorar; sabía que no podía ser bueno que se aguantara de esa manera. Luego recogieron la cena sin acabar y se recostaron en el sofá. Ella puso su cabeza sobre el pecho de Kare, mientras él le acariciaba el pelo. Tampoco hablaban ahora, pero ya habían roto la barrera que los separaba.
 

 

When he got back to Kanja's apartment he found something he had not taken into account. He was in front of the entrance and had no idea how to get through. He was in the same situation as when he arrived at Ianh's home, but he realized that this time the door would not open on its own, appearing a smiling Kanja before him. What could he do? Would he wait there for her to arrive? Would he link with her? She would most likely be unnecessarily startled if he did. He was not sure what would be best; or rather say the least bad. He was pondering on this when an access to another flat was opened through which came out a young woman or, in other words, a neighbor. The girl was certainly very beautiful, tall, with light-colored eyes and smooth and very long blond hair. She watched him openly for a while without saying anything and he could not think of anything intelligent to say either, and did not want to screw up. Finally, the woman gave him a nice smile and approached him.

“Do you need anything?”
“I... I want to get in here and I don't know how to do it.”

The neighbor was clearly surprised.

“What problem do you have?”
“I don't know how it opens...”
“Where do you come from?”

Kare did not know exactly what she could mean, whether it was because it did not make sense to her that he was there or because he did not know how to open the door. He decided on what he thought was less risky.

“I'm just passing through. I’m a guest of Kanja and I come from far away.”
“Don't you have doors where you come from?” She said, smiling and mockingly.
“No... It's just... The system is different...” He improvised.

The woman approached the side of the door and indicated that he had to put his hand in front of a dimly lit spot with a bluish hue. Kare did as he was told, but the light turned red. He looked at her somewhat puzzled.

“Oh! It seems that Kanja hasn't given you permission to enter.” She said calmly.

What a problem! How had it not occurred to him before he left that this could happen to him? He could not imagine that Kanja wanted him to be her prisoner, or anything like that. Of course, they had not talked about the possibility of him going out alone either. He stood like a fool, not knowing what to do, until the neighbor took pity on him.

“If you want, you can wait inside my home.”
“Would you let a stranger into your home?”
“Well, you said you're Kanja’s friend, aren't you?”
“Yes, but I could be lying to you. After all, I don't have access to her apartment.”

The woman frowned and thought for a few seconds. Then she shrugged.

“If you feel better out here, it’s up to you. If I were you, I’d come in.”

Either she was very naïve, or society had changed a lot.

“No, no, it’s fine, I'll be happy to wait at your home.”

She smiled brightly and waved at him to come in. Kare stepped forward a little timidly; within each new place he could fall into another disastrous situation. And this time he was not wrong. At first he did not realize the impending catastrophe, because he was dumbfounded looking at the details of the apartment, instead of looking at where the shots were coming from. He found a place similar in size to Kanja's home, although the layout and decoration were different. It was nice, but he liked the other one better. And when he arrived at the center of a small room, he stopped looking up and came face to face with a sofa; a sofa occupied by a woman lying down, completely naked. She said a jovial "Hello!" and he jumped in shock, stepping back a little and bumping into the woman who had greeted him.

“Oh, sorry, sorry!“ He said twice instinctively, to ask the two women at the same time, although for different reasons.

Different reasons only in appearance because, when he turned, he saw that the other woman was also naked. He did not know where to look, what the hell was going on there? Then he remembered that Kanja had warned him the day they arrived that people used to walk around at home naked, although at that time he had thought it was just a joke to give him a hard time. But he was suffering the real hard time at that very moment.

“I... I think it’d be better if I waited outside...” he said, beet-red.
“How are you going to leave now, when you've just entered?" Said the woman who had greeted him. “Besides, we haven’t introduced ourselves yet.”

Kare began to feel overheated, knowing how the introductions were like. He was cornered and did not know how to get out of trouble.

“Well, I... The truth is that it’d be more comfortable if you two covered yourselves up before introducing ourselves...”
“Why?” The blonde woman said; real blonde apparently.
“Well, because...” he had to come up with something quickly, “in the place where I come from, introductions are made dressed.”

He was not really telling a lie, he reflected. The two women looked at each other blankly for a few seconds, and then burst out laughing. Kare bore the laughs as best as he could as they were splitting their sides with laughter. Then, the blonde woman wiped her tears of hilarity a little and said:

“Well, if you feel more at ease...”

She cast a mischievous look at her mate and they both put on a design that was almost worse than total nudity, making the poor’s man imagination punish him even more.

“Come on, girls, please don't be so bad... Don't do this to me.” Kare begged.

After a while of new laughter, the women listened, more or less. The blonde woman then introduced herself.

“My name’s Kalima, what’s yours?”
“I’m Kare O...” Halfway through he preferred to bypass the last name to avoid misunderstandings.

He approached Kalima and his hands went to the usual place. But when he touched, Kare drew his hand back, as if he had received an electric shock. The woman had decided not to be entirely docile and the feeling in the man's hand was clearly of touching hair and skin. He instinctively brought his hands behind his back, as joy burst in the mischievous girls again.

“Stop it, okay?”" He implored. “What have I done to you to treat me this way?”

He had never felt more heat in his life, nor more shame. The women calmed down again, and Kare faced the second young woman. She was a woman of color, also very beautiful and sensual.

“No tricks this time, okay?”
“Hello, Kare O, I'm Siluna.”

Kare was going to get them out of the mistake with his name, but he preferred to let it go once again. He approached Siluna very cautiously and, to his relief, touched without unpleasant surprises.

“Well, now that we know each other,”" Kalima said, smiling, “can we strip off again...?”
“No!” Kare shouted in alarm, in a volume slightly higher than his intention was.

The two girls were startled by his reaction and he had to soften the situation a bit.

“Well, I mean you’d do me a favor if you were dressed for a little while.”
“Okay, okay, we don't want you to get angry.” Siluna said. “Right Kali?”
“I don't understand, but if our guest wants it…” Kalima replied, with a shrug.
“Sit down for a bit,” Siluna pointed to the sofa, “and tell us, where do you come from to be so funny?”

Kare restrained a rude reply and shyly approached the couch as he struggled to come up some fib they might believe. He sat down cautiously and threw a shot blindly.

“Well, you see... I come from a colony in Ganymede.”

The women looked at each other intrigued.

“Where’s that?” Kalima asked, sitting next to Kare.
“On Jupiter, don't you know?”
“Jupiter?” Siluna inquired, sitting on the other side. “It doesn't ring a bell to me either.”

Kare could not believe his ears.

“What have you been taught in school?” He instantly regretted asking because he did not know how children were educated at the time, nor did he know for sure if the planets and their moons had been colonized.
“Well,” Kalima said in a sensual voice, approaching and caressing Kare's forearm closest to her, “you can show us where those places are.”

And, before he could react, Siluna followed suit from the other flank.

“And what’s that you’re carrying under your arm?” She asked curiously, pointing to the package of papers.

Kare got very nervous, that was not going well at all and it did not seem it was going to get better. Suddenly he decided that he had to end this awkward situation and jumped up, leaving the girls speechless.

“Forgive me, but I’ve remembered that before entering Kanja’s home I’ve got to do something urgently. I'm so sorry, but now I’ve got to go.”

They did not said anything as he sped toward the exit. But before he reached the entrance, he turned around, trying not to let his running away be considered too impolite, but it seemed to him that the girls did not care too much when he saw them kissing passionately.



He went out into the hallway gasping for breath and decided it was best to go for a walk around the neighborhood instead of waiting there until Kanja arrived. He did not know what other trouble he might get into there. He went out on a wide street that was quite busy and felt that he rather wanted to walk and not use the moving walkways. And then he noticed something that he had not realized until then. All the people he saw in that area were in pairs, and they were all young, same-sex couples. He had the distinct impression that homosexuality was the norm in that place. He looked for some exception but did not find it. And, looking in this way, he found that on a walkway to his left Kanja and Niilja came in his direction, holding each other by the waist. The two women quickly realized his presence, and Kanja let go, hurrying closer to him.

“What are you doing here?” She asked worried.

But the walkway was too fast for them to have a conversation and Kanja had to go to the end of the walkway, so she could go back. Kare was about to turn around to meet her when he faced Niilja's contemptuous gaze. As Kanja approached him, he said to himself, ‘You’ll see, a big storm’s coming.’ He guessed that she would not have liked his getaway at all and prepared for the worst.

“What are you doing here?” Kanja repeated with a serious face when they met.
“I... I had to go out, and when I came back... I couldn't get in." He said a little embarrassed, feeling like a naughty child.

She glanced sideways and, before Niilja arrived, she said:

”Well, you'll tell me later. Come on, now go home and you’ll be able to have access when you get there, okay? It won't take me long, but now I have to go with Niilja.”

Kare lowered his head and obeyed without saying a word. When he reached near Niilja, he looked at her with some apprehension. She looked at him with an expression of intense hatred, although she did not deign to tell him anything. And only after he had passed by, did he clearly hear the woman say “Dickhead!” Kare paled. That was a very typical expression of his ex-wife when she was angry with him. That could not be casual; there were too many coincidences, too many.



He went home very thoughtful. Now he no longer had doubts; Niilja and Neila were the same person. He had been married to her for two years and it turned out to have been just a set up! In fact now that he knew the truth, he still felt something for Neila. How could she have held out so long, taking so much trouble, when it was clear that she could not stand him? But had it always been this way, from the beginning? Or had things just gone awry and she had stopped loving him? He shook his head and wondered how he could be so naïve. Neither woman had ever loved him; they were only interested in taking the information they needed from him and then leaving him behind. ‘Damn bitches!’ he said to himself. ‘But they won't get away with it!’

He arrived at the apartment without meeting anyone else and entered without major trouble. There he felt sunk; he thought he was experiencing that too many times lately. The previous times it had been because he thought he had lost Kanja, but now, the feeling of loss was different; the manipulation was so blatant that it would force him to stop loving her. He went blank for a moment and then, shaking his head, he realized that his subconscious rejected that idea with all its might. He was trapped, he could not trust her but he could not stop loving her either.

He spent a lot of time thinking about this topic obsessively, until Kanja appeared. It had taken longer than he would have thought, but there was an explanation for that, too. She stood there staring at him for a while without saying anything at all. Kare did not know what reaction she would show: Would she have been angry about his getaway? Would she pretend to ignore the subject? He had no idea. And he was met with the reaction he least expected. She walked over to him and gave him a long, tight hug. ‘What’s this all about?’ he wondered. He was more and more puzzled. It was true that Kare was one of those who thought it was almost impossible to understand women, but she was taking the cake. When they separated, she looked at him sweetly for a while and also with a hint of sadness.

“Will you forgive me?” Kanja said.
“I? Forgive you? Why?”
“Don't be that way, man, I didn't realize...”
“Stop, stop! Kare cut off, realizing the misunderstanding. “I mean I don't know what I have to forgive you.”
“I’ve left you alone these days without paying attention to you and I didn’t even think that you’d need to go out, to see things for yourself, but I was afraid that you’d find yourself lost out there, with all the things so different from what you’re used to.”
“Well... To tell the truth, I hadn't told you anything either, I just thought that if I needed to get out, I wouldn’t have trouble going back in.”
“Okay, it's been a tremendous mistake, but you won't have trouble getting in again.”

She thought for a moment and showed a mischievous smile.

“What I should’ve done was not let you out, instead of not letting you in.”

They laughed a little at the joke and then she asked:

“Maybe it's none of my business, but why did you go out?”
“I needed paper and something to write.”
“What for? You’ve got virtual tools that serve you the same... Or better.”
“No, I think better with a pen in my hand and a piece of paper.”
“How weird you are!” She said, smiling.

Kare decided it would be best if he told her the truth about the whole paper issue and explained it to her in quite some detail, though he kept a few things to himself. He saw that she showed some concern when he told her which area he had gone to, but she did not comment. So, he chose not to mention his doubts about the Aspirants and about the Byta sector. And when he told her about his return, he also wanted to overlook his experience with the next-door neighbors, because he was very embarrassed. But he could not escape the ‘punishment’; Kanja smiled wickedly and asked:

“And that’s it all? Seeing that you couldn't get in, you went for a walk to make time for me to arrive…”

Kare gasped. Was she reading his mind again with that damn thing? He turned very red again and she laughed heartily.

“I... you know something...?” He spluttered.
“A little bird told me. Or rather, two ‘little lady birds’. Before entering I met Kalima and she suggested to chat for a while.”
“And what..., what have they told you? I hope they didn't make much fun of me.”
“Just on the contrary! They found you adorable! They asked me where I’d gotten someone so fun, though a little weird, yes. Wow! I didn't know your Don Juan skills.”
“What the fuck a Don Juan!” He was starting to get angry. “Those two ‘birds’ have made me have a horrible time. I had to flee in a hurry or I could’ve ended up like the male of a mantis.”

Kanja could not stop laughing, which was making him even more nervous. At last, she could hold back her laughter and said:

“You have to accept that social norms have changed a lot in a millennium and not be so prudish and prissy, especially with sex issues.”

He just growled, without saying a word, and then Kanja dropped another bomb on him.

“By the way, don't make many plans for tomorrow night. Kalima and Siluna have invited us tomorrow to have dinner with them in their apartment.”
“What?” He shouted in shock. “You must have told them no, right?”
“What are you saying? How was I going to refuse? They’re also charming, you’ll see, and they like you very much. Maybe you end up making it big, more than you would’ve dreamed of in your best wet dreams...”
“Kanja! Please!” He yelled in despair.

Laughter broke out of her until she cried. Kare was desperate, he was not able to get out of that prudish role, although it was how he was actually behaving.

“Maybe we should tell Niilja to come too.” She continued lashing out. “How much fun you were going to have with four women all to yourself!”

That was the last straw for Kare.

“No!!!” This time the scream was so furious that Kanja was frightened.
“What's wrong? It was just a joke...”
“I'd rather you don't mention Niilja even in a joking way.” He said, trying to calm down.
“Why? Don't you like her?”
“Come on! You know very well that she can't stand me... I don't stand her either. I already know who she really is and I can't think of her without being made want to throw up.”
“Kare! I don´t understand you. I don't know what you mean you know who she really is. What have I missed?”
“Don't come to me with that innocent face. I know your game and I'm not going to lend myself to it.”
“What are you talking about? What game? If you don't tell me what's gotten into your hard head, I think I'm going to get really angry. Make yourself clear, I don't know what's going on here.”
“Hard head, huh? You want the truth, don't you? Very well, I know that Niilja was called Neila in my time, and I was married to her for two years. She was the first, or so I hope, of the agents you’ve sent to get the supposed secret out of the time machine from me. Since she failed, because I don't really know anything, and also because she's unbearable, they sent you to trick me into this shitty world and, when you realize that I'm telling the truth, maybe you'll finish me off all at once.”

He realized that he should have kept to himself everything he had said, but the situation put him so over the edge, that he urgently needed to take his anger out. Kanja stared at him gawking, not knowing how to react to such a revelation. She was finally able to take it in and shook her head.

“How can you believe something like that? I’d never allow anyone to hurt you. I can't believe what you say about Niilja. I've known her since we were kids and I don't think she's capable of doing anything like that.”
“Oh, yeah? Why don't you ask your girlfriend? No, it isn’t necessary, because you’ll already know everything chapter and verse.” 
“No!” She said desperately. “I've never told you any lies...”
“Rather you haven't told me a bloody truth!” He didn't let her finish.
“Listen to me!” This time it was Kanja who shouted. “Let me finish! I’ve always told you the truth, although sometimes I may have omitted certain information. But since I told you the reason for my travel, I haven't told you anything that wasn't true, even though you always refused to believe me. I don't know what the fuck is wrong with you and Niilja. Okay, you're right that she doesn't like you too much, although she didn't want to tell me why either. But between that to telling me that she went to your time to marry you there’s a world of difference.”
“Don't tell me you didn't lose touch with her for two years.”
"No! We’ve never been apart for so long.”
“No, of course.” He said quietly and thoughtfully. “She may have spent two years there and returned as if time hadn’t passed.”
“It’s impossible.” Kanja countered. “I would’ve noticed. In two years, even if it’s only a short time, people change their…” she thought for a second, “behavior.” 
“What about that pause?” He asked.

She shook her head slightly.

”No, I'm telling you I don't believe it. Not from Niilja.”

Kare did not answer, he was just pondering. He did not know what to believe anymore. He had always had the feeling that what Kanja told him was true, but so many contradictions were piling up that he found it hard to believe that everything was only the product of his imagination. Of course, he was sure that he was not wrong about Neila, and he could not buy that they had kept from Kanja what she had been doing in the past.

They dined in silence, both very sad and thoughtful. It reminded him of the day they came to the future and he did not believe her. The dinner at the shelter was also depressing, although that time it was only Kanja who was angry and now it was the two of them. Well, he did not know if she would be too, because she was not looking at him. She only stirred the food without tasting a bite and it seemed that she was also mulling over something that did not quite fit. Kare was hurt by that silence whenever he was next to her and could not take it anymore. He broke the silence, although he really was not at his best to do it.

“I think I have to leave here. I'm just a cause of trouble for you.”

Kanja raised her head like a spring. She looked at him in disbelief and he realized that tears were striving to come out in her eyes. 

“Don't start again, please.” She said, trying to show calm.
“I just don't understand why you want me here. If you want me to keep trying to design another machine, you don't have to worry. But I can do it somewhere else, really...”
“I told you not to start again” Finally the first tears managed to free themselves from her control and ran down her beautiful face.

Kare got up, walked around the table where they were pretending to eat, and stood in front of her. He gently grabbed her arm and made her get up. He hugged her and let her burst into tears; he knew it could not be good for her to hold them back that way. Then they cleared away the unfinished dinner and leaned on the sofa. She put her head on Kare's chest, while he caressed her hair. They were not talking now either, but they had already broken the barrier that separated them.